En Chile comen 96 kilos por persona al año. En Alemania alcanza los 120 kilos.
Las panaderías en el país no pasan por su mejor momento. No sólo se ha estancado el consumo de pan, sino que cada día crece la competencia con otros alimentos para participar en el desayuno.
Mientras en Colombia el consumo per cápita de pan al año alcanza los 24 kilos, en países como Chile esta cifra llega a ser cuatro veces superior. Además, en los últimos cuatro años las importaciones de trigo han tenido poca dinámica.
Según Fenalco, lo colombianos son los menores consumidores del producto en Latinoamérica, mientras Chile llega a consumir 96 kilos al año, Argentina 30 y Perú 28, respectivamente. En el escenario internacional, países como Alemania consumen 120 kilos de pan al año.
Rafael España, director económico de la agremiación, argumenta que el poco consumo del alimento es por desconocimiento de la gente y en ello influye el concepto de los médicos.
“Hay desconocimiento por parte del público acerca del pan. Los médicos muchas veces no aconsejan su consumo a sus pacientes, cuando es un alimento que posee elementos nutritivos como ácido fólico, vitamina A, hierro, niacina, riboflavina e incluso fibra en el caso del pan integral” explicó.
En la industria panificadora del país hay dos grandes hitos que han sacudido en años recientes el mercado por la entrada de grandes competidores internacionales en la escena del sector panadero.
Uno es el arribo de la mexicana Bimbo, que significó para los productores de pan empacado en el país el buscar mayor eficiencia en sus procesos e incluso se llegó a una baja en los precios del producto.
El otro factor importante ha sido el ingreso de Carrefour, que dentro de la estrategia de mercadeo que implantó a su llegada, utiliza su sección de panadería como gancho para el resto de los productos que vende. “Puede no ser rentable, pero atrae clientela”, indicó España.
No obstante esas grandes inversiones, el 80 por ciento del mercado se sigue moviendo en los pequeños comercios.
Cifras de Fenalco señalan que la distribución del mercado del pan en Bogotá se divide en 40 por ciento para las tiendas de barrio, 40 por ciento para las panaderías tradicionales y 20 por ciento en los autoservicios, dato que incluye a los supermercados.
Respecto de las típicas panaderías de barrio, estas son en su mayoría empresas familiares. Algunas incluso son informales, pues en su manejo no llevan contabilidad.
“La tercera parte de estos negocios tiene alrededor de 2 años de constituido, lo que significa una alta mortandad, que guarda relación directa con la que se da en las tiendas de barrio. El reto de estos pequeños comercios es esmerarse en el servicio al cliente y diversificarse en servicios y productos”, según Fenalco.
Por su parte, los molineros consideran que el consumo del trigo, principal insumo de la industria panadera, se ha mantenido estable.
Manuel Riaño, de Fedemol, indicó que el consumo del cereal per cápita en el país está entre 18 y 22 kilos al año. Por su parte, “el mercado ha tenido una demanda pareja en los últimos 4 años, que representa 1,2 millones de toneladas de trigo al año. En 2001 se paralizó el crecimiento”.
El 70 por ciento del trigo en el país se vende a las panaderías, mientras el porcentaje restante se va a la industria de alimentos para animales, según datos de Fedemol.
El trigo que se consume en Colombia proviene en su mayoría de Estados Unidos, Canadá y este año también de Argentina, gracias a los convenios que se firmaron con el Mercosur. La importación del producto representa el 98 por ciento, contra un 2 por ciento de la producción nacional.
Frente al dato, Riaño explicó que es mejor “el trigo que se produce en países con estaciones por su alto contenido de proteínas, lo que le da consistencia a la harina. En cambio el grano nacional es más denso y es mejor en la elaboración de galletas”.
“En 2004 se importaron 1.153.732 toneladas de trigo, de las que 56 por ciento fueron traídas de E.U., mientras el resto se importó de Canadá. Este año, Argentina logró una participación de 7 por ciento en el mercado, mientras que se divide en partes iguales la de los dos países norteamericanos”, aseguró.
Se estima que la producción nacional está por las 42.000 toneladas de trigo.
El sector molinero se encuentra igualmente a la expectativa frente a lo que pudiera suceder en la negociación del TLC con Estados Unidos, pues “en caso de que se firmara representaría una evidente disminución de costos”.
El mercado está estancado, dicen los panaderos
Con 19 años en el mercado, Pan Pa’ Ya cuenta con 33 puntos de distribución de sus productos en Bogotá pero cada vez está viendo menores sus posibilidades de crecer.
Bernardo Estrada, gerente de la compañía, considera que “el mercado de pan en Colombia está estancado. El consumo per cápita no es muy grande”.
El empresario se mostró preocupado por la serie de gravámenes que han terminado por afectar la rentabilidad del negocio. “Los negocios cambiaron el panorama”, manifestó
“Los locales de nuestros puntos de venta propios son en arriendo y nos aplicaron 10 por ciento más por impuestos. Así mismo se gravó el pan también con 10 por ciento y la pizza con 16 por ciento. Eso encareció todo”, señaló.
La situación es tal que Estrada advirtió que si los arrendadores con los que se negocian los contratos por los locales piden incremento superior al IPC “tendremos que cerrar los puntos de venta y abrir en otros con condiciones similares, buscando estar en el mismo sector”.
Exportar tampoco ha sido una buena salida para la compañía. “Actualmente lo estamos haciendo a pérdida. En Estados Unidos fijamos unos contratos con el distribuidor con precios fijos y lo que se había planeado que tuviera una utilidad de 25 por ciento se lo comió la revaluación” indicó.
En la operación que se realiza en España, “las exportaciones son poco representativas, a pesar de que los precios son en euros. (...) Una almojábana se vende en Madrid en 4.200 pesos al cambio, los distribuidores tienen poca visión”, dijo.
La empresa obtuvo ganancias el año pasado por 22.223 millones de pesos y no se ha recuperado en nivel de utilidades de 2002. “La rentabilidad no es color de rosa” reveló.
La estrategia es seguir optimizando la operación y bajar costos.
“No hemos abierto nuevos puntos y no es fácil continuar si no hay apoyo”.
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IGNACIO GÓMEZ ESCOBAR. SOY ESTRATEGA EN MERCADEO E INVESTIGADOR DE MERCADOS CON MI OFICINA DE ASESORIA Y CONSULTORÍA DESDE 1983.
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