Como Raquel Hernández estudia psicología, la aplica en su hogar y les hace repulsa a las tendencias actuales, que indican que los niños suelen pasar cada vez más tiempo solos, viendo televisión y jugando play station.
Incluso el televisor de su casa es uno sólo y pequeño, porque ella y su esposo, Iván Darío Montoya, un ingeniero eléctrico, desean que este artefacto no se convierta en el centro de la vida familiar.
"Cuando los niños pasan mucho tiempo frente al televisor o en actividades en las que ellos son pasivos, pueden tener falencias en la comunicación con otras personas", afirma ella.
Los cuatro estudian, de modo que cuando están en plena actividad académica, son disciplinados y poco se ven con Iván Darío en todo el día. Él se encarga de dar el desayuno y despachar a los dos chicos, uno de siete y otro de cinco años, pues Raquel madruga más que todos para tomar clase de seis de la mañana en la Universidad de Envigado y toma casi una hora en llegar desde su casa en La Estrella.
Y si bien ella puede almorzar todos los días con sus hijos en casa de su madre, en Itagüí, es en la noche solamente que pueden comer juntos.
Los fines de semana del año se parecen a las vacaciones. Es en ellos cuando los chicos tienen permiso para ver televisión -tres programas que les fascinan-, jugar play y montar en bicicleta.
Un viernes u otro, la pareja sale a 'cervecear' y, a veces los domingos, la familia entera sale a disfrutar en un centro comercial, donde encuentran comida y cine.
Pero estas actividades lúdicas dependen del miércoles. Como éste es el día en que le pagan a Iván Darío y que, en la noche, los dos distribuyen el dinero, saben si va a quedar para una u otra cosa.
Hasta aquí, esta familia moderna le hace el quite a la tendencia reflejada en las encuestas: pasan juntos más que la media, que es de 25,4 horas a la semana; entre los esposos, pasan juntos ellos dos, más de 22,9 horas, sin contar el tiempo que pasan dormidos; más de las 1,7 horas navegando en internet.
Tampoco oyen radio, especialmente no escuchan noticieros, por mantener una salud mental, puesto que no quieren llenarse de noticias negativas -que en nuestro medio, son la mayoría-.
En lo que sí se parecen a la mayoría -53 por ciento- es en que no van a misa. No porque sean apáticos, sino porque tienen una religiosidad propia: casados por lo católico y con los niños bautizados en la misma fe, desde hace unos meses -movidos por inconsistencias que, dicen, encuentran en la Iglesia-, decidieron estudiar la Cábala judía y el Antiguo Testamento al lado de algunos amigos.
El sociólogo Fabio Betancur, cree que hacerle repulsa a esas costumbres individualizantes, que considera de influencia norteamericana y europea a través de los medios de comunicación y de la globalización, es saludable. Mantener unas prácticas más colectivas, como lo hacen los Montoya Hernández, son, según sus palabras, acordes con una cultura más local.
"Me parece detestable que la gente almuerce o cene en la pieza, por ver televisión o navegar en internet. Más acorde con nuestra cultura es la comida ritual, en grupo, pues es un momento que se aprovecha para conversar".
Y no porque crea que las costumbres deben permanecer intactas. Está bien que cambien. Lo nocivo es que se releguen las propias de manera abrupta, por copiar otras ajenas, que no tienen significado entre nosotros.
Lo que es natural en los Montoya Hernández, pasar mucho tiempo con los hijos, no lo es en la sociedad: los padres pasan, en promedio, 25,4 horas a la semana con ellos, casi dos horas menos que hace un año. La encuesta de Invamer señala que los paisas cenan menos de diez veces al mes juntos, levemente más que el año pasado.
"Aunque los cambios de un año a otro no pueden considerarse como tendencia y es más aconsejable estudiar las variaciones en lapsos de cinco o diez años, si en efecto lo que ocurre es este aumento, es porque en tiempos de crisis de valores y de violencia con el que vivimos, con una sociedad agrietada, existe la tendencia a refugiarse en la familia. Y a volver a la religiosidad inicial que perdieron". Y que esto sucede hasta en familias seculares y hasta ateas: "como una recristianización".
Fabio Betancur señala que los paisas son muy endogámicos y familísticos. Es decir, dan gran valor a la familia, aunque la estructura de ésta haya cambiado. Incluso, que la violencia intrafamiliar y el abuso sexual no están causados en enemistad entre los miembros de una familia sino, por el contrario, a que se llevan unas relaciones tan cercanas, intensas y posesivas, que hay fricciones.
Los Montoya Hernández no oyen radio, como se dijo. Y aunque, según la encuesta de Invamer, esta es una actividad que ha aumentado en el último año -de 13,6 horas a 15,3 horas a la semana-.
"La radio fue muy importante para las generaciones anteriores. Mucha gente escuchaba las radionovelas. Pero ahora, si la gente está volviendo a la radio, la relación con ésta es distinta; más interactiva. Los jóvenes, por ejemplo, se comunican por chat, correo electrónico o teléfono y cuentan su intimidad, incluso la sexual. Ahora hay una combinación de medios de comunicación". Y señaló que, en general, escuchar radio no es una actividad grupal, como era antes, sino individual, con el auge de los audífonos.
"El individualismo, que parece afirmarse por influencia de culturas foráneas, también puede deberse a que cada día más las personas entienden que es necesario dedicarse tiempo y cuidado a sí mismas. Y a que cada día hay más soledad y desamor".
Ah, y un detalle: Raquel Hernández es más dada a compartir con amigos, especialmente compañeros de estudio, que su esposo. Mientras él solamente unas dos veces al año la llama para decirle que se quedará tomando cerveza con ellos, ella lo hace cada 15 días. |
| Contexto | | | |
| | 1. En la familia Montoya Hernández, los niños no viven pegados del TV ni del play, para que no adquieran problemas de comunicación.
2. Entre los paisas aumentan actividades individuales y disminuyen las colectivas, como pasar en casa con los hijos o compartir con la pareja.
3. Aunque aumentó la gente que va a misa al menos una vez por semana, ésta suma el 47 por ciento de la población.
4. Aumentó el tiempo en que se escucha radio, se practican videojuegos y se repara el carro y las veces que se come con familiares. | |