jueves, julio 14, 2005

Diversas Diversiones



El Consumidor: Artículos

Resumen: Sobre las diferentísimas formas de vida nocturna en Colombia.

Por: Sandra Salazar y Prince Torres Salazar

Sandra Salazar
Psicóloga, Especialista en Procesos Psicosociales
para la Efectividad Organizacional
Universidad del Valle

Prince Torres Salazar
Comunicadora Social
Universidad del Norte

Un sorprendente lugar común

No hay texto básico en Psicología del Consumidor que no dedique uno o varios apartados a tratar el tema de las variables culturales, sociales y ambientales implicadas en las decisiones de consumo de las personas, dejando claro que los valores, costumbres y relaciones del grupo de referencia del individuo tienen un gran ascendiente sobre los comportamientos de consumo de éste. Esto, que así planteado no pasa de ser un lugar común en la materia, adquiere el rango de evidencia contundente en países como Colombia, en los que la diversidad geográfica, étnica, social y cultural, determina modos muy diversos de vida y por ende de consumo.

Con un territorio que hace parte a la vez del mar Caribe, el océano Pacífico, la selva amazónica y la cordillera andina; una población de orígenes indígenas, europeos y africanos y múltiples actividades económicas, modos de vida y dinámicas sociales, Colombia es un país en el que el consumo puede tomar formas variadas en extremo, aunque manteniendo una cierta peculiaridad propia que permite, aún en medio de tal diversidad, hablar de una identidad colombiana en este como en otros aspectos del comportamiento social. Uno de los rasgos más notables de esta identidad colombiana es, sin duda, el espíritu festivo, esa tendencia irresistible del colombiano a animar sus noches reuniéndose con amigos, conocidos o cualquiera que se ofrezca a ello y departir en torno a una mesa provista de licor y en un ambiente en el que no puede faltar la música. Qué música, qué ambiente y qué licor, eso es lo que varía de un lugar a otro, tomemos como ejemplo sólo dos: una ciudad del Caribe y otra ciudad asentada en las alturas andinas y veamos cómo sus habitantes alegran sus noches.

Un sorprendente lugar común

En el cálido y bullicioso litoral caribe, está Barranquilla, ciudad portuaria y por lo tanto dispuesta a la novedad, el intercambio y la adopción de lo extranjero; dinámica, moderna, con ínfulas cosmopolitas, mantiene una perpetua tensión entre sus fuertes raíces culturales expresadas en el Carnaval y su proyecto modernizador. En el sur, en los andes, está Pasto, ciudad de rancio abolengo colonial, pero, sobre todo, de acentuada identidad indígena; elementos que la arraigan profundamente a tradiciones ancestrales y la relacionan con otros centros urbanos del país y de los países vecinos como Perú, Ecuador y Bolivia que tienen una constitución cultural parecida.

De los Andes al Caribe, del puerto a la montaña, de la raíz indígena a la herencia afrolatina, la misma noche, la misma fiesta puede asumir formas muy diferentes. Las maneras en que la gente consume ocio y diversión pueden ser, en este país de contrastes, de una diversidad asombrosa.

Contrapunto Festivo

En la festiva noche barranquillera están apareciendo nuevos escenarios. Se trata de los bares lounge, una nueva propuesta de sitio nocturno venida de Europa que cuenta con música, espacio, decoración y hasta mobiliario característico, todo concebido de una manera muy cosmopolita y con el propósito de brindar al visitante una experiencia de relajado esparcimiento. Al mismo tiempo, en Pasto, toman auge las peñas, sitios nocturnos de ancestro indígena, que ya se imponen en los vecinos Perú y Ecuador, en los que la herencia étnica está presente en todos los detalles y son por eso muy apreciados por propios y visitantes.

En las peñas de Pasto se escucha y se danza la música andina, se comparte con los amigos a luz de las velas y al calor de la guayusa[1], rodeados de una decoración en la que se destacan las hermosas pinturas que resaltan la fuerza, la belleza y la magia de la imaginería indígena propia de la región. En los bares lounge de Barranquilla, la gente conversa cómodamente sentada en sofás, poltronas e incluso tendida en camas, con un fondo de chill out, bossa nova, funk o soul, bebiendo elaborados cócteles.

Los bares lounge surgieron en Europa como una extensión natural y necesaria de la tradicional discoteca, de la que fueron inicialmente un preámbulo en el que la gente se preparaba para las fuertes emociones y estímulos sensoriales de la rumba, tomando unos cuantos tragos suaves en un ambiente más tranquilo. De esta función original proviene su nombre que significa ‘sala de espera’. Con el tiempo, los lounges se hicieron parte integral de la diversión, llegando a ser no sólo el arranque, sino también la conclusión de la fiesta, y terminando por existir con independencia de las discotecas.

A pesar de su carácter tradicional, las peñas son de origen extranjero. Según el licenciado en ciencias sociales e intérprete de música andina, Bladimir Timarán, las peñas tuvieron su origen en Chile en los años 70, en el lugar conocido como La Peña de los Parras, cuyo objetivo era el congregar artistas e intelectuales para debatir con mayor libertad las opiniones políticas y sociales en un periodo de férrea represión dictatorial, así como para degustar buen vino, y disfrutar de la música andina y de la canción social. En un momento en el que los demás países de Latinoamérica atravesaban coyunturas similares y los jóvenes universitarios, profesionales e intelectuales compartían parecidos ideales, esta idea germinó con rapidez, así que las peñas se extendieron por Bolivia, Perú y Ecuador hasta llegar finalmente a Colombia.

La música en los bares lounge es una muestra de su carácter de productos del mundo globalizado. Su especialidad es el llamado chill out, género que integra influencias sonoras variadas con un fondo rítmico que incita a la relajación y arreglos electrónicos y jazzísticos. Las piezas de este género no corresponden al tradicional formato de canción del pop, el rock o la música tropical, es más próximo a las pistas usadas en las discotecas que se desarrollan extensamente, experimentando variaciones sobre los ritmos y melodías originales. Los más reconocidos representantes de este nuevo sonido son Dimitri from Paris de Francia, Marc Moulin de Bélgica, Fila Brazilia de Alemania, mientras en Colombia ya se escuchan propuestas de este tipo como Polaroid. Por si este género no fuese ya de por sí bastante internacional y variopinto, en los lounges también es usual escuchar bossa nova, acid jazz, funk, soul, algo de pop y crossover, así como ritmos emergentes como el trip hop de grupos como Portishead, y en general, la llamada word music, que adapta ritmos autóctonos de diversas culturas a un sonido pop más fácil de apreciar por los occidentales.

El auge de las peñas en Pasto ha impulsado consigo la música andina de raíz indígena, que ha logrado una popularidad impensable en la ciudad hasta hace pocos años, lo que ha convertido a ésta en un centro musical al que llegan intérpretes procedentes del resto de países que comparten esta tradición con Colombia. De hecho, a la difusión del concepto de las peñas ha correspondido la aceptación de la música andina en los países donde se ha instalado. Conjuntos ya clásicos como Inti Illimani y Quilapayún se dieron a conocer más allá de las fronteras de Chile precisamente en aquél periodo de la dictadura en el que surgieron las peñas. Así, el ambiente de estos lugares está asociado al atávico sonido de las quenas, los charangos, las zampoñas y los bombos legüeros y al canto y el baile de ritmos como el huayno, el yaraví, el taquirari, la muliza, el huaylas, el sanjuanito y el trote, si bien con ciertas adaptaciones que los hacen más urbanos y digeribles para el amplio y diverso público que la disfruta noche a noche en las peñas.

Vemos así cómo en un mismo país pueden coexistir tendencias de consumo en extremo disímiles, lo que corresponde a factores geográficos, sociales y culturales también heterogéneos, recordando que estos nunca deben ser pasados por alto cuando se trata de caracterizar públicos potenciales para cualquier tipo de producto o servicio, pues como diría la máxima culturalista: “no es la mente la que da forma a la realidad, sino la realidad la que configura la mente”.

[1] La guayusa es una bebida preparada con la infusión de la planta que lleva el mismo nombre, con una pequeña cantidad de licor ( actualmente aguardiente).

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