Consumo racional, la nueva forma de gastar | ELESPECTADOR.COM
Consumo racional, la nueva forma de gastar
Consumo racional, la nueva forma de gastar
La revaluación del dólar amenaza con aumentar el precio de algunos alimentos, ayuda al posicionamiento de las marcas propias y el fortalecimiento de los canales independientes.
Por: Óscar Güesguán Serpa
El 3 de julio de 2014, un barril de petróleo costaba US$104,6. Esta semana no superó los US$50. En la misma fecha del año pasado por un dólar se pagaban $1.856,73. En los últimos cinco días la divisa intentó treparse a los $2.600.
En apariencia, se trataría de cifras que indican la caída de algo, de la moneda de un país con respecto a la de otro y la del precio de un recurso que es utilizado para que un carro pueda movilizarse. Si usted no tiene un vehículo, ni una moto, no hace compras por internet o no viaja regularmente fuera del país podría pensar que es un tema que no le afecta, que no ha sentido que toque su bolsillo, por lo tanto, todo está casi bien.
Sin embargo, según las perspectivas para 2015 de Kantar Worldpanel (consultora dedicada al estudio del consumidor), estos factores macroeconómicos ya están afectando sus finanzas, ya lo están poniendo a pensar cómo distribuir su salario entre una responsabilidad y otra, pero para no ser un teórico del caos, también explica que Colombia, con respecto a otros países de la región, es el que mejor está.
“En Latinoamérica hay un impacto muy fuerte por la inflación afectando principalmente a países como Argentina, Venezuela y también desaceleración del consumo en Brasil. Mientras tanto, Colombia es un país distinto por su crecimiento, pero va a ser un año desafiante”, dice David Fiss, director comercial de la firma en Colombia.
Es que los números que dejó el año pasado el consumo en el país no son solamente alentadores, sino difíciles de alcanzar en los próximos años. La consultora concluyó que este indicador creció 4,5% con respecto a 2013, principalmente por “el número de veces que fueron los hogares a realizar sus compras (3% más que el año anterior) y el precio en promedio que gastaron por cada unidad (1,7%)”.
Los coletazos de las afectaciones generadas por estos factores económicos de gran magnitud fueron descritos por el estudio y no son necesariamente negativos. Uno de ellos será el fortalecimiento de los canales independientes, es decir, de tiendas como D1 y Ara, cadena que este mes anunció su expansión en la Costa Atlántica como parte de lograr cobertura nacional.
“El comportamiento de la canasta está saliendo de las tiendas tradicionales y hay una migración a canales independientes. A ellos les ha ayudado el crecimiento de las clases bajas, sobre todo en los estratos 1 y 2”. Sin embargo, las grandes plataformas seguirán en la competencia si siguen ofreciendo “mayor cantidad-menor precio”, explicó Fiss.
En esta coyuntura las tiendas de barrio, aunque con precios competitivos y ser sitios tradicionales de compra de los usuarios, perderán terreno frente a nuevos espacios de venta diferentes a los retailers, pero no solamente por tener productos más baratos, sino porque sus marcas propias “llegan con un concepto de cercanía, calidad, mejor precio y un portafolio más estructurado que las tienda de barrio”.
Claro está que no todo son buenas noticias, pues el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Rafael Mejía, advirtió que en 2015 la inflación de los alimentos del campo podría quedar en cerca del 3,5%. Situación que preocupa si se tiene en cuenta que “el 28% de lo que nos comemos es importado”. Lo que quiere decir que lo que pase con la moneda americana va a afectar aun más la mesa de los colombianos. “En el caso de la porcicultura y la avicultura, un 85% de sus costos de producción son los concentrados y parte de ellos son importados”, afirma Mejía.
Pero el mismo factor que perjudica a estos productos beneficia a otros como el café. Este año tomar café será una buena opción, pues va a estar más barato. Una simple ecuación, que explica el presidente de la Asociación de Exportadores del grano, Carlos Ignacio Rojas, deja claro esto. “La transmisión es directa: porcentualmente si el precio del dólar baja 1% y el precio del café se mantiene constante, el precio interno baja 1%”.
La tecnología tampoco escapará al aumento de precios. Como están las cosas, si una persona tiene entre sus planes comprar televisor nuevo, tableta, celular o cualquier producto perteneciente a la línea blanca tendrá que descartarlo o ahorrar un poco más para hacerse de ellos.
Según Camilo Silva, socio fundador de Valora Inversiones, “la afectación más clara que tenemos por dólar es en todos los productos que son importados y de consumo para el colombiano. Lo que tiene que ver con autopartes, electrodomésticos y tecnología. Hoy en día adquirir un bien de este tipo puede estar costando un 30% de lo que se pagaba en la primera mitad de 2014”.
Con las cifras de cartera real emitidas por la Superintendencia Financiera, se puede concluir que los colombianos han sido cumplidos con el pago de sus obligaciones, están concentrados en salir de las deudas. Por ejemplo, en el caso de los hipotecarios, entre enero de 2014 y enero de 2015 cayó de 27,6 a 16,1%. Kantar Worldpanel concluye que por los menos siete de cada diez hogares pagan por lo menos un crédito.
“Hoy las personas no tienen disposición de la plata, entonces piensan más para comprar. Dejan de gastar en una categoría para invertir en otra”.
El consumo generalmente está asociado con elementos más emocionales que el hecho de suplir necesidades, pero en el caso de los hogares colombianos esto ha venido cambiando. Aunque, dice Fiss, las personas siguen teniendo muy buenos ingresos, ya no tienen la disposición de ellos, los deben, por esta razón establecen prioridades de compra, van cambiando productos. Llama la atención que la canasta de cuidado, que incluye maquillajes, fragancias y cremas, perdieran valor para los hogares colombianos mientras que la de bebidas aumenta, especialmente lo que se refiere a té líquido, que subió su penetración en un 51% y las maltas, 29%.
Lo que se puede concluir con estos datos y opiniones de quienes conocen el comportamiento del mercado y están tratando de adaptarse a la nueva situación económica es que las personas deben saber invertir su dinero, gastar en lo necesario, y las cadenas entender que los consumidores a la hora de tomar su carro en el supermercado mirarán precios, llevarán calculadora en mano y conforme avanzan por los pasillos pueden ir descartando un producto que pasos atrás consideraban importantes por otro que puede, aunque más básico, ser más necesario.
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