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viernes, agosto 31, 2018

COLOMBIA - El Hueco: una guía para el área de compras más barata en Medellín

Gurú de Medellín




El Hueco es un área de El Centro en Medellín que está llena de miles de pequeñas tiendas de todo tipo con buenos precios. Esta es un área de Medellín donde puedes encontrar los precios más baratos para casi cualquier cosa.

Puede encontrar tantos productos en esta área con los precios más baratos en la ciudad. Puede encontrar ropa, zapatos, artículos para bebés, juguetes, artículos para el hogar, equipos deportivos, textiles, materiales de arte, muebles, relojes, joyas y mucho más. Puede encontrar casi cualquier cosa, pero puede tomar algún tiempo buscar en un área grande.

Le pregunté a varios policías y también a dos empleados de la oficina del alcalde de Medellín en el área cuáles eran los límites de El Hueco y obtuve varias respuestas.

Después de algunas investigaciones descubrí que generalmente se considera que El Hueco limita al norte con la Avenida Colombia, al sur con la Avenida San Juan, al este con la Carrera 51 y al oeste con la Avenida del Ferrocarril. Entonces, esta es una gran área con más de 30 bloques de ciudades.

El Hueco es un área con una mezcla de pequeños centros comerciales, tiendas independientes y vendedores ambulantes. Esta es una gran área con, según los informes, más de 80 pequeños centros comerciales (centros comerciales) llenos de miles de pequeñas tiendas. Y muchos de estos centros comerciales están interconectados.

Además, hay miles de pequeñas tiendas independientes y vendedores ambulantes aparentemente innumerables. En total, según los informes, hay más de 12,000 tiendas en el área que emplean a más de 45,000 personas.


El centro comercial El Hueco Numero Uno
Historia de El Hueco

El sector de Guayaquil en Medellín ha sido importante para los habitantes de la ciudad desde antes de 1889. Esto se debió a la estación de ferrocarril, los caminos cercanos, la plaza de Cisneros y la plaza del mercado de Guayaquil, que se combinaron para convertirlo en un importante centro comercial. área de la ciudad.

A fines de la década de 1990, los comerciantes del oriente de Antioquia comenzaron a llegar al sector de Guayaquil. Los comerciantes eran de varias ciudades, incluyendo El Santuario, Granada y Marinilla. Y abrieron tiendas en el área para la venta de ropa y otros artículos.

El sector se convirtió en un lugar lleno de diferentes lugares unidos por pasajes que formaban una especie de laberinto con múltiples salidas. Esto provocó que los habitantes del lugar comenzaran a llamarlo " El Hueco ".

Este nombre comenzó a hacerse famoso en la ciudad. Y los administradores de los centros comerciales El Hueco Pichincha, El Hueco Numero Uno y el centro comercial Centro Comercial Japón registraron el nombre de "El Hueco" como marca internacional en 2001.


Dentro de uno de los centros comerciales de El Hueco
¿Qué tiendas puedes encontrar en El Hueco?

Puede encontrar tantos tipos de tiendas en El Hueco, ya que hay literalmente 1,000 tiendas. Incluso hay algunos sectores del área que se especializan.

Por ejemplo, cerca de la estación de metro Cisneros hay muchas tiendas pequeñas de mejoras para el hogar con precios que pueden ser más bajos que los encontrados en Homecenter. En estas pequeñas tiendas puede encontrar muchos productos de mejoras para el hogar, como puertas, armarios, fregaderos, pisos y muchos otros productos.



Pequeñas tiendas de mejoras para el hogar

Además, hay algunas calles llenas de pequeñas tiendas que venden textiles.



Una de las muchas tiendas que venden textiles

Aquí hay fotos de otros tipos de tiendas que encontrará en el área de El Hueco:



La gran juguetería NinoLandia con más de 50,000 productos



Una tienda que vende artículos de camping



Una de las muchas tiendas que venden maletas y bolsos



Una tienda de artículos deportivos


Una de varias tiendas especializadas en hilos y artículos de costura



Una de varias tiendas especializadas en artículos para bebés



Hay muchas tiendas de ropa en el área



Y hay muchas tiendas de zapatos en el área

Pero tenga cuidado ya que hay algunos artículos falsificados que se venden en algunas de las tiendas. Además, la calidad de algunos artículos puede ser menor.
Asegúrese de negociar en El Hueco

Los precios no son necesariamente fijos en El Hueco. Por lo tanto, no se olvide de negociar al comprar en El Hueco.

Expresiones que pueden usarse para regatear precios, incluidos los siguientes:
Eso está muy caro, déjemelo más barato? (Eso es muy caro, ¿podría hacerlo más barato?)
He visto esto en otro lugar por menos (lo he visto en otro lado por menos)
No me alcanza la plata, rebájele un poquito? (No me lo puedo permitir, ¿podrías quitarte algo?)

Además, trate de usar ropa más simple, lo que puede facilitar el regateo. Además, es mucho más fácil negociar si hablas español. Además, intenta visitar a un amigo colombiano, ya que es probable que puedan negociar mejor que tú.
Seguridad en El Hueco

Siempre hay mucha gente en El Hueco. Por lo tanto, generalmente se considera un área segura. Pero aún así toma precauciones.

Recomendamos vestir cómodamente ya que caminará mucho. La mayoría de las personas que van de compras en esta área (hombres y mujeres) usan zapatos tenis y jeans. No use pantalones cortos y chanclas, ya que esto lo identificará como un extranjero.

Recomendamos llevar una bolsa simple para que no atraiga la atención del sector. Además, no se recomienda llevar tarjetas de débito o crédito, ya que las tiendas generalmente solo aceptan efectivo.

Además, no flashee teléfonos celulares, cámaras, joyas o dinero. El carterismo y el robo de bolsos son comunes en lugares públicos concurridos. La distracción es con frecuencia la estrategia, así que mantente alerta y vigila tus pertenencias.

Además, tenga en cuenta su entorno cuando use su teléfono celular, ya que los teléfonos celulares son los artículos robados más comúnmente en la ciudad. Siga nuestros otros consejos de seguridad y su riesgo de ser víctima de un delito debería reducirse en gran medida.
Cómo llegar a El Hueco

La forma más fácil de llegar a El Hueco es utilizando el metro de Medellín . El Hueco generalmente se encuentra entre la estación de metro de San Antonio en la Línea A y la estación de metro Cisneros en la Línea B.



La estación de metro de San Antonio

Si camina hacia el oeste desde la estación de metro de San Antonio o hacia el este desde la estación de metro Cisneros, estará en la zona comercial de El Hueco.



La estación de metro Cisneros

Además, puedes tomar un taxi o Uber desde cualquier punto de Medellín. Todos los taxistas y conductores de Uber sabrán dónde se encuentra El Hueco.

Horario: 9 a.m. a 7 p.m.



Dentro de uno de los centros comerciales en El Hueco
La conclusión: El Hueco en Medellín

El Hueco es un gran lugar para encontrar gangas en Medellín. Durante un viaje reciente encontré tenis por solo 50,000 pesos ($ 16.50 USD). Había visto los mismos zapatos en el centro comercial Mayorca por 100,000 pesos. También compré dos pares de jeans por un total de solo 75,000 pesos ($ 25 USD).

Si vas a El Hueco por la mañana, la multitud será menor que en la tarde. Además, tenga en cuenta que casi todas las tiendas de la zona cierran a las 7 p.m. Entonces, el área se borra rápidamente a las 7 p.m.

lunes, junio 05, 2017

Así se hicieron ricos los santuarianos y marinillos

Así se hicieron ricos los santuarianos y marinillos

TOMADO DE EL COLOMBIANO


Así se hicieron ricos los santuarianos y marinillos


Confites, cigarros y licores son otros negocios que han liderado los comerciantes del oriente de Antioquia en Medellín y otras ciudades del país. FOTO JAIME PÉREZ


POR JOSÉ GUILLERMO PALACIO | PUBLICADO HACE 3 HORAS



25.000 empleos directos e indirectos generan los santuarianos como comerciantes, en Cali.

80 % de los negocios de El Hueco en Medellín pertenecen a santuarianos y marinillos.


EN DEFINITIVA

El hambre sacó de sus pueblos a varias generaciones de santuarianos, marinillos y granadinos. En la venta de mercancías hallaron su redención y hoy dominan el mercado popular en el país.

En las familias de El Santuario, Marinilla y Granada nacían 18 hijos y más y todos se criaban con las migajas que sus padres les sacaban a sus “finquitas”, de una o dos cuadras, en las peores tierras de Antioquia, por efectos de acidez y aridez.

Hoy ese acto innovador, de lograr lo máximo con lo mínimo, hace de los comerciantes santuarianos, marinillos y granadinos el grupo más próspero del comercio popular en el país, como lo prueban las cifras y propiedades que manejan, y lo más sorprendente: se hicieron de la nada.

Las primeras generaciones de negociantes, años 40 y 50, salieron de sus minifundios acosadas por el hambre para rebuscarse el pan en las fincas cafeteras del suroeste de Antioquia, Caldas, Risaralda y Quindío.

Les siguieron otros parientes, en los 60 y 70, que se lanzaron a la calle como vendedores de baratijas en capitales y pueblos, luego desde los 80 aparecieron otros, que le dieron la vuelta al mundo para negociar en centros globales de producción de mercancías.

Salían, “aún orinándose en la cama”, con lo que tenían puesto, que era toda su riqueza; la bendición de sus padres y el consejo “manéjese bien mijo”, dice Luis Carlos Salazar, santuariano, quien a comienzos de los 60, a la edad de 12 años, dejó su familia atrás para “irse pa’ arriba”, en busca de un futuro mejor.

Comerciantes de la fe


Al Medellín de los 60 y los 70 lo exploraron ofreciendo legumbres, granos, espejitos, platos de losa del Carmen de Viboral, que estrellaban contra el piso y no se quebraban porque los sabían tirar; cuadritos del Corazón de Jesús, la Virgen María, la Última Cena y las Llamas del infierno en el Pedrero, del antiguo Guayaquil; Envigado y Sabaneta, mercados que recorrió Luis Carlos como vendedor de ilusiones y cuadros protectores y premonitorios.

Un año después probó suerte en Florencia, donde se habían instalado otros santuarianos y marinillos que lo acogieron. De allí emprendió su propia aventura, ya solo, para recorrer las plazas de Bogotá, Puerto Asís, Neiva, Buenaventura y Ecuador, de donde fue expulsado cuando comenzaba a hacer fortuna.

Si logró consolidar algo fue después de décadas de trabajo, dando vida a sus sueños, de sol a sol y más allá del sol.

Símbolo de estos pioneros del comercio popular está Iván Botero Gómez, quien en su adolescencia llegó al Quindío, en los 60, donde creó una incipiente empresa de muebles. Al ver que las cosas iban bien se llevó a los 14 hermanos que dejó en el pueblo y a todos los puso a trabajar.

Botero fortaleció una ruta de prosperidad que hoy lo tiene al frente de 14 empresas, algunas con sucursales en el exterior. En estas genera 2.000 empleos directos y 6.000 indirectos.

“Botero, Carlos Gómez, Eleazar Giraldo, Jaime Zuluaga, quien maneja 15.000 vendedores en el país, en su empresa Línea Directa, y otros empresarios que están en la cúspide de los negocios, alcanzaron sus fortunas como recompensa a décadas de trabajo, pero hoy es fácil encontrarse comerciantes, algunos con menos de 30 años, amasando fortunas incontables.

A algunos de los últimos se les reconoce por sus excentricidades, sus caballos de paso fino, sus carros de alta gama y sus vivas a Dios, el Corazón de Jesús y Nacional en el éxtasis de sus parrandas de aguardiente, cuando regresan a celebrar al pueblo en las Fiestas del Retorno”, comenta Rodrigo Vargas o “mono Vargas”, quien ha escrito varios libros sobre su pueblo.

Un camino no santo

Los comerciantes santuarianos se atribuyen el arte de hacer plata en los negocios gracias a su descendencia judía y ser bendecidos, de manera directa, por el Sagrado Corazón de Jesús.

El mono Vargas, a quien también se le conoce como el “embajador de El Santuario en Alemania”, donde pasó tres años en prisión por un yerro de juventud, si bien defiende el origen judío de su pueblo, pone en duda que sean tan creyentes y que por ello reciban favores del cielo al momento de hacer sus negocios.

Más bien se la juega por la tesis de que la mayor parte de su grandeza como comerciantes no está sustentada en su espíritu cristiano, sino en un pasado de contrabandistas, actividad en la que han sido protagonistas desde la época de la Colonia, moviendo toda suerte de mercancías como arrieros y cargadores de lo que llegaba a tierras ingobernables.

De hecho, en las décadas del 20 y el 30 de El Santuario surgieron algunos de los capos del contrabando de tabaco, sal y licores. Testimonio de ello fue la “batalla del aguardiente”, librada en la plaza principal del pueblo, el Sábado Santo de 1929, la cual dejó regada sobre el empedrado la sangre de 10 santuarianos contrabandistas y la del comandante de Rentas.

Entre esos muertos aparecen los hermanos José Delio, Luis Enrique y Eugenio Antonio Ramírez, todos tíos del “mono Vargas”, cuyo taller de carpintería en El Santuario, que funciona más como sitio de tertulias que como restaurador de muebles, tiene como uno de sus lujos una fotografía de los tres difuntos, más uno de sus amigos de andanzas, todos luciendo cachaco, corbata y sombrero a la moda, al mejor estilo del mafioso americano Al Capone, en sus tiempos de fechorías en New York y otras urbes americanas.

La capital

En peores condiciones a las que se movían en El Pedrero, con sus miserias en una cajita de cartón, toda una generación de santuarianos, entre los 12 y los 20 años, se embarcó con el sueño de hacer plata en la capital del país por la autopista Medellín - Bogotá, que cruzó el pueblo en los 80. Casi todos viajaron como piratas en camiones, acomodados sobre cajones y cajas de tomate o bultos de papa, para luego regresar a su pueblo en carros último modelo y bañados en oro y otros lujos.

“Llegaban solos, no les importaba si a arrastrar una carreta o tener que juntarse 20 muchachos en una pieza para ahorrar y acompañarse, pues la solidaridad entre santuarianos siempre ha sido alta”, comenta Juan Pablo Giraldo, quien hoy hace parte de una próspera empresa en El Hueco.

La suerte les sonrió a los santuarianos Javier Botero, Obdulio Zuluaga y Víctor Vargas, quienes fundaron el primer sanandresito por los lados de la plaza San José. En el comercio la ventaja la lleva quien rompa con toda fuente de intermediación. Por ello, una vez reunían algún capital importante se iban a mercar a San Andrés, Maicao y el puerto libre de Colón, en Panamá.

En estos mercados entendieron que los mismos solo funcionaban como tránsito de mercancías y decidieron ir más allá, al lugar donde nacían las mercancías, dice Lina Vargas, santuariana, con pregrados en Ciencias Políticas y Comunicación Social y estudiosa de este trasegar. Así comenzaron sus excursiones como compradores a Nueva York y luego a Taiwan, Corea y China. Hoy exploran el mercado de la India.

Colonia en China

En 1976, el señor Luis Gómez se convirtió en el primer ‘Marco Polo’ santuariano que le dio la vuelta al mundo para mercar en China, un país remoto del que nada se sabía en el pueblo y del que se sigue sin saber nada más allá de que es un gran centro de producción de mercancías.

“Luis Gómez ni siquiera sabía cómo se saludaba en chino y para su viaje se dotó de la única herramienta que consideraba realmente útil para lo que él iba a hacer: una calculadora, con las tres operaciones básicas, suma, resta y multiplicación”, dice el mono.

En el pueblo se afirma que se hizo acompañar de un traductor que le escribía en la calculadora el precio del producto que le gustaba, cifra que le servía para, casi de manera instintiva, regatearlo por caro.

Detrás de don Luis partieron otros orientales antioqueños y luego tantos otros que los chinos comenzaron a buscar en los mapas o a preguntarles dónde quedaba la “república de El Santuario”, dice don Luis Carlos.

Todo se aclaró el día que el primer chino, como socio de un santuariano, visitó el pueblo y comprendió que tal mercado no era para la “república de El Santuario”, que este se extendía por toda Colombia e incluso a otras naciones como Venezuela, Perú y Ecuador.

Antes, cuando una persona decidía dejar su pueblo para buscar fortuna en Bogotá, se reunía toda su familia, rezaban el rosario e iban a misa para que la suerte los acompañara y el Sagrado Corazón de Jesús no les fuera a fallar. En la actualidad son tantos los que viajan o han viajado a China, que cuando parten para este país ni siquiera le hablan a nadie del “viajecito”.

Hoy cuentan con colonias en urbes chinas, como las tienen en Bogotá, que supera a su colonia en Medellín, y, al menos, en otras 15 capitales colombianas, donde dominan el comercio popular.

En el gigante asiático son protagonistas como compradores en la ciudad de Guangzhow, de 12,5 millones de habitantes, uno de los emporios industriales y comerciales del país, con más de 7.000 hoteles y fundada 300 años antes de Cristo.

También en Yiwu, megaciudad que cuenta con el mercado de mercancías más grande del mundo, y la capital del dragón, Beijing, con 21 millones de personas, donde la colonia tiene una sede, en el centro de la ciudad, con un cuadro del Corazón de Jesús en la sala principal.

“Dígase lo que se diga, de todas formas hay que quitarse el sombrero frente a personas que pese a que escasamente garabatean su nombre en español, terminan en China negociando en mandarín y gestionando toda suerte de documentos para sacar las mercancías de ese país y luego introducirlas a Colombia”, argumenta Juan Manuel Hoyos, comerciante en el pueblo.

Poder en Colombia


Así, los descendientes de quienes vendían legumbres en El Pedrero y fantasías en fiestas y plazas de pueblos, en este momento, solo contando su plata menuda, aparecen como líderes de un imperio comercial popular que los hace propietarios de la mayoría de los sanandresitos del país y más de la mitad de los negocios del populoso sector de San Victorino, en Bogotá, el cual se extiende por varias calles y avenidas.

En Medellín poseen más del 80 % de los negocios de El Hueco, con edificios incluidos; tienen numerosas empresas de maquila y son reconocidos como los más grandes comerciantes de la Central Mayorista; en Cali en sus empresas y centros comerciales generan más de 25.000 empleos directos e indirectos; su poder se extiende por el resto de capitales, ciudades intermedias y grandes pueblos donde manejan centros comerciales, tiendas, supermercados, centros de abastos de granos y víveres y en su pueblo parece que fueran más los negocios y las microempresas que las casas de habitación.

Hasta el gobierno de César Gaviria, que abrió las fronteras patrias al comercio y la industria mundial, “quienes compraban una paca de cigarrillos, baratijas al marinero que llegaba al puerto de Buenaventura, o llenaban contenedores con mercancías en cualquier lugar del país o el mundo lo hacían bajo el convencimiento de que esa mercancía pasaba porque pasaba, toda vez que eran pocos los que pagaban impuestos y eran maestros en comprar funcionarios o manejar rutas”, dice Luis Carlos.

La situación era tan compleja que quienes dominan esta historia desde el comercio organizado afirman que si la industria nacional sobrevivió en esos tiempos fue por la tenacidad propia de los industriales o porque alguna luz llegó de la bendición del Sagrado Corazón de Jesús en décadas de gobiernos ausentes e indiferentes frente a la invasión de mercancías chinas, coreanas, japonesas, taiwanesas o americanas.

En este momento no falta el que sigue jugándole al contrabando, con el argumento de que eso es “defensa propia porque el gobierno se quiere quedar con todo”, pero “la mayoría trabaja de manera legal.

Nuestros viejos eran comerciantes, nosotros somos empresarios, con carreras universitarias, muy organizados y apostándole a emprender nuevos proyectos, incluso por fuera del negocio de las mercancías”, argumenta Giraldo.

El Santuario chino

La historia tiene sus ciclos y si antes los orientales de Antioquia explotaron el comercio chino y se jactaron de su ingenio paisa o judío, ahora son los chinos los que hablan español y están monopolizando el mercado local y los están sacando a ellos de los grandes centros comerciales de Bogotá por las facilidades que les brinda el gobierno y el manejo de sus propias factorías, comenta Juan Carlos.

En Medellín son israelíes los que aparecen como propietarios de numerosas bodegas y productos de El Hueco.

Ahora las familias santuarianas y marinillas viven como chinos, arrumadas en pequeños cuartos para abrirles espacio a talleres de maquila que acomodan donde sea y en cientos de apartamentos diminutos que crecen por todos lados, gracias a que sus comerciantes decidieron meter parte de su plata en proyectos inmobiliarios, copiados al gigante asiático.

Pero por más centros comerciales que creen, por más almacenes de dos por dos metros, de $400 millones cada uno que posean y por más países y mercados que conquisten para hacer dinero el santuariano, en su esencia, sigue siendo el mismo: “Arracacho, con voz y dichos de montañero y a la espera de que lleguen las Fiestas del Retorno para volver a su pueblo a emborracharse con aguardiente en sus caballos de paso fino, en los que invierten grandes fortunas y a celebrar en nombre del Sagrado Corazón de Jesús y vivas a Nacional.

Su mundo en el comercio es tan abierto que si bien los primeros regresaron para morir en su pueblo, la segunda generación morirá en algún gran pueblo o ciudad colombiana y la última, la que está en curso, convencida como muchos de sus ancestros de que la plata es el fin y no un medio para vivir mejor, dejará sus huesos o cenizas en algún cementerio asiático, donde quien les lleve flores no sabrá siquiera cómo se pronuncian sus nombres.

viernes, abril 21, 2017

Comerciantes de El Hueco, en Medellín, crearon una tarjeta de crédito para sus clientes | Noticias Caracol

Comerciantes de El Hueco, en Medellín, crearon una tarjeta de crédito para sus clientes | Noticias Caracol


Comerciantes de El Hueco, en Medellín, crearon una tarjeta de crédito para sus clientes


Colprensa
Artículo

La estrategia financiera dirigida a compradores de estratos 1, 2 y 3 comenzará a circular desde el 24 de abril. Beneficiaría a unas 25 mil personas.

La nueva tarjeta se llama Rapicash, considerada como la única débito con cupo de crédito que circula en Medellín, un producto financiero creado por la compañía BC Business Company y la Cooperativa de Granada (Coogranada), con el apoyo de Redebán, según explicó Enrique Gómez, vocero de la alianza.

“Permitirá que gran parte de los dineros que se manejan en efectivo, desaparezcan”, manifestó.

Con Rapicash, personas de estratos bajos podrán acceder a cupos en crédito desde 2 millones de pesos. La tarjeta busca quitarle clientes al llamado ‘gota a gota’ y evitar atracos por manejo de efectivo, dijo Francisco Duque Herrera, gerente de Coogranada.

La tarjeta comenzará a ser comercializada el lunes 24 de abril, inicialmente entre los mismos empleados de 73 centros comerciales del corazón de Medellín. Con el tiempo, esperan llegar a San Victorino, en Bogotá