jueves, junio 04, 2009

Con la boca abierta quedó barranquillero que visitó Medellín




ESTA ES MI CIUDAD... LOS INVITO A VISITARLA.

Tip de Santiago Sarmiento

Este lector barranquillero, que no había montado nunca en el Metro y menos en el Metro Cable, visitó a Medellín la semana pasada y se llevó la mejor impresión de la capital antioqueña. No pudo más que escribir sobre esta experiencia.

“Yo había estado en Medellín varias veces y como todo buen colombiano tengo amigos paisas, lo que no es raro. Como tampoco es raro que los paisas hablen permanentemente de lo maravillosa, hermosa y espectacular que resulta ser Medellín y, a algunos como yo, por momentos nos aburre el tema, por considerarlo desproporcionado y lejano a esa utópica perspectiva.

Para ser honesto, nunca había entendido ese amor enfermizo de algunos paisas por Medellín, aunque es una ciudad muy bonita, de bellas mujeres y de magníficos cirujanos plásticos, yo no consideraba que mereciera tantos elogios como por ejemplo ser la ciudad más hermosa de Latinoamérica. Para mí Buenos Aires, Santiago de Chile y Bogotá, por poner algunos ejemplos, me parecen mucho más lindas que Medellín, es más, después de ir muchas veces, yo no conocía más allá de la avenida El Poblado, el Parque Lleras, algunos sitios de rumba y, en general, sitios y planes de moda, como puede ser hoy Rionegro.

Bueno, además el tema del narcotráfico, del cual Medellín fue solo una víctima más, influyó negativamente en la imagen de la ciudad y durante esa nefasta época visitarla generaba un cierto temor, debido a los frecuentes atentados terroristas y a las reacciones irracionales de algunos “traquetos” (mafiosos) que por ahí pasaban recordándonos nuestra fragilidad.

Ahora no tengo claro qué ha pasado con Medellín o conmigo: la semana pasada estuve en Medellín y me quedé muy sorprendido. Por primera vez monté en el metro y nunca llegué a imaginar que después de 14 años de inaugurado no le hubiera pasado un día, parece que lo estuvieran estrenando, ciudades como Boston, reconocidas por su nivel cultural, envidiarían un metro como éste por las condiciones de aseo e integridad general. Yo solo encontré cosas buenas, unos kioscos desde donde se fomenta la lectura invitando a adquirir libros de bolsillo es solo uno de los ejemplos que resaltan lo que ellos denominan muy acertadamente Cultura Metro.

Luego del metro conocí el Metrocable de Occidente y si con el Metro había quedado descrestado, el viaje por este teleférico me dejó boquiabierto, no por lo imponente de su infraestructura y sus condiciones generales, sino por el propósito de éste, es un claro ejemplo de lo que significa inversión social.

Es muy difícil describir con palabras lo que se puede ver a través de su recorrido. Barrios enteros incrustados en las montañas que por la misma dificultad que representa subir por estas empinadas y cada vez más estrechas vías, las condiciones generales van desmejorando en la medida que se asciende, sin embargo, hasta lo más alto llega el Metrocable, permitiendo que las personas que habitan este sector puedan atravesar la ciudad por 1.500 pesos, algo menos de 0,70 centavos de dólar.

Adicionalmente, cuentan con tarifas diferenciales para estudiantes y adultos mayores, lo que no solo tiene un impacto positivo sobre el bolsillo, sino que en términos de tiempo ahorra en ocasiones más de dos horas en comparación con las épocas en que no contaban con esta alternativa.

Pero la sorpresa fue mayor cuando ya pasada la mitad del recorrido de ascenso, comencé a ver edificios que se erguían imponentes entre ese cuerpo rojizo de venas grises, como un corazón irrigando de progreso aquel triste paisaje.

No dejé nada a suposiciones por lo que pregunté por esos edificios y me respondieron que están destinados para la reubicación de la comunidad que se encuentra más vulnerable al estar asentada en zonas de alto riesgo. Son edificios que honran esta zona, que aprovechan y le dan valor a la hermosa vista que desde ahí se tiene de la ciudad y lo más importante, permiten que sus nuevos habitantes gocen de la posibilidad de vivir con mejor calidad de vida en el barrio que los vio crecer y de donde muchos, a diferencia de lo que algunos pensamos, no quieren cambiar por nada.

Definitivamente me quedé con la boca abierta al ver como Medellín con todas las posibilidades de haberse ido de espaldas para el barranco, de haber podido culpar a el narcotráfico y al legendario Pablo Escobar, quien infortunadamente se volvió un icono de esta ciudad y a pesar de que por esto muchos en el exterior la identifican, lograron darle la vuelta a una historia manchada de sangre y marcada por el dolor, para convertirla en un ejemplo de unión, un ejemplo de lo que significa una sociedad con sentido de pertenencia, una ciudad que cada medellinense y antioqueño siente como propia, por la que lucha, una ciudad que responde a ese cariño con inversión social, una ciudad que le dice a su gente: no importa donde usted esté, yo estoy con usted, con transporte, servicios públicos, vivienda de interés social y luchando cada vez más por la seguridad.

No hace falta sino abrir el periódico El Colombiano para ver la responsabilidad de los medios de comunicación con la comunidad, a través de algo que ellos denominan Tips (nombre que no me gustó mucho, para algo tan bueno), abren la puerta del periódico a los ciudadanos para que denuncien y destinan dentro de sus páginas un gran espacio para esto, hacen campañas cívicas pequeñas y fáciles de digerir para que sus ciudadanos vean y se concienticen de lo que deben hacer. Adicionalmente hacen seguimiento con las autoridades competentes a las denuncias con el fin de garantizar una respuesta oficial a estas problemáticas.

La verdad es que hacer una lista de las cosas buenas que conocí esta vez en Medellín sería complicado porque cada vez encuentro una más, por ejemplo, el centro de Medellín concentra transporte, comercio, educación, vivienda, entretenimiento, salud, parques, imponentes templos religiosos, todo esto con unas condiciones de calidad inimaginables para una ciudad del tamaño de Medellín. También me llamó la atención la feria ganadera, las bibliotecas, los parques como el Jardín Botánico, dentro de muchas otras cosas.

Sería fácil decir qué buenos son los políticos paisas o qué buenos son los medios de comunicación paisas, etc., pero definitivamente no son unos u otros, son todos unidos los que construyen esa sociedad que ama a su ciudad y, como en cualquier ciudad, hay cosas por mejorar, claro está, pero eso es otra cosa para resaltar, saben qué deben mejorar, son críticos y conscientes de que en cada dificultad hay una oportunidad para crecer.

Sin bien es cierto que para los gustos se hicieron los colores y por esto a algunos nos puedan gustar unas ciudades más que otras, lo más valioso de Medellín nada tiene que ver con lo estético, sino con la capacidad de una sociedad para construir una ciudad como ésta, con unos antecedentes muy duros, en un país como Colombia.

Definitivamente los paisas me dejaron con la boca cerrada, tiene por qué sentirse orgullosos”.



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ESTA ES MI CIUDAD... LOS INVITO A VISITARLA.



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