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Vista panorámica de Santa Fe de Bogotá, capital de Colombia. |
Texto | Mónica Oblitas
Fotos | Marta Escurra/ Mónica Oblitas
Hermosa. Si bien es una enorme metrópoli, lo que distingue a Bogotá de otras ciudades es el carisma de su gente. | La biodiversidad colombiana es una de las mayores del mundo. Aprovechando esta riqueza, el país quiere convertirse en uno de los destinos ecoturísticos más importantes de la región.
El reto es visitar lo más posible en sólo un día con algunas horas y con esta premura en mente, Bogotá se abre impresionante desde la ventanilla del avión, cemento y verde, rodeada de montañas que en algo recuerdan a La Paz. El pasajero de al lado, amable como buen santafereño, indica que siendo domingo la mayoría de museos están cerrados pero que se puede visitar el cerro de Monserrate, uno de los atractivos turísticos más importantes de la ciudad desde donde las vistas son impresionantes. Explica además qué zonas son comerciales y cuáles no, y qué precauciones tener al momento de abordar el transporte fuera del aeropuerto.
Con estas indicaciones en mente, es cosa de conseguir un taxista bueno y rápido, que nos haga un tour popular en el poco tiempo que disponemos. Por suerte, la mayoría de conductores en Bogotá tienen estas características, así que con el volante veloz del taxista José de Jesús Castillo y al ritmo de unos vallenatos colombianos, nos dirigimos a la primera parada, el espectacular cerro de Monserrate.
Un lugar de fe
El punto de orientación más importante en la ciudad de Santa Fe de Bogota, que está construida en una inmensa planicie, es el cerro de Monserrate con su Iglesia del Señor Caído en la cúspide y el cerro de Guadalupe con una estatua monumental de la Virgen. Ambos pueden verse durante todo el trayecto desde el aeropuerto hacia la ciudad.
Con sus 3.152 metros a nivel del mar, el cerro vigila a Bogotá y es el símbolo por excelencia de la capital colombiana, desde su fundación en 1640. En 1657 se construyó un monasterio, que albergaría luego a una de las imágenes más veneradas de Colombia, el Señor Caído, obra del maestro santafereño Pedro de Lugo y Albarracín.
Con varios atractivos como una feria de artesanías propia, dos restaurantes de categoría y un pequeño mercado de comidas típicas, es el punto de reunión de miles de creyentes que sobre todo a partir del 28 de noviembre, visitan con devoción el santuario.
Muchos peregrinos suben a pie un camino mal empedrado e interminable marcado por las 14 estaciones de la pasión de Cristo, que pone en prueba la resistencia física y la fe. Cada día, miles de creyentes suben con devoción los escalones que llevan al santuario en la cumbre, como acto penitencial. También se llega hasta el cerro en un moderno teleférico en cuyo trayecto se va a observando poco a poco todo Bogotá y se llega por vía terrestre en funicular, en un hermoso paseo entre viejos eucaliptos.
La comida
“Arepas”, arepas de papa, de huevo, con queso, con camarón… la arepa es la niña mimada de la gastronomía colombiana, se come en el desayuno, en el almuerzo, en la merienda y en la cena. En Bogotá se toman usualmente tres comidas diarias: el desayuno se sirve en restaurantes y cafeterías hasta las 9:00 ó 10:00 a.m.; el almuerzo, entre 12:00 m. y 3:00 p.m., y la cena en la noche, hasta las 11:00 p.m. Hay quienes acostumbran tomar, además, refrigerios ligeros: las “medias nueves” entre el desayuno y el almuerzo, y las “onces” a media tarde, y la mayoría incluye en su menú, arepas.
Los principales elementos de la dieta colombiana son los tubérculos, particularmente la papa y la yuca, complementados con carne o pescado. Entre los cereales enteros se consume principalmente el arroz y el maíz.
El plátano es un elemento importante, insustituible incluso en la dieta. Reemplaza al pan en todas las comidas. El fríjol, la arveja y la lenteja no suelen faltar en la mayor parte de las cocinas.
Los ceviches en Bogotá son un punto aparte. Pueden ser de ostras, camarones o sólo pescados, y también mixtos. Depende del toque de cada cocinero para lograr un sabor distinto. Son exquisitos y muy condimentados.
Pero en las cevicherías se consume algo más que ceviches, existe un jugo muy especial que es el preferido por los capitalinos quienes le otorgan poderes revitalizantes físicos, intelectuales y sexuales. Al enterarnos la fórmula, fue imposible probarlo. Se llama “Berraquillo” y está hecho en base a cangrejos vivos, huevos de pato y licores diversos. Los cangrejos se meten pataleando a la licuadora y se baten junto a los demás ingredientes. La bebida se toma de golpe, recién terminada de licuar. Sus resultados, aseguran quienes lo consumen, son inmediatos y muy duraderos.
Bogotá es una ciudad cosmopolita en cuanto a gastronomía se refiere. Así, además de restaurantes especializados en comidas típicas bogotanas, los hay también que ofrecen menús de otras regiones del país, o cocina de diferentes partes del mundo. Existen restaurantes para todos los bolsillos.
En el centro
Seguimos el rápido recorrido por la ciudad y ya es de noche, los faroles se encienden dándole una luz especial a las calles donde los edificios tienen una arquitectura ecléctica en la que conviven varios tipos de arquitectura armónicamente.
Las aceras tienen elevamientos casi imperceptibles, y espacios bien marcados para los discapacitados, un acueducto recorre varias cuadras del centro y el tráfico, aunque no es ordenado, no es ruidoso. Llama la atención la cantidad de indigentes que pululan por las calles, como parte de un triste decorado y los muchos policías y militares que las resguardan, recordando que Colombia tiene, en sus secuestrados, a miles de heridas abiertas.
Esta vez nos dirigimos ya a pie hacia la plaza principal, la Bolívar. Antiguamente llamada Plaza Mayor, el enorme espacio alberga la Catedral y las Galerías de Arrubla, edificio de tres pisos que ocupó el costado occidental; en el primer piso se abrieron tiendas de lujo y en los superiores las oficinas de la administración municipal.
Para la construcción del Capitolio Nacional, de estilo neoclásico, sede del Congreso de la República, se dispuso de todo el costado sur de la plaza. En el costado norte se encuentra el Palacio de Justicia que completa actualmente el marco de la Plaza de Bolívar.
No hay mucha gente a esta hora del domingo, pero sí abundan ratas y palomas que se disputan los restos de comida de los bogotanos que fueron a pasear a la Plaza. Por esta ingrata compañía, apuramos el paso para regresar al hotel. Antes de dormir, arepas.
Un agradable caos
Al día siguiente, sólo un par de horas alcanzan para conocer el centro comercial más popular de Bogotá, cercano a la Plazoleta de la Mariposa, escultura de metal de Edgar Negret, llamada en realidad parque San Victorino. A su alrededor cientos de vendedores salen a las calles para tratar de atraer clientes a sus negocios. Regatean, insisten y persiguen a los clientes. Ropa de toda la calidad se vende en esta zona. Un popular bloguero colombiano (Quitiman), escribe “La mejor definición del sector es la que lo parangona con un bazar y la más acertada comparación es la que lo asimila con un mercado persa; pero advirtiendo que en dicha plaza pareciera que no hubiese vendedores corrientes sino que todos hubiesen hecho un curso intensivo para graduarse de turcos: la mayoría son maestros del regateo. de las cuentas rápidas, del arte del descuento y la rebaja que, en últimas, no es más que un protocolo de venta en el que el cliente se va contento con “la atención” del buen precio conseguido y el mercader de ocasión queda satisfecho porque ha cumplido la regla de oro de San Victorino (que es la misma del marketing moderno): “vender barato; pero vender más”.
Cerca, a unas cuantas cuadras, están los bancos e instituciones financieras. Es un caos urbano, con cierto toque de singular orden. No hay mucha basura, y nuevamente, no se escuchan bocinas. Por eso el ruido de un parlante con vallenatos llama la atención. Es una manifestación en las puertas del Servicio de Impuestos, donde un hombre arenga con el micrófono y la música a un grupo de mujeres que protestan. No hay dinamitas, ni petardos ni insultos. Hasta para protestar parecen cordiales los colombianos. Seguimos con el paseo.
El Museo del Oro, otro lugar obligado de visita, está en remodelación hasta el 2 de noviembre, así que decidimos conocer las también famosas iglesias bogotanas, una de ellas es la de Nuestra Señora de Aguas. Esta es una pequeña iglesia situada en el camino hacia el Cerro de Monserrate. Fue construida en el siglo XVII y posee una capilla con un domo de adobe y un retablo central de nogal. También se encuentra el famoso cuadro La Virgen del Rosario pintado por Antonio Acero de la Cruz. Como esta, cientos de iglesias con hermosos retablos y verdaderas obras de arte, se reparten en las distintas zonas de la ciudad.
Lamentándonos hasta el alma, tenemos que volver, las conexiones no esperan y el aeropuerto El Dorado, está a una hora del centro. ¿Qué impresión se lleva Marta Escurra, mi compañera de viaje, periodista paraguaya del diario ABC Color? “Colombia es lo que yo llamaría mi segundo hogar. Tiene los mismos riesgos que en mi país (secuestros, crímenes, etc.) ¿pero qué país latinoamericano no los tiene? Sin embargo, la autenticidad de su gente, la sensualidad de sus mujeres y la galantería de sus hombres, hace que sea el escenario propicio para quedarse y disfrutar del berraquillo, correr de las ratas de la plaza Bolívar o aventurarse en las frías cimas del Monserrate". Y es que a Bogotá, definitivamente, siempre se quiere volver.
Algunos consejos
- Los bolivianos no necesitan visa para Colombia. Pero si los motivos para el ingreso al país son estudio o trabajo, el viajero debe solicitar visa o permiso que se tramita en el consulado de Colombia.
- Se necesita el certificado de vacunación contra la fiebre amarilla.
- La moneda oficial de Colombia es el peso ($).Toda transacción en moneda extranjera debe realizarse en casas de cambio autorizadas, hoteles o bancos; nunca en la calle.
- Colombia no es barato, un jugo de naranja en la calle cuesta 5 bolivianos. Sin embargo pueden encontrarse verdaderas ofertas en menús ejecutivos por ejemplo de tan sólo 10 bolivianos, incluidas las bebidas.
- Bogotá es famosa por su ropa. En el barrio de San Victorino se pueden encontrar verdaderas ofertas, aunque no es un barrio seguro.
- El clima es frío, tendiendo a templado, con temperaturas que oscilan entre los 20 grados como máxima y 5 como mínima.
CUANDO EL ARTÍCULO PUBLICADO PROCEDE DE UN MEDIO LE INCLUYO EL LOGO DEL MEDIO O EL RESPECTIVO "TOMADO DE:" CUANDO ES DE MI PROPIA AUTORIA LO DESTACO SUFICIENTEMENTE
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Ignacio Gómez Escobar
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