El alza de las compras online está causando crisis viales en las grandes ciudades. Ruido, basura y contaminación han crecido por el aumento en los volúmenes de envíos.
El comercio electrónico se está disparando en el mundo. ¿Qué van a hacer las grandes ciudades para enfrentar el caos en las calles por tantas entregas de paquetes en casas, oficinas y empresas?
“Muchas veces no tenemos alternativa. Si no hay donde estacionarse, hay que aparcar en segunda línea”, dice Thomas Chu, un conductor de la empresa de servicios logísticos y de transporte UPS en Nueva York.
Calles atascadas, camionetas pasándose luces rojas y cajas en las veredas: eso es lo que está dejando el aumento del comercio electrónico en la mayor ciudad de Estados Unidos, pero también en muchas otras ciudades.
El volumen de paquetes enviados aumentó casi 50% a nivel mundial entre 2014 y 2016, según la empresa Pitney Bowes. Las proyecciones apuntan a que el alza seguirá a niveles de 17%-28% anual hacia 2021.
Por eso el creciente número de entregas ha aumentado la preocupación sobre el tráfico y la contaminación en las grandes urbes del mundo.
Las soluciones
En Europa y Asia, algunas ciudades han prohibido las entregas de paquetes a ciertas horas del día.
Están construyendo bodegas para centralizar la distribución y aportando millones de dólares para contribuir al financiamiento de equipos menos ruidosos y menos contaminantes.
En Estados Unidos la discusión recién ha comenzado
“En las ciudades vemos las presiones de una manera real y urgente”, comenta Anne Goodchild, directora del Centro de Cadenas de Transportes y Logística de la Universidad de Washington.
Pero están creciendo rápidamente y se estima que este año aumentarán 16%.
Aviones y nuevas tecnologías
Las empresas están haciendo grandes inversiones para satisfacer la demanda de productos en nuevas instalaciones, aviones, más horas de trabajo los fines de semana y la incorporación de nuevas tecnologías para agilizar la llegada de los envíos y reducir los costos.
Incluso Amazon ha comenzado a vender una “cerradura inteligente” que les permite a los mensajeros entrar a las casas para dejar los paquetes y así reducir la cantidad de entregas fallidas.
Han implementado ideas como casilleros, bicicletas eléctricas e incentivos para que la gente vaya personalmente a recolectar sus productos.
Los expertos, sin embargo, dicen que el problema es de tal magnitud, que no será resuelto por el sector privado únicamente.
Una de las iniciativas públicas que ha comenzado a surgir, es la que está implementando el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio.
Se trata de un programa piloto para probar cómo funcionaría la prohibición de entregas en las horas de mayor congestión en las calles más complicadas.
“Nuestro desafío es descifrar cómo hacer que el sistema funcione de una manera eficiente”, dice Diniece Peters, del departamento de transporte de Nueva York.
Algunas ciudades europeas han tomado otro tipo de medidas
París, por ejemplo, ha financiado centros logísticos, mientras que una de las empresas de autobuses en Londres está analizando la idea de utilizar para la entrega de paquetes.
En el caso de Estados Unidos es difícil importar algunas de esas iniciativas dado que las empresas de distribución y mensajería se han ido privatizando.
El comienzo de una revolución
Un elemento importante para abordar el problema es el uso de las nuevas tecnologías.
Actualmente las entregas son costosas. Empresas como Amazon, por ejemplo, prefieren proteger a los clientes y asumir ellos esos costos.
Analistas del sector proyectan que un día en el futuro cercano las empresas utilizarán robots para las entregas adentro de los edificios, drones para el caso de los envíos más lejanos y autos eléctricos sin pilotos para que entreguen los envíos durante la noche.
Las autoridades están observando cómo evoluciona este problema, dice Stefan Knupfer, socio de la consultora McKinsey, quien ha estudiado iniciativas de movilidad urbana.
“Para todos nosotros, esto es un poco como el comienzo de una revolución”.
¿Qué viene ahora?
No está tan claro en qué medida los avances tecnológicos le permitirán a las ciudades resolver sus problemas de tránsito.
El cierre de tiendas físicas podría reducir el tiempo que gastan los consumidores en viajar hasta los centro comerciales y aliviar la congestión vial.
Pero en paralelo, las empresas que hacen ventas online han comenzado a invertir en tiendas físicas. Por otro lado, algunos estudios han planteado que los clientes no sustituyen necesariamente “clics por viajes”.
“Ahora tenemos mucha congestión. Pero cuando la transición hacia métodos automatizados ocurra, y las empresas comiencen a cerrar cada vez más tiendas, va a ser muy interesante”, dice Jean-Paul Rodrigue, académico de la Universidad de Hofstra.
El experto espera que empresas como Amazon paren de subsidiar los costos de la distribución de los productos, cambiando a una serie de opciones con distintos precios para los clientes.
Por ahora, los efectos de la creciente demanda de envíos por las compras digitales son bastante claros.
Así lo confirma Thomas Chu, el repartidor de UPS, que enfrenta cada día los problemas de tener que entregar productos, cuando no hay espacio para avanzar en la calle ni estacionarse.
Y mientras pasa caminando justo frente a un nuevo rascacielos en construcción, predice que “cuando este edificio esté terminado, será necesario tener un nuevo camión”.
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