El arquitecto que trajo la franquicia de Dunkin Donuts a Colombia
"Soy arquitecto de formación, pero me inquieta la innovación. Persigo el desarrollo para ponerlo en práctica para los colombianos", presidente de Dunkin Donuts.
Miguel Merino, propietario de la franquicia de Dunkin Donuts en Colombia.
Arquitecto de profesión, pero empresario de corazón. Así se describe el tolimense Miguel Merino, de 76 años, dueño y presidente de Donucol, la franquicia en Colombia de Dunkin Donuts, que ya completó 35 años en el mercado nacional.
Merino, antes de dedicarse de lleno a la industria de alimentos, estudió arquitectura en la Universidad de los Andes, fue Ministro de Desarrollo Económico, embajador en las Naciones Unidas, cónsul en Boston y gobernador del Tolima en 1978, entre otras actividades.
Durante su etapa como arquitecto en Ibagué, aparte de participar en la construcción de viviendas para el Tolima, participó también en la construcción del primer centro comercial de dos pisos para esta ciudad y, aunque fue duramente criticado en su momento por querer desarrollar un formato revolucionario para el sector, sacó adelante la obra que desafió todas las costumbres de la región y que pasó a ser un éxito para los ibaguereños.
La compra de la franquicia de Dunkin Donuts no estaba en los planes de Merino. Sin embargo, un día cualquiera, mientras estaba en Boston, se acercó a las oficinas de la compañía para preguntar por una receta que le ayudara a su hermana a hacer buenos pasabocas para montar un negocio.
Para su sorpresa, lo atendieron y fue entonces cuando se enteró que la firma planeaba expandirse al mercado internacional por la vía de franquicias. En ese momento Merino les propuso que consideraran a Colombia para empezar con el plan de expansión, ya que también habían hecho la propuesta desde Venezuela.
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Así, en septiembre de 1983 la reconocida marca llegó al país tras cerrarse un acuerdo entre Merino y el padre de su amigo Jorge Rothlisberger, quien fue su socio en el proceso, que costó US$100.000. Luego de esto se abrió la primera tienda de Dunkin Donuts en Bogotá en la calle 63 con carrera 13.
La llegada de esta cadena causó sensación entre los consumidores, pues no se había desarrollado un formato de cafetería acorde con los estándares estadounidenses; además de haber sido la primera empresa de este mercado que pautó en televisión. Tras varios altibajos, inversiones y constantes luchas, la empresa llegó a su punto de equilibrio, pero esto solo lo hizo ocho años después de su apertura.
Aunque el público acogió la franquicia, este empresario nunca se imaginó que esa ‘casualidad de la vida‘ se convirtiera en una compañía que crece 5,77% al año, facturando más de $71.600 millones. Ni que llegara a tener presencia en 9 ciudades del territorio colombiano, genere 1.200 empleos directos y sea semillero de primer empleo para los jóvenes.
El suceso que marcó la vida empresarial de Merino fue una charla motivacional que le dio a varios coroneles de las fuerzas militares, que estaban en curso para ascender a generales, en donde uno de los asistentes se levantó y le agradeció por estar allí. “Recuerdo que me dijo: gracias al trabajo que conseguí en su empresa pude costear mis estudios en la marina. Y hoy ya estoy en el camino para ser general”, recordó con nostalgia el empresario, quien asegura que se han enfocado en brindar oportunidades de crecimiento a sus trabajadores.
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Entre tanto, reconoce que no tenía contactos dentro de Dunkin Donuts para haber conseguido que el negocio se quedara dentro del país y no en Venezuela. Lo atribuye a la fortuna de haber llegado a preguntar en el momento oportuno y así le ganó el pulso al país vecino.
Merino asegura que la experiencia más satisfactoria que le han dado las donas es haber traído a Colombia un concepto diferente de cafeterías y de comida rápida.
“La economía del país era cerrada. Cuando comenzamos se creía que el desarrollo se daba internamente y no en el exterior. No había mucha apertura hacia la inversión extranjera en ese momento”, recuerda el líder de la compañía.
Hoy las cosas han cambiado y Dunkin Donuts opera en un mercado cada vez más exigente y competido. No obstante, Merino planea seguir creciendo a tasas de 3% anual. Con trabajo, compromiso, tesón y disciplina espera seguir llegando a los negocios en el momento adecuado.