Por: Angélica Gallón Salazar
En 1935, Ambre Solaire fue el primer aceite de protección solar con filtro.
Cuando el siglo XIX llegó a su final, las ciudades empezaban a disfrutar de alumbrados públicos, las calles se empedraban y los hombres se deleitaban con los autos. Mientras tanto, las mujeres eran testigos de un cambio radical en su intimidad: no sólo asistían a una revolución sanitaria, que trajo consigo baños y perfumes, sino que además empezaron a tener en sus manos la posibilidad de cambiar su apariencia.
Tinturar el color del cabello era un mandato de la modernidad, a pesar de que eso les costara a muchas dolores de cabeza, cuando no alergias o hasta quemaduras. Tan riesgosa se había convertido la práctica, que en 1907 el gobierno francés se vio obligado a prohibirla. Fue hasta 1909 cuando Eugène Schueller sacó la primera tintura “inofensiva”, que se inició una nueva era en la belleza femenina. “Este químico e investigador tuvo la visión de que la química podía ser la base del nacimiento de productos cosméticos que renovaran las recetas antiguas ”, comenta Jean Pierre Gouttebroze, director general de L’Oréal Colombia.
Aunque para la mujer de estos días parezca casi natural depilarse, aplicarse bloqueador por las mañanas e ir al salón de belleza a retocar el color de su cabello, hace 100 años estas prácticas sonaban descabelladas. La idea, por ejemplo, de tomar horas de sol de forma saludable sin enrojecernos no hubiera sido posible si en 1935 el presidente francés Léon Blum no hubiera decretado vacaciones comunales y hubiera provocado un éxodo frenético hacia las playas. Ante la nueva lógica de estatus ligada al bronceado, el químico Schueller desarrolló esta vez el primer protector solar.
“El descubrimiento y la patente de moléculas determinó un nuevo camino para la belleza”, explica Gouttebroze. El meroxyl presente en los filtros solares, las ceramidas, determinantes para el cuidado del cabello, y el proxylane, moléculas especializadas en combatir los signos de la edad, son algunos de los descubrimientos que han llevado a que las madres y abuelas de hoy día luzcan diferentes a las de los años 30 .
“A lo largo de 100 años, L’Oréal ha sido testigo de cómo han cambiado los patrones de belleza”, comenta por su parte Andrés Jaimes, director de la división de lujo de la marca. “Desde los años 80, la clasificación étnica tradicional, africana, asiática y caucásica, empezó a ser obsoleta. En una búsqueda de parámetros más objetivos conseguimos identificar ocho tipos de cabellos y 63 tonalidades de piel diferentes a nivel mundial”, concluye Jaimes, quien asegura que las colombianas invierten más dinero en los productos para el cuidado del cabello, mientras que en Asia son las cremas blanqueadoras y en Europa, las fragancias.
Tras una centuria, la belleza sigue siendo una gran regidora de la sociedad y con estándares cada vez más exigentes la cosmética camina en la dirección de la unicidad -no es gratuita la creación de más de 77 referencias de color en los tintes cada año-, todo para darle a ellas, lo que verdaderamente desean.
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