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viernes, noviembre 22, 2013

¿Cuánta comida se desperdicia en Colombia?

Desperdicio de alimentos, comida, Kienyke

La ONU es contundente: 870 millones de personas viven con hambre, uno de cada ocho habitantes del mundo en medio de este flagelo. Representantes del organismo dicen que esta condición se convierte en el principal riesgo para la salud causando más muertes por año que la malaria, la tuberculosis o el sida. En medio de este sigiloso karma 10.9 millones de niños mueren a causa de enfermedades relacionadas.
En Colombia la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) dice que por falta de ingresos, el 42 por ciento de los colombianos se alimenta mal, deja de lado una de las tres comidas diarias y por ende no tiene el complemento calórico necesario para cumplir con las tareas básicas. Ligado a  esto uno de cada diez vive en la pobreza extrema, lo que quiere decir que subsiste con menos de $3.040 pesos diarios.
Desperdicio de alimentos, comida, mercado, Kienyke
Según el DANE, en total, 4 millones 590 mil personas viven con lo mínimo. En el país y el mundo la producción de alimentos es muy alta. Tanta, que la mitad de los alimentos que se producen a nivel global terminan en la bolsa de basura.
El instituto británico de ingenieros mecánicos dice que entre 1.200 y 2.000 millones de toneladas se pierden en el camino, antes de llegar a uno de los 7 mil habitantes de este mundo.
¿Cuánta comida se pierde en el país?
La asociación de bancos de alimentos (Abaco) agrupa a cerca de 20 instituciones y se encarga de distribuir las donaciones otorgadas por las grandes cadenas a más de 1.410 fundaciones. Esta institución dice que a través de un estudio realizado en 2012 se encontró que 1’154.000 toneladas de frutas y 261 mil toneladas de verduras se pierden en la poscosecha. Es decir: no llegan ni a comercializarse.
Infografia desperdicio de comida, Kienyke
Es el dato más aproximado  de la comida que se desperdicia. No se cuenta con un consolidado general ya que en el país no se ha hecho una investigación que responda a tres frentes: alimentos utilizados para la generación de energía, comida para animales y desperdicio.
La directora de Abaco, Ana Catalina Suárez, dijo que de la cifra de desperdicio alimentario su organización no ha podido recuperar mucho. Tan solo 13 mil 300 toneladas, que estando cerca de cumplir su fecha de vencimiento o con daños en los empaques, han sido donadas por cerca de 6 mil compañías, entre las que se destacan cadenas de supermercados, minoristas y centros de abastos.
“El desperdicio de alimentos es crítico por una sencilla razón: los graves problemas que la desnutrición tiene para el desarrollo de cualquier persona. El gravísimo problema está en la cotidianidad del consumo humano. Cuando alguien no consume lo que debe, no puede cumplir con lo que hace. El 42 por ciento de los colombianos no tiene con qué comerse una de las tres comidas”.
Suárez dice que uno de los puntos de fuga que más preocupa es el ligado al desperdicio en el consumo diario. Anota que con lo que se desecha en hogares, restaurantes y hoteles no hay nada que hacer. “Si vamos a nuestro lugar favorito, nos llenamos muy rápido y nos comemos solo la mitad de lo que nos sirven, este tipo de alimento ya no cumple con las medidas de salubridad necesarias por lo que se va a la caneca”.
Las compañías prefieren destruir alimentos que regalarlos.
La directora de Abaco dice que la recuperación de alimentos donados a la organización es mínima si se compara con los niveles de pérdida. Aunque se han venido estableciendo una serie de vinculaciones con personas naturales y organizaciones agropecuarias. Dice que lo que más se recibe son frutas, verduras, leche en polvo, azúcar y café.
La recuperación de los pocos alimentos tiene su razón de ser. El fenómeno se presenta porque las empresas donen o no, deben pagar el IVA por los productos, y en la mayoría de los casos terminan por regalarlos y terminan destruyéndolos.
“Las donaciones en Colombia están castigadas. La DIAN no quiere ceder. Si una empresa dona un producto por el que canceló el IVA, si dona tiene que pagar otra vez el impuesto. En el país un gran porcentaje de quienes nos podrían donar no lo hacen. Les sale más barato destruir”. La directora de Abaco recalca que la vida comercial no es la vida útil del producto.

Carlos Ramírez, experto en economía y licenciado en consumo y productividad de la Universidad Autónoma de México, dice que en el caso de Colombia no hay una reglamentación que exija una gestión adecuada de residuos orgánicos y ordinarios. No hay también una norma que regule la sobreoferta de ciertos productos y en el mundo tampoco se tiene conocimiento porque existe un desbalance en la producción de alimentos”, dice.

sábado, noviembre 02, 2013

Juan Roig, el ‘súper’ del mercado

el país


Juan Roig, el ‘súper’ del mercado

La leyenda de este singular empresario crece paralela a su fortuna, de las mayores de España

Convirtió las ocho carnicerías de sus padres en el imperio Mercadona

Estudiante mediocre, tímido pero duro negociador, el hombre que animó a los españoles a “imitar la cultura del esfuerzo de los trabajadores chinos” prefiere la vida real a los despachos


El presidente de Mercadona, Juan Roig, en marzo de 2013. / MANUEL BRUQUE (EFE)







Al dueño de Mercadona lo definen como un hombre práctico, directo, austero y de trato serio, y hasta seco si no tiene confianza con su interlocutor. A Juan Roig (Valencia, 1949) le obsesiona la productividad, y que los horarios y las agendas se cumplan a rajatabla. Es un negociador duro. Y dicen los que lo conocen que no parece rico. Quizá sea porque, pese a que hoy se le calcula una de las mayores fortunas de España, el presidente de Mercadona es hijo de carniceros. Y cuentan que en su despacho, en el que pasa poco tiempo, tiene un pequeño gimnasio, para hacer ejercicio en los huecos que le deja el trabajo, y así cuidar su espalda, algo fastidiada desde hace años. Durante la semana laboral viaja bastante por España y aprovecha hasta el último minuto: las reuniones con el equipo de dirección se hacen a menudo a bordo de la furgoneta donde se mueven en sus visitas a supermercados y fabricantes.
Roig asegura que sigue siendo solo un tendero, solo que su tienda es muy grande. Cárnicas Roig, las carnicerías que sus padres abrieron en La Pobla de Farnals, y que luego se convirtieron en ultramarinos, fueron el germen de la cadena de supermercados que hoy controla Juan Roig. Pero ni siquiera esa semilla sobre la que ha montado un imperio llovió del cielo, ya que no heredó las primeras tiendas. Se asoció con tres de sus cinco hermanos y se las compraron a sus padres en 1981. Después, Roig terminó por comprar también casi todas las participaciones de sus hermanos. Y los ocho comercios de sus progenitores son ahora 1.150 supermercados, y una fortuna de miles de millones en manos de Juan.

Pide a sus directivos que lleven siempre un centimo en el bolsillo, para no olvidar el objeto de su trabajo
El fin de semana, comentan varios allegados, lo reparte entre las clases que imparte en una escuela de negocios a jóvenes emprendedores el sábado por la mañana, jugar al pádel, ver el baloncesto (en la tele y en la cancha) y pasar tiempo con su familia. Sobre sus afinidades políticas, se le ha relacionado con el Partido Popular. Mercadona aparecía incluso como donante del partido en los papeles del extesorero Luis Bárcenas. Roig lo negó. Los empresarios de su entorno quitan hierro al asunto. “Es independiente y práctico”, repiten desde las organizaciones empresariales en las que tiene influencia, e insisten en que nunca se ha mostrado sectario políticamente.

Empresario sin filtros

» Sus comparecencias. Aunque en los últimos dos años Juan Roig se ha mostrado más proclive a hablar en público, suele hacer pocas apariciones. Pero cuando coge el micrófono la polémica está asegurada:
» Trabajar como chinos. “En España tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en los bazares”.
» Sobre los recortes: “No hay que recortar por recortar. Pero sí hay que frenar el derroche, y España es un país de derroche”.
» Autocrítica en ‘Harvacete’. “Tenemos chirimoyas que parecen balones: las tiras al suelo y rebotan. La gente quiere productos frescos. Eso es obvio, ¿no? Pues a nosotros nos ha costado 30 años darnos cuenta. Los fruteros, sin ir a Harvard, sino a Harvacete, fueron más listos que nosotros”.
» Lecciones de productividad. “Las conejas españolas producen 10 kilos por cada parto. Las francesas, 16,86 kilos. No es que sean mejores, es que allí están obsesionados por la productividad”.
“Desde luego, no es un modelo de diplomacia”, comenta un empresario. Dice lo que piensa, para bien y para mal. Aunque ahora es difícil encontrar en el mundo de los negocios a alguien que no alabe su perspicacia, Roig no apuntaba maneras de líder empresarial. No fue un estudiante brillante. Ni en el colegio de los jesuitas donde estudió primero en Valencia, ni en el internado donde terminó después. Hoy día, en las pocas conferencias que ofrece como empresario, el aforo siempre está completo, lleno de oídos que tratan de averiguar el secreto de su éxito. Pero en la Facultad de Económicas de Valencia tampoco se graduó como el primero de su promoción. De la universidad, eso sí, salió su mayor socia: allí conoció a su mujer, Hortensia Herrero, con la que se casó en 1973. Ella controla hoy el 27% de las acciones de Mercadona y es vicepresidenta.
La lista de Forbes señaló el miércoles que Juan Roig posee la segunda mayor fortuna de España, valorada en 5.800 millones de euros. En realidad, ese es el patrimonio que tiene el matrimonio en conjunto, con su 78% de Mercadona. Parece que al empresario no le emociona demasiado que Forbes haya puesto cifras a su capital. “Lo publican como si el señor Roig tuviera 5.800 millones en el banco. Eso es lo que se supone que vale su participación en las empresas. Y esa cifra es muy relativa”, comenta un colaborador. Lo cierto es que, al no estar en Bolsa, el valor de Mercadona son solo cálculos sobre el papel.
Con Hortensia Herrero, que tiene ahora 62 años, tuvo a sus cuatro hijas: Amparo, las mellizas Hortensia y Carolina, y Juana. De todas, solo Carolina trabaja directamente en Mercadona en este momento, como coordinadora de la división de análisis de mercado. Hortensia es secretaria general de la escuela de negocios EDEM, un proyecto en el que su padre está muy volcado. Amparo es arquitecta. Y la más joven, Juana, “está desarrollando sus propios negocios”, según fuentes cercanas a la familia. Todas sus hijas se sientan en el Consejo de Administración de Mercadona.
A sus 64 años, Juan Roig es ya abuelo de siete nietos. Su familia es sin duda conocida en Valencia. El patriarca no ha escondido a sus hijas, que han participado de la vida social, por ejemplo, como falleras mayores del Convento Jerusalén, una de las fallas con más solera de la ciudad. Pero las apariciones públicas han sido siempre discretas. Nada de grandes saraos en Ibiza rodeadas de reinas del papel cuché. Juana, la hija pequeña, se casó en mayo. Y como si de una marca de la casa se tratara, tampoco la boda fue un evento de millonarios. Del brazo de su padre, la novia bajó del coche en la iglesia de San Nicolás de Valencia, donde un párroco amigo de la familia celebró su enlace con Álvaro Otero, hijo de un cirujano cardiovascular. El convite se celebró en L’Hemisfèric de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Una celebración muy elegante, sin duda, pero discreta, teniendo en cuenta el poderío familiar.
Como empresario, varias personas que trabajan habitualmente con Roig aseguran que hay una cosa a la que no le gana nadie: curiosidad. Quiere saberlo todo, de primera mano. Pisar las tiendas. Tratar con los proveedores. Dicen que es una de las cosas que le han convertido en el magnate de los supermercados que ahora es. “Roig dice a sus directivos que no deben pasar en su despacho mucho tiempo, porque desde el despacho no se puede ver la vida real”, cuenta otro conocido. Eso, señalan, le ha ayudado a ir siempre por delante, y ver que los españoles le iban a coger el gusto a las marcas blancas, con las que abarrotó sus tiendas justo antes de la crisis. O a darse cuenta de que andar etiquetando todos los productos era un trabajo ingente en el que se perdía mucho tiempo, lo que llevó a sus supermercados a ser la primera empresa en España que, en 1982, instaló los lectores de códigos de barra.


Juan Roig en la boda de su hija el pasado mes de mayo. / LAS PROVINCIAS
Roig es un negociador duro, que llega a las reuniones con las decisiones ya meditadas. Mide a sus directivos por la capacidad de obtener resultados y no le tiembla la mano a la hora de despachar a quien no alcanza las metas fijadas. Pero en sus estrategias no se enroca: si algo no funciona, por muy buena que le pareciera la idea al principio, lo cambia, comentan varias personas del mundo de los negocios.
En sus supermercados, entre los empleados, hay días en los que cunde el pánico. Es porque Roig está a punto de llegar.
Nada más entrar, comienza a hacer preguntas. “Puede pedirle datos sobre la afluencia de clientes al coordinador del centro. Pero es probable que también interrogue a la dependienta de la fruta sobre cuántas naranjas se venden”, recuerda una exempleada. A todos los trabajadores, sea cual sea su labor, se les obliga a leer varios libros sobre calidad empresarial; entre ellos, uno llamado Los monstruos y el gimnasio, un relato de Alberto Gálgano entre la parábola y el libro de autoayuda, que se supone enseña a tratar a los clientes como se merecen. Y si en los supermercados hay un uniforme oficial, en las oficinas existe un código de vestuario, al gusto de Roig: traje para los hombres, maquillaje y ropa formal para las mujeres.
Conforme la fortuna del empresario crece, aumenta también su leyenda. Casi se podría escribir un libro de aforismos con los consejos que supuestamente deja caer. Circulan entre sus trabajadores algunos. “Como dice Roig, no tienes que hacer un trabajo que te guste, sino que tienes que hacer que tu trabajo te guste”. Este, dice un empleado, es uno de los que más les repiten los jefes. Cuentan también que a su guardia pretoriana, el equipo de directivos con los que continuamente trabaja, les pide que lleven un céntimo en el bolsillo, para que no se les olvide que trabajan para conseguir arañar ese mismo céntimo a los costes y los precios.
Los que lo conocen dicen también que Roig ha sido siempre tímido. Sorprende esa afirmación, teniendo en cuenta que hablan del hombre que en público animó a los españoles a “imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en los bazares”. La timidez “hace que a veces, si está entre personas con las que no tiene confianza, resulte frío”, señala un conocido. Aunque siempre limitó mucho sus apariciones públicas, ahora participa en más eventos y hasta organiza algunos actos para promocionar sus iniciativas filantrópicas. Esa faceta, la de filántropo, la está cultivando especialmente durante los dos últimos años. Siempre apoyó iniciativas deportivas con su dinero, al margen de Mercadona: mientras sus dos hermanos se inclinaron más por el fútbol —Francisco Roig fue presidente del Valencia y Fernando lo es del Villarreal—, él optó por el mucho menos mediático baloncesto y llegó a presidir el Pamesa Valencia (ahora llamado Valencia Basket), del que sigue siendo su mecenas. Pero ahora además ha expandido su programa de apoyo a emprendedores. Varias personas señalan que es porque se siente obligado a devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad le ha dado a él. Otra de esas frases que, aseguran, le gusta repetir a Roig. O eso cuenta la leyenda.

sábado, septiembre 07, 2013

Las marcas preferidas de Latinoamérica

Las marcas preferidas de Latinoamérica

Las marcas preferidas de Latinoamérica

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Hace poco Kantar Worldpanel publicó un reporte titulado Brand Footprint. Se trata de un ranking de bienes de consumo de movimiento rápido, todo basado en investigaciones realizadas con consumidores en 400.000 hogares en 32 países, entre ellos 10 países de Latinoamérica. Este reporte utiliza una nueva medida llamada Consumer Reach Points (Puntos de Alcance al Consumidor o CRP) para crear losrankings. Los CRP toman en cuenta la cantidad de hogares a la que llegan losproductos y también la frecuencia con la cual los consumidores los compran. No es una medida estricta de volumen total de ventas. En cambio, el CRP se centra en cuantificar las decisiones de compra y las marcas que los consumidores más eligen al estar en la tienda.
Con el fin de ofrecer inteligencia de mercado adicional a los profesionales en publicidad, mercadeo y medios, a continuación ofrecemos una lista para la región entera y para mercados específicos.
LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN LATINAMÉRICA
  1. Coca-Cola
  2. Colgate
  3. Bimbo
  4. Knorr
  5. Tang
  6. Maggie
  7. Nescafe
  8. Pepsi
  9. Palmolive
  10. Omo

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN ARGENTINA
  1. La Serenísima
  2. Arcor
  3. Coca-Cola
  4. Knorr
  5. Yogurísimo
  6. Tang
  7. Sancor
  8. Quilmes
  9. Ser
  10. Ayudin

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN BRASIL
  1. Coca-Cola
  2. Ype
  3. Colgate
  4. Omo
  5. Tang
  6. Antarctica
  7. Qualy
  8. Maggi
  9. Soya
  10. Nescau

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN CENTROAMÉRICA
  1. Coca-Cola
  2. Maggi
  3. Colgate
  4. Natura’s
  5. Pepsi
  6. Tang
  7. Palmolive
  8. Malher
  9. Suavitel
  10. Protex

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN CHILE
  1. Coca-Cola
  2. Soprole
  3. Colún
  4. Maggi
  5. Nestlé
  6. Carozzi
  7. Nescafé
  8. Nova
  9. Watt’s
  10. Lucchetti

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN COLOMBIA
  1. Colanta
  2. Alqueria
  3. Coca-Cola
  4. Arroz Diana
  5. Colgate
  6. Alpina
  7. Roa
  8. Familia
  9. Parmalat
  10. Postobon

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN ECUADOR
  1. Vita Leche
  2. Coca-Cola
  3. Maggi
  4. Indulac
  5. Deja
  6. Ranchero
  7. La Favorita
  8. Toni
  9. Colgate
  10. Familia

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN MÉXICO
  1. Coca-Cola
  2. Lala
  3. Bimbo
  4. Nutrileche
  5. Nescafé
  6. La Moderna
  7. Alpura
  8. Liconsa
  9. Knorr
  10. Tang

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN PERÚ
  1. Gloria
  2. Ajinomoto
  3. Elite
  4. Maggi
  5. Sibarita
  6. Pura Vida
  7. Inca Kola
  8. Suave
  9. Don Vittorio
  10. Doña Gusta

LAS 10 MARCAS MÁS ELEGIDAS EN VENEZUELA
  1. Coca-Cola
  2. Pan
  3. Maggi
  4. Las Llaves
  5. Pepsi
  6. Colgate
  7. Mavesa
  8. Mary
  9. Fama de América
  10. Vatel

Para averiguar más sobre cómo podemos ayudarle a llegar a los consumidores latinoamericanos a través de todo tipo de medios, por favor comuníquese con nosotros.

lunes, julio 15, 2013

Marx no postuló la supresión del dinero


Marx no postuló la supresión del dinero.

Marx nunca se opuso al uso del dinero, pero quién sabe si se lo replataría de vivir en estos días en los que el billete y las monedas y tarjetas de crédito se han convertido en metáfora de la dignidad. En el “mercado de la vida” ya no cuenta quién eres sino lo que gastas, el consumismo ofrece compensaciones a existencias anodinas con la posibilidad de comprar a crédito cosas innecesarias Y así formar parte de una mayoría. "LinealCero" presenta este texto, de Alberto Moncada, inédito en la red.

Alberto Moncada.





“De cada uno según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”. En el Manifiesto Comunista, un folleto de veintitrés páginas, Karl Marx abandona el carácter analítico deEl Capital y otras obras suyas para adoptar un estilo apasionado, más apropiado para calentar los corazones de los trabajadores de su tiempo, cuya unión (“trabajadores del mundo, uníos”, rezaba el lema), debería producir la democracia verdadera, la de la mayoría. La utopía del Manifiesto... contiene muchos elementos de otras utopías, desde la antigüedad clásica a la modernas, como las de Thomas More. En este texto, Marx paga sus tributos al capitalismo, “eficaz para alcanzar un alto grado de progreso material, pero incapaz de producir esa dignidad personal, esa independencia más necesaria para el hombre que para el pan de cada día”.

Para el Marx de esta obra, el asunto es tan obvio que no podía pasar mucho tiempo sin que llegara el colapso del capitalismo, y él propone es sus textos diez principios básicos para reemplazarlo. Algunos de ellos se aplican en los hoy países más desarrollados, como sustituir el trabajo de los niños en las fábricas por su educación gratuita en las escuelas; otros son utopías ni siquiera trasladadas a los diferentes mensajes de la "Internacional Socialista"; y los relativos al poder económico diríamos que chocan muchas veces contra las urdimbres del núcleo duro capitalista, en especial con respecto a los frutos del trabajo humano, que siguen manteniendo esa desigualdad de origen determinada por los derechos de propiedad y herencia y que, sobre todo, se enuncian esencialmente en términos monetarios.




Marx no postula la supresión del dinero, pero tiene una visión restricitiva de su influencia en la vida; y, aunque no comparte la vieja doctrina eclesiástica de que el dinero, de suyo, no debe producir más dinero -la teoría medieval de la usura- estaría más que incómodo con las actuales dimensiones del sector financiero y su influencia en la economía real. El crédito es-para él- un instrumento público de desarrollo y sólo debe existir un banco central que lo otorgue, lo administre y lo controle. De esta manera -piensa-nadie puede producir daños a terceros ni catástrofes. De este mismo parecer, aunque expresado en un tono más académico, es el Profesor Galbraith quien, en su obra “El Dinero: de dónde vino, a dónde fue”, relata media docena de catástrofes y pronostica otras tantas, algunas de las cuales ya se ha producido, desde que hizo público este texto en 1975.





Que el dinero sea el único mediador en la economía y que la posición de las personas en la vida sea medida por su posesión es la sustancia de cuántas investivas éticas se producen hoy ante la última y ya bastante durarera versión de la sociedad de consumo de masas. Si examinamos las aspiraciones y las esperanzas mayoristas de la juventud, lo distinto socialmente no es quién eres ni incluso cuánto tienes, sino cuánto gastas. El gasto en lo superfluo, aquella característica de los ricos, de la “clase ociosa” de Veblen, se ha generalizado hasta ocultar incluso las carencias estructurales. La calidad del empleo disminuye, la hipoteca de la vivienda es una dura carga para las nuevas generaciones, cada día hay más distancia entre el hogar y el trabajo; sin embargo, los grandes almacenes te ofrecen quisicosas y actividades innecesarias a crédito con las que olvidar esas carencias y formar parte de la mayoría consumidora. Y el mediador en esas compensaciones es el dinero, cuya simbología es tan central en nuestra vida que oscurece otras maneras que hubo, o incluso hay, de realizar transacciones o repartir cargas y recompensas.

La economía de trueque sobrevivió muchos siglos en la historia humana. Antes de que desaparecieran los signos de mediación (metales preciosos, sobre todo), la gente intercambiaba productos y servicios. En los primeros mercados medievales más de la mitad de las transacciones se producían a través de trueques. Claro que este tipo de economía era, en muchos casos, la otra cara del endeudamiento personal, esa debilidad sustancial de campesinos y jornaleros que trabajan para el amo a cambio del sustento. El mundo mercantil, desarrollado en las ciudades donde se iban consolidando los mercados, supuso la primera brecha en el feudalismo, incluyendo la apetura de la economía monetaria a quienes antes no la disfrutaban. Sin embargo, ésta no siempre domina o explica todo lo que hacemos, ni siquiera hoy.




En los grupos pequeños, en la familia, nos prestamos servicios unos a otros sin esperar más compensación que la reciprocidad y el afecto. Muchos expertos han puesto de relieve la enorme mutación que sufriría la economía si los servicios gratuitos -o transferencias económicas- que prestan las madres, y hoy las abuelas, tuvieran que ser incluidos en la contabilidad individual o nacional, aun a precio de asistenta. La vida de los grupos pequeños, en las asociaciones amistosas, en la beneficiencia, en esa red de voluntariedad que está en el margen o en la confluecia de la economía monetaria no se entiende sin la renuncia expresa o tácita al lucro. Es una red de solidaridades que, sin embargo, está siendo objeto de los ataques de homologación por la economía capitalista, como lo prueba el movimiento de transformación de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) para hacer de ellas agencias nacionales o internacionales con un esquema de gestión y retribuciones salariales contrario a su origen.

Muchos de estos colectivos recogieron el impulso de generosidad juvenil de las congregaciones religiosas, cuyas imposiciones de disciplina y estilo de vida no casaban con los nuevos tiempos. “Para contribuir al bienestar, a la educación y a la sanidad de los países pobres no necesito ser casto ni obececer sin rechistar a los jefes como hacían los misioneros”, declara un miembro de “Médicos sin fronteras”. No obstante, las ONG, como antes las congregaciones, significan una enorme transferencia de riqueza del individio al grupo, como lo era, hasta hace muy poco tiempo, el servicio militar obligatorio.




Frankfürt se ha convertido en el epicentro europeo de las protestas
antisistemas. Paradójico, puesto que supone la ciudad donde mayor
convivencia de clases y armonía social se respira. El secreto reside
en cómo parte de los beneficios financieros llegan a toda la ciudadanía.
Abajo, barrio financiero y barrio obrero comparten ecosistema urbano.




Las sociedades van monetizando sus intercambios y hoy no existe forma de incorporarse a la globalización sin aceptar dos principios básicos: uno, que el mercado determina las recompensas individuales-sean éstas rentas de trabajo, de capital o meras actividades especulativas- y, dos, que sólo el sistema fiscal debe emplearse para remediar desigualdades y compensar carencias. Muchos se asombran de que los miembros de la élite deportiva o las estrellas de la pantalla reciban tantos miles de millones como los ejecutivos de las cien multinacionales más importantes. Es el mercado. Y, más receintemente la sociedad española se asombró de que los altos cargos de la empresa más importante del país se atribuyeran recompensas multimillonarias por el sólo hecho de serlo. Es el mercado. Es cierto que unos y otros pueden pasar de la riqueza a la bancarota o del estrellato a la miseria si no han ahorrado para los malos tiempos; y que, a veces, las grandes fortunas se disipan por la especulación o el crímen. Entre tales personajes es frecuente denostar al fisco como confiscatorio, como un atentado a sus libertades, y son capaces de cambiar de país para huir de tal mecanismo igualitario. Pero los efectos compensatorios del sistema se producen más mediante el acceso generalizado a los servicios públicos -nota fundamental de las sociedades avanzadas- que por la retribución fiscal, dada la preeminencia general de los impuestos indirectos.



La ingeniería financiera hace posible que de modo soslayado existan más
desigualdades en las esfera socioeconómicas. En ocasiones olvidamos que el dinero
es un instrumento de transacción de carácter impersonal. Las injusticias y las brechas
las crean los sistemas políticos y sociales, no los sistemas económicos. El dinero es neutro.

Sin embargo, en los bordes y algunas zonas de la economía global existen sectores igualitarios y cooperativismo de todo tipo y finalidad. La habitantes de la sierra incaica tienen en común tantas cosas que, cuando una pareja se casa, todo el pueblo les construye la vivienda y la explotación de la tierra sigue siendo tan comunitaria como antes de llegar los europeos. El cooperativismo, en sus diversas variantes, significa también una igualdad de cargas y recompensas ante el esfuerzo compartido. Muchas subsisten dentro del tejido capitalista y el norte de España destaca por ello, siendo el caso de Mondragón el más notorio.




Las comunidades agrarias incaicas del altiplano y motañas peruanas
intervienen colectivamente en el orden y las decisiones de su economía
local y jerarquizan las necesidades y recompensas según las necesidades
de cada familia o miembro de su comunidad.




Pero la igualdad y, sobre todo, la iniciativa común se ponen de relieve en la economía informal, sobre todo en la latinoamericana y, en particular, la peruana. Allí, cuidades nacidas a golpe de emigración de la sierra, brotadas casi de la noche a la mañana, marginadas de servicios (aunque cuasi soberanas ante el estado), despliegan su quehacer repartiendo obligaciones y recompensas de manera plesbiscitaria. Algunos han creado desde cero no sólo sus economías, sino también su poder policial y judicial; y los funcionarios del poder central o municipal prefieren dejarlos en paz. Con el tiempo, esa economía informal va convergiendo con la legal, pero los habitantes de esos asentamientos autónomos tienen a gala permitir que, entre los suyos, no haya desigualdades. “De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”. El dictum de Marx, que nadie haya leído probablemente allí, se cumple con la fuerza de una tabla de la ley de bajada de los Andes a hombros de los serranos.

Alberto Moncada

Alberto Moncada tuvo que nacer en España porque entonces no habría sociología. Estudió Sociología Económica en la Universidad de Londres. Quizás por ser unos de los padres fundadores de la sociología crítica y contempáranea española tiene a su bien ocultar su edad y su currículum. Participa desde la perspectiva democristiana independiente. Doctor en varias disciplinas (lo es en polítología y derecho por la Universidad Complutense), ha desempeñado su labor docente en las universidades de Madrid, Stanford, Lima, Internacional de la Florida y Alcalá. Consultor de UNESCO, OEA y del Consejo de Europa, es fundador y primer prorector de la “Universidad de Piura”, en Perú, actualmente ostenta la presidencia internacional de “Sociólogos Sin Fronteras”. Ha escrito una treintena de libros entre los que cabe destacar "Sociología de la Educación", "La americanización de los hispanos" y "La crisis de la pareja". Aún encuentra energías para vivir y trabajar entre España y Estados Unidos.

Atrapados en el PIB.



Que el PIB (Producto Interior Bruto, lo que producimos a nivel nacional y cuánto le sacamos en términos macromonetarios) constituye una medida limitada del bienestar económico de una sociedad es algo que conocíamos hace tiempo. Sabíamos que la fijación obsesiva en la evolución del PIB como medida compacta del progreso económico (y social) suponía una renuncia a una visión más general de los factores que mejoran o empeoran la vida de los ciudadanos. Aceptábamos su uso como un mal menor, como un instrumento limitado para aproximarnos a una realidad más compleja. En último extremo, se podía aceptar su uso siguiendo el mismo principio que guía a aquel que busca sus llaves debajo de una farola y, preguntado si las ha perdido ahí, contesta que no, pero que debajo de la farola hay luz. Sin embargo, la crisis económica y la crisis ecológica están poniendo más de manifiesto el error que supone estar atrapados en el PIB. Por una parte, la crisis económica nos ha confrontado con lo frágil que era nuestro diagnóstico del crecimiento económico, hasta 2007. El PIB crecía, sí, pero impulsado por la expansión de la burbuja inmobiliaria y los beneficios del sector financiero. El PIB crecía, en realidad, sentando las bases para la debacle posterior. Por otra parte, la crisis ecológica está haciendo evidente que la inmensa mayoría de los costes medioambientales de nuestra actividad no queda reflejada en el PIB; es más, que las intervenciones orientadas a mejorar la sostenibilidad en el medio y largo plazo tienden a reducir el PIB en el corto plazo y, por tanto, probablemente serán evitadas al establecer políticas basadas en el PIB. El contexto cambiante, en los últimos años, ha hecho también dar mayor relevancia a otra carencia importante de la medida del PIB: se trata de una medida agregada, ajena a la distribución de los recursos entre los ciudadanos. No tener en cuenta esta limitación lleva a políticas erróneas que empeoran sistemáticamente el bienestar de amplias zonas de la ciudadanía. Estamos, en suma, atrapados en una medida no sólo limitada sino, en buena medida, engañosa. Situación grave, especialmente si tenemos en cuenta que cómo medimos las cosas acaba determinando lo que hacemos. Y que, sobre todo desde el punto de vista medioambiental, cada vez tenemos menos tiempo para modificar nuestra orientación.


Jorge Calero.
Catedrático de Economía Aplicada.