¿HASTA DÓNDE LLEGARÁ LA CRISIS EUROPEA?
José Luis Rivas Morales
Horizontes lejanos para la recuperación económica y social
Entro de puntillas, porque no es mi especialidad, en temas de actualidad económica europea y española porque el momento es especialmente interesante y difícil, y pareciera que estamos avistando un cambio de paradigmas, aunque por el momento no se ven más que sombras.
La crisis financiera y económica europea amenaza agravarse y constituye ya un verdadero problema social, ha vuelto a los ciudadanos cada vez más escépticos, descreídos, y hartos sobre todo, de que la política sea un instrumento de la economía y no a la inversa.
Los gobiernos, urgidos, presionados, exigidos por las autoridades de la Unión Europea a realizar salvajes recortes de presupuestos y reducciones de déficits, con subidas de impuestos y programas de austeridad que recaen sobre la sociedad en forma de desempleo, disminución de los derechos sociales tan duramente adquiridos en los últimos años, especialmente en sanidad y educación, no tienen más remedio que prometer a sus gobernados nuevas versiones de “sangre, sudor y lágrimas”.
Esto ha desembocado en una apatía por ausencia de liderazgo. Nadie cree en nada y el sentimiento de abandono es pronunciado. Mucho ha contribuido la, en gran parte ficticia, economía del bienestar, en la que parecía que todo podía conseguirse, que países como España exhibían en los últimos años. El bienestar se derrumbó como un castillo de naipes, dejando al descubierto los destrozos provocados por la especulación, el desatino financiero y la corrupción.
Tras la caída en picada de la construcción, madre de industrias y ahora madre de desgracias, que dejó en España 500.000 viviendas nuevas sin vender, sumadas a otras tantas de segunda mano, la globalización se encargó de importar la crisis financiera mundial originada en Estados Unidos, sumándola a la local.
Grecia, Italia, Portugal, antes Irlanda y en gran medida España, despertaron de su cuento de hadas de una manera tan abrupta que no han sido capaces de asimilarlo. Abundan ahora las medidas restrictivas, los recortes y los despidos. Todos entienden que sin aumentar la productividad no habrá posibilidad de salir de la crisis, pero por ningún lado aparecen medidas de reactivación económica, y la creatividad de los políticos en este sentido brilla por su ausencia, demasiado ocupados en tapar las vías de agua de las economías central y autonómicas para intentar salvar el barco.
La gente sigue como en trance, incapaz de salir de su estupor, entre paralizada y resignada. El movimiento popular de Los Indignados, tan sui generis como esperanzador, ha entrado en silencio. Los organismos empresariales y sindicales no reaccionan; no hay nada interesante en perspectiva. Están todos mirando hacia los gobernantes queriendo descifrar en sus amargos vaticinios algún atisbo de que esta pesadilla no sea del todo verdad.
Pero lo es, y la bonanza que han vivido los países europeos, sobre todo España, acogiendo inmigrantes y creciendo en burbujas económicas que han reventado, no ha sido buen caldo de cultivo para los emprendedores que ahora se necesitan.
Ya no hay tierra prometida por estos lares. Por primera vez en muchísimo tiempo, los emigrantes superan en número a los inmigrantes. Sólo siguen llegando en pateras los desesperados subsaharianos, para los cuales cualquier situación es mejor que las paupérrimas condiciones de vida de sus países de origen.
Los latinoamericanos, muchos con la nacionalidad española adquirida, regresan a sus tierras porque, si es duro para un español quedarse sin trabajo, para ellos es mil veces peor al no contar con el apoyo de sus familias y el abrigo de sus costumbres. “Con trabajo, en España; sin trabajo en Colombia” dice un amigo médico que ha cruzado ya varias veces el Atlántico con su esposa docente y le ha tocado vivir las dos situaciones.
¡Qué falta haría en España una dosis del espíritu emprendedor colombiano, cuyas gentes, lo ve uno por comparación, están acostumbradas a crear e innovar permanentemente y progresar en medio de las injusticias, de las adversidades y hasta de la violencia!
La capacidad innovadora española se reblandeció en los años de la bonanza económica, en los que el ocio ocupaba el primer lugar en las preocupaciones de los ciudadanos en los proyectos de corto y mediano plazo, especialmente en los jóvenes que, profesionalmente mejor preparados que ninguna otra generación, no encuentra qué hacer y emigran a Alemania, Reino Unido y países emergentes del cono Sur.
Ahora que es necesario reinventar (que es lo que dicen que tienen de bueno las crisis) cambiar los esquemas y formas de pensar, emprender proyectos nuevos, promover nuevas formas de negocios, impulsar las exportaciones de tecnologías y servicios en los que España es líder, como las energías alternativas, ni desde el flamante gobierno ni desde los empresarios, surgen líderes que llenen este vacío que se parece más a un abismo. Sólo están atentos a cumplir con las tareas que impone la Unión Europea para aplicar los programas de ajuste para salir de la ya instalada recesión.
Si es cierto que de las crisis se sale fortalecido, habrá que hacer votos para que en este caso también se dé. Pero será el éxito de los pactos y del trabajo concertado, tirando todos del carro al mismo tiempo. Los tiempos difíciles acaban de empezar.
José Luis Rivas Morales
Enero de 2012
Publicado en Revista Tiempo de Mercadeo
Joseluis.rivas@telefonica.net
EXPERTO EN LOGÍSTICA Y RETAIL. igomeze@gmail.com www.igomeze.blogspot.com igomeze@une.net.co +57 3014152370 COLOMBIA - SURAMERICA
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