sábado, abril 25, 2009

Colombianos ya se han acostumbrado a consumir un café de mayor calidad

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La venta del producto con denominación de origen va en ascenso y al igual que los sitios especializados en su preparación. Solo la marca Juan Valdez ha aumentado un 47% sus ventas en supermercados.

El trabajo ha sido arduo, pero hoy se puede decir que ahora los colombianos tomar café de calidad ya sea en forma de capuccino, espresso, ristretto (espresso corto), latte o macchiato.

Aún así, el tradicional tinto de greca sigue reinando, y muy seguramente pasarán años para que el consumidor aprenda a distinguir de dónde y cuáles son las características del café que está degustando, como si se tratase de un vino Cabernet Sauvignon o un Carmenere.

Los expertos reconocen que anteriormente las variedades de café comercialmente disponibles para el consumidor eran limitadas, y que lo que se vendía internamente era el sobrante del grano de exportación conocido como pasilla, lo que de alguna manera influía en el desgano por la bebida insignia.

Pero ahora los supermercados están destinando una mayor área a la exhibición de cafés de origen (Huila, Nariño, Mesa de los Santos, etc), que se venden como pan caliente, a pesar de que su precio duplica al de los tradicionales.

También abundan en las esquinas de las ciudades, pequeños sitios especializados en ofrecer toda suerte de preparaciones, que han terminado por convertirse en acogedores refugios para conocedores y legos en la bebida.

La venta de cafés especiales de la marca Juan Valdez, presente en la mayoría de los supermercados de cadena, se disparó el año pasado 47 por ciento, lo que le significó a Procafecol ingresos por 10.000 millones de pesos.

"Con el café está ocurriendo algo similar que con el vino, pues lentamente la gente ha aprendido a valorar la calidad y los orígenes", dice Catalina Crane, gerente de Procafecol, empresa del gremio cafetero, dueña de 128 tiendas Juan Valdez.

La sofisticación en el consumo de la bebida también da sus primeros pasos en sitios como restaurantes de categoría, donde el maitre ya no solamente le ofrece al comensal la carta de vinos sino la de los cafés.

"Los cafés de origen han tomado una importancia que antes no tenían. El café de consumo de línea institucional no ha crecido tanto en los exhibidores como los cafés selectos", explicó Juan Carlos Ospina, gerente de Restcafé OMA.

'Vendemos un 6 por ciento más'

Cadenas de comidas rápidas como Dunkin Donuts, cuyo foco es la venta de alimentos, también ven los frutos de su apuesta.

"Desde que implementamos la estrategia de los capuccinos, los cafés granizados y otras variedades, las ventas de café se han incrementado 6 por ciento", dice Fernando Jiménez, gerente general.

Pese a estos avances aún falta mucho por hacer para crear una verdadera cultura del café como la tienen Francia o España con el vino, o Inglaterra y China con el té, sobre todo en la preparación del producto y en la desmitificación de muchas creencias populares.

"El tinto de greca aún sigue mandando la parada; también hay gente que sigue preparando el café en una media dizque porque le sabe mejor y los que le echan mucha agua por eso hay que empezar por cambiar los gustos", señala Catalina Crane.

Para Juan Carlos Ospina, de OMA, todo el movimiento que se ha generado en torno a la cultura del café, con sitios especializados en la venta del producto, han llevado a despertar ese interés por el consumo, el cual por años ha estado aletargado, a pesar de que Colombia es uno de los mayores productores.

Un estudio de la Federación de Cafeteros muestra que, en el mejor de los casos, los más entusiastas consumidores de café en Colombia apenas se toman un promedio de 3,9 tazas al día, mientras que en Brasil este indicador alcanza las 5 tazas.

En los últimos 20 años, el número de tazas consumidas en la región central de Colombia ha descendido 32 por ciento, mientras que en la región oriental ha crecido 4 por ciento. En cambio, donde se ha hecho más evidente el aumento del consumo desde 1996 ha sido en Bogotá y la Costa Atlántica, según la Federación de Cafeteros.

Justamente, toda la industria cafetera nacional, desde los cultivadores hasta las tiendas de café, pasando por los tostadores y supermercados, están empeñados en elevar el consumo interno, para lo cual se encuentran diseñando una estrategia que en breve darán a conocer y que contempla desde promoción hasta desmitificación de los efectos del café en la salud, así como la creación de un fondo con recursos.

Ya se sabe que el 'cerebro' encargado de echarla a andar será un empresario brasileño, que se encargó de elevar el consumo de café en su país a cinco tazas per cápita.

La calidad tiene su precio

Todos los entrevistados coinciden en que está más que comprobado que el consumidor colombiano sí está dispuesto a pagar un sobreprecio por un café de calidad.

Y es que llegar a ofrecer una taza con estas características implica una serie de costos que van desde la materia prima, las máquinas para prepararlos, así como el entrenamiento de los 'baristas', es decir aquellos que elaboran las bebidas.

Por ejemplo, los cafés que compra Procafecol para las tiendas Juan Valdez, tienen un sobreprecio de 25 centavos de dólar por libra en promedio, aunque en ocasiones puede ser hasta de 60 centavos. Y una buena máquina para preparar capuccino cuesta hasta 8 millones de pesos.

JUAN GUILLERMO LONDOÑO
SUBEDITOR DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS




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