En las décadas de 1980 y 1990, Blockbuster modernizó el negocio del alquiler de películas. La compañía ofrecía muchos más títulos que sus rivales más pequeños, usaba ordenadores para administrar mejor el inventario y diseñó sus tiendas para que fueran luminosas y acogedoras para las familias. En 1993, apenas ocho años después de su fundación, Blockbuster era el líder mundial en alquiler de películas, con más de 3.400 tiendas en todo el mundo.
Entonces, llegó Netflix. Blockbuster se declaró en quiebra en 2010.
El economista de la Universidad de Chicago (EE.UU.) Luigi Zingales cita en un artículo reciente la historia de Blockbuster como un ejemplo de cómo debería funcionar la economía. Una empresa tiene una idea innovadora y que durante un tiempo le proporciona una ventaja competitiva. Más tarde, llega otra empresa con una nueva idea innovadora y la empuja al lado.
Sin embargo, Zingales teme que esto no suceda tan a menudo como debería. En su lugar, argumenta, la economía estadounidense puede estar sucumbiendo a lo que él llama "el ciclo Medici", llamado así por la poderosa familia de la Florencia medieval. El lema de la famlia, o al menos el lema que a menudo se le atribuye, era "dinero para obtener el poder y poder para proteger el dinero". Zingales teme que una versión del mismo describa con acierto la verdadera estrategia de, al menos, parte del mapa corporativo estadounidense.
El artículo de Zingales es el último de toda una racha de investigación, debates, y artículos sobre la concentración cada vez mayor del poder empresarial en Estados Unidos.
Los hechos básicos son los siguientes: la mayoría de las industrias en los Estados Unidos se han concentrado más, lo que significa que las empresas más grandes acaparan también una mayor proporción de los ingresos. Al mismo tiempo, los beneficios empresariales han alcanzado máximos históricos incluso a pesar de una inversión empresarial cada vez más exigua. Además, el número de nuevas empresas se ha reducido: el número de empresas emergentes en crecimiento aumenta, pero la mayor parte tienen problemas para escalar su actividad después. Las razones de estos cambios no están claras. Las teorías incluyen desde el surgimiento de las tecnologías de la información y sus efectos de red hasta una aplicación menos estricta de la legislación antimonopolio y el cabildeo y la regulación excesiva.
Muchas personas interpretan lo anterior como una prueba de que el sector privado se está volviendo menos competitivo. Las grandes empresas ganan mucho dinero, no invierten tanto y, aun así, logran deshacerse de alguna manera de sus nuevos competidores.
Pero esa versión parece no encajar con la opinión de las juntas de dirección. La creencia generalizada es que los negocios son, en todo caso, más competitivos de lo que solían ser. No obstante, existen algunos datos que respaldan esa opinión. Las empresas, por ejemplo, fracasan más rápido que antes, y hay pruebas sustanciales de que la brecha entre empresas triunfadoras y las perdedoras está en parte impulsada por la adopción de nueva tecnología. Y aunque el ritmo de la globalización puede haber bajado, no se ha frenado. Desde este punto de vista, las empresas bregan aparentemente en todas las industrias para defenderse de los competidores digitales; en los sectores con presencia y negocios internacionales, además, se efrentan a la competencia de ultramar.
Estas dos versiones de la historia no son necesariamente excluyentes. Como concluía en un artículo del año pasado sobre el debate entre demasiada o muy poca competencia:
Hay una síntesis pesimista entre el relato de la competencia y el de la concentración. Tal vez la brecha entre las empresas comienza como el resultado inevitable de la competencia. Las empresas se concentran en lo que son buenas, adoptan nuevas tecnologías y ofrecen productos y servicios de manera más eficiente. Tras alcanzar esa posición, consolidan entonces su estatus a través del cabildeo y la compra [de otras empresas]. "Una vez que las empresas llegan a ese punto, puede ser que realmente puedan elevar el puente levadizo", dijo [John] Van Reenen [de Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.)]. Puede que la competencia cree la desigualdad entre empresas, pero quizá sea la falta de competencia la que la preserva.
Eso es más o menos como Zingales describe su ciclo Medici, quien trata la competencia y la concentración como partes de la misma historia. Cuando hablé con Zingales, me dijo que él piensa que las diferentes industrias de Estados Unidos están en diferentes fases de este ciclo. Mientras las empresa del sector financiero pueden estar pasando de un período sin mucha competencia a un escenario de disrupción, las tecnológicas estarían pasando de un tiempo de gran innovación a otro de concentración empresarial y reducción del mercado.
Facebook puede ser un ejemplo. Como el colega de Zingales e investigador también de la Universidad de Chicago Steven Kaplan escribió en otro artículo, Facebook y sus pares gigantes tecnológicos "usaron las fuerzas del mercado en su beneficio, gracias a lo cual son ahora rentables y claramente disfrutan de bastante poder de mercado". Sin embargo, continúa Kaplan, "no lograron esa posición a través del capitalismo clientelar; lo lograron porque operan en sectores donde existen efectos de red ".
El ejemplo de Facebook es ilustrativo. Sugiere cómo pueden influir diferentes causas en el aumento de la concentración de mercado. Los efectos de red son una parte intrínseca del modelo de negocio de Facebook y claramente ayudan a la empresa a mantenerse a la vanguardia de los competidores. Sin embargo, Facebook ha invertido todo el dinero de esos efectos de red en defenderse de otros rivales comprándolos. Imagine cómo sería la competencia entre las diferentes redes sociales si a Facebook no se le hubiera permitido adquirir Instagram y WhatsApp. Aunque Facebook seguiría siendo con casi toda probabilidad el actor más grande del sector, también estaría batallando para mantenerse por delante de WhatsApp entre las herramientas de mensajería instantánea y contra Snapchat e Instagram como redes sociales. Según Zingales, el dominio actual de Facebook sobre el mercado no habría sido posible sin las decisiones antimonopolio contra Microsoft de la década de 1990, las cuales limitaron la capacidad de la compañía de trasladar su actividad a otras áreas de software.
Zingales me dijo que, aunque una mejor política antimonopolio no solucionaría por completo y por sí sola la falta de competencia, sería muy útil. Si los reguladores impidieran a los líderes del sector comprar a sus propios competidores, esto limitaría su poder de mercado y daría paso a más competencia. Además, otras investigaciones recientes sugieren que si bien muchas fusiones y adquisiciones empresariales pueden ser rentables para empresas concretas, no tienen por qué serlo para la innovación y la economía en general.
Política aparte, las investigaciones de Zingales y otros son un recordatorio del papel que las empresas deberían desempeñar en la sociedad. Se supone que el beneficio económico de las empresas es un incentivo para que creen productos de valor y nuevas innovaciones, no una recompensa por presionar a los reguladores o ser la primera empresa en escalar su actividad dentro de una industria particular. Tal y como escribe Zingales:
La mayoría de las empresas se dedican activamente a proteger su fuente de ventaja competitiva: a través de una mezcla de innovación, cabildeo o ambas cosas. Mientras la mayor parte del esfuerzo se dirija en el primer aspecto, hay poco de qué preocuparse. El temor a ser superado empuja a las empresas a innovar. Lo que es más problemático es cuando se pone mucho esfuerzo en hacer 'lobby'. En otras palabras, el problema aquí no es el poder de mercado temporal. La expectativa de un poder de mercado temporal basado en la innovación es el motor de gran parte de la innovación y el progreso.
Ese es el estándar adecuado que hay que exigir a las empresas. Mientras la ventaja competitiva sea temporal, hasta las compañías más grandes tienen que centrarse en atender y satisfacer a sus clientes para permanecer en la cima. Pero si los Blockbusters del mundo son capaces de cimentar su estatus y dejar de temer a los Netflix, los clientes, competidores y sociedad saldrán perdiendo.