lunes, junio 24, 2024

COLOMBIA . Esta empresa santandereana factura más de $152.000 millones y se alista para llevar sus productos a Medio Oriente . FORBES

Esta empresa santandereana factura más de $152.000 millones y se alista para llevar sus productos a Medio Oriente



Esta empresa santandereana factura más de $152.000 millones y se alista para llevar sus productos a Medio Oriente

Camila Bernal Durán | junio 24, 2024 @ 5:06:00 am

Foto: Cortesía Productos La Victoria.

Productos La Victoria se ha posicionado como una de las marcas nacionales más queridas en el oriente del país. Vende $152.000 millones al año y exporta a 12 países. Por 55 años ha sorteado la crisis y hoy se prepara para llegar a Medio Oriente.


El chicharrón carnudo hizo que Productos La Victoria, una empresa familiar de Santander, se convirtiera en una de las compañías de snacks más queridas del oriente del país. Su fundador, Héctor Ruiz, trabajaba en una fábrica de pasabocas artesanales y decidió independizarse abriendo su propia planta en el patio de su casa, que tenía entre 8 y 10 metros cuadrados.

Arrancó vendiendo papas fritas, platanitos y maní, que luego llevaba a tiendas y teatros de la ciudad y ofrecía puerta a puerta. Pero fue el chicharrón el que lo popularizó. Hoy, 55 años después, la empresa liderada por su hijo Julio César Ruiz, tiene presencia en el 70% del territorio nacional, exporta a 10 países, emplea a 600 personas y cuenta con más de 80.000 clientes que incluyen tiendas de barrio, supermercados de cadena y hard discount, entre otros.

“Somos una empresa que se ha hecho experta en sobrevivir a la crisis”, cuenta en conversación con Forbes el gerente general de La Victoria. Sobrevivieron a la pandemia del Covid-19, al cierre económico de Venezuela, a las múltiples crisis económicas que ha vivido el país y a las dificultades que supone ser una empresa familiar.

Este último punto ha sido clave. Según estudios realizados por el experto John L. Ward en Estados Unidos, el 60% de las empresas familiares fracasan por temas que atienden exclusivamente a dificultades internas de la familia y al menos el 80% de ellas no logra sobrevivir a la segunda generación.

En su caso, la mayor discusión dentro de su familia fue lograr dar el salto hacia ser una compañía industrializada hace 35 años. “Tuvimos que convencer a mi papá de la importancia que tenían la innovación, la exportación y la inversión, porque él era de otra generación, mucho más conservadora, y tenía una perspectiva distinta del negocio”, explica.




Aunque la transición fue lenta, la segunda generación de la familia se encarga de la compañía y avanzan en la entrada de la tercera. Uno de sus grandes logros fue tener el consenso interno para la mayor inversión de su historia: una nueva planta de producción, ubicada en Piedecuesta, Santander, de 18.000 metros cuadrados que les permitirá doblar su capacidad de producción anual de 20.000 a 42.000 toneladas de alimentos.

La inversión total de este proyecto alcanza los 20 millones de dólares e incluye la compra de un lote de 40.000 metros cuadrados. Desde ya se estima que será una de las estructuras más innovadoras del continente, pues permitirá unificar su operación en un solo lugar, bajar costos operativos e incursionar en el uso de energías limpias con la instalación de paneles solares y un esquema de recolección y reutilización de aguas lluvia.

“El proyecto arrancó en 2023 y desde ese momento todos nos han cuestionado sobre si es una buena inversión teniendo en cuenta el contexto económico que vive el país”, detalla Ruiz. “Pero tenemos las ganas, la confianza y creemos en el mercado colombiano”, agrega.


La nueva planta también ayudará a ampliar el número de países al que hoy llegan sus productos con sello santandereano, debido a que cumplirá con la norma europea de calidad. “Estamos en negociaciones con Francia, España e Italia, pero hasta que no cumplamos el 100% de la normativa no podemos arrancar con esos envíos”. Mientras tanto, se enfocan en Medio Oriente, en donde también esperan aterrizar este año en países como Malasia y Emiratos Árabes.

Actualmente las exportaciones representan el 4% de sus ventas y, de cara a la crisis inflacionaria que vive Colombia, esperan crecer en este renglón y lograr aumentar la cifra al 6% este año. Venezuela, Chile, Panamá, República Dominicana, Aruba, Curazao, Estados Unidos y Australia, son sus mercados más fuertes.

EXPERTOS EN CRISIS

Aunque la pandemia del Covid-19 en 2020 supuso un reto para las empresas de todas las industrias en el mundo, Julio César Ruiz dice que la mayor crisis de La Victoria ha sido el cierre económico de Venezuela, que en su momento llegó a representar el 40% de las ventas totales de la compañía.

“Entre 2006 y 2008 Venezuela inició ese cierre escalonado que nos impedía seguir exportando productos a ese país. Cuando eso pasó nuestra operación en ese territorio era tan grande, que nos estábamos preparando para abrir una planta propia. El golpe fue muy fuerte para la compañía”, recuerda.




Tuvieron que hacer una reingeniería de mercados para suplir el vacío que dejaba uno de sus principales clientes y fue entonces cuando se abrieron a conquistar otras regiones del país y del mundo. Salieron de Santander a departamentos como Cundinamarca, Boyacá y Antioquia, y las exportaciones se concentraron en Panamá, Ecuador y Perú.

Sin embargo, el directivo le agradece a esa crisis la motivación para diversificar sus clientes y profundizar en temas de innovación. “Nos obligó a tocar la puerta de otros mercados y a perfeccionar calidad, presentación y producto porque los competidores estaban a niveles que nosotros no habíamos llegado. Ahora, los departamentos de comercio exterior e innovación son los más importantes de nuestra operación”.

Con la reapertura económica y el restablecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela, la compañía volvió a exportar al país vecino. Mensualmente envían entre 8 y 10 contenedores y de nuevo se ha encendido la posibilidad de abrir una fábrica propia que atienda a ese país.

Con ese panorama, en 2023 la facturación de La Victoria alcanzó los 152.000 millones de pesos, un 20% más de lo registrado en 2022. Para este año esperan que la cifra alcance los $180.000 millones gracias al aumento de su capacidad instalada y a la incursión en nuevos mercados internacionales.

DE CARA AL FUTURO

Los nuevos retos para la compañía tienen que ver con las transformaciones que vive la industria de alimentos, con impuestos saludables y una mayor demanda de los consumidores de ingredientes amigables con la salud.

Por eso, ya avanzan en la creación de un catálogo que incluya más referencias horneadas, con quinoa, chía y sal del Himalaya. Además, experimentan con aceites de aguacate y coco, así como con técnicas que reemplacen las frituras, como el uso de aire caliente.

Ruiz tiene claro que les faltan muchas crisis por superar, pero revela que el secreto de su éxito a nivel familiar está en tener claro desde el principio que el funcionamiento del negocio no afecta la relación de la familia. “Creamos un protocolo de familia que establece las condiciones para poder tomar decisiones de la compañía. Nuestras primeras inversiones se hicieron a punta de hipotecas de las propiedades que teníamos. Hoy los resultados nos apoyan y todos nos hemos dado cuenta de que perseguimos el mismo propósito: seguir creciendo, honrando el producto campesino, que llevamos marcado en nuestro logo”.

“Ahora no llamamos a los bancos, son ellos los que nos llaman a nosotros (risas)”, concluye.

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