jueves, mayo 06, 2021

Lisboa pertenece a otro mundo.

Lisboa pertenece a otro mundo.

Bohemia. Enmohecida. Laberíntica. Siete colinas. Tranvía. Alfama y bairro alto derramando sus avenidas en el océano. Lo mejor de Lisboa está entre los laberintos. Lo mejor de Lisboa es caminar por Lisboa.

Las tiendas en Lisboa son terriblemente bellas. Sus librerías y cafés increíbles, sus tiendas tradicionales también, pero también podemos ver un nuevo retail con un talento abismal. Rebelde e iconoclasta como un Berlín y un Londres de antaño. Centros comerciales insólitos, de contenedores, de graffitis, de cultura alternativa y bohemia, de edificios industriales, como el soberbio LX Factory.

Hay tantas tiendas extraordinarias en esa ciudad extraordinaria, pero si hay algo que me deja sin aliento, cada vez que voy, es algo que no he visto jamás en otro lugar en tanta cantidad y talento, algo desdeñado por los foros especializados en retail, unas joyas inimitables: las tiendas de conservas de aquella ciudad. Las tiendas más inesperada del mundo. Bellas hasta decir basta. Tradicionales, tiendas como de siglos pasados, y tiendas modernas, tiendas insólitas.

Me encantaban los escaparates llenos de latas, perfectamente alineadas, como piezas de lego de colores metálicos.

Entraba. Se detenía el tiempo.

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