Por: Luis Alberto Arango*
La compra que planea la Federacafé es un negocio que no se ve con buen sabor.
Foto: EFE
Starbucks está valorada en US$10.000 millones. Con US$500 millones la Federación tendría el 5% de sus acciones.En noviembre del año pasado Gabriel Silva Luján, presidente de la Federación de Cafeteros de Colombia, lanzó una idea que él mismo calificó como audaz: que los productores de café en el mundo pusieran US$200 o US$300 millones y que con eso podrían conseguir el control de Starbucks, pues el precio de la acción bajó de US$40 a US$8 en un año. Así, los productores garantizarían llegar directamente al consumidor de café a través de la cadena más grande de este tipo en el orbe.
La idea, que inicialmente parecía destinada al olvido, fue precedida en ese entonces por declaraciones del Gobierno en lo que parecía ser una juiciosa tarea de preparación del terreno ante la opinión pública. Pero de la audaz idea no se supo más hasta hace dos semanas, cuando los medios volvieron a destacarla.
Ya no se habla de 300 sino de US$500 millones para adquirir el “control” de Starbucks, pues el precio de la acción, que era de US$8 pasó a US$13. Esta tarea posiblemente se haría con la ayuda de exportadores de café brasileños. BNP Paribas de Brasil está liderando el proceso.
Aunque las versiones sobre el monto de inversión no son del todo precisas, Silva ha dicho que la inversión va a “ser lo suficiente para ser relevante”, así que supongamos que inviertan US$500 millones. Como Starbucks está valorada en unos US$10.000 millones, US$500 millones permitirían comprar el 5% de sus acciones. A todas luces sería el inversionista individual más grande de Starbucks. El que le sigue, un fondo de capital privado, tiene el 4,1%
Sin embargo, todo lo anterior, que suena y es audaz, no deja de ser una ilusión.
Para comenzar, no ha sido suficientemente claro cómo teniendo el 5% de las acciones de Starbucks se podrá tener el control de la compañía. Tampoco es claro cómo con esa participación los caficultores colombianos podrán llegar a vender su café en las 15 mil tiendas de Starbucks en todo el mundo.
Todo apunta a que la Federación piensa que podrá lograr con ese 5% uno o más puestos en la junta directiva de la empresa distribuidora de cafés y que así controlarían toda la compañía. Aquí es donde el BNP Paribas y los entusiastas accionistas potenciales deben mirar realmente lo que están comprando.
La junta de Starbucks la integran nueve directores, la mayoría de ellos cumple con los requerimientos de independencia exigidos por Nasdaq y la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC). En pocas palabras, éstos representan a la totalidad de los accionistas, no a un grupo y no están influenciados por intereses externos. Para ser director o miembro de la junta directiva de Starbucks se necesitan todas las cualidades, salvo la de ser apoyado por el propietario del mayor número de acciones, como lo sería en este caso.
Por un lado, un miembro de junta debe recibir primero la aprobación del Comité de Nominaciones de la compañía. El Comité selecciona candidatos de diversas fuentes, incluso entre recomendados de los accionistas, quienes podrán hacerlo sólo en las asambleas anuales. No obstante, los accionistas que tengan más del 5% de las acciones, pueden sugerir nombres para el cargo de director en cualquier fecha, sin tener que esperar a una Asamblea de Accionistas.
Teniendo la Federación el 5%, esta condición no sería un problema. Sin embargo, las reglas de gobierno corporativo de Starbucks exigen que ese 5% haya sido comprado al menos un año antes de hacer la sugerencia. Así que hay que esperar a la siguiente Asamblea o un año después de la compra para proponer candidatos a la junta y contar con suerte para que el Comité de Nominaciones lo apruebe después de una evaluación.
La evaluación no es superficial. Los conflictos éticos están para Starbucks por encima de cualquiera otra consideración. Como es apenas natural, las políticas internas impiden que alguien que trabaje o tenga intereses en la competencia sea considerado para el puesto de director. Así que la persona que proponga la Federación no puede estar relacionada con Juan Valdez o la Federación, ni mostrar el más mínimo asomo de intereses que beneficien a un accionista particular por encima de todos los demás. Adiós al supuesto “control”.
Logrado lo anterior aún el camino es largo. El Comité eleva el nombre a la junta directiva actual, quien a su vez dará o no su apoyo para que el nombre sea sometido a votación ante la Asamblea de Accionistas del año siguiente.
La Federación de Cafeteros no ha demostrado mayor éxito financiero en el manejo de las tiendas Juan Valdez. Sus pérdidas en Colombia superan los $30 mil millones , mientras las pérdidas consolidadas con las operaciones en el exterior se estiman en más de $60 mil millones y siguen sumando. Así que no es descabellado pensar que si el presidente de Starbucks, que además fue su fundador, siente que la Federación de Cafeteros quiere controlar su compañía, haga todo lo que esté a su alcance como miembro del Directorio y presidente ejecutivo para impedirlo.
La realidad no deja lugar a dudas. Los US$500 millones no van a comprar el “control” de Starbucks. Si la Federación de Cafeteros y el Gobierno insisten en esta inversión, sólo queda recordar el pensamiento de un escritor renacentista francés: “Nadie está libre de decir disparates; lo malo es decirlos en serio”.
*Profesor de la universidad CESA
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