Algunas ya descansan en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, y todas forman parte del habla común de los ciudadanos. Cuando se habla de un jacuzzi, un post-it, un tebeo o un chupa-chus, nadie quiere referirse a estas marcas en concreto, aunque hallan enterrado en nuestro lenguaje a sus competidoras. Y todas las que están son, aunque no sean todas las que están.
Corn Flakes: Los hermanos Jhon Harvey y William Keith Kellogg trabajaban en el laboratorio del Hospital Adventista Séptimo Día. Un día se olvidaron de una cocción de granos de trigo a medio hacer y cuando se dieron cuenta descubrieron que, al horneal los granos, cogían un agradable punto crujiente. Fue en 1894, cuando los pacientes del hospital probaron por primera vez este nuevo desayuno. El doctor John Harvey siguió siendo medico, pero su hermano inauguró en 1906 su primera fábrica de Corn Flakes. Más tarde, esta persona sustituyó el trigo por el maíz.
Chupa Chups: A Enrique Bernat se le ocurrió en 1959 insertar un palito en un caramelo redondo para que los niños no se pringasen las manos y dejasen de ser tan engorrosos. Con este simple acto jamás se imaginaría que su producto se iba a extender de la manera que lo ha hecho por el mundo. Actualmente se venden mil quinientos millones de Chupa chups anualmente. Chupa Chups S.A. emplea a cerca de 2.000 personas en todo el mundo, distribuidas en sus filiales de 170 países.
Jacuzzi: Cándido Jacuzzi, un italiano que emigró a Estados Unidos, donde trabajaba fabricando bombas hidráulicas, fue el inventor del baño de burbujas. Su hijo sufría artritis reumatoide y para relajarle y aliviar sus dolores decidió utilizar una de sus bombas para darle hidromasajes. Su invento se desarrolló en los años cincuenta y en poco después se extendió por todo el planeta.
Kleenex: Su primera finalidad fue la de paliar la escasez de algodón en los hospitales de EEUU durante la Primera Guerra Mundial. Ese producto tuvo el nombre de celucotton y sobraron inmensidad de unidades cuando terminó la guerra. Fue entonces cuando pensaron en ser utilizados como compresa femenina, pero esta iniciativa no tuvo ningún éxito. En 1924, la compañía Kimberly-Clark comenzño a comercializarlos como pañuelos desechables para que las mujeres se desmaquillaran. Sorprendentemente para los que pensaron en esta función, en 1930 un estudió reveló que el 60% los utilizaban para sonarse la nariz.
Post-it: Art Fry, químico de la empresa 3M, era un hombre muy ordenado y se desesperaba al ver su mesa de trabajo llena de papeles con pequeñas notas. Para arreglar este desorden decidió utilizar un pegamento de mala calidad y sin utilidad inventado por su amigo Spencer Silver. Este pegamento era permanente, resistente y no dejaba residuos. En año y medio Art Fry tenía sus notas autoadhesivas, que se comercializaron en los Estados Unidos en 1980.
Tampax: El doctor Earle C. Haas inventó en 1931 los tampones de algodón para la protección higiénica íntima de las mujeres, que fueron comercializados por la marca Tambrand's cinco años más tarde. Los primeros años de existencia de este producto tuvo una promoción bastante complicado al tratarse de un tema delicado e íntimo. Para su implantación se llevó a cabo una agresiva campaña publicitaria. En España, por ejemplo, los Tampax no llegaron hasta los años ochenta ya que durante el franquismo, no se pudo hacer publicidad del producto.
Tebeo: Nacido en 1917, el TBO fue la primera revista de historietas humor que se publicó en España. Su aparición en los kioskos se vio interrumpida por la Guerra Civil, tras la cual reapareció en 1941. El TBO desapareció de los kioskos en los años ochenta, su nombre tebeo entró en el diccionario de la RAE en 1968.
Termo: El primer termo al vacío fue creado en 1892 para uso exclusivo de los laboratorios. Reinhold Burger, alemán, decidió aplicarlo al uso doméstico, y convocó un concurso en 1904 para ponerle un nombre adecuado. El ganador fue un estudiante que planteo "thermos", que en griego significa "caliente". El esfuerzo para fabricarlo era realmente grande, por lo que la demanda iba muy por delante de la oferta. El éxito definitivo de este producto fue en 1906, cuando el norteamericano W.B. Walker decidió comprar su licencia de importación en Berlín.
Walkman: Massaou Ibuka, presidente honorario de Sony, entró en su sala de reuniones, allá por 1978, con un aparato compacto y auriculares afirmando lo idóneo que era este nuevo invento para escuchar música en privado. Los cascos eran demasiado grandes y el cassette era muy pesado. Entonces los ingenieros de Sony desarrollaron cascos y pletinas pequeños y ligeros convirtiendo además los cassettes en estéreo. El aparato salió al mercado nipón con el nombre de Walkman y fue incluida en 1986 en los diccionarios ingleses y franceses.
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