domingo, octubre 26, 2008

La tienda, qué trinchera contra el desacelere (Colombia)





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Manuel Saldarriaga
En el granero Eusse Restrepo su propietario, Manuel Salvador, mezcla la venta de productos de tienda con bebidas que hacen más atractivo el lugar. Esa es una de las estrategias para mantenerse.

LOS TENDEROS LES dieron cátedra a los grandes del comercio en el derrumbe argentino de 2001. ¿Cuál es su secreto, aquí y allá?


Germán Jiménez Morales - Cartagena | Publicado el 26 de octubre de 2008

Cuando comenzaron a llegar a Colombia los duros del comercio mundial, como Carrefour, Makro y el Grupo Casino, hasta los magos del mercadeo pronosticaron que las tiendas de barrio estaban condenadas a una acelerada desaparición.

Se equivocaron. Este canal tradicional de comercialización crece en número, en resistencia y en el tamaño de la torta de los alimentos que comercializa. La tienda goza de un buen estado de salud y hasta se ha convertido en una fuente de inspiración para los súper e hipermercados.

Un par de datos de Nielsen, reproducidos por el gremio de los comerciantes, confirman que, por regla general, los tenderos no están con la lápida en la espalda.

Fenalco afirma que la batalla por llenar el estómago de los consumidores, o sea las ventas de alimentos, revelan que "mientras la variación del volumen facturado en los supermercados tiene un crecimiento cero en este año, las ventas de las tiendas de barrio crecen en un 7 por ciento".

¿De dónde les viene esa resistencia a los tenderos, especialmente en momentos en que sube la inflación, sube el desempleo y se arrugan los bolsillos?

Meiko, una compañía que realiza una especie de censo con 22.000 tiendas de barrio de Bogotá, hace notar que estos pequeños comerciantes están al servicio del 80 por ciento de la población colombiana.

Juan Manuel Medina Montejo, gerente Comercial de Meiko, se pregunta a dónde más pueden ir una empleada del servicio y muchos trabajadores informales que ganan un jornal diario, si no les da para reunir 150.000 o 200.000 pesos para hacer un gran mercado. Esa gotera diaria de 20.000 o 25.000 pesos que muchos reciben los deben repartir en el transporte, la alimentación y en pequeñas reservas para cubrir los servicios y el arriendo.

A las personas de estratos medios, medio bajo y bajo la tienda de su comunidad les da la oportunidad de adquirir alimentos en cantidades que, sin exagerar, llegan hasta la dosis precisa para prepararse un tinto o una taza de chocolate.

De cada 10 categorías de productos que se expenden en una tienda, 7 corresponden a alimentos y tres a bienes misceláneos. Y, bueno, con crisis o sin ella, comer es una prioridad, así toque reducir la cantidad

Medina Montejo señala que cuando baja la actividad y el nivel de ocupación en la industria manufacturera y la construcción, para citar apenas dos casos, quienes se quedan cesantes no van a comprar sus bienes a las grandes superficies. Es más, cuando una persona gana estabilidad económica eso le permite ampliar sus sitios de compra, incluyendo como gran logro el poder estar ante las cajas registradoras de los súper e hipermercados. Y, al contrario, en épocas de vacas flacas a estas mismas familias les toca devolverse a la tienda de barrio.

Otro hecho que cuenta a favor de los tenderos es que, en número, superan a sus rivales. Sus clientes están en la misma cuadra o al doblar la esquina. Son cercanos a sus compradores, viejos amigos y vecinos en los que pueden confiar.

Todo apunta a que esos elementos sociales no fueron debidamente valorados por quienes vaticinaron la muerte de las tiendas. Y, miren qué interesante: quienes supuestamente iban a ser sus verdugos, están hoy aprendiendo de estos pequeños comerciantes.

Los argentinos tienen una experiencia aleccionadora, según comentó esta semana en Góndola 2008 Fredéric Gautier, presidente de Ilacad, Francia.

Entre 1993 y 1996 llegaron a Argentina los líderes del comercio mundial, desde Wal Mart hasta Casino. Lo hicieron sin miseria, con tiendas excesivas en los metros cuadrados de área de ventas, las mismas que tuvieron que recortar cuando estalló la burbuja comercial en el 2001.

Los ingresos de los consumidores se fueron al piso y, con ello, el uso de las tarjetas de crédito y el consumo sofisticado. Las tiendas estuvieron allí, cual trincheras, brindando una opción de compra acorde con las nuevas realidades económicas. Su tajada del negocio subió del 37 por ciento en 1999 al 57 por ciento en el 2002. En ese mismo período los visitantes de los hipermercados cayeron del 47 al 33 por ciento.

Al tendero le favoreció el cambio de hábitos en el 96 por ciento de los aporreados hogares argentinos, que buscaron marcas más baratas, productos con tamaños más pequeños, se concentraron en los bienes básicos y redujeron las cantidades.

Los Goliat del comercio entendieron lo importante de ser un David. Según Gautier, firmas como Carrefour desarrollaron estrategias comerciales especiales para sus tiendas ubicadas en sectores populares. Estas eran más pequeñas, de 1.500 a 2.000 metros cuadrados. Con un surtido más austero. Una publicidad centrada en las ofertas. En suma, se adaptaron al bolsillo de sus clientes y recogieron los dividendos de esa estrategia según la cual "mientras más pequeño mejor".

¿Cómo ha sentido el desacelere económico?

Pedro Tangarife Colorado, El Tilingo
El año ha estado normal, aunque se han presentado altibajos en el precio de la comida y se han visto clientes un poco más colgados. Junio y julio fueron pesados, en parte por las vacaciones. De agosto en adelante ha mejorado la cosa. "Hay momentos en que uno se ve apretado, pero se sobrevive". Se venden bien los productos básicos del mercado.

Luz Mery Restrepo, Rapitienda 3x3
La tienda la cogió hace dos años, cuando estaba prácticamente acabada. "En el 2008 no ha faltado qué hacer. Ha sido duro, como el 2007, especialmente entre enero y marzo, pero los restantes meses han sido buenos". Todos los productos se mueven. Mezcla artículos que rotan
rápido con otros pegaditos, pero que necesita el cliente, como el papel de aluminio.

Dioselina Velásquez, Granero Diosa
Tiene 65 años, de los cuales 30 los ha dedicado al trabajo como tendera. "Mucha gente se enseña a quejarse, pero la verdad es que si uno tiene para comer y pagar el arriendo, está ganado. Hay que reconocer que la situación económica está dura y las ventas han bajado". Lo que más están recortando sus clientes es la compra de licor.

Manuel Eusse, Granero Eusse Restrepo
"El 2008 ha sido regular y ha estado pesado, pero a uno le da para pagar el alquiler. Los clientes se quejan por todo. Por el alza de artículos como el jabón, el chocolate y el arroz. Aún así, se vende de todo un poquito. Busco lo que más salida tiene. Aquí, es el trago. Un domingo se venden bobaditas, comparadas con las ventas de cerveza, aguardiente y gaseosas".


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