EL PERÚ TIENE EL RETO DE VENDER DISEÑO Y NO SOLO TEXTILES. INTERNAMENTE, EL CONSUMO DE MODA PERUANA HA DADO UN GRAN SALTO, TANTO EN ALTA COSTURA COMO EN MODA URBANA. ¿PODREMOS HACER LO MISMO FUERA?
Por Mariana Vega Jarque
Metida con su máquina de coser en un cuartito que le prestó su mamá, Sitka Semsch comenzó su carrera de diseñadora vendiendo sus vestidos de noche en US$350. "Llamaba a las amigas de mi mami y a las mías a ver si querían que les hiciera algo", cuenta.
A Fátima Arrieta, las clientas le llegaban con fotos de revistas extranjeras y le pedían un vestido "igualito". "Para ellas tú eras como una costurera, pero con criterio", recuerda riendo.
Ambas se formaron en importantes escuelas de diseño de EE.UU. y regresaron al Perú hace poco más de diez años, cuando lo más chic era irse a Miami o Nueva York a comprarse sus trajes. No había en Lima una cultura del diseño, ni escuelas, ni clientes para una moda made in Peru.
Hoy, Sitka vende sus vestidos de noche en cuatro o cinco veces más que en esa época, y si es de novia, en diez y casi once veces más. "Mi tope es US$3.900", dice. No cose más de seis vestidos de novia al mes, para poder darse el tiempo de preparar sus colecciones y sus desfiles en el extranjero, aunque en su atelier de San Isidro vende hasta 18 prendas al mes, desde blusas de US$180 a chaquetas de US$400.
Fátima prefiere concentrarse en "sus" novias. En meses como abril y mayo ha tenido hasta seis novias en un solo sábado y su paquete (incluye zapatos, tocado y velo) cuesta US$3.000.
Y es que el Perú parece estar recuperando la tradición de confecciones que, según María Lucía Carrillo, directora de la escuela Mod'art, tenemos. "Los sastres, costureras o sombrereros peruanos siempre han sido reconocidos", explica. No en vano, las confecciones de punto son el quinto producto que se exporta en el Perú, justo después de los minerales, y superarán, según los cálculos, los US$800 millones en el 2007.
EL MOLDE
Todo comenzó con las bodas. Con el crecimiento de la oferta de buffet o decoración vinieron las revistas de bodas. Era el año 2000 y Sitka y Ani Álvarez Calderón ya comenzaban a hacerse conocidas por sus vestidos de novia, y las revistas les dedicaban páginas a sus creaciones. "A mí también me comenzaron a llamar y yo invertía en hacer los vestidos. Aunque perdiera, era para que me conocieran", cuenta Fátima.
Primero fueron dos o tres, luego cinco y seis diseñadores. Por cada novia había cincuenta amigas --potenciales novias-- que se quedaban enamoradas del vestido y se grababan el nombre del diseñador. Por cada novia, además, había una mamá o una hermana que quería un vestido exclusivo para la ocasión.
"Lo importado, además, dejó de tener el 'charm' que tenía antes, pues ya había tanta cosa importada que no era un símbolo de calidad", explica el marketero Rolando Arellano.
PRIMERA COLECCIÓN
Hoy los diseñadores de mayor renombre ya no dedican todo su tiempo a los vestidos a medida, sino que tienen sus propias colecciones.
Sumy Kujón, por ejemplo, sigue haciendo vestidos de novia por US$2.500, pero tiene también su marca, Muñeka, con la que no solo se acerca más al consumidor, sino que envía pedidos de 12 o 24 prendas a Tokio, Londres o Nueva York.
Sitka es la invitada latina preferida de la semana de la moda en Moscú, que, si bien le significa una inversión de US$20.000, le permite ya no solo vender lo que lleva, sino que ahora consigue pedidos de US$10.000. Además, hace tres semanas lanzó en Falabella su marca Basement by Sitka, que, aunque se limita a 15 ejemplares por prenda, llega a más personas.
Pero el verdadero cambio se siente en otros aspectos. Las seis escuelas de diseño reconocidas que ya hay en Lima tienen, cada una, unas 15 graduadas por semestre. Algunas prefieren poner su tienda, y es así como hay ya unos 15 locales en Lima como el Gato Espacial o Floam. Otras son reclutadas por la industria, que hasta hace cinco años solo producía confecciones a pedido pero hoy tiene diseñadores a tiempo completo.
Finalmente están los protagonistas masivos de esta escena: las tiendas por departamento. Jimena Graña, gerenta del Área de Damas de Ripley, explica que hace dos años se vieron en la necesidad de formar un equipo de diseñadores peruanos que en este momento están ampliando para satisfacer las 10 marcas nacionales que tienen. "Cada tres meses viajan a Londres, Nueva York o Milán y van a desfiles, boutiques y miran por la calle cuáles son las tendencias, y luego las 'aterrizan' a la moda peruana", cuenta.
SIGUIENTE TEMPORADA
El siguiente paso, según Igor Rojas, gerente de Textiles y Accesorios de Prom-Perú, es conseguir que el Perú no sea visto solo como un productor de polos de algodón, sino que exportemos diseño y talento.
"En Colombia, por ejemplo, el 65% de sus exportaciones de textiles son diseñados por ellos", cuenta.
Para esto, Prom-Perú ha decidido no solo quedarse en la feria Perú Moda --que ha crecido en tres años de 6.000 m2 a 12.000 m2 y genera US$53 millones-- sino que viene promoviendo a diseñadores peruanos en pasarelas de París, Buenos Aires y México. "Nos interesa promover imagen a largo plazo", agrega Rojas.
Espera poder concretar, junto a la SNI y ÁDEX, una institución como la colombiana Inexmoda: un centro de formación e investigación de tendencias que además convoque a una semana de la moda peruana.
Otra vía potente para este fin es la del diseñador José Miguel Valdivia, quien junto con Usaid diseña prendas para 30 mypes de diferentes partes del Perú que exportarán a EE.UU. "A las mypes siempre se les dice ¡exporta!, pero nunca se les orienta sobre cómo deben hacerlo", cuenta.
Quién sabe, tal vez si tenemos un TLC firmado y Colombia no, podamos pasar del made in Peru a un designed in Peru y hasta superarla.
Como dice Sitka: "¿Por qué no tratar de estar en el mejor lugar que existe? ¿Por qué no?".
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Ignacio Gómez Escobar
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