El sector se renueva y quiere ser la "Shangai de Latinoamérica". |
La prima por un local de 15 metros cuadrados vale hasta $350 millones. |
En la zona hay 5.100 locales y se construyen otros 1.500: Asoguayaquil. |
Hoy, El Hueco, es punto de encuentro de compradores de todos los estratos. |
Por
Germán Jiménez Morales
Medellín
El Hueco es el millonario ombligo comercial de Medellín. Y también la zona que despierta más sentimientos encontrados. Éstos van desde la curiosidad hasta la envidia, pasando por las ambiciones y la intriga. Las sumas de dinero que allí se mueven parecen de fábula y la visión de sus comerciantes es que la transformación de los próximos años convertirá al sector en "la Shangai de Latinoamérica".
El comercio hierve en las 23 manzanas del sector delimitado por las calles Colombia y San Juan, la Carrera Bolívar y la Avenida El Ferrocarril.
De 1,2 millones de personas que a diario visitan el centro de la ciudad, por lo menos el 40 por ciento tiene como destino El Hueco. O a Guayaquil, como también se conoce al lugar que décadas atrás fue una pujante plaza de mercado, terminal de pasajeros de bus y tren y sitio obligado para los amantes de la bohemia. También fue el sector en donde don Luis Eduardo Yepes creó su primer Ley, espina dorsal de la organización Cadenalco que no hace muchos años fue adquirida por Almacenes Exito.
Luego de la reubicación de El Pedrero, o plaza de mercado, la evolución del comercio llevó a la creación de los primeros Sanandresitos, unos edificios de estrechos corredores y pequeños locales, que se abastecían de mercancías traídas de San Andrés y la Guajira. Aquellos eran tiempos de un floreciente matute de electrodomésticos, perfumes, ropa y juguetería, que tenía como principales compradores a familias de estratos bajo y medio.
Los inversionistas no eran de cuna dorada. En buena medida eran agricultores del Oriente Antioqueño que, al ser expulsados por la violencia de los 70 y los 80 de municipios como Granada, Santuario y Marinilla, se rebuscaron en Medellín una forma de subsistencia. De ahí el apodo de algunos de los personajes más influyentes, como "el granadino" y "los marinillos", quienes pusieron de moda la palabra solidaridad para atraer y apoyar a sus coterráneos. Dentro de esos mismos pioneros están los grupos familiares de los Botero, Gómez, Zuluaga, Salazar, Aristizábal, Duque y Yepes.
La suerte ha estado de su lado. En la actualidad, El Hueco es escenario de un esquema de negocio que tiene varias claves. La primera, es la integración de actividades. Los dueños de los locales son, a la vez, importadores, fabricantes de confecciones y calzado y comerciantes. La segunda es que la comercialización se apoya tanto en canales formales como informales.
Las autoridades conocen de estos encadenamientos y hasta la Administración Municipal ha comprobado lo rentables que son las ventas callejeras ligadas a El Hueco. Hace algunas semanas se citó a una reunión a más de 230 venteros, a los que se les comentó que podían tener un ingreso fijo de 800.000 pesos mensuales si expendían productos de una gran firma de alimentos. Los cupos disponibles eran 80 y apenas una muchacha levantó la mano para aceptar la oferta.
¡Vaya primas!
Una tercera clave del negocio está en la conversión de los centros y pasajes comerciales en unos laberintos por los cuales pasan ríos de gente. Esa red la conforman 60 pasajes. Tan vital es este punto, que hoy se construyen en el sector 15 pasajes comerciales más, según los datos de Asoguayaquil, con lo cual el número de locales crecerá en 1.500. Ese solo aumento reportado por el gremio supera los 968 locales que poseen los cinco grandes centros comerciales de Medellín: Camino Real, Sandiego, Oviedo, Unicentro y El Tesoro.
Un Hueco que no deja de crecer
El carácter estratégico de la conexión entre los pasajes se ilustra bien con un dato: En su investigación "Redescubriendo Guayaquil", Adrián Felipe Becerra Guerra menciona el caso de un local de 6 metros cuadrados que se compró por 150 millones de pesos, con el único objetivo de tumbarlo para conectar la construcción con el centro comercial contiguo.
Esa maraña hace que estéticamente El Hueco no sea el lugar más bello de la ciudad. Pero también lo convierte en un espacio multicolor, multicultural y multimillonario, en donde un solo personaje, que comenzó vendiendo periódicos y lavando carros, es hoy "dueño de medio Guayaquil".
Las propiedades no se sueltan fácil. En los más cotizados locales el sólo derecho a poner allí un negocio puede implicar el pago de una prima de 350 millones de pesos, a los que se suma un alquiler mensual de 2,5 millones de pesos. Eso en un primer piso. En un segundo la prima puede ser de 50 millones de pesos y el arriendo de 800.000 pesos.
Los cálculos de Becerra Guerra sugieren que el 90 por ciento del comercio de El Hueco ya es legal. Parte de ello obedece al trabajo de Asoguayaquil, un gremio que desde hace 15 años busca la formalización y la capacitación de los comerciantes.
"Al comienzo no fue fácil, porque la gente quería permanecer en el anonimato", recuerdan María Fernanda Mira Espinosa, directora Ejecutiva de Asoguayaquil, y Jorge Alberto Sánchez Jaramillo, presidente de la Junta Directiva.
Un empresario que lleva más de 20 años en el sector sabe bien de esa transformación, que perfectamente se puede ilustrar a partir de la evolución que ha tenido el Hotel Comercial, fundado en 1960 para atender sólo a comerciantes, y con equipaje. El énfasis se explica porque en sus cercanías tenía 40 bares, con un promedio de 20 prostitutas por local, y cinco hoteles, que más bien oficiaban como moteles. Hasta la década del 90 tuvo auditorio, salón de billares, 2 salas de televisión, sala de lectura y música, y mesa de negocios.
El hotel ganó renombre externo por su inscripción en la Guía Turística Internacional, cuyo director era un suizo que siempre se alojaba en El Comercial, cuando visitaba a Medellín. En la década del 60 comenzaron a llegar a El Hueco los comerciantes de Taiwán, Corea y Japón, a los que se sumaron los chinos, en la década de los 80. Esos extranjeros siguen viniendo y se siguen alojando en el mismo hotel, que, ahora, tiene 35 habitaciones, porque consideran que el sector es un punto clave para los negocios.
Lo nacional pesa
Las relaciones con los asiáticos han prosperado tanto, que comerciantes de El Hueco ya tienen inversiones en China. Un grupo de ellos es propietario, en esa nación del Lejano Oriente, de un edificio de siete pisos, en el que se manufacturan de 1,5 a 2 millones de pares de tenis anuales. Producir cada par les cuesta 2 dólares mientras que, aquí, los colocan al equivalente de 50 dólares.
Pero El Hueco tiene otra dimensión, que pocos conocen y que, al decir de los directivos de Asoguayaquil, lo está convirtiendo en el centro de comercio más importante de Antioquia: ese también un gran centro de producción de mercancías. "Lo que producimos en confecciones está llegando a las vitrinas más importantes del mundo". Allí se hacen por el sistema de maquila prendas para una prestigiosa marca de ropa informal y para casas de moda italianas. También se manufactura calzado, que se comercializa en el país. Así mismo, se exporta con marcas propias, como SKS, Distigres, Skecher, Xtreme. Y hasta en un renglón tan competido como el de los juguetes se logran exportaciones marginales a Ecuador y Venezuela.
Se calcula que por lo menos el 70 por ciento de la mercancía que se vende en El Hueco es de fabricación nacional. El restante porcentaje es extranjero y básicamente se concentra en ropa, accesorios, lociones, electrodomésticos, ciertos equipos de tecnología, partes para equipos eléctricos y artículos de hogar, entre otros.
Quienes desarrollan actividades industriales se piensan pellizcar para enfrentar el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, promoviendo alianzas estratégicas de productores que les permitan obtener las grandes cantidades que demandan los mercados internacionales.
Los cambios van más allá, por el acelerado desarrollo del entorno de El Hueco. Para la muestra están la Biblioteca Temática, la Plaza de Cisneros (que algunos llaman "de la Luz") y el corredor del Metroplus (en diseños), amén de obras un poco más distantes como el Centro Internacional de Convenciones, el Edificio Inteligente de EPM, el Palacio de Exposiciones y el Teatro Metropolitano.
La actual Administración Municipal también aporta su grano de arena. La carrera Carabobo, entre San Juan y la Plaza de las esculturas, será peatonal. Las obras valen 5.483 millones de pesos, comenzarán en agosto, serán entregadas en diciembre de 2005 y convertirán 887 metros de vía en el Paseo Urbano de Carabobo.
Adicionalmente, la Alcaldía hizo un negocio con Comfama para que la caja restaure el Edificio Vásquez e instale allí un centro de servicios por el que podrían pasar más de 100.000 personas al mes.
En un futuro más lejano, los comerciantes de El Hueco esperan cristalizar el proyecto del Bulevar del Tango, mediante el cual se transformaría un sector de Guayaquil en la zona rosa del centro de la ciudad, con cabarets de alto nivel, restaurantes, bares sofisticados, centros de espectáculo y un servicio de carrozas para recorrer la ciudad.
Como parte del compromiso social, se propicia la reubicación de las plantas de producción en otros municipios del Valle de Aburrá, con la idea de generar empleo y ayudar a contener el éxodo a esta capital.
Estas son otras facetas de El Hueco, el ombligo comercial de Medellín, que hace menos de una década sólo era frecuentado por los estratos bajos. Ahora, con locales más amplios y vitrinas propias de un comercio moderno, hasta las "señoras bien", con sus rostros sin maquillaje, se mezclan allí con Raimundo y todo el mundo.
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Según Asoguayaquil, en El Hueco laboran 17.000 personas |
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"El sector del viejo Guayaquil y el "Hueco" es una parte del centro, del corazón de nuestra ciudad que indiscutiblemente en los últimos años ha tomado auge y su actividad comercial es un fenómeno de alto impacto y magnitud.
Pero para Fenalco, que ha sido fiel y analítico observador del devenir y crecimiento de esa zona, es claro que ese comercio requiere de una organización más profunda y de mayor formalidad, siendo condición esencial que el Estado, a través de sus entidades gubernamentales, tanto de índole nacional como municipal, junto con los mismos comerciantes instalados allí y las asociaciones que los agrupan, contribuyan y trabajen en un pacto por la formalidad y la legalidad. Para el gremio, la filosofía del empresarismo y del comercio formal es ejercer una actividad mercantil con buenas prácticas, con lealtad, haciendo patria y generando desarrollo a la comunidad, observando y cumpliendo estrictamente con las normas legales de nuestra gestión, que aporta el 30 por ciento del empleo nacional.
En consecuencia, pensamos que para continuar con un proceso de reorientación y formalización en ese sector, y muchos otros del Área Metropolitana y del territorio nacional, tenemos la idea de que debe ser más "por convicción que por obligación", destacando que el alcance de las acciones deben iniciarse desde procesos de capacitación y de fortalecimiento empresarial, en los cuales Fenalco está comprometido con claras actividades de reordenamiento urbanístico y territorial, con un carácter más dinámico y moderno y con permanente fortalecimiento de la capacidad de gestión de los organismos de control y de su poder coercitivo si, finalmente, fuere necesario.
Para terminar dejo una máxima para todo el comercio de la región: "Lo legal, paga, perdura y contribuye al crecimiento de la ciudad"
Sergio Ignacio Soto, director Ejecutivo de Fenalco Antioquia.
"Lo primero es que El Hueco es una mezcla de gente formal e informal, legal e ilegal. Eso requiere control legal por parte de todas las autoridades, porque allá hay de todo. Lo preocupante es que en el sector también se encuentra mucha gente buena y legal, pero que de alguna manera termina estigmatizada, porque no hay un control constante de las autoridades.
En segundo lugar, esas construcciones son muy peligrosas y requieren que Planeación Municipal esté allí. Eso no tiene ventilación, zonas de circulación que puedan con la gente que va, no tiene entradas y salidas, no tiene planes de emergencia.
Nosotros pensamos que eso necesitaría un control de Planeación, sobre el tamaño de los locales y los servicios que le están prestando al público.
Pero, finalmente, pienso que eso hace parte del comercio de la ciudad, que está a punto de saturación. A todo el mundo no le va tan bien, porque estamos partiendo la misma torta en una infinidad de pedazos.
Esta ciudad no ha crecido en su Producto Interno Bruto (PIB) ni el ingreso de la gente, sino apenas lo básico, y cada día entran y entran más locales, más centros comerciales, más grandes cadenas, más pasajes comerciales.
Realmente el comerciante es el que está sufriendo, porque está duplicando sus costos para venderle a la misma gente".
Luz Marina Londoño Montoya, directora de Asocentros.
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