Portafolio.com.co - Columnistas -> El boletín del ex consumidor
Publicado el 04-12-08
Estados Unidos se ha caracterizado por ser un país de consumidores voraces, mucho más cuando se trata de la temporada de Navidad. En el 2007 las ventas minoristas durante los meses de noviembre y diciembre estuvieron cerca de los cuatrocientos 80 mil millones de dólares, casi tres veces el PIB colombiano. Como lo ha indicado el National Retail Federation el año pasado, durante la temporada navideña, los estadounidenses consumieron, entre otras cosas, más de 67 millones de pavos, distribuyeron más de 20 mil millones de piezas de correos a través del servicio postal, gastaron US$20 mil millones en computadores y videojuegos y cerca de US$6 mil millones en almacenes de juguetes y hobbies.
La euforia por los descuentos en esta época de festividades es tal que durante el 2007 el pueblo norteamericano acumuló cerca de US$12 mil millones en nuevas deudas a través de tarjetas de crédito. Pero todo parece indicar que este año 'el palo no está para cucharas'. La semana pasada durante el famoso 'viernes negro' (como se le conoce al viernes siguiente al festivo nacional de acción de gracias, por ser el día en que los vendedores al por menor empiezan a hacer su agosto) los resultados no fueron esperanzadores. Según ShopperTrack, una firma especializada en estadísticas de consumo, los comerciantes solo lograron un tímido incremento del 1,9% en las ventas con relación al 2007, apelando a todo tipo de gangas, descuentos y 'sales'. Esto se hace más notorio considerando que con respecto al 2006 el año pasado hubo un incremento en las ventas cercano al 6%. La situación es tan delicada que la misma firma se ha atrevido a pronosticar que el consumo durante la temporada podría caer en un 9% con relación al 2007.
Algunos dirán que este fenómeno es normal en épocas de crisis, pero los datos evidencian lo que el analista Nouriel Roubini ha denominado la recesión del consumo más severa que E.U. haya experimentado en años. Por supuesto el fenómeno responde entre otros factores al incremento del desempleo, la caída de los precios de las viviendas, la perdida de valor de las acciones, la contracción del crédito y el excesivo endeudamiento de los hogares. Lo grave del asunto radica en que para el 2007 el gasto de consumo norteamericano llegó a representar cerca del 72% del PIB, una tendencia difícilmente sostenible. La crudeza de los números demuestra que las familias norteamericanas dejaron de ahorrar y gastaron mucho más de lo que podían. Quizás por eso el ahorro de los hogares cayó del 6% del PIB en 1995 a niveles de cero durante los últimos tres años.
Corregir las tendencias de consumo y regresar a los niveles de ahorro experimentado durante los 90, necesarios para la salud de la economía estadounidense, implicará una contracción del PIB. Lo ideal es que el ajuste sea lento para que el golpe a la economía mundial no sea tan fuerte. Si el ajuste se da abruptamente las implicaciones para los países dependientes de las exportaciones a E.U. serán dolorosas, empezando por América Latina. Es más, ni siquiera China se salvará del coletazo.
En esta coyuntura, los países de la región que aprovecharon las épocas de 'vacas gordas' para ahorrar tendrán margen de maniobra. Los que no lo hicieron podrán optar por someterse responsablemente a programas de ajuste con grandes costos políticos y sociales o activarle irresponsablemente una bomba de tiempo a gobiernos futuros, lo que sin duda traerá peores lamentos.
Iván Duque Márquez
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