EN COLOMBIA
TOMADO DE PORTAFOLIO
La mayoría de los alimentos están sometidos a una cadena de comercialización que en ciertos casos incluye hasta seis intermediarios.
La comercialización de la mayoría de los productos agropecuarios sigue enfrentada a una larga cadena de intermediarios que, en opinión de los productores, perjudica tanto al agricultor como al consumidor final.
A pesar de que las grandes cadenas de supermercados y los expendios especializados han comenzado a entenderse directamente con los agricultores para el suministro de algunos productos, este sistema cubre apenas a unos pocos alimentos, en tanto que en los demás siguen requiriendo de diversos intermediarios, entre acopiadores, seleccionadores y distribuidores al por mayor, que son los que finalmente firman los contratos de abastecimiento con los supermercados.
El mayor problema se registra con los productos perecederos que provienen de zonas de minifundio y cuyo mercado de destino son tiendas o plazas.
De acuerdo con los resultados del seguimiento hecho por PORTAFOLIO a 20 productos agropecuarios, hay casos en los que se registran hasta seis intermediarios antes de que un producto llegue al consumidor final, lo que afecta la rentabilidad del agricultor e incrementa el precio final. Sin embargo, también hay alimentos que salen de la finca directamente al supermercado o a la fábrica que lo procesa para luego llevarlo al consumidor.
Según Eméramo López, funcionario de Fedepapa, el número de intermediarios en la comercialización depende no solamente del producto sino del tipo de cultivador, (pequeño, mediano o grande) y del mercado al cual se destine la cosecha (ver flujograma de la papa).
Hace 20 años, la Misión de Estudios del Sector Agropecuario encontró que algunos alimentos pasaban hasta por ocho manos antes de llegar a los hogares. Ahora, la cadena más larga se encuentra en seis intermediarios, que corresponde a frutas de producción casera (el recolector, el acopiador, el que traslada el producto a los grandes centros de consumo, el mayorista, el distribuidor y el tendero o expendedor). Este fenómeno también se da con pequeños agricultores que incluso venden la cosecha en el terreno, sin recolectar.
La apertura de nuevas opciones de comercialización de productos tales como la oferta pública a través de la Bolsa Nacional Agropecuaria, el crecimiento de la red de supermercados y la aparición de comercializadores especializados de frutas y hortalizas como Surtifruver de La Sabana, en Bogotá, han contribuido a mejorar los esquemas de comercialización y a reducir el número de intermediarios, generando mejores ingresos para los productores, modernizando cultivos y entregando productos de mejor calidad a los consumidores.
Aún así, más de la mitad de los productos perecederos siguen vendiéndose en pequeños expendios de barrio o en las plazas de mercado.
Por ejemplo, Antonio Cuéllar es un pequeño productor de plátano y yuca en Quimbaya (Quindío). Para obtener una cosecha de cualquiera de los dos productos debe trabajar durante más de un año.
Producir un kilo de plátano le cuesta alrededor de 300 pesos y uno de yuca 200 pesos. Sin embargo, al momento de vender estos alimentos se los pagan a 400 pesos el kilo de plátano y a 250 el de yuca, a precios de la semana pasada. En el primer producto obtiene una ganancia de 100 pesos por kilo, en tanto que en el segundo sólo alcanza un margen de 50 pesos.
En Bogotá, los consumidores pagan 1.400 pesos por el kilo de plátano y un precio similar por la yuca, es decir, hasta cinco veces más de lo que recibió el campesino, quien trabajó durante un año y expuso su capital al sol y al agua para luego recoger su cosecha y obtener una utilidad del 10 ó el 20 por ciento, cuando máximo. Esta rentabilidad sólo se logra en épocas como la actual en la que los precios de dichos productos están altos debido al invierno y a que no hay temporada de cosecha. Por lo general, la utilidad promedio del agro no supera el 3 ó 4 por ciento. Incluso, hay épocas en que se trabaja a pérdida.
En el caso de la yuca, los 1.200 pesos que hay de diferencia entre el valor que recibe el agricultor y lo que paga el consumidor no se los gana una sola persona. Una cosecha de yuca sale de la finca y pasa hasta por cinco dueños antes de llegar al consumidor.
El seguimiento hecho por PORTAFOLIO indica que el número de intermediarios depende del tipo de alimento, su grado de procesamiento y del sitio donde sea adquirido por el público.
La mayor cantidad de intermediarios se registra en los productos que son comercializados en las tiendas de barrio, pues en el caso de la yuca pasa hasta por cinco manos antes de llegar a los hogares (Ver tabla para grupos de productos)
Esto no sucede con los alimentos que se venden en los supermercados de cadena y en los expendios especializados, pues allí desaparecen los intermediarios, hasta el punto de que en algunos casos el almacén contrata con los propios agricultores la producción de determinados alimentos.
Carrefour es una de esas empresas. Según explicó Grégoire Kaufman, director de Mercancías de la multinacional francesa, la compañía tiene un equipo de compradores que viaja para buscar proveedores más cercanos con el fin de obtener productos de máxima calidad y con precios más reducidos. "Lo que se busca es que sea directo del campo al mostrador".
A través de ruedas de negocios y contactos con cámaras de comercio y las alcaldías, Carrefour realiza las compras directas, lo que evita uno de los intermediarios más costosos que es el del transporte.
Además, se tiene un Centro de Producto en Bogotá donde los productores entregan en la tarde la cosecha recolectada en la mañana, lo que garantiza alimentos más frescos.
En los casos donde los productores son muy pequeños, se busca que se organicen a través de cooperativas para facilitar las negociaciones.
Las cadenas también recurren a acuerdos con gremios y productores organizados para mantener a largo plazo un adecuado abastecimiento.
En otros casos, son los propios supermercados los que tienen fincas productoras lo que elimina la intermediación, como es el caso de Carulla Vivero.
En el caso de Cafam, entre el 35 y 40 por ciento de los productos perecederos se compran directamente a los productores o cultivadores.
Según Luz Marina Teuta, jefe del Departamento de Perecederos de Supermercados Cafam, otro 35 por ciento se adquiere a los grandes comercializadores que les compran a pequeños productores que disponen de transporte.
Pero si en los supermercados no hay intermediarios ¿por qué los precios son iguales que los de las tiendas, e incluso más altos?
Los administradores de las áreas de alimentos perecederos de las cadenas explican que cuando se contrata la producción con el agricultor éste recibe un mejor precio por su cosecha, bajo la condición de que suministre productos de determinada calidad y en los volúmenes pactados.
Así mismo, el surpermercado no solamente le ofrece al consumidor un producto seleccionado, sino que lo somete a temperaturas controladas, de tal manera que retarde su condición de alimento perecedero y de esa manera le entrega un artículo de mejor calidad frente al que el que adquiere en una tienda o en una ‘revueltería’.
El presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Rafael Mejía, sostiene que pese a que ha habido avances en algunos sectores, la situación sigue siendo crítica y que por eso el tema de comercialización hace parte del pliego presentado por el gremio al Gobierno, dentro de la agenda interna será necesario poner en marcha para hacerle frente a los retos del TLC con Estados Unidos y otros países.
Mejía asegura que en situaciones como la actual donde el invierno aumenta el costo de producción y reduce la rentabilidad porque las lluvias deterioran la calidad de los productos, los comercializadores aprovechan para subir los precios sin reconocerles parte de ese aumento a los campesinos.
Esta misma preocupación se extiende a los productores pecuarios. Según la gerente de Asoporcicultores, Consuelo Velasco, en lo que va corrido de este año, los precios del cerdo gordo en pie pagado a los productores, disminuyeron 12 por ciento, es decir 500 pesos por kilo. Incluso en el Valle ha sido de 800 pesos, pero estas mismas disminuciones no se trasladan al consumidor.
Es el número de personas que intervienen en la comercialización de papa y yuca, antes de llegar al consumidor.
PISCICULTURA, CADENA DE RIESGO
La piscicultura en estanque también enfrenta problemas por el exceso de intermediarios. Una libra de mojarra pasa hasta por cuatro manos antes de llegar al consumidor. Sin embargo, en esta cadena, el margen de utilidad es inferior al de los productos agrícolas. Mientras a un piscicultor le cuesta 1.400 pesos producir una libra de mojarra roja, cuando la vende recibe entre 1.600 y 1.800 pesos, en tanto que al consumidor final paga 3.000 pesos. Los intermediarios logran un margen cercano al 50 por ciento, pero asumen los costos de transporte y refrigeración.
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