Colombia, el mejor negocio para muchos extranjeros
Llegó a Colombia para impulsar la expansión de Carrefour en el país. Y lo logró, se quedó y hasta se nacionalizó. Seis años en México, tres en Chile y tres en Brasil no lo retuvieron. Pero Colombia sí lo enamoró, lo acogió y lo hizo su ciudadano adoptivo.
“Me he sentido mucho más feliz en Colombia que en los demás países”. Así lo resume Franck Pierre, presidente de Carrefour Colombia, porqué solicitó la nacionalidad colombiana.
El ejecutivo francés dice que todo se juntó y conspiró para que adoptara la nacionalidad macondiana: el cariño del pueblo, las amistades, una economía en crecimiento, un país hermoso y diverso y otra razón muy personal: se enamoró y se casó con Andrea Franco, una bogotana con quien tiene un bebé de cinco meses.
Como todo extranjero, venía con una película montada de que éste era un país violento y peligroso. Pero ‘la queridura’ y la calidez de la gente le cambiaron el guión. “Colombia es agradable para vivir, para trabajar, hay tranquilidad. Y tiene algo muy especial: un extranjero no se siente extranjero aquí, en poco tiempo me sentí rápidamente acogido. Como si viviera en París”, dice.
Cuando llegó, en 2006, Carrefour tenía 21 tiendas en Colombia. Hoy cuenta con 70. Y en su labor como presidente de la compañía, Pierre recorrió todo el país. “Usted no me va a creer, todo me gusta, la gente principalmente. La comparación que siempre hago es la del cariño que demuestran los colombianos por su país, la facilidad para relacionarse con ellos, su honestidad, su humildad, definitivamente son buenas personas”.
Y agrega: “Me di cuenta que era un país fantástico desde el punto de vista de la naturaleza, de la diversidad, en Colombia volví a encontrar algunas características de Francia, a pesar de que son países muy diferentes y eso me encantó. Aparte de que mi esposa y mi hijo que también es colombiano y por eso decidí adoptar esta nacionalidad”.
A nivel de negocios, el ejecutivo galo señala que Francia es un país maduro, con poco crecimiento, mientras que las posibilidades de mercadeo en Colombia son mucho más grandes. “En estos cinco años tuve la oportunidad de abrir más de 50 tiendas y de conocer casi todas las ciudades y sus gentes y eso me encantó”.
Desde hace un año está feliz y agradecido de que el presidente Álvaro Uribe en su momento le hubiese entregado personalmente el pasaporte colombiano. “Creo que también fue el reconocimiento del valor social de la labor que hizo los últimos diez años”, dice sobre la compañía que genera 12.000 empleos directos y cuya inversión para este año en el país es de $280.000 millones.
¿Anécdotas? Sí. Como su marcado acento francés no concuerda con su pasaporte colombiano, cada que pasa por la aduana le preguntan si de verdad es colombiano. Entonces tiene que presentar su pasaporte francés y explicar que es francocolombiano. “Creo que es porque todavía me faltan algunas palabras y modismos del español”, dice este amante del vallenato y la música llanera y para quien el artista Yuri Buenaventura es un ícono.
“Todo este conjunto fue lo que me hizo pensar que quería vivir el resto de mi vida aquí, e incluso, morir aquí. Estoy feliz, mi vida aquí es un placer”, dice Pierre, quien no vacila en invitar a más extranjeros a invertir en el país y a colombianizarse como lo hizo él.
Nombrado por el presidente César Gaviria en el discurso de nacionalización “como el más colombiano de los franceses”, el presidente de Aviatur y hombre de negocios Jean Claude Bessudo tuvo el honor de estrenar la Ley de doble Nacionalidad instaurada en Colombia en 1993.
Llegó al país en 1960, por invitación de un tío que tenía una empresa aquí. Al morir el tío, la esposa le pidió trabajar con ella. Con su habilidad innata para los negocios, Bessudo convirtió a Aviatur en un grupo de empresas de viajes y turismo, comercio exterior, mercadeo, seguros, asistencia y servicios médicos, tecnología y comercialización, que suma más de 3.500 empleados y más de 335 oficinas en 32 ciudades. Viajero consumado, Bessudo conoce mejor el país que un colombiano promedio: de San Andrés y La Guajira al Amazonas, del Chocó a La Orinoquia. “Es una maravilla de país, su gente es querida, servicial, es auténtico y lo tiene todo”.
Con más de 50 años de vida en Colombia, dice con orgullo y alegría: “Ya no me considero extranjero aquí, ya hago parte de los muebles viejos”.
Hijo de padre español y madre costarricense radicados en Francia, nació en París. Pero cuando su familia vino a Cali en 1924, él tenía 12 años y nacionalidad costarricense. Estudió Administración de Negocios en Estados Unidos y al regresar en 1934, encontró el amor de su vida, Luz Mejía, y una buena plaza para lo que más le gusta: los caballos y el trabajo.
Recorrió el Suroccidente del país como supervisor de ventas de General Motors, desde Ipiales hasta Ibagué y el Eje Cafetero. Y luego, se dedicó a negocios de propiedades y arrendamientos y a apoyar obras sociales como La Casita de Belén y la Fundación Clínica Valle del Lili.
Su amor por Colombia, como por su esposa, fueron a primera vista. Por eso, desde la época de Mariano Ospina Pérez había solicitado la ciudadanía colombiana, siguiendo el ejemplo de su padre, quien se había nacionalizado en 1940 por el presidente Eduardo Santos.
Tan colombiano cual habitante del Cali Viejo, en juventud se bañó en los charcos de El Burro y de La Estaca, y a sus 60 años se graduó de abogado en la Universidad de San Buenaventura.
Así este magnate de la industria petrolera, aérea, de la hotelería, agricultura y otros sectores de la economía en América Latina, que vive más de la mitad del año en Bogotá, fue quien logró poner a Avianca en la Bolsa de Valores al doblar su flota de 39 a 70 aviones y en 2005 invirtió US$1.000 millones en tres campos petroleros en Colombia: Rubiales, Pirirí y Quifa.
El potencial petrolero, la posición estratégica para la exploración y distribución del crudo, las políticas de exploración y desarrollo del sector de hidrocarburos fueron los grandes atractivos que enamoraron a Efromovich de Colombia.
Como buen hombre de negocios, destaca el desempeño positivo de los demás sectores económicos. “Una mano de obra altamente capacitada, un régimen laboral flexible y una política de garantías para la inversión constituyen más que una mera base importante para creer en este país y en su gente”, dijo en su nacionalización.
Y a trabajar. Abrieron La Casa de la Rótula, un taller industrial donde fabrican partes del sistema de suspensión de carros, desde un Mercedes Benz o un BMW hasta un auto común.
Ana Carola, quien administra la empresa, recibe pedidos de ciudades distantes como Cúcuta o grandes como Bogotá. ¿Nacionalizarse? No ha visto necesidad de ello. Su visa de residente le da derecho hasta de votar, para corporaciones públicas, Alcalde y Gobernador.
Dos hijos colombianos y la acogida que recibió hace 18 años le hacen sentir en casa. “Cali se parece mucho a Santa Cruz: clima caliente, alegre y hospitalaria; así que a Bolivia voy de paseo y extraño más a Colombia”, dice esta boliviana que baila salsa, le encanta el vallenato y no perdona sancocho de gallina ni fríjoles, platos que no se conocen en su país.
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Foráneos vinieron a conquistar mercados, pero el país los conquistó. Historias de colombianizados.
Por: Alda Mera, reportera de El País. Domingo, Junio 19, 2011
Hace un año, el francés Franck Pierre, presidente de Carrefour Colombia, recibió la ciudadanía colombiana de parte del presidente Álvaro Uribe.
Foto Especial para El País
“Me he sentido mucho más feliz en Colombia que en los demás países”. Así lo resume Franck Pierre, presidente de Carrefour Colombia, porqué solicitó la nacionalidad colombiana.
El ejecutivo francés dice que todo se juntó y conspiró para que adoptara la nacionalidad macondiana: el cariño del pueblo, las amistades, una economía en crecimiento, un país hermoso y diverso y otra razón muy personal: se enamoró y se casó con Andrea Franco, una bogotana con quien tiene un bebé de cinco meses.
Como todo extranjero, venía con una película montada de que éste era un país violento y peligroso. Pero ‘la queridura’ y la calidez de la gente le cambiaron el guión. “Colombia es agradable para vivir, para trabajar, hay tranquilidad. Y tiene algo muy especial: un extranjero no se siente extranjero aquí, en poco tiempo me sentí rápidamente acogido. Como si viviera en París”, dice.
Cuando llegó, en 2006, Carrefour tenía 21 tiendas en Colombia. Hoy cuenta con 70. Y en su labor como presidente de la compañía, Pierre recorrió todo el país. “Usted no me va a creer, todo me gusta, la gente principalmente. La comparación que siempre hago es la del cariño que demuestran los colombianos por su país, la facilidad para relacionarse con ellos, su honestidad, su humildad, definitivamente son buenas personas”.
Y agrega: “Me di cuenta que era un país fantástico desde el punto de vista de la naturaleza, de la diversidad, en Colombia volví a encontrar algunas características de Francia, a pesar de que son países muy diferentes y eso me encantó. Aparte de que mi esposa y mi hijo que también es colombiano y por eso decidí adoptar esta nacionalidad”.
A nivel de negocios, el ejecutivo galo señala que Francia es un país maduro, con poco crecimiento, mientras que las posibilidades de mercadeo en Colombia son mucho más grandes. “En estos cinco años tuve la oportunidad de abrir más de 50 tiendas y de conocer casi todas las ciudades y sus gentes y eso me encantó”.
Desde hace un año está feliz y agradecido de que el presidente Álvaro Uribe en su momento le hubiese entregado personalmente el pasaporte colombiano. “Creo que también fue el reconocimiento del valor social de la labor que hizo los últimos diez años”, dice sobre la compañía que genera 12.000 empleos directos y cuya inversión para este año en el país es de $280.000 millones.
¿Anécdotas? Sí. Como su marcado acento francés no concuerda con su pasaporte colombiano, cada que pasa por la aduana le preguntan si de verdad es colombiano. Entonces tiene que presentar su pasaporte francés y explicar que es francocolombiano. “Creo que es porque todavía me faltan algunas palabras y modismos del español”, dice este amante del vallenato y la música llanera y para quien el artista Yuri Buenaventura es un ícono.
“Todo este conjunto fue lo que me hizo pensar que quería vivir el resto de mi vida aquí, e incluso, morir aquí. Estoy feliz, mi vida aquí es un placer”, dice Pierre, quien no vacila en invitar a más extranjeros a invertir en el país y a colombianizarse como lo hizo él.
Estenó la doble nacionalidad colombiana
Nació en Niza, Francia, creció en México, trabajó en Nueva York, estudió en Bruselas, pero el sitio que eligió para trabajar y vivir fue Colombia.Nombrado por el presidente César Gaviria en el discurso de nacionalización “como el más colombiano de los franceses”, el presidente de Aviatur y hombre de negocios Jean Claude Bessudo tuvo el honor de estrenar la Ley de doble Nacionalidad instaurada en Colombia en 1993.
Llegó al país en 1960, por invitación de un tío que tenía una empresa aquí. Al morir el tío, la esposa le pidió trabajar con ella. Con su habilidad innata para los negocios, Bessudo convirtió a Aviatur en un grupo de empresas de viajes y turismo, comercio exterior, mercadeo, seguros, asistencia y servicios médicos, tecnología y comercialización, que suma más de 3.500 empleados y más de 335 oficinas en 32 ciudades. Viajero consumado, Bessudo conoce mejor el país que un colombiano promedio: de San Andrés y La Guajira al Amazonas, del Chocó a La Orinoquia. “Es una maravilla de país, su gente es querida, servicial, es auténtico y lo tiene todo”.
Con más de 50 años de vida en Colombia, dice con orgullo y alegría: “Ya no me considero extranjero aquí, ya hago parte de los muebles viejos”.
Amor a primera vista
Más de 70 de sus 97 años viviendo y haciendo empresa en Cali le merecieron que la canciller Carolina Barco viniera a la ciudad en 2006 para reconocer en Antonio Obeso de Mendiola a un colombiano por vocación y por adopción.Hijo de padre español y madre costarricense radicados en Francia, nació en París. Pero cuando su familia vino a Cali en 1924, él tenía 12 años y nacionalidad costarricense. Estudió Administración de Negocios en Estados Unidos y al regresar en 1934, encontró el amor de su vida, Luz Mejía, y una buena plaza para lo que más le gusta: los caballos y el trabajo.
Recorrió el Suroccidente del país como supervisor de ventas de General Motors, desde Ipiales hasta Ibagué y el Eje Cafetero. Y luego, se dedicó a negocios de propiedades y arrendamientos y a apoyar obras sociales como La Casita de Belén y la Fundación Clínica Valle del Lili.
Su amor por Colombia, como por su esposa, fueron a primera vista. Por eso, desde la época de Mariano Ospina Pérez había solicitado la ciudadanía colombiana, siguiendo el ejemplo de su padre, quien se había nacionalizado en 1940 por el presidente Eduardo Santos.
Tan colombiano cual habitante del Cali Viejo, en juventud se bañó en los charcos de El Burro y de La Estaca, y a sus 60 años se graduó de abogado en la Universidad de San Buenaventura.
Territorio para la inversión
El ciudadano brasileño Germán Efromovich, presidente del Grupo Synergy, recibió el 9 de noviembre de 2005 la carta de nacionalidad colombiana. Y carta de bienvenida a un inversionista que un año antes adquirió Avianca e hizo levantar vuelo a la compañía aérea cuando atravesaba una gran crisis.Así este magnate de la industria petrolera, aérea, de la hotelería, agricultura y otros sectores de la economía en América Latina, que vive más de la mitad del año en Bogotá, fue quien logró poner a Avianca en la Bolsa de Valores al doblar su flota de 39 a 70 aviones y en 2005 invirtió US$1.000 millones en tres campos petroleros en Colombia: Rubiales, Pirirí y Quifa.
El potencial petrolero, la posición estratégica para la exploración y distribución del crudo, las políticas de exploración y desarrollo del sector de hidrocarburos fueron los grandes atractivos que enamoraron a Efromovich de Colombia.
Como buen hombre de negocios, destaca el desempeño positivo de los demás sectores económicos. “Una mano de obra altamente capacitada, un régimen laboral flexible y una política de garantías para la inversión constituyen más que una mera base importante para creer en este país y en su gente”, dijo en su nacionalización.
Boliviana caleñizada
El amor trajo a Ana Carola Quiroga Gutiérrez, desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, a Cali. Allá conoció a John Alexánder Córdoba, se enamoró, se casó y volvieron a vivir en Colombia.Y a trabajar. Abrieron La Casa de la Rótula, un taller industrial donde fabrican partes del sistema de suspensión de carros, desde un Mercedes Benz o un BMW hasta un auto común.
Ana Carola, quien administra la empresa, recibe pedidos de ciudades distantes como Cúcuta o grandes como Bogotá. ¿Nacionalizarse? No ha visto necesidad de ello. Su visa de residente le da derecho hasta de votar, para corporaciones públicas, Alcalde y Gobernador.
Dos hijos colombianos y la acogida que recibió hace 18 años le hacen sentir en casa. “Cali se parece mucho a Santa Cruz: clima caliente, alegre y hospitalaria; así que a Bolivia voy de paseo y extraño más a Colombia”, dice esta boliviana que baila salsa, le encanta el vallenato y no perdona sancocho de gallina ni fríjoles, platos que no se conocen en su país.
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