“Todos tenemos un niño interior”: la increíble historia del paisa que creó Offcorss hace 44 años
Juan Camilo Hernández, un amante del rock que desafío la cultura conservadora, saca su niño interior todos los días. Su empresa vende 9 millones de prendas al año.
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Juan Camilo Hernández y María Gloria Mejía (tercero y cuarta a la derecha), en la pasarela La Nuir, en agosto del 2000. FOTO EL COLOMBIANO
Juan Camilo Hernández, cofundador de Offcorss, también fue modelo y vendió hamburguesas, helados, pasteles, entre muchas otras cosas más. FOTO JAIME PÉREZ
Juan Camilo Hernández y María Gloria Mejía (tercero y cuarta a la derecha), en la pasarela La Nuir, en agosto del 2000. FOTO EL COLOMBIANO
Juan Camilo Hernández, cofundador de Offcorss, también fue modelo y vendió hamburguesas, helados, pasteles, entre muchas otras cosas más. FOTO JAIME PÉREZ
Juan Camilo Hernández y María Gloria Mejía (tercero y cuarta a la derecha), en la pasarela La Nuir, en agosto del 2000. FOTO EL COLOMBIANOarrow_forward
28 de julio de 2023shar
En una rumba en la casa de su gran amigo, el recordado publicista Michel Arnau, Juan Camilo Hernández –protagonista de esta historia– le pide ayuda para crear una marca que suene bien y quede en la memoria de la gente. Su propósito era darle otro aire a Rancho, la empresa de ropa para niños que había creado junto a su esposa, María Gloria Mejía.
“Of course –que en español significa por supuesto–”, le responde su amigo. La cosa queda ahí y la rumba sigue al ritmo de The Beatles, The Rolling Stones y Jimi Hendrix. Pero pasan dos días, Juan Camilo no aguanta más la espera y decide llamar:
–“Michel, ¿y mi nombre?”.
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–“Yo te di el nombre”, le responde.
–“Me dijiste: ‘Of course’...”.
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–”Ese es el nombre”, recalca Michel.
Desconcertado, Juan Camilo sale hacia la oficina del publicista, que quedaba detrás de la iglesia de El Poblado. “Michel, ¿cómo así que Of course? La gente no va a saber leer eso. Eso no es un nombre para una marca de ropa de niños”.
La respuesta de Michel es decirle a Pedro, uno de sus ayudantes, que traiga papel y lápiz y escriba “Of course”. Así lo hace, pero cuando termina deja ver un “Ofcors” sobre el papel. “Entonces Michel lo único que hizo fue ponerle otra efe y otra ese. Y así nació la marca”, recuerda.
Hoy, aparte de vestir a millones de niños, Offcorss es el reflejo de la vida de Juan Camilo Hernández, un hombre que todos los días desde 1949 saca su niño interior y cree que el legado de la compañía es intentar transmitirle a las personas que lo más importante es ser ellas mismas.
“Todos tenemos un niño interior. Si somos capaces de mantenerlo vivimos muy bueno. Un niño no tiene preocupación ni angustias. Pero siempre nos lo tratan de matar, no está bien visto ser medio irreverente, entonces la gente lo suele tener encarrilado”, dice.
Sus palabras cobran aún más sentido mientras cuenta cómo forjó a Offcorss, la icónica empresa antioqueña que desde 1979 le ha puesto estilo al armario de los más jóvenes y hoy vende 9 millones de prendas al año y está presente en más de 23 países.
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Un rebelde creativo
En la misma mesa alargada que ha soportado cada una de las reuniones en las cuales se han tomado decisiones claves sobre Offcorss durante estos 44 años, don Juan Camilo, como le dicen sus trabajadores, empieza a recordar cómo empezó todo.
“A mí me echaron de la casa. Mi papá, que era muy godo, me dejó una nota que decía que tenía 72 horas para irme, que no me llevara nada, que me fuera de la familia y me llevaran mis cosas personales. Empaqué una cajita y me fui”.
Juan Camilo nunca se sintió parte de una sociedad tan conservadora como la de la época, en la que el proyecto de vida para jóvenes como él era arañar un puesto en alguna de las grandes empresas paisas.
Entonces decidió hacer sus maletas, y sin reprocharle nada a su papá dejó su casa en Laureles –cerca a la Parroquia Santa Teresita– y partió a Bogotá.
Se sostuvo dando clases de matemáticas a niños de colegio y en el entre tanto estudiaba esa misma carrera en la Universidad de los Andes, aunque solo duró tres años, una vez terminó de ver las materias que le interesaban.
El suyo fue todo un caso, pues convenció a Francisco Pizano de Brigard, entonces rector, de que lo dejara hacer abonos semanales para pagar su matrícula, compromiso que honró hasta el final.
Pero ahí volvió su niño interior, ese que lo llevaba a querer experimentar y saber cómo funcionaban las cosas, como cuando en su infancia desbarataba la batidora de la casa y la máquina de coser de su mamá para intentar volverlas a armar.
En miles de negocios
“¿Por qué no te vienes a trabajar a la agencia, en vez de estar dando clases?”, le dijo un día Jean Claude Bessudo, dueño de Aviatur, con quien Juan Camilo había hecho amistad tras conocerse años atrás en la embajada francesa.
No dudó en hacerlo y entró al negocio. Fue su puerta para volver a Medellín, pues abrió la primera oficina de Aviatur en la ciudad –que aún existe– en Parque Bolívar. Mientras tanto fue montando varios negocios junto a sus hermanos.
“Monté una marquetería, porque aquí no había, que se llamaba Marquetería La 10. También monté con mi hermana un negocio que se llamaba Pastel, que tuvo la primera entrega a domicilio de repostería y vendía 300 milhojas al día. Me acuerdo la publicidad en EL COLOMBIANO, una página que decía ‘las flores no se comen, regale un pastel’”, evoca.
Pero Juan Camilo hizo muchas más cosas. Estuvo seis meses en Panamá, aprendiendo a hacer pollo frito en las franquicias de KFC, luego volvió a Colombia y montó Mr Ham, una marca de hamburguesas y pollo frito; tiempo después le apostó a Helados Happy; e inclusive, una vez le ayudó a un amigo de su papá que tenía una agencia de publicidad y necesitaba fotos, ¡fue modelo!
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Nace Offcorss
A pesar de todo este recorrido, su “salsa” la encontraría en un negocio que nunca imaginó: hacer ropa para niños. El punto de inflexión fue cuando discutió con su hermano mayor, Sergio, la apertura de dos puntos más de Mr Ham. Juan Camilo no quería porque consideraba que el endeudamiento se iba a disparar por las altas tasas de interés de la época, pero al no llegar a un acuerdo partieron cobijas.
“Yo estaba recién casado con María Gloria y llegué a la casa y le dije: ‘María, me quedé sin qué hacer. Vendí el negocio y no me pagaron nada, me van a pagar después. Pero toca hacer alguna cosa’”.
En ese entonces, María Gloria compraba tela, le hacía algunos diseños y la llevaba donde doña Graciela, una señora en Manrique que moldeaba y cortaba cuatro o cinco prendas que luego pasaban por donde una costurera y se vendían.
“Le dije a María Gloria: ‘enséñame a hacer ropa, yo quiero montar un negocio’. Ella me respondió: ‘esto mío no da para tanto’. En esa época solo vendía ropa para mujer”.
Sin nada que perder, se arriesgaron. El primer paso era aprender a hacer blue jeans, entonces visitaron dos o tres plantas y se apoyaron en un conocido que trabajaba en la otrora exitosa empresa textil Caribú.
Ahí arrancaron su emprendimiento. Una falda, un short y un pantalón de niños de tallas 6 a 16 fueron las primeras prendas. Y “para que fuera como vaquerito” decidieron bautizar como Rancho a la empresa.
El Éxito les dio el voto de confianza y llevaron una docena de cada cosa, aunque con el tiempo los pedidos se hicieron más y más grandes.
Pero ahí llegó otro momento clave: nació Sebastián, su hijo mayor. Y cuando iban a comprarle ropa al Éxito o al Ley se encontraban con lo mismo, solo había ropa azul clara, amarilla, blanca o rosada. Como si un niño no necesitara algo de estilo.
Ambos vieron una oportunidad. Entonces Juan Camilo fue a Estados Unidos a ver cómo era la ropa para niños gringa. Quedó asombrado con los estilos que vio en Miami, y particularmente le llamó la atención OshKosh, una marca que hacía overoles de colores y camisetas de rayas.
Decidió ir al pueblo que lleva el mismo nombre, en Wisconsin, y supo cómo era el negocio en las grandes ligas. De ahí le quedó sonando el “OshKosh”, que le sirvió como inspiración cuando le dijo a su amigo Michel Arnau que le ayudara a crear el nombre de Offcorss.
Así, Offcorss empezó a crear más prendas, con mucho color y varias opciones para los niños. También se abrieron más puertas y ya no estaba solo en el Éxito, sino también en el Ley y varios más. Luego trascendió a otras ciudades y luego a otros países.
Juan Camilo cumplió su sueño: hacer empresa. Por supuesto, también pasó por las duras, como hace 15 años cuando las ventas se desplomaron, o como en la pandemia, que puso a miles de empresas contra las cuerdas.
Pero gracias al cariño y respeto que se ha ganado, Offcorss se sobrepuso. Es que para Juan Carlos hay cosas que no se negocian: la calidad de la ropa, la creatividad de las personas, el no tener miedo y conservar el niño interior.
Ofertas para vender la empresa no le han faltado, pero él, motivado por sus hijos, las ha declinado. Y al final de esta entrevista, mientras escuchaba “A mí manera”, de Julio Iglesias, recuerda lo que para él ha sido otro hito.
“Tuve un accidente en moto hace diez años en el que perdí un ojo y estuve un año en cama. Yo era el que daba las respuestas, entonces la gente decía ‘¿qué hacemos?’”.
Desde ahí hubo un cambio. Yanet Londoño, entonces líder financiera –y hoy CEO de Offcorss– le dijo a los representantes de cada área que cogieran un papel al azar y dependiendo del ala de la empresa que le saliera en este, debían hacer un reporte.
“Ninguno sabía qué hacían en las otras áreas. Entonces se empezaron a interesar y a preguntarse entre ellos ‘vení, ¿vos qué hacés?’. Yanet logró crear esa cultura corporativa, y hoy todos saben lo que está pasando”, dice Juan Camilo, un niño que ha dejado huella en la infancia de millones de niños más.
Nueva colección con go rigo go!
En el marco de Colombiamoda 2023, Offcorss y Go Rigo Go! lanzaron una colaboración especial con referencias urbanas y para ciclismo, para adultos y niños. Las prendas de esta colección exclusiva y limitada, en la que destacan camisetas y buzos oversized, están pensadas y diseñadas para aquellos que desean expresarse con estilo y orgullo por el país y su pasión por el deporte. Esta colección unisex nace de la llegada del mundo colorido y divertido de Offcorss al mundo de Rigo, creando una mezcla de “colores vibrantes”. Durante Colombiamoda 2023, vale decir, se movieron al menos US$12,1 millones.
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