jueves, febrero 08, 2007

Confesiones de un adicto al trabajo en proceso de recuperación





Confesiones de un adicto al trabajo en proceso de recuperación


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El verano se acabó. Los lánguidos días de agosto se han evaporado. La fresca brisa de la mañana te recuerda que el otoño está a la vuelta de la esquina, y la presuntuosa estación ansía mostrar su vibrante abanico de rojos, naranjas y amarillos. Recuerdas tus recientes 15 días de vacaciones en el lago y te sientes orgulloso del hecho de haber llamado a la oficina sólo cinco veces y comprobado el correo electrónico cada dos días. Tu mujer sólo te echó esa mirada que dice “Cuelga ya y recuerda que estás de vacaciones!” dos veces. Te habías llevado cuatro libros que tenías ganas de leer pero un proyecto urgente redujo algo tu tiempo de lectura y sólo fuiste capaz llegar a la mitad de uno de los libros. Pero en conjunto crees que has manejado bien tus vacaciones.

Si este escenario te suena ligeramente familiar, entonces deberías leer el libro de Jonathan Lazear The Man Who Mistook His Job for a Life: A Chronic Overachiever Finds the Way Home (El hombre que confundió su trabajo con su vida: un enfermo crónico de “exigitis maximus” encuentra el camino a casa). Durante muchos años Lazear siguió el camino que la mayoría de los hombres y mujeres creen el único para lograr el éxito, trabajando largas horas para poner en marcha un negocio. En su caso el negocio era una editorial. Al éxito le acompañó todo el boato correspondiente: una gran casa, coches nuevos, el buen estado de las cuentas bancarias y las caras vacaciones.

Pero un día Lazear se dio cuenta de que a pesar de haber sacado adelante un negocio de gran éxito y beneficios, todo esto lo había logrado a costa de prácticamente todos los demás ámbitos de su vida. En su matrimonio se había aislado a sí mismo y se dio cuenta de que apenas conocía a sus hijos. Se miró al espejo y vio que se había convertido en un adicto al trabajo.

A pesar de que muchos hombres y mujeres de negocios y profesionales puedan creen que convertirse en un adicto al trabajo es un objetivo admirable, Lazear sabía que en su vida había algo totalmente insano. Escribir este fructífero libro fue su manera de luchar contra los compulsivos demonios que le exigían demasiado y que le acechaban a medida que intentaba buscar un nuevo equilibrio en su vida.

Todos los estudios muestran como la mayoría de nosotros, al ordenar las prioridades de nuestra vida, ponemos la satisfacción, realización y felicidad personal por delante del dinero, estatus o poder. Sin embargo, Lazear observa en nuestras vidas al mismo tiempo que por la mañana damos marcha atrás con el coche en el garaje, también damos marcha atrás o rectificamos nuestras prioridades.

Lazear sostiene que muchos hombres pasan largas horas en el trabajo porque se sienten inapropiados o innecesarios en la empresa. Así, señala que muchos hombres se sienten más cómodos en el ambiente de trabajo que en sus casas con su mujer y sus hijos. “El trabajo era mucho más fácil, todo tan bien delimitado, con normas tan sencillas. Pero en el hogar –o en las relaciones con amigos, familia o comunidad- todo se gobierna por leyes extrañas, llenas de complicaciones y vacíos … Todo era estresante excepto el trabajo. Nuestros puestos de trabajo, a pesar de ser exigentes, en realidad eran el mejor lugar para ocultarse de las realidades de la vida”. Para los hombres –Lazear está convencido de ello- el trabajo no es un sitio donde “dejarse ver” sino un lugar donde “ocultarse”.

Resulta irónico que mientras la mayoría de los hombres se esfuerzan en mostrar su “lado duro” cada día, los monstruos del temor y la inseguridad están más presentes entre los hombres de lo que la mayoría estarían dispuestos a admitir.

Lazear escribe que “uno de nuestros miedos siempre ha sido que si nosotros no hacemos algo, otra persona lo hará; y que esa persona, delante de nosotros, se lleve toda la gloria”. Un consejo razonable de Lazear: “Déjalos”. Si alguien quiere recortar sus vacaciones familiares, perderse una obra de su hijo, atender una llamada de negocios en mitad de la cena, déjalos. Trabaja duro –nos dicen- pero estructura tu vida para que haya cierto equilibrio.

Uno de los puntos fuertes de este libro es que está basado en la experiencia personal y la observación. Lazear se puso manos a la obra con credenciales de experto. Al igual que con otros libros sobre el tema, Lazear proporciona ciertos pasos para ayudar a cada lector a determinar su grado de adicción al trabajo. El libro también ofrece al lector herramientas y sugerencias muy útiles para leer y profundizar más sobre el tema.

Uno de los ejercicios más interesantes es un test de la organización “Dads and Daughters” (Papás e hijas). En menos de 15 minutos el lector puede determinar su grado de involucración en la vida de su hija. Las preguntas son sencillas y directas: ¿Cuáles son los nombres de los tres mejores amigos de tu hija? ¿Qué trabajos del colegio está realizando en estos momentos? ¿Sabes cuáles son sus preocupaciones? Por supuesto se podrían hacer las mismas cuestiones sobre la relación del padre con su hijo. Las respuestas honestas dejan entrever una distancia poco sana entre el padre/madre y su hijo o hija.

Trabajamos duro porque creemos que logrando el éxito material inmediatamente conseguiremos la felicidad. Pero nos encontramos con que hay más verdad en la frase hecha de “El dinero no da la felicidad” de lo que estamos dispuestos a admitir. En el libro When All You’ve Ever Wanted Isn’t Enough (Cuando todo lo que siempre has deseado no es suficiente) el autor, Rabbi Harold Kushner, aborda la cuestión: “¿Es la felicidad –al igual que la eternal juventud o el movimiento eterno- un objetivo que se supone imposible, independientemente de lo duro que trabajemos?” Lazear contestaría a esto que no. Pero para encontrar la felicidad puede que sea necesario definir nuevas prioridades.

Lazear resume sus argumentos: “El trabajo nos protege de tener que vivir una vida completa”. Nuestros motivos para trabajar son diversos, pero en última instancia la vida no se restringe a qué es lo que hacemos para ganarnos el pan; comprende todo lo que hacemos. Y más importante, trata de las relaciones, en especial entre maridos y mujeres, hijos e hijas. Dejar que el trabajo interfiera en esas relaciones –concluye Lazear- ciertamente sería trágico.



LE INVITO A LEER http://igomeze-retail.blogspot.com/

Ignacio Gómez Escobar
CONSULTOR EN VENTAS AL POR MENOR
INICIATIVAS EN RETAIL
CADENA DE SUMINISTROS - LOGÍSTICA
INVESTIGADOR DE MERCADOS
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