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domingo, mayo 05, 2019

¿Qué es ser pobre para el Dane en Colombia?

Fuente: Portafolio.co
¿Qué es ser pobre para el Dane en Colombia?

Según la entidad, la línea de pobreza es el costo per cápita mínimo de una canasta básica de bienes y servicios en un área geográfica determinada.




Si un hogar está compuesto por 4 personas será clasificado como pobre si el ingreso total está por debajo de $1.029.732.

HÉCTOR FABIO ZAMORA / EL TIEMPO
POR:
PORTAFOLIO
MAYO 03 DE 2019 - 05:20 P.M.


¿Cuándo se considera que una persona no está en la línea de pobreza en el país? Aunque suene increíble, para el Dane una persona en Colombia no pertenece a este grupo si sus ingresos son superiores a los $283.828 en zonas metropolitanas, y de $257.433 en zonas rurales. Sí, así como lo lee.

(Pobreza monetaria en Colombia tuvo un leve aumento en el 2018).


Según la entidad estadística, para el 2018 la línea de pobreza a nivel nacional fue de $257.433, que equivale a un crecimiento de 2,7% respecto a la línea de 2017 ubicada en $250.620.

Esto quiere decir que si un hogar está compuesto por 4 personas, será clasificado como pobre si el ingreso total del hogar está por debajo de $1.029.732.

(Crisis migratoria elevó pobreza multidimensional en Colombia en 2018).

Si la familia vive en las cabeceras, este valor es de $1.132.956; si vive en los centros poblados y rural disperso es de $676.740; si vive en las trece ciudades y áreas metropolitanas es de $1.135.312 y si vive en otras cabeceras es de $1.129.580.

La línea de pobreza es el costo per cápita mínimo de una canasta básica de bienes y servicios en un área geográfica determinada.

Por su parte, en la línea de pobreza extrema, el Dane clasifica a quienes apenas logren adquirir la canasta de bienes alimentarios mensuales.

martes, junio 30, 2015

América Retail – ¿En qué gastan los colombianos que superan la pobreza?

América Retail – ¿En qué gastan los colombianos que superan la pobreza?



América Retail



¿En qué gastan los colombianos que superan la pobreza?

30 JUNIO, 2015 0
¿En qué gastan los colombianos que superan la pobreza?

Los colombianos que superan la pobreza comienzan a gastar y consumir más en rubros relacionados con el transporte y comunicaciones y los llamados gastos varios que comprenden, para el primero, compra de vehículos y su mantenimiento, pago de transporte público, servicios de correo y telefonía, y, para el segundo, bebidas alcohólicas, tabacos, productos de aseo y cuidado personal, servicios financieros, etcétera.
Así lo muestra la firma Raddar, especializada en consumo, que comparó los gastos que se hacen cuando el ingreso por persona es de 211.807 pesos (corresponde a la línea de pobreza en Colombia) y cuando las personas saltan a tener ingresos medios o altos. De acuerdo con estos datos, al superarse la pobreza (logro que cubrió a 784.000 personas en el país en el 2014), el rubro de gasto que más crece es el de transporte y comunicaciones, que pasa de comprometer el 10,6 por ciento de lo que percibe al 16,3 por ciento.
Le sigue en el escalafón de los que más crecen, el de los gastos varios, en el cual los porcentajes pasan de 7,9 por ciento a 11,7 por ciento.  En tercer lugar aparece la educación, en la que se tienen en cuenta los gastos en matrículas, pensiones, útiles escolares, etcétera, y que se incrementa del 3,1 por ciento al 5 por ciento.   Con respecto al gasto en transporte y comunicaciones, por ejemplo, cuando las personas pasan del ingreso bajo al medio, el gasto en vehículos y otros transportes personalizados se multiplica por siete. De igual manera, al salto en educación contribuyen el ingreso a la educación superior y a la no formal, cuyo gasto también se multiplica por siete.
Y en el renglón de los gastos varios, los que salen de la pobreza destinan una buena tajada de sus ingresos a servicios financieros, rama con la que la población de ingresos bajos tiene una relación incipiente o casi nula.  Para Jorge Iván González, experto en temas de pobreza y desigualdad, es difícil saber en qué va a gastar la plata una familia que sale de la pobreza porque todavía está en el umbral.
“Los bienes de lujo son para personas que ganan más de 15 o 20 millones de pesos, pero cuando se está en la frontera de la pobreza se siguen teniendo muchas angustias y necesidades básicas. Sin embargo, una mejor vivienda, educación para los hijos y mejores condiciones de ubicación en la ciudad serían lo primero”, señaló González.  Para el experto, cuando los ingresos son mayores, la persona también tiende a ser más influenciable y, por lo tanto, a comprar lo que los demás consumen.  “Viene el ‘yo quiero parecerme más a mi vecino que compró carro’ antes que mandar a mi hijo a la universidad. Esto porque se piensa que el vehículo dará más estatus”, agregó.
González dijo que, a medida que aumenta el ingreso, la participación de los bienes necesarios disminuye y se vuelven prioritarios los bienes de lujo, luego rubros como el de la alimentación pierden relevancia, mientras que en las familias pobres ítem significa al menos el 35 por ciento de su ingreso.  Los cálculos de Raddar, sobre hábitos de los hogares en condición de pobreza, indican que una familia de bajos recursos ($ 211.807 mes/persona) destina 41 por ciento de ingresos a alimentación, 26,7 por ciento a vivienda y 10,6 a transporte y comunicaciones.
En gastos varios invierten 7,9 por ciento; en salud, el 4,7 por ciento; en vestuario y calzado, 3,9 por ciento, mientras que en educación, 3,1 y tan solo el 2 por ciento en cultura, diversión y esparcimiento.
No obstante, cuando se alcanza un grado de ingresos catalogado como medio, las preferencias de consumo de la población sufren modificaciones. Y aunque en este nivel el gasto en alimentos sigue siendo al que más se le invierten, sí se reduce en un 10,9 por ciento y se ubica en el 30,1 por ciento, seguido por la vivienda, que disminuye al 24,3 por ciento.
Los gastos en salud, de acuerdo con la investigación, no cambian. Se mantienen en el 4,7 por ciento, pero de ahí en adelante las cifras comienzan a subir. En orden de prioridades, el rubro para cultura, diversión y esparcimiento pasa del 2 al 3,5 por ciento; vestuario y calzado llega al 4,4 por ciento; educación, al 5 por ciento, al tiempo que lo que se destina para las categorías de gastos varios y transporte y comunicaciones se incrementa al 11,7 y 16,3 por ciento, respectivamente.
Cambio extremo
Pero si entre niveles bajo y medio se observan diferencias en los hábitos de consumo, cuando los ingresos son altos las tendencias y prioridades sí tienen cambios fuertes.
Así, el gasto en alimentos se reduce del 26,1 por ciento en los hogares de ingresos medios a 14,9 por ciento. En cuanto a la destinación de recursos para vivienda, para el nivel medio es del 30,1 por ciento y para el alto, del 22,1 por ciento.  Otro gasto que cae a medida que los ingresos suben es el del vestuario y el calzado (del 4,4 por ciento del nivel medio pasa al 3 en el alto). La misma tendencia se conserva en el rubro de la salud (baja del 4,7 al 3,6 por ciento). La asignación de plata para educación, entre tanto, se mantiene inalterada, pues solo varía el 0,1 por ciento entre los grados medio (5 por ciento) y alto (4,9 por ciento).
Por el contrario, entre los ciudadanos de mayores ingresos se evidencia mayor inversión en cultura, diversión y esparcimiento, al llegar al 4,1 por ciento. Las diferencias más visibles entre los niveles de ingresos bajos y medios frente a los altos están en el rubro de gastos varios, que crece al 15,3 por ciento. Sucede igual con el transporte y comunicaciones, que con el 32,1 por ciento es el porcentaje más elevado.
Según el estudio de Raddar, cuando una persona o familia recibe menos ingresos, sus gastos los absorben la alimentación, la vivienda y, en menor proporción, la educación.  Para el nivel medio, aunque baja un poco, los alimentos y la vivienda continúan siendo las prioridades, pero entran a cobrar más relevancia el transporte y las comunicaciones, así como los llamados gastos varios.
Por último, el estudio deja claro que cuando en un hogar hay ingresos superiores, estos preferiblemente se destinan a la compra de vehículos y su mantenimiento, a viajar y a adquirir artículos personales y servicios financieros, al tiempo que el gasto en ocio se vuelve más importante.
Fuente: El Tiempo