domingo, marzo 15, 2009

Papi... ¿me lo compras?









Por José María Baldoví, reportero de El País, Bogotá



Los niños y los jóvenes de hoy son los dueños de grandes decisiones del gasto familiar. El mercado busca seducirlos.

Si como sostiene el reconocido publicista colombiano Cristian Toro “los niños toman decisiones a los 5 años de edad”, entonces no hay duda de que su opinión en los gastos de la canasta familiar es determinante.

Tanto que, entre otras cosas, buena parte de las inclinaciones alimenticias, y desde luego las decisiones de esparcimiento que toman los padres, están focalizadas a satisfacer los muy exigentes y no siempre económicos gustos de los pequeños. Influidos por la moda, los amigos, la publicidad y la televisión, los ‘colombianitos’ con edades entre 6 y 16 años —alrededor del 24% de la población—, ahora son quienes en realidad deciden qué se consume en el hogar y cómo entretenerse.

A juicio de Sandra Ortiz, investigadora de Estudios de Segmentos de la firma consultora Raddar, “los sectores que más se benefician por cuenta de las inclinaciones de los menores son entretenimiento, alimentos y aseo personal”. Y aunque todavía no existen cifras que puedan dar cuenta del poder de los niños en la economía familiar, lo cierto es que, según Ortiz, “ellos influyen y determinar el gasto familiar hasta convencer a los padres de que determinados alimentos son los más adecuados para ellos”.

Lo mismo ocurre, prosigue la investigadora, con algunos productos de entretenimiento o aseo personal. “Si el producto satisface completamente las expectativas de los padres, tal vez el gusto de los niños por este determine parte del gasto. Si no lo hacen, los padres tratarán de convencer a sus hijos de adquirir el producto que ellos consideren”, explica la analista.

El poder de los ‘pelaos’ es tan enorme que en los últimos años compañías como Zenú, Noel y Nacional de Chocolates se han propuesto conformar una lonchera que seduzca el paladar de sus principales clientes.

Proteínas, carbohidratos y golosinas se han combinado para mover el gusto de unos niños que según Yanhaas, firma investigadora de mercados, consultan y entienden perfectamente las etiquetas alimenticias de los artículos.

No en vano en el país las industrias dedicadas a la producción de dulces, jugos, lácteos, ponqués, gaseosas y maltas se han convertido en importantes impulsores de la economía, dado que sus artículos son de creciente presencia en la canasta familiar.

Pero el verdadero dolor de cabeza para los padres sucede cuando sus hijos alcanzan los 11 años, porque según el publicista Toro “a esa edad en Colombia los niños empiezan a demandar celulares, computadores, portátiles y avanzados juegos interactivos”.

Para hacerse a una idea del gasto al que inducen los niños, tan solo el mercado de cuadernos y demás implementos escolares factura cerca de $200.000 millones al año.

Y si los menores son quienes en realidad escogen sus útiles para el colegio, ni hablar cuando se trata de adquirir sus juegos tecnológicos.

Clara Niño, madre de familia, cuenta que no fue fácil conseguir que su hijo mayor de 12 años aplazara por unos meses la compra de una consola de vídeo que costaba $1 millón. Para calmarlo, dice, “le regalé un IPod sencillito de $300.000”.

Al día en las últimas novedades de vestuario, los niños y los adolescentes son los consentidos de las grandes superficies y los centros comerciales. Según el especialista en Desarrollo Humano Jairo Patiño, “estos lugares están concebidos para atraer a los cambiantes y caprichosos menores de edad, que llevados por los modelos y las marcas y las imágenes internacionales que promueve la televisión terminan por incrementar los gastos de la familia”.

De proporciones superlativas, el ‘fenómeno del niño’ como determinador de la vida económica en el hogar acaba de ser medido en un estudio realizado en España.

Los resultados no podían ser más contundentes: “Los hijos deciden más de la mitad del gasto familiar, el presupuesto para ocio se ha duplicado y los niños eligen sobre todo productos tecnológicos”.

El motivo de esa tendencia, aduce el psicólogo español Javier Garcés, está en “la vulnerabilidad de los niños ante la influencia de la publicidad”. Y agrega: “los niños son instrumentos y los padres compran lo que ellos dicen”.

Y los ejemplos de ello están en todas partes. Rosalba Beltrán y su marido, que entre los dos ganan $5 millones, dicen que “gastamos en nuestros dos hijos, sin exagerar, casi $3 millones mensuales, pues los antojos de ropa, comida, Internet, tarjetas para celular, vídeo juegos, lonchera y otras arandelas se comen más de la mitad del presupuesto familiar”.

Y si como reveló el jueves una encuesta internacional realizada en Colombia por la organización One Hope, el 70% de los jóvenes de hoy no pasan más de una hora a la semana con sus padres, está claro que la realización personal corre el riesgo de parecerse mucho a la acumulación de cosas y a la billetera gruesa.

Más consumo

Un reciente estudio español menciona que “los niños son cada vez más consumistas y uno de cada diez es ya un comprador compulsivo y creen que el dinero es la clave de la felicidad”.

El problema está en que muchos padres han decidido renunciar a su papel y prefieren no controlar esta tendencia, pues caen en igual actitud.



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