martes, mayo 25, 2010

Las tiendas se niegan a morir



Las tiendas se niegan a morir
Julio César Herrera | Rodrigo Orrego Serna (fondo) lleva 20 años en el barrio Simón Bolívar. Su tienda, La Chinca, es una de las más visitadas por médicos, obreros y habitantes del sector que ven allí un espacio de bajos precios y de más comodidad.

Las tiendas se niegan a morir

LOS VIEJOS TENDEROS continúan al frente de los negocios tradicionales en calles de barrios como Laureles, La América y Belén. Pero los grandes supermercados son su mayor amenaza.
Juan David Correa López | Medellín | Publicado el 25 de mayo de 2010
Cada mañana, desde hace 20 años, Rodrigo Orrego Serna agarra un palo de escoba y con algo de esfuerzo, levanta la puerta de La Chinca.

Está allí, como cada día, para abastecer de gaseosas, tortas, leche, arepas, cigarrillos y otros productos a su clientela. A sus 60 años, don Rodrigo es el tendero de toda la vida del barrio Simón Bolívar, en el corazón del Occidente de la ciudad.

Su tienda, La Chinca, es en honor a la Iglesia de Chiquinquirá que está ubicada a todo el frente. Y desde allí donde viene su mayor clientela. "Nos llegan hasta 900 personas", dice entre risas este tendero que es uno de los 1.000 que aproximadamente hay en las comunas 11 y 16 y que representan el 9 por ciento del total de tiendas de barrio en Medellín, que son cerca de 12 mil, según datos de Fenalco.

Muchos de ellos, como Orrego Serna, sin embargo, han visto venir una 'animal grande' para sus ventas en los últimos años: los grandes almacenes de cadena que decidieron meterse de lleno en los barrios tradicionales.

"Acá tenemos los clientes fijos. Pero muchos sí prefieren a los duros", cuenta el hombre mientras le vende un jugo a Carla Londoño, doctora de una EPS ubicada a todo el frente del Éxito de la Carrera 80, pero que prefiere ir hasta La Chinca.

"Acá es más tranquilo y se tiene mejor atención", dice.

Un servicio casi personalizado que se encuentra en la mayoría de estos espacios urbanos que no parecen sucumbir a la competencia y que representan hoy el 54 por ciento del mercado de alimentos en la ciudad, según Fenalco.

Gloria Isabel Upegui, por ejemplo, aún mantiene a El Dorado, en la mente de muchos de los habitantes del tradicional barrio Laureles. Hace 30 años es la administradora de esta tienda, que se llamó así "porque brillaba ante tanta maleza que había por acá en ese tiempo".

Pero hoy debe soportar la competencia del supermercado Pomona de la Avenida Nutibara que le bajó sus ventas.

"No hay que negar que muchos se fueron a mercar allá. Se nos bajaron las ventas un 30 por ciento. Pero acá seguimos con el esfuerzo", cuenta Upegui.

En la otra orilla, Alejandro Atehortúa, con 17 de sus 34 años en la Tienda Mixta El Mismo, en el corazón de La América, dice que a su local no le ha pasado nada. "Acá siguen los mismos", cuenta mientras empaca unas arepas para llevarlas fiadas a dos clientes que no fallan con el diario.

Amparo Echeverri Marín, directora de Fenaltiendas, programa de Fenalco para apoyo a los tenderos, insiste en que allí está la diferencia: en la cercanía con los clientes y hasta en la posibilidad del famoso 'fiado'. "La gente busca es la familiaridad, la calidad de los productos y el precio, pues cuando estamos en época de crisis, la gente no se deja motivar por promociones sino que piensa en cómo ganar más con lo que está comprando", explica.

Por eso, en estas tiendas muchos clientes encuentran además de los alimentos del día, ventas de minutos de celular, juegos de azar y hasta una que otra mesa para tomarse un tinto o, por qué no, una cerveza. "El estudio nos demuestra que las tiendas de barrio en la ciudad siguen ganando", concluye Echeverri.

» Opiniones


"Una tienda de barrio es fundamental para uno no vararse cuando necesita algo de urgencia. Está ahí todo el tiempo y no le toca a uno esperar tanto para que lo atiendan y poder pagar".
María Elvia Rico
Trabajadora y cliente habitual de La 29, en Belén.
"Cuando es a mercar, uno prefiere las grandes cadenas. Pero si se necesitan cosas puntuales es mejor ir a la tienda de la esquina, a la tradicional donde hasta uno se vuelve amigo del tendero"
Rodrigo Álvarez
Pensionado y cliente habitual de El Dorado.
"Son negocios que no le hacen daño a nadie. Uno acá se toma un buen tinto y hasta una cerveza con los amigos. Y los precios son mucho mejores que los de los supermercados de marca".
Francisco Carvajal
Ex trabajador rural y cliente habitual de El Mismo.


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