lunes, noviembre 05, 2007

EL COMERCIO CHINO EN LAS CIUDADES ESPAÑOLAS








POR JOSE LUIS RIVAS


Es casi imposible caminar por cualquier barrio de Madrid sin encontrarse en cada cuadra con una “tienda de chinos”, almacenes identificados con el aviso exterior de “Todo a Cien” (de las antiguas pesetas), repletos de mil y un productos de todos los rubros imaginables, en estanterías abarrotadas, separadas por pasillos estrechos pero bien iluminados.

Al entrar a uno de estos locales, se nos despierta el cacharrero que llevamos dentro. Es tal la multiplicidad de objetos, unos útiles de uso diario y otros perfectamente imprescindibles, a precios tan bajos que ¡cómo salir sin comprar algo!

Para una inmensa variedad de productos, el empleado de la caja, uno de los tres que operan el establecimiento, responderá a la consulta de precios con un: “chechenta chéntimos”, expresado en un recortado chino-español, para indicar que sólo cuestan sesenta centavos de euro.

Estos locales, que abren en horarios extendidos, y aún los domingos, están ya en la ruta obligada de la compra diaria para las amas de casa, tal como el supermercado o la panadería, y son tan populares que sería difícil imaginar el tejido comercial urbano sin su presencia.

La mayoría de los artículos exhibidos son de origen asiático, gracias a cuyo esmirriado costo de mano de obra (unas 10 veces menos que en España) se ofrecen a precios imbatibles. Entremezclados pueden encontrarse algunos productos nacionales, de marcas de regular calidad, desconocidas en supermercados y tiendas especializadas.

En algunos polígonos industriales de la Provincia de Madrid se puede ver una sucesión de enormes depósitos mayoristas de las empresas importadoras, que anuncian en grandes caracteres chinos la naturaleza de su negocio.

En un principio, el comercio tradicional no prestaba demasiada atención a este fenómeno, aduciendo que la oferta era de misceláneas, regalos y productos de oportunidad. Pero los chinos han incursionado fuertemente en sectores como calzado, textiles, moda informal, hogar, y las cosas se han puesto difíciles para los fabricantes locales y los proveedores extranjeros de países occidentales. La situación en algunos sectores es tan dramática que está produciendo cierres de empresas que no están ni de lejos en condiciones de competir.

La reacción de los grandes

Desde hace relativamente poco tiempo, muchos grandes industriales han reaccionado llevando sus inversiones a los países asiáticos (China, India, Pakistán), como ya lo hacían con Marruecos, y han comenzado a fabricar desde allí para luego importar el producto terminado y competir en el mercado local. Es la famosa “deslocalización” de empresas españolas, una tendencia que preocupa a las autoridades económicas, y que se agudizará por la reciente incorporación de los nuevos países miembros de la Unión Europea, en varias de cuyas economías es posible producir mucho más barato.

“Si la economía china está creciendo tanto, es hora de venderle a los chinos”, fue la consecuente estrategia de los empresarios europeos, que llevan unos 15 años intentando establecerse en un mercado de casi 1400 millones de habitantes, pero que tal vez no pueda ser penetrado en más de un 10%, por la concentración del ingreso. Ahora mismo son varios los inversores españoles que reconocen que el crecimiento obtenido es mucho más lento del esperado.

La cuestión cultural es un factor de primer orden en este proceso, que se aprende con el paso del tiempo y obliga a revaluar conceptos de marketing y efectuar cambios radicales en el contenido y la presentación de los productos para que sean aceptados. Muchas de las empresas que inician la aventura del mercado chino, se encuentran con que están luchando por una porción limitada de consumidores y en algunos sectores comienzan a estorbarse.

Así las cosas, el dragón crece con mucha más fuerza que sus oponentes. Medir la influencia local de este crecimiento es difícil, pero es indudable que el fenómeno está cambiando las claves del comercio internacional, los hábitos de los consumidores y transformando la economía. Es una realidad que China está recibiendo grandes inversiones y los bloques económicos buscan reacomodar sus fuerzas en el concierto competitivo mundial.

Mientras tanto, a nivel doméstico, la marea china ya cubre las ciudades y forma parte del paisaje cotidiano para los consumidores, que se acostumbran a dialogar por señas con los propietarios y empleados de los locales, arrancándoles en un español corto y agudo, no más de un Buenas tardes, gracias y hasta luego; aunque en las cuentas no titubeen.

Y ahora, si me permiten, tengo que dejarlos. Necesito comprar un cuaderno y otras cosillas y en el “chino” de aquí a la vuelta las tienen a menos de 1 euro. Que estén muy bien.

José Luis Rivas M.

joseluisrivas@mi.madritel.es

Publicado en la Revista Tiempo de Mercadeo




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Ignacio Gómez Escobar
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