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El contar con un buen consultor no garantiza de por si el éxito de ninguna empresa en el mundo, pero sí aumenta las posibilidades de consolidarse y expandirse independientemente del objeto comercial que esta persiga.
Por esta razón es fundamental estimular y complementar muchas competencias que personal y profesionalmente deben poseer los consultores empresariales, los cuales tienen a su cargo la asesoría de empresas sin importar si son consolidadas y buscan alternativas de expansión o emprendimientos que comienzan a dar sus primeros pasos en el mundo de los negocios.
En palabras de Marcela Aguirre, Coordinadora de Formación Empresarial del programa Ciudad E, “un buen consultor debe ser una persona intuitiva, que sepa identificar debilidades y fortalezas de las personas que están al frente de una compañía, pues muchos de los emprendimientos que no logran madurar tienen como denominador común la falta de empatía de los socios en diversos aspectos, y el no identificar tempranamente este tipo de conflictos limita la gestación de muy buenas ideas de negocio, lo que finalmente perjudica a la institución que respalda al consultor, al emprendedor y al sector productivo de la ciudad y del país”.
El hecho de ser muy buen observador no solo aumenta las posibilidades de corregir problemas de tipo personal en fases tempranas de la asesoría, más aun cuando se habla de emprendimiento, sino que también genera mejores condiciones para facilitar contactos entre empresarios y posibles inversionistas tanto dentro como fuera de la región.
Es así como un consultor visionario y estratégico en su proceder, puede servir de puente entre dos o más clientes fortaleciendo la red de contactos en la ciudad y con ello incrementado las posibilidades de desarrollar nuevos negocios y mejorar los indicadores de competitividad de la economía local.
Claro, a este tipo de estadios solo se llega después de conocer profundamente las variables del mercado y de la cultura propia, y que muchas veces, atendiendo objetivos no prioritarios, se deja de lado al momento de desarrollar la estrategia de mercadeo de una nueva empresa en la ciudad.
Aguirre sostiene que “si bien es cierto que hay muchas personas muy bien intencionadas en lo que a consultorías se refiere, se debe precisar que la experiencia juega un papel determinante en la selección de un consultor empresarial. Aquí lo aconsejable es que sea un persona con un recorrido concreto en el mundo de los negocios, ojalá con visión internacional para que con ello le transmita al empresario la necesidad de crecer y mejorar sus procesos con el objeto de consolidarse internamente para luego mirar hacia el mercado internacional”.
En este sentido, es importante anotar que el consultor debe conocer, por lo menos de manera general, el marco legal que regula muchas de las actividades comerciales en el país, lo que en un momento determinado le permita hacer sugerencias que aseguren ventajas estratégicas en diversos aspectos, a las empresas que asesora.
Más allá de la asesoría convencional
Ahora bien, si evaluar y formular rutas metodológicas son las principales obligaciones de un consultor, también existen otro tipo de aptitudes que deben poseer esta clase de asesores, mucho más cuando se habla de emprendimientos.
El fomentar el liderazgo en las organizaciones es una de ellas, y a pesar de ser un asunto que va más ligado a otras áreas de una empresa, como recursos humanos por ejemplo, con el tiempo se ha convertido en un factor determinante en todo tipo de asesorías para garantizar el éxito de las personas y las instituciones.
Concentrar el trabajo de consultoría tanto en el plano profesional como en el personal de quienes tienen a su cargo la administración de una compañía es una tendencia mundial que busca favorecer asuntos como el sentido de pertenencia y el mejoramiento de las prácticas laborales.
Sobre este asunto, Aguirre asegura qué “con el tiempo la ciudad ha descubierto que la necesidad en materia de consultoría empresarial no se queda en las asesorías convencionales sino que se requiere de una mirada mucho más amplia que permita identificar y fortalecer aspectos ligados al clima organizacional que favorezcan el cumplimiento de objetivos. Es un tema transversal si se mira tanto desde organizaciones firmemente constituidas, como de emprendimientos y por ello la ciudad le comienza a apostar a este tipo de asesores”.
Finalmente, uno de los aspectos que más destacan los empresarios en los consultores es aquel que tiene que ver con la pasión por su trabajo. Por esta razón William Bull, reconocido consultor empresarial de la firma Mercer, aseguró que los asesores empresariales deben poseer coraje, cabeza y corazón para llevar a feliz término cada uno de los proyectos que les sean confiados sin importar los retos que estos puedan llegar a representar.
Esto en otras palabras, significa que un consultor debe dedicarle todas sus energías al proyecto que asesora. Debe adoptar cada una de las empresas orientadas como un hijo que merece toda la atención y paciencia posible para que cuando sea adulto hablé con sus actos de la formación que recibió en sus primeros años de vida, de la calidad de padres que tuvo durante en su infancia.
“Así debería ser” indica Aguirre “pues de esta forma se garantizan profesionales idóneos para los retos que el ecosistema empresarial que la ciudad requiere de cara al futuro, en un mundo de negocios cada vez más específicos y a la vez globalizados”.
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