Para incrementar las posibilidades de éxito es necesario contar con una buena junta directiva
Un director ejecutivo poderoso y dominante no tiene un desempeño neutral y balanceado, sino que, de acuerdo con una nuevo estudio del Journal of Management Studies, éste tenderá a ser mucho peor o mucho mejor que el de cualquier director ejecutivo común de otra compañía. Esto quiere decir que su labor puede llevar a la organización al éxito o al fracaso. El estudio concluye que para que las posibilidades de éxito sean mayores se debe contar con una junta directiva poderosa. Por Catalina Franco R.
Para nadie es un secreto que el director ejecutivo de una compañía es una pieza fundamental para su imagen y su desempeño: no sólo es su cabeza visible y debe encarnar los valores de la organización, sino que de su forma de trabajar, de tomar decisiones y de comunicarse con el personal dependen, en gran parte, la supervivencia y el futuro de la compañía.
Aunque no se puede decir que una sola persona sea responsable del desempeño total de una empresa, sí es claro que el director ejecutivo juega un papel determinante. Es por eso que se trata de una elección crucial en la que están en juego muchos elementos clave y, por lo tanto, no debe tomarse a la ligera.
Un estudio del Journal of Management Studies presenta nuevas luces sobre el tema: de acuerdo con sus hallazgos, un director ejecutivo todopoderoso puede hacer que una compañía tenga un desempeño mucho peor o mucho mejor que el de las demás organizaciones, y para que la tendencia sea hacia el éxito y no hacia el fracaso se debe contar con una junta directiva poderosa que sirva de contrapeso.
Controlando los efectos de un director ejecutivo dominante
No es difícil encontrar ejemplos que ilustren cómo un director ejecutivo dominante, y muchas veces célebre, puede determinar el éxito el fracaso de una organización: en el primer caso se podrían mencionar los nombres de Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Microsoft) y Jack Welch (General Electric); y en el segundo los de Kenneth Lay (Enron) y Richard Fuld (Leman Brothers).
Se trata de figuras cuyas decisiones han repercutido en la vida de los empleados, los accionistas y la vida de sus organizaciones de manera muy positiva o muy negativa. Como el comportamiento de este tipo de personajes, por lo general, se sale de “lo normal”, produciendo desviaciones significativas en los procesos y las estrategias de las empresas, es necesario contar con una junta directiva fuerte y poderosa que sea capaz de controlar los efectos negativos de tales desviaciones.
En casos como estos el papel de la junta directiva sería, por un lado, el de perro guardián del director ejecutivo y, por otro, el de un segundo conjunto de opiniones valiosas sobre la dirección estratégica de la compañía. De esta manera, la vigilancia de la junta directiva puede lograr detener a tiempo cualquier desviación peligrosa que pueda llevar a la firma al fracaso, antes de que esta sea puesta en práctica por el director ejecutivo.
De todas maneras, hay que tener en cuenta que el poder de la junta no es total y que los riesgos de tener a una persona tan fuerte a la cabeza siguen estando presentes mientras esta esté tomando decisiones que, además, impactan la posición de la firma en los mercados, lo cual puede traducirse en ganancias, pero también en pérdidas.
Aunque no se puede decir que una sola persona sea responsable del desempeño total de una empresa, sí es claro que el director ejecutivo juega un papel determinante. Es por eso que se trata de una elección crucial en la que están en juego muchos elementos clave y, por lo tanto, no debe tomarse a la ligera.
Un estudio del Journal of Management Studies presenta nuevas luces sobre el tema: de acuerdo con sus hallazgos, un director ejecutivo todopoderoso puede hacer que una compañía tenga un desempeño mucho peor o mucho mejor que el de las demás organizaciones, y para que la tendencia sea hacia el éxito y no hacia el fracaso se debe contar con una junta directiva poderosa que sirva de contrapeso.
Controlando los efectos de un director ejecutivo dominante
No es difícil encontrar ejemplos que ilustren cómo un director ejecutivo dominante, y muchas veces célebre, puede determinar el éxito el fracaso de una organización: en el primer caso se podrían mencionar los nombres de Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Microsoft) y Jack Welch (General Electric); y en el segundo los de Kenneth Lay (Enron) y Richard Fuld (Leman Brothers).
Se trata de figuras cuyas decisiones han repercutido en la vida de los empleados, los accionistas y la vida de sus organizaciones de manera muy positiva o muy negativa. Como el comportamiento de este tipo de personajes, por lo general, se sale de “lo normal”, produciendo desviaciones significativas en los procesos y las estrategias de las empresas, es necesario contar con una junta directiva fuerte y poderosa que sea capaz de controlar los efectos negativos de tales desviaciones.
En casos como estos el papel de la junta directiva sería, por un lado, el de perro guardián del director ejecutivo y, por otro, el de un segundo conjunto de opiniones valiosas sobre la dirección estratégica de la compañía. De esta manera, la vigilancia de la junta directiva puede lograr detener a tiempo cualquier desviación peligrosa que pueda llevar a la firma al fracaso, antes de que esta sea puesta en práctica por el director ejecutivo.
De todas maneras, hay que tener en cuenta que el poder de la junta no es total y que los riesgos de tener a una persona tan fuerte a la cabeza siguen estando presentes mientras esta esté tomando decisiones que, además, impactan la posición de la firma en los mercados, lo cual puede traducirse en ganancias, pero también en pérdidas.
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Si se maneja con cuidado, es posible el éxito
La buena noticia es que, de acuerdo con el estudio, es posible controlar los efectos de un líder de este estilo y aprender a manejarlos para alcanzar un equilibrio positivo. Aun así, los autores advierten que el contar con una junta directiva fuerte no significa eliminar totalmente los riesgos de sufrir grandes pérdidas e, incluso, fracasar, gracias a la labor de un director ejecutivo todopoderoso.
Según ellos, además de la junta, es necesario que las organizaciones pongan en práctica otros mecanismos de manejo corporativo para contar también con altos niveles de precaución contra el fracaso empresarial, en el contexto de un liderazgo tan predominante.
Como explica Jianyun Tang, uno de los autores del estudio, “Tener un director ejecutivo dominante es riesgoso, pero las juntas directivas poderosas ayudan a controlar el riesgo del lado negativo a la vez que dejan relativamente abierto el potencial del lado positivo. Así, es posible que el enganchar directores ejecutivos dominantes con juntas directivas poderosas represente un arreglo de manejo corporativo ideal”.
El estudio concluye entonces que no se trata de evitar el integrar a la organización a uno de estos líderes que van más allá de las funciones comunes y corrientes de cualquier cabeza de empresa, sino de tener en cuenta que el trabajar con ellos entraña riesgos considerables, pero que pueden ser disminuidos en gran parte con el contrapeso de una junta directiva poderosa que los vigile y de otros mecanismos de control, abriendo así la posibilidad de explotar el lado positivo del asunto.
La buena noticia es que, de acuerdo con el estudio, es posible controlar los efectos de un líder de este estilo y aprender a manejarlos para alcanzar un equilibrio positivo. Aun así, los autores advierten que el contar con una junta directiva fuerte no significa eliminar totalmente los riesgos de sufrir grandes pérdidas e, incluso, fracasar, gracias a la labor de un director ejecutivo todopoderoso.
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