La compañía presidida por Juan Roig ha creado 14.000 empleos fijos en los tres últimos ejercicios
ROBER SOLSONA
Un establecimiento de Mercadona en Valencia
El tendero de la esquina convertido en materia de estudio en la escuela de negocios de Harvard. Este tránsito resume la trayectoria deMercadona, la principal cadena de supermercados española con una cuota de mercado del 13,8 por ciento sobre la superficie de venta y referencia mundial del sector de la distribución como modelo de empresa capaz de anticipar los efectos de la crisis -lo hizo en 2008- y seguir creciendo en la peor recesión que se recuerda en décadas.
Mercadona es una compañía marcada por las grandes cifras y por las frases que, a modo de máximas, ha acuñado su presidente, Juan Roig Alfonso (Valencia, 1949), un jugador frustrado de baloncesto, que repitió tercero de Bachillerato en los Jesuitas, y que en 1981 afrontó el principal reto de su vida.
Aquel año tomó las riendas de Mercadona. Entonces se trataba de una empresa de corte familiar con apenas ocho establecimientos de trescientos metros cuadrados en la ciudad de Valencia.
Aquel sueño de Juan Roig ha dado paso a una compañía con 1.411 tiendas al finalizar el ejercicio 2012 y que está a punto de completar su expansión por toda la geografía nacional con su próxima entrada en el País Vasco, lo que supondrá culminar la estrategia bautizada como la «mancha de aceite».
La trayectoria de Juan Roig es indisociable de la de Mercadona, aunque el propio empresario se empeña en recalcar que el éxito de la compañía es fruto de los esfuerzos de los integrantes de su plantilla (74.000 personas con contratos indefinidos al cierre de 2012).
Un céntimo en el bolsillo
Todos llevan una moneda de céntimo en el bolsillo. Desde el presidente hasta el último cajero, como metáfora del mundo real, como símil de hasta qué punto un solo céntimo multiplicado por miles puede contribuir a superar un periodo de visicitudes como el actual. Una filosofía que Mercadona ha acuñado como la «cultura del esfuerzo». La figura de Juan Roig ha despertado el interés de numerosos biógrafos no autorizados, quienes se afanan en aportar cualquier detalle desconocido del propietario de Mercadona. Hermético y de carácter tímido, sufre cuando posa ante las cámaras y dosifica sus apariciones públicas con cuentagotas.
Preguntado por la receta del éxito de Mercadona (en 2012 la empresa logró el mejor resultado de su historia con unas ventas por importe de 19.077 millones de euros y un beneficio neto de 508), Juan Roig apela a las verdades universales.
«La reciprocidad» -hay que dar para luego recibir y en última instancia exigir- y «nadie nace sabiendo», son dos de las frases que repite con mayor frecuencia y que componen el «cuerpo teórico» de su filosofía empresarial.
Un modelo de «calidad total» que le ha permitido convertirse en el proveedor de cerca de cinco millones de familias españolas. Después de haber pronosticado que lo bueno de 2011 era que iba a ser mejor que el año siguiente -un vaticino cumplido pero que entonces sorprendió a políticos y analistas-, Juan Roig ha optado por evitar nuevos pronósticos a nivel macroecnómico.
No obstante, su planteamiento para este ejercicio constituye todo un aviso para navegantes. Mercadona reducirá los precios de la cesta de la compra «porque va a bajar la renta de los españoles».
Esta decisión supone aplazar de momento el proceso de internacionalización previsto por la empresa para aplicar su modelo en el extranjero. La coyuntura no acompaña y Mercadona centrará sus esfuerzos en satisfacer a los «jefes» -conforme denomina en su jerga interna a los clientes- y en continuar aumentando su impacto en la economía nacional.
Un efecto generador de riqueza que se resume en dos grandes cifras. Mercadona aportó el pasado año 3.570 millones de euros al Producto Interior Bruto (PIB) español, un siete por ciento más, y la actividad que de forma directa o inducida genera el entorno de la compañía tiene un impacto en el empleo traducido en más de 400.000 puestos de trabajo.
Otra de las máximas de Juan Roig -quien no tiene reparos en admitir sus orígenes humildes y se ha calificado como «hijo de un porquero» a pesar de haber entrado en la elite de los empresarios más influyentes de España- pasa por la defensa de los intereses de la Comunidad Valenciana en cualquiera de los foros en los que se encuentra presente.
Cuando apenas le queda poco más de un año para la edad legal de jubilación, a Juan Roig le obsesiona potenciar la actividad emprendedora. De hecho, sostiene que «de la crisis saldremos apoyando a los emprendedores que se arriesguen». En este sentido, ha lanzado a título personal el Proyecto Lanzadera, a través del cual financiará con tres millones de euros anuales iniciativas emprendedoras que aporten valor añadido. La escuela de negocios Edem o el grado de Emprendedores adscrito a la Universitat de Valéncia en el que ejerce de profesor de la asignatura «Fundamentos de la Dirección de Empresas», constituyen otros de los ejemplos que plasman el legado que pretende aportar a la sociedad como parte de lo que ésta le ha aportado para llegar a la cima del éxito empresarial.
ROBER SOLSONA
Un establecimiento de Mercadona en Valencia
El tendero de la esquina convertido en materia de estudio en la escuela de negocios de Harvard. Este tránsito resume la trayectoria deMercadona, la principal cadena de supermercados española con una cuota de mercado del 13,8 por ciento sobre la superficie de venta y referencia mundial del sector de la distribución como modelo de empresa capaz de anticipar los efectos de la crisis -lo hizo en 2008- y seguir creciendo en la peor recesión que se recuerda en décadas.
Mercadona es una compañía marcada por las grandes cifras y por las frases que, a modo de máximas, ha acuñado su presidente, Juan Roig Alfonso (Valencia, 1949), un jugador frustrado de baloncesto, que repitió tercero de Bachillerato en los Jesuitas, y que en 1981 afrontó el principal reto de su vida.
Aquel año tomó las riendas de Mercadona. Entonces se trataba de una empresa de corte familiar con apenas ocho establecimientos de trescientos metros cuadrados en la ciudad de Valencia.
Aquel sueño de Juan Roig ha dado paso a una compañía con 1.411 tiendas al finalizar el ejercicio 2012 y que está a punto de completar su expansión por toda la geografía nacional con su próxima entrada en el País Vasco, lo que supondrá culminar la estrategia bautizada como la «mancha de aceite».
La trayectoria de Juan Roig es indisociable de la de Mercadona, aunque el propio empresario se empeña en recalcar que el éxito de la compañía es fruto de los esfuerzos de los integrantes de su plantilla (74.000 personas con contratos indefinidos al cierre de 2012).
Un céntimo en el bolsillo
Todos llevan una moneda de céntimo en el bolsillo. Desde el presidente hasta el último cajero, como metáfora del mundo real, como símil de hasta qué punto un solo céntimo multiplicado por miles puede contribuir a superar un periodo de visicitudes como el actual. Una filosofía que Mercadona ha acuñado como la «cultura del esfuerzo». La figura de Juan Roig ha despertado el interés de numerosos biógrafos no autorizados, quienes se afanan en aportar cualquier detalle desconocido del propietario de Mercadona. Hermético y de carácter tímido, sufre cuando posa ante las cámaras y dosifica sus apariciones públicas con cuentagotas.
Preguntado por la receta del éxito de Mercadona (en 2012 la empresa logró el mejor resultado de su historia con unas ventas por importe de 19.077 millones de euros y un beneficio neto de 508), Juan Roig apela a las verdades universales.
«La reciprocidad» -hay que dar para luego recibir y en última instancia exigir- y «nadie nace sabiendo», son dos de las frases que repite con mayor frecuencia y que componen el «cuerpo teórico» de su filosofía empresarial.
Un modelo de «calidad total» que le ha permitido convertirse en el proveedor de cerca de cinco millones de familias españolas. Después de haber pronosticado que lo bueno de 2011 era que iba a ser mejor que el año siguiente -un vaticino cumplido pero que entonces sorprendió a políticos y analistas-, Juan Roig ha optado por evitar nuevos pronósticos a nivel macroecnómico.
No obstante, su planteamiento para este ejercicio constituye todo un aviso para navegantes. Mercadona reducirá los precios de la cesta de la compra «porque va a bajar la renta de los españoles».
Esta decisión supone aplazar de momento el proceso de internacionalización previsto por la empresa para aplicar su modelo en el extranjero. La coyuntura no acompaña y Mercadona centrará sus esfuerzos en satisfacer a los «jefes» -conforme denomina en su jerga interna a los clientes- y en continuar aumentando su impacto en la economía nacional.
Un efecto generador de riqueza que se resume en dos grandes cifras. Mercadona aportó el pasado año 3.570 millones de euros al Producto Interior Bruto (PIB) español, un siete por ciento más, y la actividad que de forma directa o inducida genera el entorno de la compañía tiene un impacto en el empleo traducido en más de 400.000 puestos de trabajo.
Otra de las máximas de Juan Roig -quien no tiene reparos en admitir sus orígenes humildes y se ha calificado como «hijo de un porquero» a pesar de haber entrado en la elite de los empresarios más influyentes de España- pasa por la defensa de los intereses de la Comunidad Valenciana en cualquiera de los foros en los que se encuentra presente.
Cuando apenas le queda poco más de un año para la edad legal de jubilación, a Juan Roig le obsesiona potenciar la actividad emprendedora. De hecho, sostiene que «de la crisis saldremos apoyando a los emprendedores que se arriesguen». En este sentido, ha lanzado a título personal el Proyecto Lanzadera, a través del cual financiará con tres millones de euros anuales iniciativas emprendedoras que aporten valor añadido. La escuela de negocios Edem o el grado de Emprendedores adscrito a la Universitat de Valéncia en el que ejerce de profesor de la asignatura «Fundamentos de la Dirección de Empresas», constituyen otros de los ejemplos que plasman el legado que pretende aportar a la sociedad como parte de lo que ésta le ha aportado para llegar a la cima del éxito empresarial.
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