jueves, noviembre 27, 2008

La falsa bonanza creada por DMG hundió al departamento de Putumayo

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Llegar a esa región es encontrar un culto a David Murcia Guzmán, el polémico creador de la empresa captadora de recursos que esta semana fue intervenida por el Gobierno.

Esta es una tierra de colonos que en un comienzo buscaron la prosperidad con el petróleo, que después se dejaron seducir por la falsa bonanza de la hoja de coca y que, ahora, cayeron rendidos por los ofrecimientos de los altos rendimientos.

Tanto que sus tarjetas prepago se convirtieron en la 'moneda circulante' para adquirir bienes y servicios en esta ciudad, donde Murcia creó la empresa que el Gobierno atajó esta semana con la declaración de la emergencia social.

Fueron cinco años en los que DMG se convirtió en una forma de vida: hasta una monja de la Institución Educativa Santa María Goretti, que recogió dinero hace dos años para donarle una casa a un niño que perdió a su hermano gemelo, prefirió 'invertir' un millón de pesos en esta captadora ilegal de recursos esperando rendimientos superiores a los 11 millones de pesos.

O las alumnas de undécimo grado de la mayoría de colegios depositaron sus ahorros en DMG en los últimos cinco años para darse la gran vida en excursiones a sitios paradisíaco.

El 85 de la población estaba vinculado con la captadora, admite Felipe Alfonso Guzmán, gobernador de Putumayo. Hasta los 'raspachines' dijeron que dejaron los cultivos de coca para meterse a este 'negocio'.

Las tarjetas de Murcia las aceptaban en centros de comercio, ferreterías, almacenes de motocicletas y electrodomésticos.

Por eso el culto a este excéntrico personaje que se expresa en una canción que un compositor desconocido hizo en nombre de Murcia y que algunos se aventuran a titular 'Navidad sin DMG'.

"...Que triste me quedaré, que triste me quedaré, si se acaba DMG", es su coro.

Ahora, con Murcia detenido y procesado por lavado de activos, captación ilegal de recursos y enriquecimiento ilícito, la rabia no se ha hecho esperar.

Una pancarta se alza a la entrada de Mocoa con la imagen de Murcia, esposado por agentes del CTI, en la que se puede leer: "David secuestrado por Uribe".

El comercio ha sido obligado a cerrar por enardecidos 'escuadrones' motorizados que abuchean e intimidan a los comerciantes que se atreven a abrir sus locales. El alcalde de Mocoa, Mario Luis Narváez, se vio obligado a decretar la ley seca, prohibir el porte de armas e inmovilizar unas 25 motos.

Más de 20 personas fueron llevadas a la cárcel por protagonizar disturbios en los que exigen la libertad de Murcia, la reapertura de DMG y la devolución de sus ' inversiones'.

Media ciudad está sin agua. En un acto irracional, algunos manifestantes la emprendieron contra el acueducto local y con machetes destruyeron parte de la tubería, para añadir una desgracia más a la población.

Los tres bancos permanecen cerrados y los cajeros electrónicos no funcionan.

"El pueblo se enloqueció con un negocio que vio crecer desde hace cinco años y que, poco a poco, se fue ganando la confianza de todos y se fue volviendo una institución putumayense", admite el concejal Humberto Arango.

La situación amenaza con complicarse aún más, pues autoridades ya han advertido que fuerzas ajenas a los ahorradores están intentando penetrar las movilizaciones y desatar un caos mayor al producido por la quiebra económica generalizada en el departamento.

Incluso, ya se habla de organizar una marcha de protesta hacia Bogotá.

Así terminó la tercera falsa bonanza de Putumayo: en medio de la desesperación, la rabia, la indignación, el miedo y, por supuesto, los bolsillos vacíos.

JORGE ELIÉCER QUINTERO
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
MOCOA (PUTUMAYO)

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