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viernes, abril 24, 2015

“La Diferenciación en el punto de compra, cada vez más difícil de lograr”

“La Diferenciación en el punto de compra, cada vez más difícil de lograr”

Por Mauricio Arango Echavarría
Consultor en Retail Martketing

Antes de comenzar mi exposición quiero recordar a mis apreciados lectores que escribo intentando el entendimiento de todos, la alta gerencia y el operario del almacén. Me interesa hacerme entender de todos. Todos son independiente de su labor y nivel, igual de importantes en su actuar cotidiano. Hay unos que saben más de un tema que de otros. Pero todos hacemos sinergia y nuestro resultado depende de la voluntad personal y de la voluntad del equipo. Nuestra experiencia personal se demuestra en el resultado del almacén que muestra su diferencia positiva y clara.

Una de las mayores aspiraciones de la creación, la dirección y la planeación de almacenes es sin lugar a dudas la diferenciación con la competencia, en función de lograr la preferencia y la lealtad sostenida de los clientes compradores.
 Hoy un cliente de un almacén, además del fundamental factor de  cercanía, en primera instancia busca diferencias claramente perceptibles. Facilidad, claridad, rapidez, amabilidad, comodidad, parqueo, opciones, puntos de pago ágiles,  surtido y hasta precio.
Pero esa claridad en la percepción tiene que ser contundente. De otra forma, como se está trabajando hoy en general en forma equivocada, los clientes no lograrán preferencia de un almacén o punto de compra. Estos no sabrán tener claro como decidirse hacia una marca específica de tienda. La cotidianidad, el afán del día, y la sobreoferta, lo agobian y lo confunden.
Claro que a la gente le encanta que haya muchos almacenes o tiendas para poder escoger. Pero la gente escoge uno. El DIFERENTE. Y fruto de la sobreoferta y la competencia creciente, la estabilidad de los clientes es cada vez más frágil.
Comencemos dejando claro que las investigaciones demuestran que el precio no es la razón ni primera, ni fundamental para preferir un almacén. Esa  es una creencia generalizada entre comerciantes,  clientes y productores.
Una persona no es capaz de insistir y repetir compras en donde lo único que obtiene es ahorro. Los compradores buscan  lograr otros objetivos.
Todos en algún momento nos emocionamos y optamos por ser suntuarios.
Es curioso pero al final del día,  el solo ahorro no calma ni soluciona todas las necesidades. Esto es real y demostrado, aun en los estratos 1, 2 y 3. El ser humano siempre requiere premiarse. La indulgencia existe y es una condición. Para comprobar esto basta con realizar un chequeo de closets o alacenas en cualquier hogar de cualquier estrato. Ahí están las evidencias.
El precio si está dentro de las razones de elección y preferencia de una tienda o almacén. Pero no es, ni el primer factor en orden, ni en importancia.
Antes, de escudriñar la mente, la experiencia, el aprendizaje y  la memoria,  la mente se inclina por la conveniencia y la practicidad.
“El precio solo, no es capaz de manejar el gusto y la satisfacción.” Un cliente no será capaz de mantenerse fiel basándose solo en ahorro. Parecerá curioso que mencione el precio, pero debo mencionarlo aquí, porque ésta es tal vez la herramienta más utilizada, no siendo siempre la más conveniente, ni la más indicada.
Los clientes compradores consumidores buscan diferencia positiva en buen trato, comodidad, facilidades y confort, rapidez, generosidad en las opciones, cercanía, y  muy buena información. Estos conceptos puede que nos suenen familiares y fáciles.

La calidad como todos sabemos por experiencia, está altamente ligada al costo. Lo bueno vale. Un almacén calificado como diferente, bueno y preferido, siempre está configurado con variedad de precios y con las comodidades  que sobresalen al utilizarlo. Esas ventajas como fácil, rápido, cómodo, claro, amable, comprensible, ordenado y aseado, son claramente perceptibles y constituyen la razón de ser de su estado de preferencia en la mente del cliente y en el  mercado.
Se requiere algo más que sentido común para montar una estrategia de diferenciación.
Comprar barato ha resultado ser en un alto porcentaje el posicionamiento más buscado de un altísimo porcentaje de almacenes, logrando de ésta forma solo igualarse a los competidores.
De más de 100 almacenes visitados y analizados durante mi trabajo de campo permanente, durante el último año, 96% mostraron un manejo dominante del precio como el principal  argumento, en  su estrategia visible de exhibición y promoción dentro de las razones  suministradas por diferentes personas como supervisores, directores y operarios de los almacenes.
Está claramente, no es la forma de diferenciarse,  ni la razón primaria de su estatus frente a su actual clientela.
Es curioso que un alto porcentaje de comités y juntas directivas se sientan cómodas y trabajando bien, con solo lograr diferencia en precio. A la hora de las evaluaciones finales, lo único que están logrando es parecerse a la competencia y ponérsela difícil a los clientes para que los prefieran.
La recompra es tal vez la acción de mercadeo más difícil de lograr. Y no es precisamente con precio como logra la diferencia.
Sicológicamente, somos selectivos y buscamos sustentar nuestras actuaciones basados en hechos. Para poder elegir requerimos comparar. Y, siempre intentaremos  averiguar que opciones diferentes hay, para poder comprar.

Una compra requiere una alta dosis de seguridad. Esa seguridad basada en las diferencias. Inclusive después de elegir, comprobamos. De otra forma permaneceremos indecisos e inestables y cambiaremos erráticamente de almacén hasta sentirnos seguros y cómodos.  
Resultado de una de las costumbres comerciales más antiguas, son  pocas las excepciones de emprendedores que, al decidir abrir o montar un almacén diferente de cualquier formato o tamaño, deciden comenzar por el camino más fácil y cómodo: copiar un punto de compra ya existente, que guste o funcione.
Bueno, inspirarse es parte de la inteligencia humana. La experiencia de los demás debe servirnos. Pero, copiar sin investigar puede conducir a cometer profundas equivocaciones, que nacen de no entender las diferencias de los entornos en los que se quiere operar y de las diferencias y necesidades de aquellos que se van a constituir en los clientes. Esto para no mencionar las diferencias de objetivos de mercadeo y administración que se pueden buscar o aplicar en una empresa o negocio. La investigación de mercados es una condición para que un almacén funcione y funcione bien.
 A fin de que se dé el diferencial que buscan los clientes para poder comparar,  preferir y elegir un almacén, hay que encontrar las diferencias. Este trabajo de diferenciación no surge solo de hacer las cosas diferentes, sino de hacerlas funcionales y atractivas. Uno de los errores contemporáneos de la creatividad moderna y mal entendida es pensar y diseñar algo nuevo que sea desconocido, loco, llamativo y simplemente diferente o no existente.  
En el acto de compra es fundamento el poder entender, hallar empatía y lógica.
La exhibición, el ingrediente mágico de un almacén positivamente diferente, incuestionablemente esta cimentada en la comprensión.
Comprensión para poder decidir la compra. Esto en un entorno de altísima competencia entre marcas, empaques,  tamaños, ubicaciones, alturas, apoyos didácticos, iluminación, afinidades, usos cruzados, lenguajes, decoraciones, señalizaciones, ambientes especiales, facilitadores y por supuesto asesorías amables y profesionales de compra.
Una buena exhibición debe llegar a generar una percepción clara y repitámoslo, CONTUNDENTE.
Hay que estudiar e investigar cómo han ido cambiando los gustos y los hábitos de compra. A ese ritmo deben evolucionar los almacenes. No se le puede delegar el diseño de un almacén positivamente diferente, a quien no está actualizado y empapado de cómo compra la gente hoy. No perdamos  de vista el hecho de que siempre habrá perfiles diferentes en edad, sexo, ocupación, estrato socio económico, etnia, y zona. Cada producto sometido a  exhibición tiene unas condiciones propias de la categoría a la que pertenece. No entender esto es someter al comprador a decidir sin entender, lo cual equivale a desorientarlo o confundir su elección. Hay que tener una relación histórica de cómo evolucionó el modelo de exhibición. Hay que conocer la los estilos y la numérica de la exhibición. Hay que tener objetivos claros. Tratar de adivinar que quiere lograr el competidor es lanzarse contra la incertidumbre y eventualmente promover su estrategia.
Por último no olvidemos que diferente no significa desconocido o nuevo. La historia de los almacenes nos muestra claramente que la evolución es cíclica y que tarde o temprano volvemos  esencialmente a lo mismo, pero diferente.
Si usted observa a sus competidores y piensa que son claros, lógicos,  obvios y que ya alcanzaron lo mejor posible, ahí comienza su trabajo. Nada está perfecto ni terminado. Si usted le sugiere a quien va a trabajarle su estilo y diseño “- yo quiero algo como por el estilo de X almacén…” ya comenzó mal. Investigue lo que a usted le conviene y abra su mente. Defina SUS objetivos.

movil 310-505-66-88

marangoe.pop@gmail.com

jueves, octubre 16, 2014

“El valor de un empaque comprensible y original”

Especial para el blog de Ignacio Gomez Escobar

“El valor de un empaque comprensible y original”



Por Mauricio Arango Echavarria
marangoe.pop@gmail.com


El empaque se constituye en uno de los factores decisivos en la compra. Dentro de los hábitos de compra en el 90% de las categorías de productos, el cliente comprador consumidor se apoya en el empaque para estructurar su decisión y su elección.

El buen empaque puede inclusive conducir al comprador a hacer compras no planeadas al llamar la atención visual; estudios  continuos sucesivos realizados por P.O.P.A.I Global (Point of Purchaise Advertising Institute) desde 1986 hasta la fecha, en alrededor de 10 países en América y Europa, demuestran que hasta el 70% de las compras pueden ser decididas dentro del almacén o punto de compra como resultado de la exhibición y dentro de esta por un buen empaque.

El título de este artículo incluye las palabras comprensible y original. Estas 2 palabras son bien importantes en el proceso de exhibición.

El ojo humano como órgano visual principal para la percepción y la relación con el mundo exterior es sensible al color, la forma, la diagramación de los gráficos de todo tipo y los textos. El cerebro apoyado en este gran órgano, procesa la información gráfica y la información conceptual  y contextual resultante de todo el empaque para generar la comprensión.

La memoria como un compartimiento del cerebro se encarga de contrastar lo conocido con lo desconocido y de esta forma, informa al individuo que un producto de los que está observando es nuevo, no conocido y, si el empaque está bien diseñado, en ese instante  aflora el interés y la curiosidad. Y la mano con su capacidad táctil intentará agarrar el producto o tocarlo e interpretar una serie de sensaciones.

Ahí está actuando la magia del empaque bien investigado, concebido, bien planeado, bien diseñado y bien producido.

Para llegar a un buen empaque, que genere interés y compras continuas o recompras es necesario trabajar con una buena estructura de mercadeo.

Fíjese usted que en algo tan aparentemente simple y dado, realmente hay una compleja red de factores que deben estar muy estudiados para poder lograr la comprensión y la originalidad.

Existe una tendencia lógica y humana en muchas empresas, que es la de copiar lo bueno. Y los empaques son de aquellos conceptos comerciales que más se copian. Este delicado y peligroso hábito o proceder conduce a unas costosas e irreversibles equivocaciones en la actividad de mercadeo. 

Se copian los empaques  por varias razones entre ellas porque:

·        El comerciante inculto piensa “si así lo hizo un grande y le ha ido bien, pues hagámoslo parecido, pero igual…” “Yo quiero algo así ”
·        “Si así se lo codificaron a X y le ha ido tan bien, a nosotros también…”
·        Así se ahorra dinero al no tener que pagar por investigaciones originales de hábitos de compra y consumo.  
·        Así se ahorra dinero al no tener que pagar por un diseño especializado.
·        Así se ahorra tiempo al no tener que desarrollar los dos puntos anteriores.
·        Así se intenta confundir al comprador para que se decida a elegir el producto basado en algo que ya conoce.
·         Igualmente así piensa el comerciante inculto y de costumbres populares, al obrar de impulso y sin conocimiento, pensando que “así se arranca y que luego se van mejorando las cosas…”

Luego de leer estos argumentos tan insostenibles y equivocados, dejemos claro qué se debe hacer para lograr un empaque ganador.

Como persona que he trabajado durante más de 30 años en mercadeo y particularmente en el área de la exhibición en el punto de compra, yo tengo unos aprendizajes prácticos que quiero compartir, en función de que los empaques funcionen y evolucionen, tanto a favor del almacén, el productor, el comerciante y las personas que trabajan en el día a día del mercadeo.

Primero que todo póngase el sombrero del almacén, para juzgar los productos que va a aceptar en su portafolio de oferta a sus buenos clientes. Luego póngase el sombrero del profesional que va a organizar la exhibición técnicamente. Y finalmente póngase el sombrero de un comprador inteligente, analítico y fiel a una marca.

Con esos tres sombreros bien puestos, piense con lógica en mercadeo.
El sombrero del almacén y el sombrero de quien está encargado de la exhibición, nos permite entender los criterios con los que se juzga  la entrada o el rechazo de un nuevo producto al punto de compra. Dentro de estos criterios, en donde la dirección del almacén se está jugando su prestigio frente a la lealtad de los clientes compradores habituales al igual que frente a los clientes nuevos, la tienda le está apostando a mejorar su oferta comercial.

En mucha parte el empaque constituye, sino la primera razón para juzgar y calificar la entrada de un nuevo producto como parte del portafolio, una de las primeras razones para aprobarlo  o rechazarlo. El director del almacén sabe que el buen empaque, de entrada será responsable de que ese producto rote siendo nuevo. El interés de los compradores por lo nuevo es una verdad comprobada a lo largo de la historia. Es más, algunos productos comienzan bien su ejercicio de atracción hacia el cliente, simplemente porque siendo eventualmente mediocres o malos, lograron su elección y preferencia en medio de otros, por su excelente empaque que logró la preferencia.
A los muy pocos días de que un producto logre estar expuesto en el espacio de exhibición del almacén, (espacio que hoy y cada vez será más  difícil de lograr), la persona que está encargada de reportar el desempeño de los nuevos productos, probablemente emitirá un juicio sobre el producto y el empaque. En un  alto porcentaje muchos de los productos que logran una buena posición en la exhibición, lo hacen porque el mercaderista surtidor, que con el oficio aprende sobre el valor del buen empaque, generalmente le confiere privilegios a un producto bien empacado. Y probablemente este producto que es altamente atractivo por su novedad y su empaque sobresaliente comenzará a conquistar centímetros y metros en la exhibición. Todo en función de la productividad.

El sombrero del cliente inteligente, analítico y fiel a las marcas es trascendental en el análisis de los empaques, dado que el mejor y el más duro  juicio que puede recibir y ganar un buen producto es el que le  confiere el comprador final.
¿Por qué el del cliente comprador es el juicio más duro y el de mejor calibre?
Porque un cliente comprador consumidor es absolutamente exigente con elegir lo que va a comprar y a pagar.

En la exhibición, el cliente de hoy, probablemente tendrá la opción de elegir de entre varias opciones de lo mismo, con diferentes marcas y empaques.


Siendo el comprador una persona en promedio inteligente para poder discernir entre propuestas diferentes o muy parecidas, como evidentemente es la realidad de la exhibición en la mayoría de los casos, y siendo ese mismo comprador en términos generales una persona fiel a las marcas, el que se despierte un sorpresivo interés por un producto, planeado o no planeado comprar, definitivamente obedece según las investigaciones al poder de la exhibición y al poder del empaque original y comprensible “al primer golpe visual”.