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ENTREVISTA A GERENTE DE DISEÑO Y COLOR
"No tenía otro camino, así que cerré la fábrica"
PARA ESTE EMPRESARIO PRODUCIR MASIVAMENTE YA NO ERA NEGOCIO. TRAS UNA PAUSA Y UN PROCESO DE REINGENIERÍA ESTÁ NUEVAMENTE LISTO PARA AFRONTAR EL MERCADO
Por Azucena León T.
A los 18 años, Raúl Torres abandonó su natal Arequipa en busca de nuevas oportunidades. Viajó por el mundo, parqueó autos, y vendió té, hasta que logró hacerse de un capital y apostar por una actividad que heredó de sus padres: la confección. Fue el primero en llegar a EE.UU. pero también el primero en ser golpeado por la crisis que afronta ese mercado. En la siguiente entrevista Torres nos cuenta cómo logró salir de ella.
La producción de prendas de vestir (orientada a la exportación) cayó por tercer mes consecutivo en julio. ¿La crisis de EE.UU. ya empezó a golpear nuestros envíos a ese mercado?
En parte sí. La vida de nuestro gran comprador cautivo ha empezado a cambiar, pues además de los efectos inflacionarios y el alza del petróleo, también ha sentido el impacto de la crisis hipotecaria. Eso los ha llevado a modificar sus hábitos de consumo. Así, si antes compraba cinco camisas al mes, hoy compra una o en el mejor de los casos dos.
¿Ese cambio de hábitos en el consumidor se ha reflejado en una disminución de las órdenes de compra?
Más que en las órdenes de compra, las consecuencias de esta crisis se han reflejado en el precio. EE.UU. perdió el sitio privilegiado que tenía como potencia mundial y hoy los chinos, su principal abastecedor, ya no pueden colocar allí el íntegro de su producción. Se estima que 30% de las fábricas han cerrado en el último año porque no tienen quién les compre. Ante tal situación, no les ha quedado otro camino que reducir sus precios.
¿Y esta situación cómo nos afecta? Por su calidad, las prendas peruanas están entre las dos mejor pagadas en el mercado internacional...
No necesariamente. El precio de las confecciones también se fija internacionalmente. Y si China baja su precio a la mitad, por ejemplo, lo reduce de US$5 a US$2, nuestros compradores norteamericanos vendrán o, mejor dicho, vienen, como ha sucedido, y nos exigen lo mismo. Si aceptas, dejas de ser rentable, así que muchos prefieren dejar de producir a reducir más sus precios.
¿Eso explica las fuertes caídas (de hasta 28%) en la producción de prendas?
Sí, nadie puede bajarse tanto. Y aquellos que lo están haciendo, estoy seguro de que están en pérdida.
¿De qué tipo de prendas hablamos, de las básicas o de las de mayor valor (con botones, bordados, estampados) que son las que nos caracterizan?
Ya no hay prendas básicas en el mercado. El proceso de migración se dio hace tres años y hoy todos producen prendas de gran valor a grandes volúmenes. Sin embargo, esta situación también se está modificando, porque los chinos se están llevando todo, produciendo a precios cada vez más bajos.
¿A qué se refiere cuando afirma que esta tendencia se está modificando?
Que la producción masiva de uno o dos millones de prendas al mes se acabó. ¡Ya no va más! Los principales y más grandes exportadores, que son siete, no pueden aceptar grandes órdenes porque el precio que se nos ofrece por prenda no justifica producirlas.
Pero si vemos la data de exportación, vemos que los precios han subido...
Son casos muy puntuales de algunos que tendrán un país o cliente cautivo, pero lo concreto es que hoy se ofrece cada vez menos por las prendas masivas y que muchas empresas están perdiendo plata. Algunos aceptarán esas condiciones y otros dirán no más.
¿Ese fue su caso?
Sí. El mercado estadounidense se está secando y nuestros clientes presionaban para conseguir cada vez menores precios. Así que dejé de venderles, no podía producir para no ganar nada.
¿Y cómo afrontaron esta crisis? De ser los primeros exportadores pasaron al décimo quinto lugar.
Fue una decisión muy difícil que tuve que tomar, pero no me quedó otro camino que cerrar mi fábrica. Era necesario pasar por un proceso de reingeniería operativa, de lo contrario iba a quebrar.
¿Ese proceso qué implicó y cuánto duró?
Seis meses. Recién hace quince días hemos vuelto a abrir. Ahora, en vez de 10 millones de prendas, producimos un millón al mes. Prefiero tener distintos y nuevos clientes (estadounidenses) y venderles producciones pequeñas, pero a precios más rentables. Y es que en una producción masiva el precio de prenda puede cotizarse a US$4, mientras una de producción pequeña puede colocarse en US$8.
¿De cuántos trabajadores tuvieron que prescindir?
En nuestras mejores épocas trabajábamos con 6.000 y ahora tenemos 500. Lo que hicimos fue no renovarles el contrato.
Ese es un efecto un tanto perverso de los contratos temporales; solo los liquidaron por pequeñas temporadas y no por los años que tenían trabajando.
Si hubiéramos botado a todos para contratar trabajadores nuevos, claro que sí. Pero ahora trabajamos con solo 500. No podíamos mantener a todos. ¿Cómo les pagábamos si no producíamos? Además la caída del dólar y esta coyuntura ha llevado a muchos a reducir personal.
Se dijo que la no renovación de contratos también estuvo asociada con una práctica sindical. ¿Tienen algo en contra de los sindicatos?
Es absurdo pensar eso. Cerrar la fábrica fue un proceso muy doloroso. Me sentí muy frustrado. Nadie cierra algo por un sindicato, más aun cuando este proceso implicó una pérdida de US$10 millones.
¿Lo más difícil para el sector ya pasó?
Este ha sido un año duro, pero el 2009 será mortal. El próximo año todos sentirán el golpe y es que nadie, salvo nosotros, ha afrontado un proceso de reingeniería operativa.
¿El sector está en crisis?
En este momento el rubro textil es un sector de alto riesgo para los bancos. Todos están cayendo o en rojo, con eso le contesto su pregunta.
¿No cree que fue un error concentrarse en EE.UU.?
No lo creo, apostar por EE.UU. fue una decisión correcta, nadie pagaba más por prenda, ni siquiera los europeos.
¿Qué lecciones saca de esta situación? ¿Pudo prevenirse?
Las lecciones son producto de los errores y yo creo que no hice mal al apostar por EE.UU. pues mientras hubo pesca, pesqué y a rabiar. Si pudo prevenirse, no lo creo, esta es una crisis, una coyuntura que nadie esperaba y que como muchas otras está cambiando el mercado. Solo nos queda adaptarnos
¿Pero ahora seguirán concentrados en EE.UU.?
No, ahora miraremos nuevos vientos y estaremos presentes en donde exista oportunidad.
¿Eso significa que aspiran a nuevos mercados?
Latinoamérica puede ser una opción interesante.
Hace algunas semanas vendieron un terreno a Creditex por US$1.3 millones. ¿Se desprenderán de todas sus unidades productivas?
Teníamos 10 locales (ubicados entre Ate y la Molina) y ya vendimos cuatro. La idea es vender 30.000 m2 de los 60.000 m2 que poseemos.
La venta les permitirá tener caja chica...
Sí, nos permitirá tener un ingreso extra y nos ayudará a desprendernos de ciertas deudas.
Hasta hace algunos meses pensaban reforzar su participación en el mercado interno, en el que participan con 10 tiendas minoristas.
Seguimos con ese proceso, solo que ahora de manera más lenta. Allí se continuarán vendiendo saldos.
¿Y cuando se acaben?
Ellas tienen una razón social aparte, continuaremos produciendo o importaremos. No nos desprenderemos de ellas. Dejaremos que se consoliden antes de abrir nuevas.
¿Qué viene ahora?
Continuar con el proceso de apertura, queremos consolidarnos en las ventas con valor y rentables.
¿Cuánto esperan facturar este año?
El 2007 facturamos US$40 millones, y este año me contento con US$10 millones.
LA EMPRESA
[Nombre] Diseño y Color
[Sede] Ate Vitarte
[Antigüedad] 16 años
[Negocio] Se dedica a la producción de prendas de vestir. Fue la primera empresa en ingresar a EE.UU. y en trabajar para las grandes marcas, como Gap y Old Navy
EL ENTREVISTADO
[Nombre] Raúl Torres
[Edad] 60 años.
[Estado civil] Casado
[Hobby] Pilotear aviones y criar caballos.
[Experiencia] Se inició vendiendo discos, tocuyos y telas. Luego se dedicó a la confección de prendas de vestir.
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