En ambos países los empresarios tienen oportunidades de buenos negocios. |
Japoneses generan cada año una riqueza 56 veces mayor que la nuestra. |
Su ingreso per cápita es menor que el de Colombia, pero crece más rápido. |
La economía China genera un PIB de US$1,4 billones anuales. |
Por
Germán Jiménez Morales
Medellín
A China se le puede mirar con envidia, con miedo o con ambición.
Con envidia, porque es difícil encontrar en el mundo una nación que, en dos décadas, sacó de la pobreza a más de 400 millones de ciudadanos. Su audaz modelo de desarrollo le permitió pasar de generar una riqueza anual de 147.300 millones de dólares en el 98 a 1 billón 649.400 millones de dólares en el 2004, gracias a unas tasas de expansión de la economía superiores al 9,4 por ciento anual.
Otros ven a China con miedo. Sus saltos en desarrollo condujeron a que dentro de una economía mundial de más de 30 billones de dólares, ahora ocupa el sexto lugar. Su robustez se apoya en la transformación de un aparato productivo, en el cual la agricultura bajó su aporte del 33 al 14 por ciento, del 83 al 2003, cediéndole terreno a la industria y los servicios.
Su músculo es enorme. En operaciones de comercio exterior moviliza más de 900.000 millones de dólares, de los cuales las exportaciones ascienden a 485.003 millones de dólares, según indicadores del Banco Mundial. Sus ventas externas son tan cuantiosas como sus reservas, pues al cierre del 2003 estaban en 416.208 millones de dólares, incluyendo las representadas en oro.
Tan monumentales divisas le han permitido conservar relativamente fija su tasa de cambio en 8,2 yuanes por cada dólar, irritando con ello a los políticos e industriales norteamericanos, quienes abiertamente comienzan a culpar a los chinos de una "manipulación cambiaria". Esa tasa de cambio torna atractivas las exportaciones de China y las hace artificialmente más competitivas frente a las producciones de Estados Unidos y Europa.
Dentro de ese mar de sentimientos, China también es una fuente de ambiciones. Eso lo pueden atestiguar los hombres de negocios sensatos, que buscan la manera de penetrar con sus mercaderías a un país cuya población ronda los 1.300 millones de habitantes.
Máxime cuando se trata de un mercado que recibe prácticamente de todo.
Datos recopilados por el experto en comercio internacional, Martín Gustavo Ibarra, recuerdan que los chinos acaparan el 51 por ciento de la demanda de cerdos. El 33 por ciento del arroz. El 35 por ciento de los cigarrillos. El 33 por ciento del algodón. El 33 por ciento del pescado. El 27 por ciento del acero terminado. El 31 por ciento del cobre. El 23 por ciento de los televisores. El 20 por ciento de los teléfonos celulares. El 18 por ciento de las lavadoras. El 12 por ciento de los microondas. El 10 por ciento de la electricidad. Y hasta el 12 por ciento de la carne de res.
Los contrastes ayudan a dimensionar números como los anteriores. El estrecho mercado interno colombiano, con sus 44 millones de habitantes, mueve en un año el equivalente a cerca de 77.000 millones de dólares, con lo cual cada ciudadano goza, estadísticamente hablando, de un ingreso per cápita de 1.810 dólares. Según el Banco Mundial, cada chino sólo percibe 1.100 dólares, pero su rata de aumento anual está por encima del 7 por ciento, mientras que la de los colombianos no llega al 2,3 por ciento. Sin contar con que la población del país asiática es 29 veces mayor que la nuestra.
Una sola provincia, Guandong, es más grande que Colombia: tiene 90 millones de chinos, con ingreso per cápita superior a los 2.000 dólares; exporta 153.000 millones de dólares; importa 131.000 millones de dólares; y recibe 7.800 millones de dólares en inversión extranjera directa.
Aunque el miedo es lícito, y muy humano, cerca de 220 naciones han decidido mirar a China con ambición y sacarle provecho a la relación comercial. La lista la encabezan jugadores de grandes ligas, como Japón, Estados Unidos, Unión Europea, Hong Kong, Corea, Taiwán, Australia, Rusia y Canadá.
Colombia también quiere entrar en esa tónica, como lo demostraron, en reciente visita, el presidente, Álvaro Uribe Vélez, y la numerosa misión de empresarios que fue a promover negocios con los chinos.
El comercio actual es bajo. En el 2003 Colombia le vendió a la China 81 millones de dólares, de los cuales sobresalieron renglones como ferroníquel, con 38 millones de dólares, y desperdicios de cobre, con 16 millones de dólares. En menor medida, se colocó allí desperdicios de aluminio, epsilón caprolactama, cueros, hullas bituminosas, polipropileno y tejidos de punto con elastone.
De la China se importaron bienes por 689 millones de dólares, siendo los dos renglones estelares los computadores, con 37 millones de dólares, y los teléfonos, con 28 millones de dólares.
Las pobres cifras son un fenómeno latinoamericano, pues la región no llega a ser el destino del 4 por ciento de las exportaciones chinas.
¿Y Japón?
Si China es grande con respecto a Colombia, Japón es enorme: con una población 2,86 veces superior a la nuestra, goza de una economía 56 veces más rica. La brecha es abismal en ingresos por habitante, dado que el japonés percibe 34.510 dólares, frente a 1.810 dólares del colombiano.
Durante la década de los 90, que por cuenta de la deuda externa se consideró perdida para el desarrollo de América Latina, la inversión extranjera japonesa en la región se contrajo del 20 por ciento que marcó en los 80, al 6,4 por ciento. La reducción continuó y marca actualmente el 4 por ciento.
Según informes de la Embajada de Colombia en Japón, las exportaciones han tenido un marchitamiento similar. De niveles cercanos al 8 por ciento han retrocedido a un poco más del 3 por ciento.
Parte de la explicación hay que buscarla en el menor ritmo de crecimiento económico del Imperio del Sol Naciente. Mientras Japón creció 1,2 por ciento anual entre 1993 y el 2003, China lo hizo a una rata del 8,6 por ciento.
La desaceleración fue extensiva a las exportaciones. Mientras las chinas crecieron sus divisas a una tasa del 15,6 por ciento, las de Japón lo hicieron al 4,2 por ciento.
Pero desaceleración no es aquí sinónimo de postración, como lo ilustra el balance comercial japonés: Sus exportaciones saltaron de 167.280 millones de dólares en 1983 a 526.740 millones de dólares en el 2003. En ese mismo período su saldo comercial positivo pasó de 19.410 millones de dólares a 72.488 millones de dólares.
En tales circunstancias, no es de extrañar que al cierre del 2003 los japoneses acumularan en reservas internacionales 673.554 millones de dólares, incluyendo el oro.
Por ahora, Colombia le saca poco provecho a ese mercado. Aunque es el proveedor número 50, sus exportaciones sólo pesan en ese mercado el 0,06 por ciento del total. En el 2004 el país andino colocó allí productos por valor de 262 millones de dólares, y efectuó importaciones por 644 millones de dólares.
Al igual que con China, las oportunidades abundan. Por lo pronto, la Embajada de Colombia en Japón ha identificado buenas perspectivas para 41 productos, entre los cuales hay desde pescados y guadua hasta juguetes para perros.
Ayuda al lector |
"Las multinacionales siempre están buscando dónde es más rentable su negocio. Hoy hay que estar en China, eso lo han decidido confiando en las excepciones tributarias, los subsidios, el ambiente de negocios y la infraestrutura tecnológica. Las multinacionales son consideradas uno de los poderes más importantes de la globalización. Las estadísticas muestran que el volumen de negocios de las multinacionales constituyeron una tercera parte del valor de producción mundial. El volumen de comercio entre las multinacionales ha constituido más del 60 por ciento del total en el mundo. Esto es importante, pero China, en realidad, desea tener sus propias multinacionales a futuro. Latinoamérica, en este sentido, es una zona inestable para los negocios de las multinacionales. Sus políticas y políticos son un gran muro de contención. Por eso, como nos dijeron en China, llegamos mal y tarde a esta oportunidad".
Henry Dueñas Sánchez, coordinador de Gestión Tecnológica de la Universidad Eafit.
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