domingo, octubre 11, 2009

Robert Kiyosaki, el gurú de las finanzas personales, estará en Colombia para contar cómo ser rico


Robert Kiyosaki, autor del libro 'Padre rico, padre pobre'. Foto: Archivo particular

Robert Kiyosaki, autor del libro 'Padre rico, padre pobre'.
El dinero fluye hacia el más listo", dice el autor de 'Padre rico, padre pobre', un best seller internacional que se ha traducido a 51 idiomas.

La entrevista está concertada para las 8:30 a.m. En punto. Una carta de sus representantes advierte que, si la llamada se hace tarde, el autor de Padre rico, padre pobre, un best seller internacional que se ha traducido a 51 idiomas, sencillamente no pasará al teléfono. La vez pasada, explican, un periodista llamó cinco minutos tarde y Robert Kiyosaki se puso de mal genio. Termino llamando diez minutos antes de la hora acordada. Kiyosaki contesta el teléfono, saluda cordialmente y responde a cada pregunta con franqueza. En ocasiones se nota molesto por mi escepticismo sobre su récord perfecto o mis dudas sobre su modelo de negocios; Kiyosaki -está claro- no es un hombre paciente. Pero es un hombre exitoso. Muy exitoso.
Nació en Hawai, hijo de un inmigrante japonés. A pesar de haber estudiado hasta obtener su doctorado y de haber trabajado hasta llegar a ser rector de varias escuelas, su padre biológico nunca llegó a ser un hombre acaudalado.
Es ahí donde entra su "padre rico", que en realidad era el padre de un amigo, un hombre que no terminó el bachillerato, pero llegó a ser el empresario más rico del estado. Fue de sus consejos de donde Kiyosaki derivó la teoría para los negocios que llevó a sus libros. Todo se basa -explica- en un concepto dinámico: el dinero va o viene. "Es realmente simple. Mi padre pobre dice: 'Ve a la escuela y consigue un trabajo, un salario'. Mi padre rico dice: 'Nunca vas a hacerte rico así. Tienes que ir por activos'. Eso hago todo el tiempo".
Kiyosaki tiene un gigantesco negocio inmobiliario, varios campos petroleros -alguna vez tuvo uno en Colombia- y un universo editorial que lleva más de 28 millones de libros vendidos. Con todo, dice no tener un trabajo: es su dinero, explica, el que trabaja por él. Por eso desconfía de los autodenominados "expertos", para quienes no tiene sino durísimas críticas. "En E.U. tenemos analistas financieros, corredores de bolsa... y la mayoría de ellos es pobre. Así que la gente recibe sus consejos de vendedores, no de gente rica. Ese es un gran problema, tratan de venderte una acción o una propiedad. Yo no hago eso ni escucho a esa gente".
Ni siquiera la crisis financiera global ha logrado cambiar un ápice la mirada de Kiyosaki sobre cómo hacer dinero. Sigue creyendo que hay una fórmula para la riqueza y que esta se puede resumir así: hay que comprar pensando en obtener flujos de capital. "La mayoría invierte para obtener ganancias de capital; yo busco flujos de capital. Así que cuando el mercado colapsa, yo aún puedo hacer dinero. Por ejemplo, en mi negocio petrolero, cuando el barril estaba a 140 dólares hacía dinero. Hoy está a 70 y aún así estoy haciendo dinero. Cuando perforé estaba a 22 dólares... sigo haciendo dinero. El efectivo sigue fluyendo". Pero, ¿qué hay del mercado inmobiliario? ¿Cómo seguir haciendo dinero con bienes que vieron caer dramáticamente su valor?
"El 90 por ciento de la gente invierte en busca de ganancias. Quiere que el precio de su propiedad suba o que sus acciones valgan más y por eso pierden cuando el mercado colapsa. En el negocio de bienes raíces, yo rento mis apartamentos, no los vendo. Y como no los vendo, sigo haciendo dinero. Todos los meses recibo cheques de 1.500 personas".
De hecho, afirma que la crisis lo ha beneficiado. "Hago más dinero ahora que el año pasado. Como están por el piso, puedo comprar un montón de cosas a precios de ganga. Si la economía empeora, voy a hacer más dinero".
Kiyosaki comenzó a hacer dinero -de la manera más literal- a los nueve años, fundiendo monedas de plomo a partir de tubos metálicos de crema dental. Desde entonces, asegura, nunca ha perdido. "Puede que no gane tanto como esperaba, pero siempre gano".
Súbitamente me viene a la cabeza la imagen de Gordon Gekko, el personaje que Michael Douglas interpretó en Wall Street y que se hizo famoso por una frase: "La codicia es buena".
Kiyosaki apunta: "Hay una diferencia entre la ambición y la codicia. Hay más gente codiciosa pobre que gente codiciosa rica. La definición de codicia es que quieres algo y quieres más de lo que estás dispuesto a dar. Si robas el dinero, claro que está mal. Si quieres que Obama te dé un cheque por miles de millones, como los bancos, eso está mal. Pero yo escribo libros y hago un montón de dinero, a la vez que ayudo a mucha gente". Le pregunto, entonces, si cualquiera puede hacer lo que él hace. Se muestra categórico, una vez más, cuando dice: "Todos tenemos el potencial, pero la mayoría no tiene la ambición para hacerlo. En todos los países hay gente rica y pobre, pero creo que hay tres factores que impactan tu capacidad para hacer dinero: la primera son tus padres, la segunda es tu escuela, la tercera es tu religión. Por fortuna, tuve un padre rico, que era muy, muy religioso, pero no creía que por ser rico iba a ir al infierno. Lo que pasa es que si crees que ser rico es malo, pues nunca lo serás".
Agrega: "No creo que al dinero le importe si eres hombre o mujer o si eres colombiano o estadounidense o japonés... El dinero siempre fluye hacia el más listo. Puede que seas un profesor universitario, como mi padre pobre, pero él no sabía nada de dinero y el dinero siempre fluía lejos de él. Por eso trabaja cada vez más duro...". Un momento -interrumpo-. En ese modelo, quienes no hacemos tanto dinero somos, para ponerlo sencillamente, unos estúpidos... Por una vez, Kiyosaki se muestra considerado: "Si escribes, probablemente eres muy listo. Probablemente te iba muy bien en la escuela. A mí nunca me fue bien. Pero de seguro tú estuviste enfocado en conseguir un trabajo, en lo que eres bueno. Yo estaba enfocado en hacerme rico. No se trata de ser estúpido: yo nunca podría hacer el trabajo que tú haces. Eso me hace estúpido en tu trabajo, pero todos podemos aprender de los demás. Lo cierto es que con toda probabilidad tus padres te decían que fueras al colegio. Y una vez fuera del colegio, seguramente te decían que consiguieras un trabajo. Pero tienes que pensar por ti mismo. Yo lo hago".
Me despido del millonario con una curiosa sensación de culpa, como si cada minuto que le dedicó a la entrevista representara miles de dólares dejados de producir. Se lo digo a Kiyosaki y su respuesta final llega entre risas: "El asunto es que yo no tengo que trabajar por mi dinero. Tú sí".
WILSON FERNANDO VEGA
Redactor multimedia Internacional

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