Esta fue la propuesta con la que José Roberto Arango, presidente de Coltejer, convenció a los empleados para cambiarla a sus nuevos propietarios, la mexicana Kaltex, que compró el 55% de la firma.
No estaba solo. A su lado puso a su hombre de confianza, Luis Fernando Montoya, para salvar a la tradicional empresa de textiles colombiana.
La historia comenzó en una charla informal hace año y medio en un almuerzo donde se encontraron Carlos Ardila Lülle y José Roberto Arango, quien con toda franqueza le aconsejó que se saliera del negocio.
Ardila lo autorizó a buscar un comprador, pero después de varias gestiones infructuosas, su rol cambió un año después. Así Arango asumió el reto en febrero del 2008 con la condición de que se le permitiera el apoyo de alguien que compartiera la tarea, y ese fue Luis Fernando Montoya, persona de su total confianza.
Arango, quien venía de salvar Paz del Río, resolver la deuda del Metro de Medellín con la Nación y de crear media docena de empresas en forma exitosa, ya había estudiado la situación, pero no se imaginó lo difícil que iba a ser hasta que estuvo adentro.
Aunque la problemática propia del sector es de revaluación, aranceles, contrabando, importaciones mediante lavado de dólares, "teníamos un paciente para atender primero", dice Arango.
Rápidamente el ejecutivo encontró que el problema principal era el costo laboral de 1.400 dólares mensuales promedio por operador textil, mientras en Brasil es de 500 dólares y en China de 100 dólares. Además había problemas de flujo de caja de 12 años, con un accionista que ofrecía el soporte: la Organización Ardila Lülle.
"Se acostumbraron a que todo lo que necesitaban llegaba. Fueron vendidos los terrenos en Itagüí, se pactaron acciones de recompra a un año y llegaron 30.000 millones de pesos que se agotaron en 40 días porque la empresa estaba perdiendo 12.000 millones de pesos al mes", narra Arango. "Entre más vendía, más perdía", dice.
El lunes 11 de febrero, al tomar posesión de su cargo convocó a los cinco sindicatos, pero estos lo dejaron plantado. Sin embargo, aparecieron cinco días más tarde, sorprendidos con el panorama, aunque se negaron a participar en la solución. Arango les recordó la desaparición de Tejidos Leticia, Única, Vicuña, Pepalfa, Celanese, Quintex, que a su juicio obedecieron a onerosas cargas laborales.
Les expuso que si se iban a liquidación cesarían los pagos y el dinero no alcanzaría ni para las mesadas de los jubilados.
Al no encontrar eco en los sindicatos, les pidió acceder directamente a los operarios de planta. Desde entonces, dos veces al día hacía reuniones de tres horas con unos 100 trabajadores. "Había que tener paciencia y los trabajadores me ayudaron a construir la fórmula", recuerda Arango.
Se encontró con cosas insólitas como el pago por convención de una prima de productividad cada mes a los trabajadores, "en la empresa más improductiva del país".
Una noche, al no recibir una respuesta contundente, decidió acudir a la Ley 550 para liquidar a Coltejer pues todas las fórmulas conducían a ello. Les ofreció a los trabajadores una liquidación organizada para resolver la carga laboral. "Les dije: ustedes compran la compañía y yo la vendo", cuenta el empresario.
Propuso hacer una encuesta con una pregunta el 23 de abril: ¿está usted de acuerdo con la fórmula de reestructuración de la compañía? El resultado fue contundente: el 96 por ciento votó por el sí.
Cuando la página web de la Superintendencia Financieradivulgó la intención de liquidar la empresa, los trabajadores citaron a una asamblea, pasando por encima de sus dirigentes sindicales, y aprobaron la reestructuración.
Con al visto bueno de la mayoría de trabajadores viajó a México a reunirse con Rafael Moisés Kalach Mizrahi, presidente del Grupo Kaltex, muy involucrado a las empresas de Carlos Slim, de las cuales es director ejecutivo y miembro de sus juntas directivas.
Kalach, de una estirpe de empresarios que manejan la industria textil más próspera de México, le dijo a Arango que cuando él tuvo uso de razón Coltejer era diez veces más grande que Kaltex y hoy la mexicana es cinco veces más que la colombiana.
Arango convenció al empresario mexicano de que Coltejer tenía futuro y que el mercado nacional era apetecible. El Grupo Kaltex es una compañía textil 100 por ciento mexicana, con 85 años de operaciones; se integra verticalmente, por empresas que producen fibra sintética, hilo, telas, prendas de vestir, productos textiles para el hogar. Factura mil millones de dólares al año. Se dedica a la manufactura y a la comercialización de hilo y un sinnúmero de telas en fibras naturales y sintéticas con fabricación, acabado de prendas casuales; manufactura y comercialización de blancos y accesorios textiles para el hogar y producción de fibras acrílicas.
Se firmó un preacuerdo para que la mexicana tomara una empresa con 103 años de experiencia, que hace 30 años fue la más importante del país, cuando contaba con 17.000 puestos de trabajo. Hoy tiene 2.500 puestos y unos 3.000 jubilados.
La firma del Plan de Salvamento de Coltejer estaba contra el tiempo porque el 27 de junio se vencía el plazo que daba la ley para acogerse a una reducción tributaria por el pago de deudas con la Dian. "Fue una negociación muy difícil, complicada, sobre el tiempo, terminamos de pagar todos los cheques el 27 de junio por la noche", recuerda Arango, quien recibió apoyo de los proveedores, la banca y las entidades de control.
"Si pagábamos esa noche en vez de pagar 95.000 millones de pesos pagaríamos unos 65.000 millones de pesos". Por sus acciones, los trabajadores recibieron 120.000 millones de pesos. Ahora se respira un aire nuevo. "Hoy ya hasta las plantas florecieron, Kaltex ordenó pintar las instalaciones, y ya hay alegría", dice Arango, un economista paisa, especializado en administración pública en la Universidad de Harvard, terco, insistente y audaz.
Se autorizó la emisión de 600.000 millones de acciones a un valor nominal de un peso cada una pero con diferentes denominaciones según el acreedor o proveedor y el tiempo en que se harán efectivas, ya que el Plan de Salvamento consistió en pagar a todos con acciones, así la textilera quedaba cero kilómetros, lista a reanudar sus labores.
Coltejer quedó compuesta en un 55 por ciento de Kaltex, un 30 por ciento del Grupo Interbolsa con diversos fondos de inversión y un 15 por ciento en la bolsa, según informó Arango. El 16 de julio las acciones volverán al mercado bursátil.
Arango seguirá como asesor pero se retira de la presidencia que compartió con Montoya.
El paso que viene es ajustar la compañía al mercado. "Le pedimos al Gobierno: déjenos competir en igualdad de condiciones. Mientras a los productores de algodón les dan subsidios, a nosotros nos toca pagar aranceles", concluye Arango.
Alejandra Buitrago Redacción de Economía y Negocios
Ignacio Gómez Escobar
ESTRATEGA EN MERCADEO
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