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25 de Noviembre de 2006
La sensación de que el vino está de moda en Colombia se siente en el aire. Supermercados y restaurantes hacen festivales del vino. Los almacenes de cadena producen material informativo (revistas, folletos, libros, etc.) acerca de este licor, sus novedades, bondades y manera de apreciarlo. También le dedican un espacio muy bien arreglado a la cava (en este caso no vale decir góndola). Los importadores organizan lanzamientos de nuevos productos. Todos invitan a sus clientes a catas. En las revistas y medios de comunicación hay cabida para el tema. Las librerías ofrecen libros de lujo. Hasta un banco anda regalando accesorios para el vino si toman un producto financiero con ellos.
¿Por qué tanto auge si Colombia no tiene tradición ni de productor ni de consumidor? Lo que pasa es que nuestro país tiene un gran mercado potencial muy atractivo para explotar. Y los interesados no están dispuestos a dejar pasar esta oportunidad.
Gracias a este atractivo, ahora se encuentra en el mercado tal variedad de marcas, procedencias y precios que podrían apabullar a los desconocedores clientes, quienes, no obstante el desconocimiento, están ávidos de aprender. Por eso tanta labor didáctica por parte de los comerciantes y afortunadamente los esfuerzos se están comenzando a ver.
Según el sumiller o sommelier José Rafael Arango, el consumo de vinos en el país se ha cuadriplicado en los últimos años al pasar 0.2 litros al año a 0.8. Giovanny Velásquez, administrador de negocios de licores de Almacenes Exito, es un poco más optimista y dice que hace cuatro años el consumo por persona era de una copa de vino al año, ahora se bebe una botella. "Se han logrado crecimientos de ventas del 20 por ciento anuales. Al mirar las bases de datos, clientes que nunca compraban vino ahora llevan su botellita", dice Velásquez.
"El consumo sin duda ha aumentado, dice Maritza Muñoz, gerente de mercadeo de Global Wine & Spirits. La importación de vinos chilenos ha crecido, a octubre de este año, un 12 por ciento, y en el de los argentinos un 22 por ciento".
La oferta de los sureños ha aumentado gracias a que decidieron no beberse todo lo que producen, como antes, sino compartirlo con el resto del mundo. Al mismo tiempo, según Muñoz, ha bajado el consumo de licores fuertes como whisky y vodka y ahora se ve más vino tanto en restaurantes como en la casa. "Para la rumba es otra cosa", aclara. Sin embargo, este creciente gusto por el licor de la uva se da más en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, y en estratos altos. "En estas ciudades se ha visto una revolución gastronómica: muchos restaurantes nuevos y cada vez más sofisticados. Y definitivamente a los colombianos les gusta la buena comida", comenta Gregoire Kaufman, director de mercancías de Carrefour. Ese creciente gusto por el vino también corresponde a la tendencia mundial de beber menos pero beber mejor y no hay que olvidar lo saludable que puede resultar una copa de vino diaria para el corazón -y el espíritu-.
La curiosidad también ayuda. Ante tanta novedad, el colombiano no cede a la posibilidad de probar nuevas cosas. Y ese es el secreto para aprender: comprar uno, sentirlo quedarse con él o descartarlo.
- ESTRATEGIA
INVITACIÓN. El interés de importadores y comerciantes por cambiar la cultura de los colombianos en materia de licores y seducir sus paladares, han creado distintas estrategias a favor del vino.
Almacenes Exito, por ejemplo, fue agresivo este año: editó la 'Guía del vino', realizó la feria Expovinos en Medellín, donde se premiaron vinos en diferentes categorías, y acaba de presentar el libro 'Pasión por el vino', de la enóloga peruana Cristina Vallarino.
Carulla invitó a sus clientes, entre otros eventos, a dos catas, una con vinos del cono sur y otra con europeos.
Por su parte, Carrefour, ha utilizado la estrategia de que sea la cava la que le dé la bienvenida a sus clientes poniéndolas a la entrada de algunos de sus almacenes.
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