Sí, cadena de “resfrío”, no cadena de frío porque la realidad en Colombia – y seguramente no es sólo aquí – es que la tan promocionada no existe (al menos para los productos refrigerados) en los grandes, medianos y pequeños supermercados.
Aunque no lo podemos afirmar para todos, son muy pocas las excepciones. Con los cambios de temperaturas en ese manejo inadecuado de la cadena de abastecimiento, disminuye la vida útil del producto, aumentan las averías y es afectada la calidad.
¿Y esto por qué ocurre? Porque la cadena no funciona de manera adecuada. Veamos…
Muy temprano por la mañana, 4 AM o antes, el productor entrega sus despachos por las rutas de entrega en pequeños vehículos refrigerados con capacidad de una a dos toneladas. Lo hace al mismo tiempo que un número muy importante de fabricantes que también han vendido sus productos a SUPERMERCADO EL EJEMPLO (nombre ficticio que colocamos para explicarlo). Cargados los vehículos con la entrega para el súper, salen “en carrera” para hacer una larga fila que lleva leche fresca, queso, yogur y más productos que requieren para su adecuada conservación una adecuada cadena de frio.
Al llegar a SUPER EJEMPLO, deben esperar hasta las 6 am que se inicie el recibo de dichos productos, recibo que sólo es hasta las nueve o 10 AM máximo. ¿Cuántos de esos vehículos dejan encendido el equipo de refrigeración mientras esperan? Puedo asegurar que ninguno. La temperatura en el furgón sube y es probable que al hacer recibir los productos, ya esté cerca de la temperatura ambiente.
Se entregan en canastillas, se reciben a temperatura ambiente, los conteos son largos porque lo usual es que las entregas no sean certificadas. Cuando el súper meta todo a sus neveras, el producto ya está a temperatura ambiente. Adiós, cadena de frio…
Las dificultades en la entrega de productos para tiendas y supermercados son muy grandes. Las zonas para recibo de mercancías son unos “cuellos de botella” que frenan todo flujo de materiales y no pareciera que se quiera hacer algo al respecto.
Esta situación, que aparentemente es normal, incrementa de una manera significativa los costos logísticos y estos, como cualquier costo, siempre va cargado al producto y lo termina pagando el comprador final.
Esos cuellos de botella, esa dificultad al recibir los productos, obliga a las tiendas y supermercados a tener inventarios suficientes para que el flujo de productos por la registradora al vender, al ser mayor que el flujo en las zonas de recibo, no presenten “rupturas de stock”, que como sabemos, generan costos ocultos al estar agotados los productos. Asimismo, el mayor inventario necesario afecta la rotación del capital invertido en inventarios.
¿Pero en dónde se origina el problema? En muchos casos, desde el diseño mismo de las tiendas y supermercados. No se da suficiente importancia a las zonas de recibo, no se programa el número adecuado de puertas, los patios para vehículos no son suficientes. Se da importancia al diseño de la tienda misma, al “layout” y poca importancia a las áreas de servicio.
Es obligación nuestra, de quienes estamos involucrados en la logística y la cadena de abastecimiento, que cada vez que tengamos la oportunidad de hablar del tema, lo hagamos así parezca arar en el desierto.
IGNACIO GOMEZ ESCOBAR igomeze@gmail.com skype: igomeze (+57) 3014152370
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