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2 de agosto de 2022
ECONOMIA
¿Cómo gastamos tanto, si las cosas no van bien?
Por:
Camilo Herrera Mora*
Dos datos contundentes: 70% de nuestro BIP corresponde al gasto de los hogares. Además, a ese rubro se atribuye el 98% del crecimiento de nuestra economía en 2021.
CON UNA INFLACIÓN tan alta, con el desempleo afectado por los confinamientos y con un aumento de la pobreza, suena muy raro decir que el gasto de los hogares en Colombia va bien. Cuando se habla de la economía colombiana es muy peligroso generalizar: una cosa es lo que le pasa a la suma de todos los colombianos, otra a la mayoría y otra a usted; por eso, siempre es bueno recordar que las cifras que vemos son de la suma de todo el país y que, por dentro, esconden las realidades de millones de personas.
El gasto de los hogares —es decir, lo que los hogares gastamos mensualmente en comprar el mercado, pagar servicios, salud, educación, darnos gustos, viajar e incluso comprar ropa, televisores o carros— es, hoy por hoy, más del 70 % del PIB de Colombia: sí, siete de cada 10 pesos de nuestra economía se van a ese gasto y por eso se trata de una variable muy importante.
Pero no es que si a la economía le va bien, al gasto de los hogares le vaya bien, sino todo lo contrario: porque los hogares gastan, el comercio vende, las empresas producen, el agro siembra y se genera empleo: así ocurre en un bello “ciclo de la vida” económica.
Ahora bien, no todos compramos igual ni lo mismo, bien sea porque necesitamos cosas diferentes, nos gustan cosas distintas o tenemos más o menos dinero para hacerlo. Así, un colombiano de ingresos bajos gasta cerca de 44 % de su gasto mensual en alimentos, lo que no le permite comprar muchas otras cosas, mientras que un colombiano de ingresos altos solo destina 18 % a comida y tiene una libertad de gasto más amplia. Como también pasa con los jóvenes, cuyo gasto en alimentos es bajo, mientras que el de los adultos es más alto. Esos contrastes hacen que sea muy difícil hablar de un comprador o consumidor colombiano promedio, porque es caer en la trampa de decir que nos parecemos en un país con serios problemas de ingresos, desempleo, pobreza, baja escolaridad y donde hay —por lo menos— seis grandes culturas: es evidente que el gasto en Barranquilla no es el mismo que en Cali.
Sabiendo todo esto, surgen tres preguntas importantes este año. ¿De dónde sale tanta plata que los hogares están gastando? De tres fuentes principales: el aumento del empleo, el del crédito y el de las remesas. 2020 nos dejó con un serio problema de desempleo que se ha venido reduciendo, gracias a la reactivación económica y las ayudas del Gobierno, causando que haya más personas con ingresos. Eso incrementa el gasto y mejora la calidad de vida de muchas personas. Además, cada vez son más los hogares que tienen acceso a crédito y eso ha permitido un aumento en la compra de electrodomésticos, motos, ropa y apartamentos, lo que es una buena noticia para todos. Y finalmente, las remesas, que continúan llegando del mundo entero, enviadas por las personas que viven fuera y que ya aportan el 4 % de todo el gasto de los hogares en Colombia. Claro: no todos tienen empleo, crédito y remesas, pero en todo el mercado sí se percibe que crecen los tres factores.
¿Cuánta plata nos queda libre al mes? Poca, y no porque nuestro ingreso sea muy bajo, sino porque mayormente no tenemos la cultura del ahorro. Ahorrar es sacrificar gasto presente para uno futuro, lo que significa que debería verse, de todas formas, como un gasto. Es decir que el primer gasto que hace un ahorrador es su cuota de ahorro y después comienza a gastar en alimentos, pago de cuotas, arriendos, servicios, salud, educación y gastos suntuarios. En 2020 algunos colombianos pudieron ahorrar dinero, pero ya en 2021 lo habían gastado. Mes a mes, le queda a la suma de los hogares colombianos un disponible de, más o menos, el 16 % de su ingreso, para comprar ropa, cosas para la casa, turismo y rumba, después de comprar y pagar lo que se requiere cada mes.
Comprendido esto, ¿por qué el gasto es tan fuerte hoy? por tres grandes fuerzas que lo mueven, más allá de los ingresos y de los ahorros. La primera es la de contención de compra, dado que en 2020 y 2021 no pudimos comprar todo lo que debíamos comprar y eso hace que hoy sigamos desatrasándonos en esos gastos —como en el caso de muebles, ropa, tecnología y carros—. La segunda es que la Covid-19, la guerra en Ucrania y las elecciones nos causaron mucha incertidumbre, lo que ha generado que la gente quiera hacer todo ya: comprar todo de inmediato y no dejar nada para mañana, teniendo en cuenta la sensación de que quizá el mañana sea muy distinto. Finalmente, la gente sabe que si los precios suben, las cosas cada vez serán más caras y es mejor com- prar lo más rápido posible. Los tres fenómenos tienen un lugar común: anticipación de compras.
Así, el gasto en los hogares causó el 98 % del crecimiento del PIB en 2021 y seguramente hará otro tanto en 2022, pese a la inflación, las elecciones y la guerra, porque la gente necesita y quiere cosas para satisfacer sus necesidades, proyectos y metas. Cada compra que hacemos no solo genera empleo, sino que nos permite solucionar algún problema o antojo que tenemos. El gasto es el rey.
*Fundador de RADDAR.