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Publicado el 26-11-08
Las estructuras del mercado laboral sentirán el reajuste condicional de la actual recesión.
El sistema económico ha sido escenario de continua especulación; de momento, predominan comportamientos que -retomando las indagaciones y hallazgos de los Premio Nobel de Economía, Herbert Simon y Daniel Kahneman- se explican con base en una racionalidad económica limitada, donde las expectativas emocionales condicionan los juicios y la toma de decisiones bajo incertidumbre.
La incertidumbre entonces empieza a gobernar la cadencia de los ciclos que en el corto plazo experimentamos, donde el riesgo como amenaza, por una parte, obligaría a muchas empresas a contraer sus operaciones optimizando indicadores de competitividad, y desempleo, al reducir sistemáticamente sus costos con estrategias de recortes o downsizing; por otra parte, algunas empresas, motivadas por el riesgo como oportunidad, innovarán sus operaciones mediante la potencialización de la tecnología y estrategias de desarrollo del capital humano.
Contextualizando la situación de interés actual, mientras los principales índices bursátiles incorporan informaciones que son conocidas por el mercado como los efectos que la agitada situación financiera ha desencadenado en el ámbito global, presenciamos un drástico descenso en los precios de productos como los commodities; las presiones inflacionarias al igual que el costo del capital se hacen ingentes, mientras las restricciones de liquidez limitan un crecimiento del que la economía venía gozando.
Esgrimiendo esta situación, se conocen diferentes estudios que abren espacio de discusión sobre cifras de desempleo, inclusive aumentando esta cifra a veinte millones de nuevos desempleados, evidencia preocupante para uno de los marcadores fundamentales en la economía global, cuyas tasas naturales han desbordado los niveles de estabilidad y progreso. Este rezago impone una preocupante distorsión en el mercado, y un incentivo para la intervención, pues los costos sociales de una situación de estas dimensiones traen implícitos retardos acumulados que dificultan su gestión: el dilema de la medicina correcta, pero para otros males.
La responsabilidad social empresarial, uno de los discursos con mayor vigencia en la última década tiene entonces una oportunidad coyuntural de ofrecer un efecto demostrativo en la transición del ciclo, o cambio de estación en la economía, sin vulnerar su propia sostenibilidad. Esta bifurcación da cuenta de cómo las asimetrías de información se perciben como incentivos que distorsionan y canalizan las decisiones empresariales en diferentes direcciones de entendimiento de la competitividad: competencias de costos y competencias de valor, respectivamente.
gevargas@gmail.com
Germán Eduardo Vargas Profesor del CESA
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