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¿Dos universos demasiado diferentes?
El “mundo Procter & Gamble” se apoya en las mujeres como motores de consumo. El de Gillette está dominado por hombres, mucho menos proclives a influir en la compra familiar. Ergo, sus claves publicitarias guardan amplia distancia entre sí.
El éxito de P&G ha sido posible por su llegada a las mujeres, que ejercen vasta influencia en todo tipo de compras para el hogar, la familia y ellas mismas. Gran parte de este universo se fija mucho en el precio. Cuando finalmente P&G absorba Gillete, habrá irrumpido en ese contexto una gama de productos totalmente identificada con varones que, amén de no influir en las compras del hogar, no parecen reparar mucho en precios. Pero se aferran a una clara imagen: son prósperos, exigentes, rubios y perfectos.
Procter & Gamble ha perfeccionado su dominio del marketing femenino tras décadas de observar cómo las madres lavan la ropa, limpian la casa y atienden a los chicos. Sus equipos pasan horas en los comercios minoristas -especialmente cadenas como Wal-Mart o Kmart- registrando la forma en que las mujeres eligen determinado tono de lápiz labial, un detergente, un shampú o pañales. En mercados como los de Asia oriental o Latinoamérica han llegado a convivir con familias urbanas promedio durante varios días.
Ninguno de esos métodos, empero, sirve para determinar por qué un hombre elige la última novedad de afeitadora Gillette. El producto no es esencialmente superior al previo y, a cambio de un aspecto novedoso, su precio y el de los repuestos es más caro. En el futuro, pues, P&G deberá desarrollar estrategias para este mercado masculino, distintas a las de su mercado principal.
Algunos expertos son optimistas. Parten de una impresión creada por sociólogos y publicitarios: en la actualidad, los hombres imitan a las mujeres y se preocupan por su aspecto personal. O sea, por la belleza y la cosmética. Pero eso, en todo caso, indicaría que el marketing típico de P&G debiera acercarse al de Gillette, no al revés. Si sucede eso, igual subsistirá una brecha: las mujeres que hacen la compra diaria seguirán fijándose en la relación calidad-precios al seleccionar artículos para el hogar y la familia.
Por cierto, P&G viene operando en "belleza masculina" desde hace bastante. Hace quince años, compró la antigua y prestigiosa marca de colonias Old Spice. Añadiéndole nuevos tipos de desodorante y otros productos, viene vendiendo muy bien la línea. Nada que ver, por supuesto, con la imagen que persigue Gillette patrocinando equipos de béisbol o fútbol -los dos tipos- y corredores de vehículos especiales. El perfil de usuarios se parece mucho a los delineados por marcas de cigarrillos como LM, Camel y Player's. Vale decir, hombres jóvenes, exitosos, seductores y en onda. Ésos no van al supermercado a comprar perfumes, desodorantes... ni afeitadoras.
La compra anunciada
Procter & Gamble Co. confirmó su intención de comprar Gillette Co. por US$ 57.000 millones en acciones. Si el acuerdo se concreta, dejará atrás a Unilever como la mayor empresa del mundo en productos para el consumo.
P&G se convertiría en una usina global de US$ 60.000 millones y aumentaría su presencia en el WPP Group, cuya red de medios MindShare maneja más de US$ 900 millones para la compra de medios de Gillette en el mundo. BBDO Worldwide, de Omnicom Group, maneja el grueso del trabajo creativo de Gillette en Estados Unidos y el mundo. P&G, que realiza la mayor parte del gasto de marketing (US$ 5.500 millones) a través de Publicis Groupe, logró su primera entrada importante a WPP cuando su holding compró Grey Global Group.
El acuerdo, el más grande que haya hecho P&G jamás, pone fin a años de perseguir el negocio de la afeitada de Gillette, que tiene una participación en el mercado global de más de 70%, con lo cual supera hasta el poderío de P&G en sus marcas globales más dominantes.
Desde la década del '90 P&G ya venía cortejando a Gillette, según personas allegadas a la compañía. Este acuerdo agregaría marcas globales multimillonarias, como Gillette, Duracell y Right Guard a las 16 de P&G.
Cuando finalice el proceso - se calcula que las negociaciones llevarán de seis a nueve meses - sería la última de las grandes adquisiciones realizadas en los últimos años por A.G. Lafley. Esas compras lograron transformar a una empresa con fuerte acento en productos de limpieza en otra dedicada a la belleza y el cuidado personal. P&G compró Clairol a Bristol-Myers Squibb en 2001 y la alemana Wella en 2003. Con la compra de Gillette, Lafley estaría imprimiendo un ritmo de una gran compra cada 18 a 24 meses.
Poder frente a los canales
El futuro conglomerado obtendría más de US$ 60.000 millones en ventas anuales. Esto le conferirá enorme poder de presión ante los minoristas, en cuanto a precios, espacios en locales y otras prácticas que podrían implicar restricciones a la libre competencia. Ni siquiera un gigante como Wal-Mart podría hacerle frente con impunidad, especialmente porque su estrategia busca no depender de pocos proveedores.
Semejante acuerdo promovería líneas claves de P&G en cuidado y salud personales. Si se efectúa la fusión, la cartera P&G quedará dominada por esos rubros, belleza y atención del bebé, todos segmentos muy expansivos y fuertes en utilidades. Así admitió Arthut G.Lafley, presidente ejecutivo, tras hacer el anuncio formal en la Bolsa de Nueva York.
A Gillette, la vasta red P&G le permitirá colocar más artículos de afeitar y pilas (Duracell es una de sus marcas) en mercados tan dinámicos como China. Las negociaciones pueden llevar meses, pues habrá que arbitrar en una larga serie de temas, inclusive equipos de conducción. Tal como se perfila el negocio, será P&G quien absorba a Gillette, en particular si el gigante no mantiene un curioso rasgo de su futura controlada: lanzar continuamente al mercado repuestos de afeitar más caros, cuya "nueva tecnología" es más recurso de marketing que ventaja real para usuarios.
La propuesta valúa la acción de Gillette en US$ 53,94, 18% sobre el último cierre en Wall Street. De paso, P&G anticipó una recompra de papeles por US$ 22.000 millones, prometió recortes de costos por hasta 16.000 millones y despidos que afectarán a 4% de la plantilla laboral del futuro grupo (que arrancará totalizando 140.000 personas). Las acciones de P&G cedieron 3% y las de Gillette subieron 13%.
Por su parte, la Comisión Federal de Valores (SEC) anticipó que realizará una exhaustiva investigación y hasta podría exigirle a P&G desprenderse de algunas marcas. También la Comisión Federal de Comercio ha abierto su propio expediente, con intenciones similares. Aparte, se sabe que la Comisión Europea iniciará indagaciones. Probablemente reciba informes o demandas de algunos grandes competidores transatlánticos, entre ellos Unilever y L'Oréal . Tampoco Colgate-Palmolive se quedará quieta, pues otrora pensaba en comprarse Gillette, y menos lo harán Kimberly-Clark o Playtex.
Conciliar culturas
De última, la clave de esta megafusión reside en compatibilizar las "culturas" (hábitos, en buen romance) de ambas compañías. Por un lado, Laffley no es buen alumno y, sí, docente compulsivo. Por el otro, si P&G insiste en añadir la línea Gillette tal como funciona, no podrá prescindir del equipo que recrea constantemente afeitadoras y sus repuestos, pues no son éxitos de "innovación" sino de marketing y publicidad (aunque, por ejemplo, los avisos mexicanos muestren un rubio lampiño).
Por el contrario, P&G es una organización tan cerrada que su personal emplea una jerga de acrónimos -igual que ciertas entidades multilaterales, las tecnológicas o el mundillo del management- que los directores sólo logran descifrar usando glosarios ad hoc. En el plano de comercio minorista, P&G quizás opte por extender tácticas derivadas de su vieja relación con Wal-Mart. Básicamente, tomar productos convencionales y darles tal "encanto" que ni la megacadena pueda resistirlos. Pero la línea Gillette es otra cosa y, como se sabe, Wal-Mart: (a) no deja en góndolas lo que no se vende bien al cabo de cierto tiempo y (b) prefiere genéricos baratos o marcas muy asentadas.
Ocurre que la cadena es la mayor vendedora unitaria de productos P&G y Gillette. Pero no ha retirado modelos de afeitadoras más "viejos" y los hace coexistir con la costosa Mach3, amén de marcas competidoras no tan caras. A fines de 2004, Wal-Mart representaba 13% de las ventas totales de Gillette (US$ 1.200 millones sobre 9.250 millones) y 17% de las de P&G (US$ 8.800 millones sobre casi 52.000 millones).
Por supuesto, medios proclives a la fusión o a los avisos de los tres actores (P&G, Gillette, Wal-Mart) sostienen que la estrategia del trío consiste en ofrecer productos cada vez más elaborados a precios razonables. No es, obviamente, el caso de Gillette con los precios, ni el de Wal-Mart con las "innovaciones", sino sólo el de P&G.
Ahora bien ¿y la competencia? Tendrá problemas. En particular Unilever, pues la fusión coincide con un sismo interno: el fin de la conducción bicéfala que el grupo angloholandés le copió a Shell-Dutch... en 1927. Rival directo de P&G en 25% de su línea, vendió el año pasado por casi US$ 52.200 millones y tiene doce marcas que le deparan más de mil millones cada una, contra veinte de P&G. Pero ha mantenido durante muchos años una burocracia interna y un negocio de alimentos amplio, aunque de lento crecimiento, que aporta 55% de los ingresos globales.
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