Opinión y Análisis - Nuevos amigos en el vecindario
Carolina Barros
Lunes, 1 de diciembre de 2008
Nunca, como en la última década, EE.UU. prestó tan poca atención a su «patio trasero», América latina. Es que la política exterior de los dos períodos de George W. Bush se centró casi exclusivamente en las guerras simultáneas de Irak y Afganistán. La distracción del Tío Sam, mientras tanto, no fue desaprovechada: dos gigantes globales, Rusia y China, son los que ahora se disputan Latinoamérica. Así, las recientes giras de los presidentes Hu Jintao y Dmitri Medvedev por la región y la presencia de la flota rusa en el Caribe demuestran que, doctrina Monroe aparte, a la América al sur del Río Grande le llegó la hora de la reconquista.
El primer desembarco fue el del mandatario chino, Hu Jintao, con una voluminosa delegación de 600 personas en la que se incluyó a 12 ministros. El periplo, iniciado a mediados de noviembre, abarcó Costa Rica, Cuba y Perú. En Lima, Hu fue uno de los 22 mandatarios presentes en la XVI Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC). Con meticulosidad milenaria, a principios de noviembre Pekín difundió un documento sobre su política a futuro para la región. No fue más que poner sobre papel la estrategia comercial en pleno desarrollo: manufacturas chinas e inversión en infraestructura a cambio de materias primas latinoamericanas. China ya es hoy el tercer socio comercial (u$s 150.000 millones de intercambio en 2008), después de la Unión Europea (u$s 250.000 millones) y EE.UU. (u$s 560.000 millones).
Además, China tiene varios nudos atados. Por un lado, el estatus de «economía de mercado», otorgado por 15 países (incluida la Argentina). Por otro, un TLC ( Tratado de Libre Comercio) firmado con Chile y otro que está a punto de concretarse con Perú. Una dependencia comercial fuerte la une a Brasil, su principal proveedor de mineral de hierro, que regresa a Sudamérica convertido en vías férreas para, justamente, conectar los centros mineros con los puertos y polos industriales. De Venezuela, China recibe 200.000 barriles de petróleo diarios. Como contrapartida, se acaba de lanzar el primer satélite chino desde Venezuela.
La relación sino-cubana es especial. La de noviembre fue la segunda visita de Hu Jintao a los hermanos Castro. Pekín supo tomar el lugar de «protector» dejado por Moscú (en 2001, con Vladimir Putin) y hoy es, después de Caracas, el segundo socio comercial de La Habana. El gobierno chino, generoso, otorgó a la isla un préstamo de u$s 420 millones para reparación de hospitales e infraestructura, mientras invierte en exploración petrolera offshore en aguas cubanas sobre el Golfo de México.
El petróleo también reacercó a Moscú con el régimen de los Castro. Los cubanos dicen que hay 20 millones de barriles en su plataforma marítima caribeña, y las empresas rusas ya están explorándolo. La visita del presidente ruso Medvedev a La Habana fue el último destino de su gira latinoamericana a fines de noviembre, que abarcó además a Perú, Brasil y Venezuela (el canciller ruso, Sergei Lavrov, mientras tanto, estuvo en Ecuador).
Regreso
«Volvimos a Sudamérica», dijo Medvedev, para agregar que «se trata de una decisión geopolítica seria». Moscú hizo hincapié en que lo político estaba fuera de agenda en un viaje con acento en lo comercial, en el que Rusia ve a Latinoamérica como un centro de crecimiento económico. En otras palabras, desde el Kremlin la intención (al menos, la más visible) fue sellar nuevos acuerdos comerciales. De allí que en la comitiva viajase el viceprimer ministro Igor Sechin (responsable de la energía) y el oligarca del acero Oleg Deripaska.
En cuanto al saldo del periplo ruso por Latinoamérica, le caben dos lecturas. En la primera se inscribe lo acordado con Brasil, el principal socio comercial en la región (u$s 7.500 millones anuales). Además de la venta de 12 helicópteros Mi-35 para control del narcotráfico en la Amazonia y de la apertura de las oficinas brasileñas de la rusa Gazprom, Moscú terciaría para que Brasil tuviera un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Un anhelo de nuestros vecinos de vieja data, a cambio de -según consignaron algunos analistas en San Pablo y Brasilia- un incremento en la exportación brasileña de carne bovina y porcina, y un posible contrato con la agencia espacial rusa por el sistema Glonass, equivalente al GPS de los norteamericanos.
Con Ecuador y con Venezuela, Moscú cerró acuerdos de cooperación en energía nuclear. Pero claro, con Hugo Chávez de por medio, todo obliga a segundas lecturas. Si bien Rusia cooperará con Venezuela en la construcción de buques y plataformas marítimas; y Gazprom y PDVSA compartirán proyectos de exploración, los ejercicios navales conjuntos que se inician hoy en aguas venezolanas llevan a interpretar a la reconquista rusa de Sudamérica como una jugada política de irritación para EE.UU. y no un desembarco comercial. O quizás sea mas simple: mientras el gato está ocupado, los ratones juegan.
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