miércoles, diciembre 31, 2008

Brasil, una potencia en la frontera de Colombia





Un gigante ignorado que comparte una frontera de 1.645 km con Colombia, y que podría llegar a convertirse en una potencia mundial en menos de cuatro décadas

nuevosiglo.com - 31-12-08

Se han identificado varias empresas que actuaban de fachada o como testaferros del jefe de la banda

EN UN sondeo informal, algunos colombianos que han visitado o vivido en Brasil respondieron a preguntas como: Cuando visitó Brasil, ¿tuvo la sensación de estar en un país desarrollado? ¿Cree que Brasil pueda ser una potencia? Las respuestas coincidieron, primero, con unos instantes de silencio para la reflexión; no expresaron una aprobación o desaprobación automática. Y posteriormente, dijeron: “tal vez… en parte sí”. – “Hay infraestructura vial, edificaciones grandes, un amplio mercado interno de productos brasileños, desde la moda y el diseño hasta cierta tecnología”. – “En las ciudades la pobreza se mezcla con la riqueza”-. “Cada región de Brasil me pareció distinta”. Una de las observaciones más llamativas fue que “Brasil es una especie de gran isla, ellos tienen su mundo, su música, sus productos”. Y en mi caso, la principal sensación fue la de tener por primera vez una conexión con el “infinito”, por su gran dimensión territorial. En síntesis, no hay una imagen totalmente clara, y menos aún, una respuesta rotundamente afirmativa sobre Brasil como potencia.

Entonces, ¿es un contrasentido decir que se puede ignorar a un gigante cuando por definición debería ser visible? Sí, en buena medida lo es. Aunque esto sucede porque de muchas formas contrasta con un gigante de talla mayor como Estados Unidos, o porque en apariencia es un gigante silencioso, o simplemente porque no lo queremos ver. Por supuesto, muchos ya habrán detectado su presencia de una manera distinta a la de un enorme país que comparte una frontera con Colombia; y aunque no somos completamente ignorantes sobre Brasil, pues en general conocemos algunos de sus aspectos más notorios, ese conocimiento es todavía básico.

Sin embargo, esta aparente indiferencia es una responsabilidad compartida, ya que Brasil, a pesar de contemplar a Suramérica como su principal área de influencia, paradójicamente, la zona andina (con excepción de Bolivia) ha tenido menor relevancia para sus intereses geoestratégicos. Eso explica, en parte, por qué este país, a pesar de ser un vecino, lo sentimos tan distante en nuestra realidad. Y Colombia, por su parte, si bien mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con Brasil, está más concentrada en el área andina y su referente del Norte, Estados Unidos, lo que ha impedido sentir más atracción hacia Brasil y decisión para buscar mayores acercamientos.

En este breve balance de las dos posturas, el punto crítico radica en que aún no hemos hecho importantes proyecciones sobre el alcance económico, social y político de Brasil, y más aún de su relación con Colombia, en parte por el desconocimiento. Pero cabe preguntar, si al ser conscientes del potencial de Brasil, ¿Colombia estaría preparada y dispuesta para asumir ese hecho de forma conveniente y productiva? Por ejemplo, ¿está a la altura para competir con una Cancillería de gran nivel profesional como Itamaraty? ¿Los empresarios colombianos se arriesgarían más para incrementar el comercio y las inversiones de Brasil? ¿El mundo académico realizaría intercambios e investigaciones que promuevan el mutuo beneficio en todos los campos del conocimiento aplicado? ¿El Gobierno llevaría a cabo todos los acuerdos que impliquen el mejoramiento de la infraestructura de comunicaciones y otro tipo de medidas entre los dos países? ¿La sociedad colombiana estaría interesada en aprender el portugués, además del inglés o el mandarín?

En el ascenso al poder mundial

Las razones por las que Brasil puede ser incluido en el grupo de las potencias emergentes como los BRIC (Brasil, Rusia, India, China), empiezan por su gran extensión territorial (8’511.965 km2) y población (196’342.592 habitantes) que lo ubican, en los dos sentidos, en el quinto lugar en el Planeta; está igualmente entre las diez primeras economías del mundo por su Producto Interno Bruto (PIB), y debido a los últimos descubrimientos de petróleo frente a la costa sureste del país, que elevó sus reservas en un 85% , se posicionará en 2012 en el octavo lugar en el club de los productores de la codiciada fuente de energía. Lo anterior, sumado a sus reservas de gas natural y su supremacía mundial junto con Estados Unidos en la producción de etanol. Además, existen otros elementos de orden conceptual que llevan a clasificar a Brasil como una potencia media y en proceso de ser también una potencia regional, como son su política exterior y su política de defensa. En las definiciones de las Relaciones Internacionales, los distintos niveles de potencias son evaluados por su capacidad de ejercer el poder político, económico y militar en áreas de influencia mundial y/o regional.

En cuanto a la conducción de la política exterior, Brasil ha promovido históricamente su liderazgo y su autonomía con una visión de actor global, ha procurado mantener buenas relaciones con Estados Unidos sin supeditarse a todas sus exigencias. Desde hace un tiempo, pretende obtener un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, después de que en un conjunto de 18 años ha sido miembro no permanente del mismo, un récord sólo alcanzado por Japón. Igualmente, aplica los principios de la cooperación, la paz, la defensa de los derechos humanos y la promoción de los intereses de las naciones en vía de desarrollo ante los países industrializados; por ello participa en diversos foros internacionales como el G-20 y la OMC, en los que, durante cinco años, ha trabajado arduamente para lograr acuerdos comerciales más justos, aunque sus resultados más recientes se han calificado como dudosos por parte de algunas naciones en desarrollo (Argentina).

En el ámbito regional propugna por la integración suramericana fundamentalmente, en lo económico por medio de Mercosur, en lo militar con el Consejo Sudamericano de Defensa; como órgano o escenario de cooperación y discusión en UNASUR, en la integración física con el proyecto más ambicioso de infraestructura IIRSA, financiado en gran parte por Brasil con apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y entidades financieras como el BID, esto en el marco de la antigua Comunidad Suramericana de Naciones, hoy denominada Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que construirá varios ejes de comunicación y en un amplio sentido vinculará al subcontinente en lo político, social, cultural, económico, financiero, entre otros.

No obstante, a pesar de todas estas condiciones ¿por qué su perfil de potencia no es tan definido, especialmente en la región? Una explicación se encuentra en el hecho de que todavía está en el rango de potencia emergente que lo deja en una posición ambigua, pues si bien cuenta con varios factores de los grandes poderes mundiales, así mismo posee otros que la atan al subdesarrollo, como son la inequidad en la distribución de la riqueza, situación que lleva a la pobreza extrema como es el famoso caso de las favelas, un alto porcentaje de violencia producido por la delincuencia común, el tráfico de armas y drogas, debido en parte a la pobreza, la corrupción y la debilidad institucional al impartir justicia. Además de estar aún en un estadio intermedio en la investigación y uso de tecnologías avanzadas (aunque con proyectos de trabajar en importantes áreas científicas como la biotecnología, entre otras), que sean creadas por ellos mismos y que aumenten su productividad económica.

Estos aspectos, a su vez, debilitan su imagen de potencia porque reduce las posibilidades de ejercer un porcentaje de su “poder blando”; es decir, su capacidad de atraer e influir a otras naciones, en parte por sus condiciones de vida y desarrollo. Como hay también otros elementos del “poder duro” (militar y económico) que son fundamentales para las potencias.

Para Brasil, el aspecto militar no había formado parte central de sus objetivos, especialmente en el ámbito internacional (con excepción de las misiones de paz en las que ha participado), pero en la actualidad, la inversión y el interés en modernizar y ampliar su equipamiento militar han aumentado su despliegue de fuerza. En lo económico y pese a sus recursos, su capacidad para ofrecer apoyo financiero a otros países en desarrollo no compite de manera suficiente con la de los más industrializados. Y este es un factor clave para crear lazos de atracción y dependencia hacia otras naciones.

Brasil y Colombia: oportunidad de crecimiento
Por toda esta ambivalencia, es lógico que en el contexto brasileño las personas que lo visitan no puedan generalmente ofrecer una opinión definitiva sobre su gran potencial. Sucede lo mismo con aquellos que no han estado en su territorio. Aún así, Brasil ha hecho importantes avances desde el gobierno de Cardoso y con el actual de Lula da Silva, en la lucha contra la pobreza, en parte por la redistribución de la riqueza y programas como “Hambre Cero” y la “Bolsa de Familia”, disminuyendo así la marginalidad y favoreciendo el crecimiento de la población de clase media. Ahora, lo esencial es que en tanto Brasil sigue su camino en el ascenso al poder, ¿qué hará Colombia al respecto, en el sentido de vincularse a su proceso de desarrollo, de beneficiarse con su crecimiento, de hacer valer su calidad de vecino? ¿Puede Colombia proyectarse hacia Brasil y la nación lusitana acoger a Colombia? Algunos pequeños pasos ya se han dado, pero aún son pequeños

Por Patricia Serrano Lobos,Politóloga e internacionalista. Asesora del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos Políticos, Universidad Militar Nueva Granada



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