Foto: Javier Agudelo / EL TIEMPO
Según la Asociación Colombiana de Ventas Directas (Acovedi), que reúne a 32 empresas, el año pasado 830 mil colombianos, en su mayoría mujeres, se dedicaron a esta actividad.
Sigue aumentando en el país el número de personas dedicadas a las ventas directas por catálogo, un trabajo que, aunque ofrece utilidades, no resulta tan práctico como lo muestran las empresas. Según la Asociación Colombiana de Ventas Directas (Acovedi), que reúne a 32 empresas, el año pasado 830 mil colombianos, en su mayoría mujeres, se dedicaron a esta actividad.
Cada 20 días, Sineth Londoño, de 34 años, marca su catálogo de ventas de la nueva campaña de una empresa de cosméticos y, disimuladamente, lo empieza a rotar en la oficina donde trabaja en oficios varios.
Al final del día, cuando lo recoge, tiene al menos cinco pedidos que le representarán unos 20 mil pesos de ganancias.
No todos los días vende y no todos los meses gana el mismo dinero, pero para ella este 'empleo' es un complemento necesario para el mantenimiento de su hogar.
Como ella, hoy en día en Colombia hay cerca de un millón de personas que se dedican a las ventas por catálogo, una modalidad de empleo que en el país inició en los años 80 y que se ha fortalecido en medio de la crisis económica.
Según la Asociación Colombiana de Ventas Directas (Acovedi), que reúne a 32 empresas, el año pasado 830 mil colombianos, en su mayoría mujeres, se dedicaron a esta actividad que, aunque informal, le representó ganancias por 1,5 billones de dólares a las multinacionales.
Sin embargo, en medio de tanto dinero ¿Vale la pena dedicarse a una actividad que al final de cuentas es inestable y estresante?
Según un estudio realizado por la Escuela Nacional Sindical (ENS) las ventas por catálogo son una solución rápida al desempleo y un apoyo a la economía personal, pero las condiciones establecidas hacen que, como cualquier sistema capitalista, sean las empresas las que ganan mientras las consultoras, como se denominan, no reciben una recompensa realmente justa por toda su labor.
En otras palabras, detrás de la bella modelo que posa en las vallas y exhibe fogosos labios maquillados con el último labial hidratante, este esquema tiene una dosis de explotación laboral.
Aspectos positivos
Entrar al mundo de las ventas por catálogo es fácil: pasa por alto los largos procesos de selección de una empresa, no discrimina por estudios realizados, no tiene preferencias por la edad, ni demanda mayor papeleo; basta con una invitación y acercarse a una de las reuniones, llenar formularios, entregar copias de un par de documentos y listo el primer paso.
Es gracias a esta facilidad que mujeres de estratos bajos, sin educación profesional, encontraron un modo de obtener ingresos que, de otro modo, no sería posible.
Según las cifras de la ENS, el 80 por ciento de las mujeres que en Medellín y el valle de Aburrá se dedican a estas actividades pertenecen a estratos 1, 2 y 3, y el 78 por ciento presenta un nivel educativo igual o menor que el bachillerato.
En segundo lugar están las utilidades obtenidas por las consultoras que, en promedio, equivalen al 25 por ciento de las ventas que realizan. Su economía se ve entonces favorecida por sus amistades, que se convierten en sus principales clientas.
Eso sí, sus ingresos dependen de su eficiencia como vendedoras y por supuesto, del tamaño de su círculo social.
Esto es un arma de doble filo. No es funcional para quienes tienen pocos conocidos, pero al mismo tiempo propicia nuevas relaciones entre la consultora y quienes se convierten en sus clientes.
Finalmente, un tercer elemento a favor es la estrategia del incentivo que emplean las empresas, que le otorga premios a sus mejores vendedoras, motivando a su red de trabajadoras a vender más en cada campaña para ganar.
Cuatro experiencias de las ventas por catálogo
"Empecé hace 2 años y ha sido bueno. Hay meses que vendo 250.000 pesos y otros vendo menos, pero sigo porque cualquier ingreso que tenga me sirve para mis hijos":
Sineth Londoño. 34 años.
"Cuando inicié fue porque no tenía empleo. Es fácil entrar, pero lo difícil es conseguir la clientela. Al final sólo quedan los familiares y entonces uno se retira".Sineth Londoño. 34 años.
Ángela Arango. 49 años.
"Yo vendo para tener dinero para mis cosas, no porque lo necesite o viva de esto, porque igual no son muchos ingresos. Es más por gusto para tener mi platica".
Sandra Acosta. 18 años.
"Yo vendí muchos años en una empresa y escalé hasta tener buenos ingresos que me sirvieron para el hogar y mi familia. Ahora sigo porque me gustan los productos".
Luz Restrepo. 57 años
Inestabilidad, es el contra mayor
La irregularidad en las ventas y por tanto en los ingresos, la carencia de seguridad social y prestaciones y, sobre todo, la responsabilidad que cada vendedora tiene en todas las etapas del proceso (oferta, distribución y cobro), son los factores negativos para quienes se dedican al oficio de las ventas por catálogo. Aunque vender puede ser fácil para muchas, porque el negocio se mueve solo con un catálogo y no es necesario caminar o tocar puertas, el momento de cobrar y de pagarle a la empresa empieza a ser el más exhaustivo.
Las cifras del estudio muestran que el 39 por ciento de quienes hacen parte de este sistema se mantienen estresados y no se consideran satisfechos, por lo que se retiran en un periodo de aproximadamente dos años.
Ángela Arango, madre de familia, ha sido vendedora por catálogos de diferentes empresas y siempre desiste por lo tediosa que resulta la labor.
"En ocasiones los productos no llegaban, otras veces no me alcanzaba para cubrir la cuota mínima, los clientes abusan de uno, no pagan el día que es y la verdad es que es muy poca ganancia y yo me sentía explotada", aseguró Arango.
Ese es el mayor cuestionamiento a este sistema. ¿Es justa una remuneración aleatoria en un mercado de billones de pesos?
Las empresas que emplean esta metodología aseguran que aportan a la calidad de vida de sus vendedoras no sólo con los ingresos por venta, sino con bienes materiales que representan progreso. Así justifican su labor.
Y aunque muchas mujeres como Ángela se cansan y se retiran porque no es una actividad esencial de su economía familiar, la mayoría de las vendedoras encuentran en las ventas por catálogo que éstas les representan ingresos fijos con destino a sus hogares.
"Yo cuento con esa plata para muchas cosas de mis hijos y no pienso retirarme porque necesito la plata", afirmó Sineth Londoño, quien además aseguró que para ella no hay ningún tipo de explotación. "Esto es igual a cualquier empleo, uno trabaja y el jefe o la empresa ganan más", concluyó.
EDDY NATALIA ROJAS ROLÓN
MEDELLÍN
ADMINISTRACION DE LA CADENA DE ABASTECIMIENTO, MONTAJE Y OPERACION DE TIENDAS Y SUPERMERCADOS, INVESTIGACION DE MERCADOS CUALITATIVA Y CUANTITATIVA.
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Ignacio Gómez Escobar
ESTRATEGA EN MERCADEO
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