jueves, junio 14, 2012

«Con la crisis, estamos volviendo a cocinar y a saber comprar»


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«Con la crisis, estamos volviendo a cocinar y a saber comprar»


Fernando Mendo Tendero en Arroyo de la Luz


NOTICIA DE J. R. ALONSO DE LA TORRE14/06/2012


«Con la crisis, estamos volviendo a cocinar y a saber comprar»
Fernando Mendo, en su tienda de comestibles de Arroyo de la Luz, abierta. L.C
Fernando Mendo y su hermano José Luis tienen una tienda de pueblo. La fundó su padre hace 54 años y está situada en un barrio de Arroyo de la Luz, el municipio con más paro de la provincia de Cáceres. Aquí se vivía de la construcción y se vivía muy bien. Los albañiles llegaban cada fin de semana desde Madrid con su buen sueldo y disfrutaban de la vida. En los salones de belleza de Cáceres se decía entonces que las mejores clientas eran las mujeres de Arroyo de la Luz.
Pero se han acabado los buenos tiempos y la gente ha vuelto a la tienda de proximidad. Ya no se visita cada fin de semana el hipermercado para llenar el carro. Se recurre al día a día. Los hermanos Mendo son testigos de primera mano de los cambios de hábitos que ha provocado esta crisis.
-Abren ustedes a las 7.30. A esa hora no encuentras casi nada abierto en las ciudades.
-Es la hora a la que viene el panadero. A las 7.30 hay gente que suele venir a comprar el pan. Pero también hay amas de casa a las que les gusta madrugar y hacer la compra temprano, sobre todo gente mayor. Son costumbres.

-¿En los pueblos extremeños hay otro ritmo de vida?
-Creo que sí. La gente joven está entre dos aguas, entre el pueblo y la capital, pero la gente mayor sigue con el ritmo del pueblo.

-¿Cómo era la vida en el pueblo cuando era usted niño?
-Completamente diferente. Lo noto sobre todo en la gente joven. Cuando éramos críos de 12 años estábamos jugando en las huertas, en el río, en la calle. Ahora, la gente joven no patea la calle, están en casa con su ordenador y su teléfono móvil.

-¿Lo de ser tendero se aprende o naces ya sabiendo?
- Me gusta la tienda, lo disfruto. Lo tienes que llevar un poquito dentro. La gente que abre una tienda ahora se limita a un horario, a lo de siempre. Nosotros nos salimos de lo habitual, de toda esa estructura que hay montada.

-¿En qué sentido se salen de lo habitual?
-En el trato con la gente, en el horario, una tienda de barrio pequeñita, la amistad, la familiaridad. Si necesitas algo, te lo damos, pagas al día siguiente. El horario es de siete y media de la mañana hasta las dos y media o las tres, depende. Por la tarde abrimos a las seis y media hasta las diez de la noche. Son horarios que no lleva nadie en el pueblo, solo nosotros. Es que hay gente que se pone a cenar y se les olvidan cosas y bueno, ahí estamos.

-Son ustedes una tienda, pero parecen más bien un servicio público.
-Sí, multiusos. Hacemos a todo. Vendemos el butano. Repartimos por la noche los pedidos a la gente mayor del barrio. Estos horarios los tenemos hace muchos años, antes de que aparecieran las multitiendas.

-Su nombre comercial es Hermanos Mendo, pero no tienen ustedes ni un cartel en la puerta. Uno pasa y si no lo sabe, cree que esto es un domicilio privado.
-No, no hay cartel. No tenemos letrero ni rotulación. Está así desde siempre y ahí seguimos. En Arroyo hay seis tiendas como esta. Hace 20 años habría unas 15.

-¿Qué se compra en los pueblos?
-De todo. Mucha alimentación rápida, mucho de freiduría. Lo que sí he notado últimamente es el consumo de legumbres. Ha aumentado la venta de productos para cocinar y ha bajado la venta de productos preparados o casi listos para comérselos. Antes de la crisis, se compraban muchas cosas rápidas, no mirabas lo que te costaba. Lo que querías era hacerlo deprisa, cocinarlo y comerlo. Con la crisis, estamos volviendo a cocinar y a saber comprar. Eso es muy importante en estos momentos.

-¿Cómo compite con las grandes superficies?
-Con el trato, el cariño y el horario. En cuanto a precios, hay gente inteligente que comprende que en las grandes superficies no todo es barato. Hay cosas puntuales que son muchísimo más baratas allí, pero todo no lo pueden vender barato porque esos señores no harían dinero. Alguien va a Carrefour y se trae 15 productos y viene aquí y se lleva los mismos productos y si no le cuesta lo mismo, puede variar muy poco. Aquí nadie da duros a peseta. La diferencia es que aquí lo tienen al lado de casa, un cariño especial. Las grandes superficies son sitios fríos, hay mucha gente, pero al final todo el mundo está solo. Echas allí un tiempo enorme, tienes gastos por ir.

-¿Hay clientes que vienen a la tienda más por hablar que por comprar?
-Hay de todo. Quien viene a comprar un par de cosas y se echa media hora o tres cuartos de hora sanamente hablando. Eso es importante.

-Incluso tienen ustedes sillas para la clientela.
-Sí, sobre todo para la gente mayor, que se cansa, se sienta, si hay que hablar se habla y de la gente mayor siempre se aprende mucho.

-¿No se pide la vez? Es que he visto hace un momento cómo se dejaban pasar unos a otros, sin prisa.
-Hay de todo: clientes estrictos y clientes que no lo son. Lo bueno es que nos conocemos todo el mundo y sabemos si alguien viene agobiado y lo atiendes antes o si hay alguien que sabes que no le gusta perder su vez, también lo atiendes cuando le toca.

-La gente habla del condío de los Mendo. ¿Qué es el condío?
-Son los embutidos del cerdo. Antiguamente se le llamaba el condío: los chorizos, la patatera, el lomo. Lo hacemos íntegramente nosotros. Criamos el cerdo, lo matamos y embutimos. Matamos al año unos 150 cerdos, pero son muchos menos que antes.

-¿De qué vive Arroyo sin la construcción?
-Arroyo está en un punto crítico porque hay muchos trabajadores en el paro. La gente está tirando adelante con sus recursos. El 80% de la gente de Arroyo se dedica a la construcción y ahí estamos todos. El que más y el que menos está rematando esos recursos.

-¿Qué se compraba en los tiempos de bonanza cuando se acercaba el fin de semana y llegaban los maridos de trabajar en la construcción en Madrid?
-A lo mejor nos ha beneficiado un poco la crisis en un sentido. Antes, llegaban los maridos el fin de semana y el sábado se levantaba la familia, se iban a comprar a la gran superficie y llenaban el carro porque había mucho dinero y no era ningún problema gastarse 400 o 500 euros, lo que fuera. Ahora compras cuatro o cinco cosas puntuales que te hacen falta al día. En ese sentido nos ha podido favorecer porque la compra grande se hace una vez al mes, no cada fin de semana, y el resto se compra en la tienda del barrio.

-¿Se está acabando ya el subsidio de paro? ¿Nota miedo en las conversaciones?
-Sí. Es un tema que se palpa todos los días, desde que abres a las siete y media hasta que cierras a las diez. Que me queda poco paro, que no sale ningún trabajo, que estoy con la ayuda? Son las conversaciones de cada día.

-¿Han vuelto las cartillas donde se apuntaba lo que se debía?
-Eso, no. Antes, por mucho que quisiera comprar un ama de casa, compraba cuatro cosas puntuales. Era lo que había en una tienda: 25 o 30 productos elementales. Hoy hay productos increíbles que te suben la cuenta un montón de dinero y has de llevarlo controlado todo. Claro que se fía, somos vecinos, nos conocemos de toda la vida y si hay un problema, aquí estamos. Lo que pasa es que hay gente que a veces te paga muy malamente. No por el dinero, sino porque te deben algo y no te dicen ni adiós cuando te ven, te huyen. Entra en la tienda, cuéntame lo que te pasa y no sucede nada. El dinero ya se pagará, pero no puede ser que tengan una deuda, se olviden de ella y ya ni te conocen cuando te ven. Es la persona, no lo material.

-¿Se vive mejor en los pueblos que en las ciudades en estos tiempos difíciles?
-Estás muchísimo más arropado. Los abuelos echan una mano. Se nota que han aumentado los gastos de los abuelos, tiran de los ahorros.

-¿Tiene algún producto de lujo?
-No, lo cotidiano. Vino normalito, de 3 euros el más caro. Tenemos un queso de oveja de Valdefuentes a 12.50 euros muy bueno, de cabra, los típicos quesos manchegos.
-¿Qué no debe faltar en la tienda nunca desde los tiempos en que la llevaba su padre?
-Siempre tenemos el chocolate Kitín a la taza y la galleta Vainilla. Se siguen fabricado casi igual que antes y no pueden faltar.

-¿Tienen productos que no se encuentran en las grandes ciudades?
-Las legumbres las trabajamos a granel. Se las cogemos a un señor de Mirabel que las compra en el campo y sabe lo que compra. Las limpia en casa. Nuestro condío tampoco se puede encontrar en las ciudades. El vino en garrafa es de Alcuéscar, de bodegas Polo. Lo hacen solo para tiendas pequeñas y para bares. Eso tampoco lo encuentras en una gran superficie. El pan lo traemos de las dos panaderías de Arroyo.

-¿Si viene un cliente con la tienda cerrada, lo atiende igual, llaman a su casa?
-Sí, por supuesto, llaman a casa y sin problema, siempre será bien recibido.

-¿Vienen hombres?
-Los hombres han empezado a venir a comprar a la tienda a raíz de la crisis y están siempre más relajados que las mujeres.

-¿Los clientes se desahogan en la tienda?
-Sí, cuentan sus problemas . Alguna vez se ha echado a llorar algún cliente por problemas personales, por alguna desgracia. Somos humanos. Intentas dar un poco de apoyo. Animar al personal.

-En el rato que he estado en la tienda he observado que todos los clientes entraban y al instante sonreían. A las señoras les dice a todas guapas?
-Las mujeres son todas guapas, eso por supuesto. Al hombre le digo maestro, campeón, algo agradable. El trato en el día a día es nuestra manera de luchar con las grandes superficies.



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