ElArgentino.com - La crisis mundial y los ciclos largos: una mirada distinta
Buenos Aires Económico
Por Mario Rapoport
28-11-2008 / Una herramienta para comprender la actualidad económica.
La actual crisis económica internacional podría formar parte de una secuencia de ciclos largos en la economía, tal como nos lo planteó el economista ruso Nicolai Kondratieff, cuya teoría fue popularizada por su más famoso colega, Joseph Schumpeter. Nos hallaríamos así actualmente en una fase B, descendente, de la coyuntura económica mundial, que comienza con la crisis de 1967-1973 (devaluación del dólar, crisis del petróleo) y que aún no ha terminado como hubiera debido hacerlo (por el contrario, se ha agravado). La ortodoxia económica criticó la existencia misma de estos ciclos o, al menos, la inconsistencia teórica de algunos de sus postulados, pero los historiadores económicos, que tienen la dura tarea de confrontar las teorías con la realidad e incorporar las variables que los muchos ceteris paribus de los modelos económicos dejan al margen, han sido más entusiastas en verificar esos largos movimientos económicos ondulatorios y asociarlos con fenómenos estratégicos o políticos. De esta forma, aún con sus rasgos distintivos, la actual crisis económica y financiera no sería una novedad histórica y formaría parte de un proceso, o de una cierta etapa de ese proceso, muy característico en el desarrollo del capitalismo.
Nicolai Dimitriev Kondratieff nació en Rusia en 1892. De mayo a noviembre de 1917 fue subsecretario de Alimentos del Gobierno Provisional de Kerensky. En 1920 participó en la elaboración del primer Plan Quinquenal, trabajó en la Academia Agrícola y fundó el Instituto de Coyuntura de Moscú, que dirigió hasta 1928. Sus primeros trabajos sobre los ciclos recibieron muchos comentarios desfavorables, en un ambiente donde predominaba la idea de que se estaba viviendo la crisis final del capitalismo y de que este sistema económico no tendría retorno. En 1925, publicó en la revista teórica del instituto “Los ciclos económicos largos”, que aparecerá también en la Review of Economics Statistics en noviembre de 1935 con el título “Las ondas largas en la economía”. En la primavera de 1930 fue arrestado y deportado a Siberia sin juicio, donde fue ejecutado en 1938. Una manifestación más de la brutalidad del poder sobre el pensamiento independiente.
Siguiendo los esquemas de Kondratieff, que estudió los ciclos hasta los años ’30, desde fines del siglo XVIII se podrían identificar cuatro ciclos económicos de aproximadamente cincuenta años, con una fase ascendente (A, de auge) y una descendente (B, depresiva o de disminución del crecimiento) de veinticinco años o algo más cada una (las dos grandes depresiones de 1873-1896 y la de la década de 1930 coinciden con esta fase descendente). En la segunda posguerra se iniciaría una nueva fase A, ascendente, que se cerraría con la crisis de los años ’70. Kondratieff estudió diversos indicadores económicos en términos globales, como precios, salarios, producción, comercio exterior, aunque el comportamiento de cada país no es, sin duda, el mismo. Su conclusión, y quizás sea lo más interesante del análisis, es que las fases A se asocian con procesos de innovación tecnológica y las fases B, donde baja la rentabilidad y se buscan otras oportunidades de inversión, con períodos de incorporación de nuevas tecnologías en las empresas por la mayor competitividad resultante del proceso recesivo. La coyuntura actual se caracteriza justamente por una sensible reducción de las tasas de crecimiento y por la existencia de desarrollos tecnológicos comenzados en la fase anterior (informática, comunicaciones, robótica) y desarrollados masivamente en ésta. Sin embargo, el presente ciclo recesivo tendría que haberse revertido ya, lo que no ha ocurrido: por el contrario, se está profundizando.
Otros economistas e historiadores prefieren, por esa razón, en vez de expresarse en términos de “ciclos largos” hacer referencia a “ciclos sistémicos”, que se vinculan no sólo a innovaciones tecnológicas sino también a cambios geopolíticos y, especialmente, a los ciclos hegemónicos de las grandes potencias. Giovanni Arrighi señala cuatro “ciclos largos” en la historia del capitalismo, asociados cada uno de ellos con una potencia hegemónica, siendo los dos últimos el “británico”, de 1776 a 1930, y el “norteamericano” que comenzaría en los años ’30 y aún no habría finalizado. Pero, además de asociar estos ciclos largos –que también tienen fases ascendentes y descendentes– a las economías hegemónicas en cada período, lo que agrega al análisis una dimensión geopolítica, este enfoque constituye un aporte útil desde el punto de vista económico porque aclara el origen de los procesos históricos de predominio del sector financiero, o de globalización financiera como los llamaríamos actualmente.
De una forma muy simplificada se podría decir que en la fase A la acumulación inicial se vuelca a la expansión productiva, material, signada por una competencia que luego de una serie de complejos procesos termina reduciendo los márgenes de beneficio y llevando esta fase a su fin. En la fase B, por el contrario, el excedente es volcado al mercado financiero ante la falta de rentabilidad del sector real, y sólo sobreviven aquellos inversores o empresas que se adaptan a las nuevas condiciones de predominio financiero o realizan innovaciones tecnológicas que les permitan luego iniciar otra etapa de expansión material. Pero la desvinculación de lo financiero con la faz productiva en búsqueda de mayores rentabilidades, en gran medida especulativas, sería una de las causas principales de la prolongación del presente ciclo largo recesivo. Estas fases no tienen una correspondencia tan estricta en cuanto al número de años como las de Kondratieff y permiten explicar la existencia de períodos de transición. Justamente, a partir de la crisis de fines de los años ’60 y principios de los ’70 se abre una etapa de transición en la que predomina claramente el fenómeno de la globalización financiera. La etapa actual plantea, además, el dilema de la pérdida de la hegemonía norteamericana a favor de un sistema multipolar, proceso que aún no ha terminado. En su libro Adam Smith in Beijing, el mismo Arrighi indaga la realidad de una potencia emergente, China, que puede dar inicio a ese nuevo ciclo hegemónico.
Otro aspecto que caracteriza el estudio de los ciclos es que, en etapas estructuralmente semejantes, aun cuando se diferencien por niveles distintos de tecnología y desarrollo económico, los esquemas ideológicos que prevalecen son también semejantes. Paul Krugman ha señalado el parecido que tiene la década de 1920 –flujo descontrolado de capitales, desregulaciones económicas, globalización financiera– a los que llevaron a la crisis actual y cómo se aproximan las creencias económicas de aquel momento a las prevalecientes en el Consenso de Washington. Hasta equipara la figura de Walter Kemmerer, profesor de Princeton en el período entre guerras y conocido como el “doctor del dinero”, cuyas recomendaciones ortodoxas fueron demolidas por la Gran Depresión, con la de asesores económicos de nuestra época. Es esta perspectiva más amplia, que tiene en cuenta los procesos cíclicos y las variables estratégicas e ideológicas, la que nos puede permitir comprender mejor la actual etapa crítica de la economía mundial.
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