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lunes, marzo 22, 2010

Los fabricantes acuden a Bruselas por la competencia de la marca blanca


Quieren un código de buenas prácticas

Los fabricantes acuden a Bruselas por la competencia de la marca blanca

Los fabricantes de marcas de gran consumo han acudido a Bruselas para ejercer como grupo de presión y reclamar la creación de un marco regulador con los distribuidores. Entienden que al ejercer los súper e hipermercados como canal de ventas y como productores de marca blanca, estarían limitando la libre competencia.

Cristina G. Bolinches - Madrid - 22/03/2010
La creciente presencia de la marca blanca ha hecho que los fabricantes se replanteen si el funcionamiento actual del sector de la distribución es el más adecuado para garantizar la libre competencia. La razón es que, en gran medida, el auge de las enseñas de los distribuidores se ha llevado por delante muchas de sus referencias en los lineales de súper e hipermercados. Y ante esta situación los fabricantes no tienen, prácticamente, ningún margen de maniobra.
Por ello, la asociación de fabricantes de gran consumo Promarca quiere acordar un código de buenas prácticas que marque unas pautas a los distribuidores. Para lograrlo, la asociación -en la que están presentes fabricantes como Coca-Cola, Campofrío, Calvo, Codorníu, Danone o Procter & Gamble- ha acudido a Bruselas en un intento de acercar sus planteamientos a los responsables comunitarios de Competencia y lograr un acuerdo común que ampare al conjunto de Europa.
Promarca no está sola en este objetivo ya que en su actividad de lobby ante la Unión Europea ha ido de la mano de su homóloga a escala europea, la Asociación Europea de Empresas de Productos de Marca (AIM).
Los fabricantes de enseñas de consumo entienden que la relación actual entre productores y distribuidores ha desembocado en una anomalía: las cadenas de súper e híper tienen bajo su control tanto el canal de venta como una amplía gama de los productos que se distribuyen a través de éste. Es decir, son juez y parte. Por ejemplo, cuando los distribuidores deciden eliminar referencias de sus estantes los productores no tienen otra opción que asumir la decisión.
Actualmente, la marca blanca copa una cuota de mercado del 31,9%, según los últimos datos publicados por Nielsen y que corresponden al conjunto del ejercicio 2009. Un año antes, esa cuota era ligeramente inferior, del 29,4%.
El presidente de Promarca, Ignacio Larracoechea, plantea que se debería considerar a la marca blanca como un competidor más dentro de la oferta de gran consumo y que, al ser ésta propiedad de los distribuidores, se estaría ante un "conflicto de intereses". Una muestra es que susmarcas pueden tener preferencia a la hora de situarse en los lineales.
El responsable de Promarca apunta como el modelo lo sucedido en el sector gasístico, donde el control de la red es independiente a la actividad de los operadores del sector. "La solución pasa por que los dueños de la red regulen su conducta", apunta Larracoechea. De esta manera, los fabricantes pretenden establecer un código que determine cómo actuar. En él se podría incluir, por ejemplo, cuáles deberían ser los pasos cuando una empresa de distribución decide eliminar referencias de sus estantes. Larracoechea también señala que la mayor presencia de la marca blanca no se ha hecho a costa de los principales fabricantes, sino de las segundas marcas. Éstas, desde el ejercicio 2002 y hasta 2008, han rebajado su cuota demercado en volumen desde el 42,6% hasta situarse en el 30%.

La enseña 'sin nombre' empieza a estancarse

Después del imparable avance de las marcas blancas parece que en los últimos meses empieza a vislumbrarse un cambio de tendencia. En concreto, aunque su cuota de mercado se situó en el último ejercicio entorno al 34%, sí que han experimentado un ligero descenso. De abril a septiembre de 2009, la cuota de la marca de la distribución se mantuvo estable en el 34,4% y en octubre alcanzó un pico del 34,7%, según Nielsen Libreservicio. Pero en los dos últimos meses del año, este porcentaje se redujo hasta el 33,2%. Estos datos pueden indicar un punto de inflexión, pero también que durante noviembre y diciembre el tipo de productos adquiridos en súper e hipermercados sería diferente, debido a la proximidad de la Navidad. Las estadísticas también apuntan que la marca de los distribuidores eleva su cuota de mercado hasta el 37,3% en todo 2009 cuando se analiza el top de las 30 principales categorías de alimentación y droguería, que equivalen al 50% de las ventas de productos de gran consumo. En este ranking, las marcas líderes de los fabricantes alcanzan el 32,9%, aunque en noviembre y diciembre, éstas han repuntado ligeramente en 0,3 puntos porcentuales. Sin embargo, la presencia de la marca blanca es muy dispar según el segmento. En el lácteo copa más de la mitad de las ventas, mientras en bebidas -como los refrescos- sólo alcanza el 17%.

CAMPAÑAS

En verano del pasado ejercicio, Promarca puso en marcha su primera campaña de publicidad con el objetivo de lanzar un mensaje de calidad y confianza en sus enseñas y reforzar su imagen frente a la marca de los distribuidores. Entre las fabricantes estaban Johnson & Johnson, Kellogg's o Gallina Blanca.
Según los cálculos de la asociación Promarca, siete de cada diez euros del gasto de la compra de los españoles se destinan a las grandes marcas.

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Ignacio Gómez Escobar
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jueves, marzo 18, 2010

El 41% de los consumidores cree que las marcas blancas tienen la misma calidad que las de fabricante

 

El 41% de los consumidores cree que las marcas blancas tienen la misma calidad que las de fabricante

Un 57% de los españoles valora la marca de fabricante como de mayor calidad, mientras que el 41% considera que la marca de distribuidor o marca blanca tiene la misma calidad que la del fabricante. Tan sólo un 2% considera que las marcas blancas son de mayor calidad que las de fabricante. Son algunos de los datos del estudio de Globally elaborado por el Instituto Apolda.
La crisis está motivando un brusco cambio en el día a día de muchos españoles que se traduce en el momento de la compra. Según un informe de AC Nielsen (referido al segundo semestre de 2009) las marcas de distribuidor han crecido este último año más que en los dos anteriores (dos puntos y medio) y su cuota se sitúa en el 31’9% de las ventas totales en productos de Alimentación Envasada, Droguería y Perfumería. En este último sector la cuota alcanza el 44’5% del mercado. En Alimentación envasada llega al 37’4% , en Perfumería e Higiene personal el 18’8% y Bebidas es la más baja, con una cuota del 17’4% .
Por otro lado, un estudio de El Observatorio de Consumo y la Alimentación demuestra que más de la mitad de los españoles (54%) prefiere comprar productos de marca blanca. ¿La causa? La podemos encontrar en el resultado de un estudio reciente de la Universidad Complutense de Madrid indica que las marcas del distribuidor permiten ahorrar entre un 18 y un 42% sobre las llamadas primeras marcas.
Estos datos presentan un futuro sombrío para las marcas tradicionales que parece que no han sabido comunicar bien esos valores diferenciales de calidad superior, investigación y medioambiente que, a priori, los diferencian.
“El gasto de los consumidores es ahora más racional e inteligente”, dice un estudio de Credit Suisse (Suiza es el primer país europeo en consumo de marca blanca). “Ante la caída del gasto disponible, las familias compran menos y jerarquizan de nuevo sus prioridades (fenómeno de trading down), con lo que muchos hogares dejan de lado las marcas conocidas para sustituirlas por las genéricas”.
A estos resultados se suma el descenso en inversión publicitaria en España, principal vehículo utilizado por las marcas para relacionarse con sus consumidores e intentar transmitir sus valores diferenciales.
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viernes, febrero 05, 2010

Marcas propias, prometedor futuro






martes, 26 de enero de 2010
Pese a que en Colombia la mitad de la distribución del mercado lo hacen las tiendas tradicionales; a diferencia de Europa o Estados Unidos donde el 90% del mercado está distribuido por grandes cadenas, las marcas propias guardan un futuro promisorio debido a que satisfacen dos importantes necesidades de la población: calidad y economía.

El mercado de los productos de marcas blancas, como también se les conoce, se puede dividir entre: países de consumo desarrollado, países de consumo en desarrollo y países de bajo consumo. Al primer grupo pertenece el conjunto de naciones en que las marcas propias son muy importantes, se destacan Gran Bretaña y Suiza en donde más del 40% de las ventas de las grandes cadenas, están representadas en marcas propias. Del segundo grupo hacen parte España y Estados Unidos, donde las marcas blancas representan alrededor del 20% de las ventas, y el tercer grupo, en el que las marcas blancas o privadas no alcanzan a representar más del 8%, está integrado por países como Colombia.

En el país las marcas propias representan alrededor del 7% de ventas en total de supermercados, debido a que no más de la mitad de los habitantes hace sus compras en las grandes superficies por razones culturales, porque en el lugar donde vive no existen supermercados o simplemente por motivos económicos. Las marcas propias en el país no se han consolidado como productos de preferencia y hasta ahora se encuentran en fase de introducción, lo que indica que existen importantes oportunidades de crecimiento.

Las generaciones
De acuerdo con Rafael España, Director Económico de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), en el país ya se debe estar hablando de varias generaciones de marcas propias. “Normalmente la gente habla de marcas blancas, marcas propias o marcas privadas como una sola cosa, pero resulta que el mercado de las marcas propias ha tenido un desarrollo impresionante en el mundo entero y ya poco a poco se traslada ese desarrollo impactante y notorio a Colombia”.

Según España, las marcas propias de primera generación como la marca Uno del Exito o la marca O de olímpica, fueron las primeras en aparecer en las respectivas cadenas, y guardan una relación precio/calidad no muy lejana. Esas marcas de primera generación compiten por precio y no por calidad. La diferencia de precios con la marca libre es muy alta en términos porcentuales y representa una ventaja ante los consumidores que buscan solo precios.

Por otra parte, las grandes cadenas consientes de que el consumidor también valora la calidad, han dado lugar a unas segundas marcas propias que cuentan con muy buenas característica. El precio deja de ser el factor fundamental de competencia y el consumidor puede elegir entre un producto de marca libre y uno del distribuidor que sale un poco más barato porque no tiene tantos costos de publicidad, ni promoción.

Ya en el siglo XXI hay una tercera generación de marcas propias que es usual en Europa y está ingresando lentamente al país. En Colombia un claro ejemplo de ello es la marca Taeq del Éxito que se menciona de manera muy específica en las góndolas. Son marcas que inclusive pueden llegar a superar en calidad a las marcas líderes y los precios pueden llegar a ser más altos que los precios de los productos líderes del mercado. Ante estas marcas de tercera generación, el consumidor se encuentra en la capacidad de exigir calidad por encima de cualquier otro atributo.

La diferencia
Según Rafael España, una de las diferencias más significativas entre las marcas propias y las marcas libres, es que las segundas, “ya tienen un espacio consolidado en la mente de los consumidores, un espacio único porque genera emociones, mientras que la marca propia en ocasiones, es una marca muerta”.

Sin embargo, según voceros del grupo Éxito, las marcas blancas se diferencian de las libres porque “representan una importante opción de ahorro y calidad para los clientes, además, son fuente de diferenciación y el público las solicita, porque confía en la marca del punto de venta que las respalda”.

Mientras las marcas de prestigio y tradición en el mercado deben invertir en ganarse los momentos de consumo de los clientes finales, las marcas propias deben esperar al momento de compra para ser elegidas y apreciadas. Según Rafael España en ese sentido, los productos que están auspiciados por el nombre de una almacén de cadena “al contrario a la creencia popular, pueden llegar a ser muy respetadas, en especial por los altos estratos económicos. Con las marcas propias gana el proveedor, gana el consumidor y gana la cadena”.

Quien produce las marcas propias
Las marcas propias son maquiladas por microempresas, aunque puede ocurrir que marcas de prestigio también fabriquen algunos productos a nombre de las grandes superficies, “esta es una manera de hacer una mejor utilización de la capacidad instalada y ya son decisiones de alta ingeniería muy interesantes” afirma España, Director Económico de Fenalco.

Por su parte, voceros de Carrefour afirman que actualmente el 90% de los proveedores son pymes, y de este porcentaje, el 85% son empresas colombianas. “Trabajamos de la mano con nuestros proveedores para garantizar los estándares de calidad, logística, precios, empaque, entre otros, para poder ofrecer a nuestros clientes los mejores productos a los mejores precios”.

Grupo Éxito asegura que de sus proveedores nacionales, más de 350 son pymes, mientras que la industria de Carulla produce gran cantidad de los productos de la marca Carulla. Según Grupo Éxito, el de las marcas blancas, “es un fenómeno que crece cada vez más a nivel mundial. Para Colombia y América del Sur es relativamente reciente, donde aproximadamente las marcas propias representan un 10 % de las ventas de los supermercados. A pesar de estar lejos de los niveles de participación de ventas que las marcas propias alcanzaron en Europa o en Estados Unidos, en los últimos meses éstas muestran un desarrollo acelerado con crecimientos muy superiores a las marcas tradicionales, y con niveles de penetración cada vez más altos.

Recuadro

Oportunidad pendiente según Fenalco

En el país hay alrededor de 2000 referencias de marcas propias en el mercado a nivel interno y existen bastantes oportunidades de desarrollo, pero también hay grandes oportunidades para las pymes colombianas de maquilar marca propia para Venezuela. En el país vecino, las marcas blancas son muy débiles, porque no hay numerosas industrias capaces de fabricar productos de calidad y además el sector del supermercadismo es poco desarrollado. Aunque las dificultades políticas pueden influir en el desempeño de las empresas colombianas, es una situación que se debe manejar y no por ello se debe dejar de ver a Venezuela como una gran oportunidad de crecimiento.

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sábado, enero 09, 2010

EL PAPEL DEL RIESGO PERCIBIDO EN LA INTENCIÓN DE COMPRA DE MARCAS DE DISTRIBUIDOR: UNA MIRADA DESDE EL CONSUMIDOR

 EL PAPEL DEL RIESGO PERCIBIDO EN LA INTENCIÓN DE
COMPRA DE MARCAS DE DISTRIBUIDOR: UNA MIRADA DESDE
EL CONSUMIDOR



http://www.ascolfa.edu.co/memorias/MemoriasCladea2009/upac01_submission_597.pdf

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viernes, diciembre 11, 2009

El ocaso de las marcas (y cómo evitarlo)



 
















Ultimanente se ha hablado y escrito mucho sobre la crisis y cómo la situación económica afecta dramáticamente a las marcas.

Por ejemplo, un estudio (1) realizado entre 2.672 consumidores en EE.UU. encontró que en los últimos 2 años un 18% de los consumidores de marcas premium de gran consumo han probado marcas “value” (de bajo coste), de los cuales un 46% piensa que esos productos más baratos son mejores de lo que esperaba y una gran mayoría piensa que esos productos son mucho mejor que lo que esperaba. Como resultado, el 34% de esas personas dicen que ya no prefieren a los productos caros con marcas y otro 41% dice que, aunque prefiere a las marcas premium, “no valen el dinero que cuestan”.

La recesión está actuando como un acelerador de la prueba de productos más baratos, y los consumidores, una vez que abandonan a las marcas, se dan cuenta que los productos baratos en realidad no son tan malos.

Pero existe otro fenómeno subyacente, aún más grave para las marcas, que comenzó a ocurrir antes de la actual crisis económica. Por lo menos desde hace cinco años las fórmulas tradicionales para construir y sostener marcas parece que han dejado de funcionar y, como resultado, el valor de las marcas para el consumidor ha declinado sin parar.

Este es el sorprendente hallazgo de un estudio de marcas realizado por Young & Rubicam (2) que cubre 40.000 marcas en 44 países a través de 70 variables. La reconocida agencia de publicidad lleva a cabo ese estudio entrevistando a casi 500.000 consumidores cada año (unos 15.000 cada trimestre en EE.UU.) desde 1993 como parte de su instrumento de medición de “Brand Equity” llamado “Brand Asset Valuator”.

Los responsables del estudio comenzaron a notar a mediados de 2004 una tendencia alarmante: las actitudes de los consumidores en casi todos los segmentos habían comenzado a decaer en todas las variables relacionadas con una marca, incluyendo reconocimiento (“awareness”), confianza, atracción, admiración, etc.

Es esperable que con el tiempo algunas marcas pierdan su valor mientras otras lo ganan, pero lo dramático de la situación es que este declive se producía no solo para unas pocas marcas sino para miles, abarcando categorías enteras tales como bienes y servicios de gran consumo, aerolíneas, bebidas, seguros, hoteles, supermercados, etc.

Ese declive que los investigadores comenzaron a notar en 2004 continúa sin parar hasta hoy y muestra que la relación entre las marcas y los consumidores se está rompiendo.

Como parte de esa medición periódica, los investigadores miden 4 variables que construyen el “brand equity” de la marca: confianza, conocimiento, aprecio y estima. En el tiempo que llevan midiendo esas variables, la confianza en las marcas se ha desplomado más del 50%, el conocimiento de las marcas ha bajado un 20% y tanto el aprecio como la estima por las marcas se han reducido un 12%. Incluso la percepción de calidad ha caído un 24%.


Por ejemplo, en 1997 un 52% del total de marcas analizadas por el estudio eran consideradas como fiables, en 2008 ese porcentaje había caído a solo el 22% (menos de la mitad, representando una caída anual promedio de 8%).

Esa caída de los valores de las marcas muestra una creciente “comoditización” ya no solo de marcas específicas sino de categorías enteras. Parece que los consumidores, a pesar de conocer muy bien algunas marcas, ya no se sienten tan inspirados por ellas como para comprarlas.


El CEO de Unilever, Paul Polman, un ejecutivo con experiencia en las 3 empresas más grandes de gran consumo (antes de Unilever, fue ejecutivo de P&G y de Nestlé) dice: “es definitivamente más difícil llegar al consumidor y conectar con él (…) hay una tendencia hacia menos marcas, marcas más grandes”.

Es así que hay excepciones a la tendencia global, ya que algunas marcas han logrado fortalecer su posición en estos años, como por ejemplo Google, Apple y Nike, pero esas marcas son solo excepciones dentro de una tendencia generalizada de debilitamiento.

En el siguiente gráfico podemos ver la posición de algunas marcas líderes frente al resto de las marcas (los puntos rojos marcan el promedio de cada categoría).


Es evidente que las marcas líderes se destacan muy por encima del resto. Por ejemplo, Axe tiene un nivel de diferenciación 3,6 veces superior que la marca promedio en la categoría de desodorantes; Google, iPod y Target tienen un compromiso emocional dos veces superior al promedio de sus categorías.

También de ese gráfico resulta evidente que la gran mayoría de las marcas (los puntos rojos representan su promedio) están indiferenciadas (abajo en el eje vertical) o tienen bajos niveles de estima por parte del consumidor (a la izquierda en el eje horizontal).

Para contrastar los resultados de esa investigación podemos ver los resultados de otros estudios. El “Henley Centre”, una firma de análisis de mercado en Londres, ha encontrado resultados similares en el Reino Unido desde 1999. En su estudio anual sobre las 17 marcas británicas más grandes y tradicionales, 16 han mostrado un declive en la confianza del consumidor. En otros estudios realizados entre el año 2000 y el 2007, el “Carlson Marketing Group”, una firma de marketing con sede en Minneapolis, EE.UU., ha encontrado un declive en la lealtad de los consumidores a las marcas. En el estudio realizado en el año 2000, 4 de cada 10 consumidores mostraban una preferencia genuina o un compromiso hacia una marca en cada categoría, pero esa cifra había caído a solo 1 de cada 10 consumidores en el año 2007.

Estos estudios confirman que la brecha entre las marcas y los consumidores se sigue agrandando, lo cual resulta alarmante porque una vez que ese vínculo se ha roto, la marca deja de existir. Debemos recordar que una marca no es un ente independiente con vida propia, sino que existe en la mente de los consumidores, y sigue viva siempre y cuando los consumidores perciban que tiene un valor diferencial al de otras marcas.

Si ese valor diferencial, medido en variables como reconocimiento, confianza y lealtad, desaparece, entonces la marca muere y los productos se convierten en “commodities” donde la única variable que lleva a los consumidores a elegir un producto por sobre otro es el precio.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Qué ha ocurrido en los últimos años para que las marcas estén perdiendo su valor de forma dramática?

Responder a esas preguntas resulta esencial si queremos revertir la tendencia actual que llevará, invariablemente, a la muerte de las marcas.

Si bien podemos identificar varias causas interrelacionadas hay 3 que merecen ser destacadas: proliferación de marcas, falta de innovación y publicidad desenfocada.

Proliferación de marcas

La primera razón del declive de las marcas se debe a una realidad de mercado: el mundo está saturado de marcas y a los consumidores cada vez les resulta más difícil diferenciarlas. En el año 2006, la Oficina de Patentes y Marcas de EE.UU. emitió 196.400 patentes de marcas, casi 100.000 más que en 1990 (es decir, casi el doble). Un supermercado promedio ofrece hoy en día en sus lineales unas 30.000 marcas diferentes, más de tres veces la cantidad que ofrecía hace 30 años. La globalización y una frenética carrera de las empresas para lanzar productos nuevos hace que la complejidad en el mercado no haga más que crecer. Según un reporte de Datamonitor, en el 2006 se lanzaron 58.375 productos nuevos a nivel global, más del doble que en 2002. Como resultado, y a pesar de que el gasto publicitario ha crecido de 271 billones de dólares en el 2005 a 285 billones de dólares en el 2006, el 81% de los consumidores no pueden nombrar ni siquiera uno de los 50 nuevos productos más vendidos lanzados en el 2006, un récord de “desconocimiento” de marca y un gran empeoramiento desde el 57% medido el año anterior.


El efecto negativo debido al lanzamiento acelerado de nuevos productos se ve agudizado por la creciente dependencia en extensiones de marca. Las empresas, acuciadas por lanzar nuevos productos con presupuestos limitados, recurren a la vieja fórmula de utilizar sus marcas existentes, sin darse cuenta de que con cada nuevo producto que lanzan utilizando la misma marca diluyen su valor y poder de diferenciación. Esa estrategia parece verse recompensada inicialmente cuando las ventas crecen rápidamente a pesar de la baja inversión publicitaria, pero a largo plazo resulta altamente nociva no solo para el producto nuevo sino para el producto anterior, cuyas ventas también se erosionan cuando pasa el efecto novedad y los consumidores se encuentran aún más confundidos.

Finalmente otro efecto contribuye a la confusión, especialmente en los bienes de gran consumo: la proliferación de las marcas del distribuidor. Tras varios años de experimentar, los distribuidores se han dado cuenta que las marcas propias pueden ser un gran instrumento de fidelización y generador de margen, con lo cual se han lanzado de forma masiva a ofrecer su marca en una cantidad creciente de categorías. Esa oferta creciente se ha visto recompensada con una demanda renovada ya que los consumidores se encuentran altamente satisfechos con estos productos que superan con creces el nivel mínimo de aceptabilidad en cuanto a calidad y que a cambio tienen un precio imbatible, más de un 40% inferior al de sus homólogos con marcas tradicionales.

Falta de innovación

Lejos han quedado aquellos tiempos donde las marcas sabían innovar. Hoy en día, lo que las compañías llaman innovación, en muchos casos no deja de ser una versión levemente remozada del producto de siempre, que en el mejor de los casos ofrece un desempeño marginalmente superior y en el peor de los casos no pasa de un simple rediseño del embalaje (“packaging”) o del logo.

Pocas marcas siguen innovando de verdad. ¿Cuántas compañías han desarrollado y lanzado iPods o iPhones en los últimos años? ¿Cuántas Google o Wikipedia han sido lanzados?

Los jabones para lavar parecen ser los mismos (excepto por fragancias y concentrados marginalmente relevantes), los pañales siguen funcionando igual que hace 50 años, las aerolíneas de red siguen ofreciendo, en mayor o menor medida, el mismo tipo de servicio, los seguros siguen siendo tan aburridos como siempre y los bancos siguen prometiendo “cercanía” pero las sucursales no han cambiado en décadas.

Los departamentos de I+D de las compañías gastan cada vez mayores sumas para obtener mejoras cada vez más marginales, que en la mayoría de los casos siguen directrices científicas y se alejan cada vez más de las necesidades reales de los consumidores.


Es verdad que en un mundo con una proliferación creciente de productos, cada vez más globalizado, la dificultad de innovar es cada vez mayor, pero eso no justifica la falta de “grandes ideas” que termina generando innovaciones irrelevantes. Esta es una de las verdaderas razones del crecimiento en todas las categorías y en todos los países de las marcas del distribuidor: si una marca reconocida se queda estancada o nos pide que paguemos más por innovaciones “artificialmente” creadas y que son irrelevantes, probablemente nos decantemos por una marca no tan reconocida, que nos ofrece un producto satisfactorio por una fracción del precio.

Publicidad desenfocada

La comunicación, y especialmente la publicidad, es el nutriente de las marcas.

Una vez elegido un posicionamiento, se planta la semilla de la marca, y se la riega año tras año con el presupuesto de marketing. Uno de los más importantes nutrientes que necesita la marca para crecer es la publicidad, de nada sirve haber definido en el papel un posicionamiento relevante y diferencial, si los consumidores no lo conocen porque, como una planta sin nutrientes, nunca crecerá lo suficiente como para ser observada y reconocida.

Como ya decía allá por 1955 David Ogilvy (3), maestro de la publicidad moderna,: “cada anuncio debe contribuir a ese símbolo complejo que es la imagen de marca” y en sus discursos explicaba “cada anuncio es parte de la inversión a largo plazo en la personalidad de la marca”.

Si bien otros medios comienzan a ser cada vez más importantes (especialmente Internet), al observar los últimos años, el medio que fue y sigue siendo más relevante en la generación de marcas es la TV, y por ende, es el medio donde debemos buscar las razones del declive reciente de las marcas.

Es así que, cuando analizamos los anuncios de TV, no toma demasiado tiempo ver un factor inquietante: la mayoría de ellos son muy divertidos, invitan a la sonrisa, nos entretienen y nos hacen comentar “qué buen anuncio”, pero si a los 5 minutos alguien nos preguntara de qué empresa o producto se trataba diremos “ni idea, creo que era de Telefónica porque había un teléfono, pero qué divertido cuando al tío se le congela el brazo y no pude andar más”.

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(si no ve el vídeo, haga click aquí)

Y si a base de costosas repeticiones lográramos recordar la marca publicitada, entonces probablemente diríamos “sí, se trata de la marca xx, pero ¿por qué debería cambiarme a la marca xx? ¿Por un actor gracioso al que se le congela el brazo?”.

De la misma manera, cuando consideramos hacer una inversión de más de 10.000 €, ¿logran unos muñecos simpáticos que salgamos convencidos a comprar un coche?

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Muchos anuncios (por no decir una alarmante mayoría) parecen haber perdido el norte, olvidando su razón de ser, que no es otra que vender comunicando los valores diferenciales de una marca.

Como explicaba el gran David Ogilvy (3) describiendo un fenómeno que ya comenzaba a ocurrir a finales de los 1980s: “cuando escribo un anuncio no quiero que me digas que es ‘creativo’, quiero que lo encuentres tan persuasivo que te haga comprar el producto, o comprarlo más frecuentemente. Esa ha sido mi filosofía durante 50 años y nunca la he abandonado, sin importar cuán grandes han sido las tentaciones para unirse al tren de moda que afecta el negocio publicitario (…) Basta de publicidad que se olvida de ofrecer un beneficio, o que hace un alarde de pura creatividad, si alguien se gasta su presupuesto entreteniendo al consumidor, es un tonto, ninguna ama de casa comprará un detergente porque el fabricante le ha contado un chiste en la TV la noche anterior, lo compra porque le han prometido un beneficio (…) hoy en día los departamentos creativos y las agencias están dominados por especialistas en TV cuya ambición solo es ganar premios en los festivales. No les preocupa si sus anuncios venden siempre y cuando sean entretenidos y ganen premios, estos creativos del entretenimiento le han provocado un gran daño al negocio de la publicidad”.


Esa mentalidad no solo es perjudicial para la industria de la publicidad, es también culpable del declive de las marcas. Si la publicidad solo entretiene y gana premios pero no vende es porque no promete ningún beneficio y si no promete ningún atributo diferencial, ¿cuál es la razón para pagar un precio “premium” por una marca reconocida?

Aclaremos que un anuncio no tiene que ser aburrido y falto de creatividad para posicionar una marca efectivamente. De hecho, en una sociedad sobre-comunicada como la actual, la creatividad es un elemento esencial en cualquier anuncio, pero debe ser una creatividad al servicio de la marca, no una creatividad abstracta cuyo fin es ser creativa en si misma. Claro que es más fácil sucumbir al ego y buscar aplausos en lugar de ventas, pero cuanto más se enfocan los publicitarios en producir anuncios “creativos” per se, menos razones le dan a los consumidores para elegir a las marcas y como resultado, más se debilitan los vínculos entre estas y las personas.

*****

Si no se revierte esta situación, donde las marcas están sufriendo una erosión del valor para los consumidores y cuyo vínculo con las personas sigue una tendencia inexorable de deterioro, podría ocasionar que la mayoría de las categorías se convirtieran en “commodities” y, con la excepción de unas pocas marcas exitosas, la gran mayoría se ahogarán en un mar de indiferenciación.

Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar que esta situación ocurra?

Claramente no se trata de simplemente redoblar los esfuerzos para recuperar el reconocimiento, estima y respeto de los consumidores. Al analizar las pocas marcas que siguen siendo exitosas y que mantienen su nivel de relevancia para los consumidores, ¿qué elementos las distingue del resto? De ese análisis vemos que la mayoría de las marcas deben cambiar algunos aspectos clave que podemos resumir en 3 dimensiones: visión, innovación y comunicación.

Una visión inspiradora

El primer elemento que debe cambiar es la definición del posicionamiento de las marcas. Como hemos visto, en un mundo con sobreabundancia de marcas ya no basta con prometer un atributo básico. Se debe encontrar un punto de diferenciación real con los productos competidores y construir la marca consistentemente alrededor de ese posicionamiento.

El posicionamiento elegido debe originarse en la convicción y la reputación de la compañía que fabrica el producto, y debe ser suficientemente inspirador como para sobresalir en la maraña de mensajes que recibimos a diario.

Para ser inspirador un posicionamiento debe buscar una dirección clara y debe resaltar cuál es el punto de vista de la marca en el mundo.

Algunas marcas que todavía logran mantener esa visión diferencial son General Electric, Walmart, IKEA y Toyota, enfocadas en ofrecer un mejor “valor por su dinero” a los consumidores en sus respectivas categorías, Southwest Airlines una de las pocas aerolíneas que promete un buen servicio y cumple su promesa, e incluso Subway, que inventó una nueva categoría de comida rápida y al mismo tiempo saludable.

Conseguir una visión inspiradora para la marca es algo básico, pero muchas compañías lo han olvidado y en un mundo abrumado con marcas y productos resulta aún más importante.

Innovación relevante

El segundo elemento clave que las marcas deben cambiar es su nivel de innovación. Este es probablemente la variable más funcional de las tres que estamos analizando y se construye a través de la asociación táctil y sensorial entre la marca y su experiencia de consumo, así como con otras interacciones físicas con el producto tales como la iconografía de la marca, el diseño del embalaje (“packaging”), la tecnología aplicada, el diseño de la tienda y el servicio del cliente.

Es paradójico que un mundo donde las empresas se gastan presupuestos récord en innovación y desarrollo de productos, los consumidores cada vez las valoren menos.

Eso ocurre porque la mayoría de las innovaciones son irrelevantes para los consumidores, ya sea porque fueron generadas por un científico aislado en un laboratorio o porque implican un desempeño de un producto demasiado por encima de lo que buscan los consumidores, quienes no encuentran razonable pagar por algo que no necesitan.


Innovación no es cambiar el color del embalaje (“packaging”) o lanzar un nuevo sabor. Innovación verdadera es lanzar un producto enteramente nuevo como el IPod, de alta relevancia para el consumidor, mientras se mantienen los atributos de posicionamiento de la marca que realimentan en un círculo virtuoso la percepción de los demás productos con el mismo nombre. Innovación es Google, es Facebook, es Amazon, es Twitter, aunque no necesariamente deben ser marcas de Internet o de tecnología.

Innovación también es Wholefoods, el hipermercado especializado en alimentos frescos que presenta una serie de atributos para el consumidor (entre ellos, foco en productos locales a través de acuerdos de largo plazo con pequeños productores, una variedad de surtido más allá de lo imaginable, productos naturales y orgánicos, etc.) que son completamente innovadores pero al mismo tiempo sumamente relevantes para el consumidor. Innovación también es W Hotels, con su cuidadosa atención a los detalles buscando siempre exceder las necesidades de sus huéspedes.

Para desarrollar una verdadera innovación se debe tener en cuenta el desempeño total del producto su experiencia de consumo completa, y los intereses reales de los consumidores, tal como lo muestra el caso de la Wii de Nintendo o, en sus inicios, Starbucks.

El lector estará pensando “pero esos grandes saltos son muy arriesgados” especialmente si uno gestiona una marca reconocida que tradicionalmente ha contado con un volumen de negocio importante en el pasado. ¡Claro que son arriesgados! Si una innovación no presenta cierto grado de riesgo es que no es suficientemente innovadora como para ser percibida como tal por los consumidores. La verdadera innovación requiere valentía y decisión, y aunque existen formas para mitigar los riesgos al final del día hay que dar el paso cuya recompensa puede significar que la marca sobreviva y no se hunda en el mar de las innovaciones irrelevantes.

Comunicación enfocada y multidimensional

Finalmente, el tercer elemento que la mayoría de las marcas deben cambiar es su comunicación. Si la dimensión anterior (la innovación) era la más física y palpable, la comunicación es la dimensión más abstracta y etérea. Tiene que ver con la forma en que la marca se comunica con el consumidor y crea una personalidad, logrando que los consumidores se transformen en sus defensores y evangelistas. Las marcas logran esto según sea la forma en que se presentan a si mismas ante el mundo, tradicionalmente a través de publicidad o eventos de marketing, hoy a través de marketing digital.

Como vimos anteriormente, la mayoría de las marcas ha caído en los últimos años en la tentación de una publicidad 'entretenida' pero indiferenciada, que no hace foco en la marca y sus atributos sino en la creatividad 'per se' y donde lo importante es ganar premios.

Tal como decía hace ya mucho tiempo Claude Hopkins (4), uno de los padres-fundadores de la publicidad: “La publicidad no existe para generar un golpe de efecto, no está para poner el nombre del producto en frente de las personas, el rol de la publicad es vender. Enfaticemos ese punto: el único propósito de la publicidad es lograr ventas”. Varias décadas después, Sergio Zyman (5), el ex-Director de Marketing de Coca-Cola Company, coincidía: “El marketing tiene que impulsar a los consumidores a actuar. El objetivo no es la notoriedad. No quiero un consumo virtual, lo único que importa es el consumo real (...). Una campaña que no consiga que los consumidores compren más es, por definición, una porquería".

Es esencial que la publicidad, así como toda la comunicación, venda la marca. Una vez que estamos de acuerdo en ese postulado podemos pasar a analizar cómo hacerlo.

Para vender, las marcas deben ser relevantes ante los ojos de los consumidores y para construir esa relevancia las marcas deben centrar su comunicación en la visión que hayan elegido, comunicando consistentemente un posicionamiento claro, relevante y diferencial. Es esencial que los atributos elegidos para posicionar la marca sean relevantes (importantes para el consumidor) y diferenciales (diferentes de los elegidos por la competencia) y luego resulta clave que la comunicación se enfoque consistentemente en esos atributos.

Además, las marcas que logran destacar llegan a permear en la cultura popular dándole a los consumidores algo sobre lo cual hablar, facilitando discusiones entusiastas de bocaboca en los diferentes ecosistemas de la marca.

Algunas marcas que han logrado este nivel de comunicación con sus consumidores son Harley Davidson con sus eventos comunitarios que atraen religiosamente a consumidores desde miles de kilómetros, AXE con su publicidad irreverente y creativa pero completamente enfocada en sus atributos de marca o Red Bull esponsoreando eventos ligados al deporte extremo que refuerzan sus atributos de marca.

Otro componente esencial de la comunicación que cobra cada día más importancia es la multidimensionalidad. Las marcas que logran cobrar vida ya no dependen de un solo medio como la TV, sino que abarcan múltiples puntos de contacto con sus consumidores, incluyendo eventos, presencia en redes sociales, marketing viral, etc.


No es casualidad que una de las marcas líderes de desodorantes, la cual no ha perdido un ápice de su relevancia, sea AXE. Como explica Paul Polman, el CEO de la compañía que lo fabrica (Unilever): “hay diferente medios para diferentes consumidores. Si miramos a una campaña de publicidad de, por ejemplo, Axe, más de la mitad del presupuesto ya se está invirtiendo en actividades digitales. Y el espacio digital evoluciona muy deprisa. Lo que era YouTube ayer, Twitter es hoy y quien sabe qué será mañana. Esos cambios requieren un “brand manager” que esté muy atento a la sociedad, que sea ágil, cercano a las nuevas tecnologías, que sea franco, cada vez más global, y que lleve a cabo su tarea con una perspectiva más amplia.”.

La clave es estar presente en todos los puntos de contacto que el consumidor utiliza para conocer sobre las marcas y decidir cuál comprar, y para hacerlo se requiere un cambio de mentalidad. Ya no alcanza con productor un buen “spot” y comprar cierta cantidad de GRPs en un movimiento unidireccional, hoy es necesario actuar de forma paralela y simultánea en varios medios y aceptar que el movimiento ya no es unidireccional (nosotros hablamos y ellos escuchan) sino bidireccional (ahora nosotros también debemos aprender a escuchar) con un feedback constante del consumidor al cual se debe prestar atención si no queremos que se vuelva en nuestra contra.

Con esto no queremos decir que se debe abandonar la TV, el medio masivo por antonomasia (que continuará siendo el medio líder por algún tiempo) sino que, además de utilizar la TV de forma efectiva centrando la publicidad en la marca y sus atributos diferenciales en lugar de utilizar mensajes 'divertidos' e irrelevantes, se debe combinar la TV con los medios digitales, cuya característica permite construir una marca de forma multidimensional y bidireccional.


*******

En resumen, la tendencia actual nos lleva al ocaso de las marcas y si no cambiamos nada resulta fácil visualizar un mundo futuro donde, salvo unas pocas excepciones, miles y miles de marcas indiferenciadas competirán en un desierto de categorías convertidas en “commodities”. Para evitar ese futuro es necesario cortar de cuajo la tendencia actual y cambiar en tres dimensiones –visión, innovación y comunicación- dejando de lado la simpleza, el facilismo y el egoísmo, para enfocarnos en crear marcas verdaderas, marcas que creen relaciones relevantes e inspiradoras con los consumidores.



Fuente:
(1) McKinsey & Company, encuesta Agosto 2009
(2) Gerzema J. & Lebar E., The Trouble with Brands, Strategy+Business, issue 55, Summer 2009, Booz & Co
(3) Roman, Kenneth, The king of Madison Avenue, David Ogilvy and the making of modern advertising, Ed. Palgrave Macmillan, 2009
(4) Hopkins, Claude, Scientific Advertising, 1923
(5) Zyman, Sergio, El final del marketing que conocemos, 1999
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lunes, noviembre 02, 2009

Un estudio demuestra que (casi) nadie sabe cómo gestionar los precios



 

Por César Pérez Carballada















Tras muchas décadas de avances en el marketing parece mentira que todavía se sigan ignorando o desconociendo algunos temas básicos.

Si Ud. lee frecuentemente este blog probablemente ya sepa la importancia del precio y su impacto en la rentabilidad de una empresa. Pero lamentablemente la mayoría de los ejecutivos no lo saben.

Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio reciente –todavía no publicado pero al que ha tenido acceso Marketísimo- realizado por la consultora especializada en precios Simon-Kucher & Partners en colaboración con las mejores escuelas de negocio de Europa (en España: el IE Business School), basado en las respuestas de 1.225 directivos y responsables de precios en los principales países de Europa (1).

Según ese estudio, un 90% de los altos ejecutivos consultados “subestima o ignora el incremento necesario en el volumen de venta para compensar una reducción de precio”.

El mismo estudio demuestra que “solo 1 de cada 25 directivos es capaz de calcular cuánto tiene que incrementar los volúmenes de venta para compensar una reducción de precios”.

Es decir, solo el 4% de los ejecutivos entiende cómo se debe decidir correctamente un cambio en el precio.

La abrumadora mayoría toma esas decisiones basándose simplemente en la intuición o en motivos no económicos. Resulta alarmante porque eso significa que una gran cantidad de empresas están iniciando o respondiendo a guerras de precios sin saber que eso no será rentable para ellas mismas.

Ese desconocimiento se torna aún más alarmante cuando vemos que, debido a la recesión económica, la mayoría de las empresas europeas se encuentran inmersas en una guerra de precios. Específicamente, España es el país europeo en el que se producen más guerras de precios, ya que el 63% de las empresas de ese país están inmersas en una.


Los sectores donde más se producen las guerras de precios son aquellos donde prima el componente técnico (Ingeniería, Servicios Públicos, Construcción, Transporte) por encima del componente comercial/marketing (Bienes de Consumo, Medios) o por encima de sectores protegidos por patentes (Farmacéuticas) o con contratos de servicio asociados a compras de equipamiento (servicios IT). Es esperable que una empresa cuya ventaja competitiva sea el área técnica no tenga un gran conocimiento de herramientas de marketing, tal como el precio, pero aún así los porcentajes son realmente altos.


Según el estudio, el 53% de todas las empresas han reducido precios en el 1Q del 2009 vs. 1Q del 2008 en los países europeos estudiados y un 25% han de las empresas han acometido rebajas de más del 10%. En esa situación, si los precios se redujeran otro 10% adicional, un 46% de las empresas verían cómo sus márgenes caerían a números negativos.


Esa caída en rentabilidad es tan importante porque el impacto de una rebaja de precios puede ser brutal. Por ejemplo, una empresa que reduce su precio un 10% y que tiene una contribución marginal (margen bruto) del 20% sobre el precio de venta, debería nada menos que duplicar su volumen de ventas para mantener la rentabilidad, algo casi imposible.


La capacidad para recuperar la rentabilidad cuando se bajan los precios no solo es función del margen que tenemos antes de la rebaja (a menor margen, mayor volumen incremental necesario) sino también de la elasticidad de la demanda (a mayor elasticidad, más cambiará el volumen).

Por esa razón en el estudio le preguntaron a los ejecutivos sobre la elasticidad de sus sectores: un 65% respondió que competían en mercados cuya elasticidad es muy baja (ε = -0,99 a 0), lo que significa que no hay grandes movimientos de demanda a cambios de precio, pero aún así casi 40% de esos empresarios redujeron los precios durante el 1Q 2009.

¡Es decir que esas empresas redujeron sus precios aún sabiendo que sus volúmenes de venta no aumentarían significativamente!

Aunque es entendible que se tomen esas decisiones sin sentido cuando sabemos que casi ningún ejecutivo analiza el impacto de una rebaja de precios en la rentabilidad de la empresa.

Eso parece confirmarse en el mismo estudio, ya que cuando se les pregunta a los ejecutivos quién suele comenzar una guerra de precios, ¡un sorprendente 95% responde que es la competencia!

Parece que siempre la culpa es de la competencia, ya que solo el 5% acepta que son ellos los que comienzan esa carrera en las rebajas.


Eso resultaría difícil de creer ya que se ha encuestado a ejecutivos de varias empresas que compiten en los mismos sectores con lo cual, sabiendo que el 52% de las empresas están en una guerra de precios (a nivel europeo), resulta altamente improbable que solo el 5% de las empresas las hayan iniciado todas.

¡La gran mayoría de las empresas no saben calcular el impacto de una guerra de precios y tampoco son conscientes de cuando empiezan una!
Solo existen un número limitado de razones para competir en precio y una de ellas es tener una ventaja diferencial en costes. Y aún en ese caso se debe analizar cuidadosamente el impacto de la rebaja.

En un post anterior, hemos explicado cómo se debe analizar el impacto en rentabilidad al cambiar un precio. Básicamente se trata de utilizar un análisis conocido como nivel de ventas “break-even” (punto de equilibrio) el cual nos dice cuánto volumen adicional necesitamos para compensar una rebaja en el precio, buscando en el cálculo maximizar (o al menos mantener) la rentabilidad, en lugar del volumen de ventas.

El análisis “break-even” se enfoca en la perspectiva de la rentabilidad sin entrar en temas como cambios en la percepción del consumidor o estrategias de precio de largo plazo, por esa razón, sin ser el único análisis que se debe hacer, es uno de lo análisis básicos a realizar antes de decidir cambiar un precio.

El análisis que se debe hacer se entiende mejor con un ejemplo.

Asumamos que una empresa vende 4.000 unidades de un producto a 20 Euros cada una. El coste variable (es decir el coste incremental de producir y vender una unidad adicional) es de 12 Euros mientras que el coste fijo (los que no cambian con la producción de una unidad adicional, tales como una planta o el personal) es de 20 mil euros.

Entonces la compañía tiene ingresos por 80 mil Euros y un beneficio de 12 mil Euros.

Para ser más competitivo contra otros fabricantes similares, la compañía está planteando una reducción del precio del 5% (de 20€ a 19€), pero ¿cuál es el volumen adicional de ventas que justificaría esa reducción de precios?

Para responder a la pregunta se utiliza la siguiente fórmula:


CP es el ‘cambio de precio’, es decir, la diferencia entre el precio nuevo y el actual, en nuestro caso:

CP = 19 € - 20 €= - 1 €

1 Euro es el 5% de 20 Euros y el signo negativo refleja que estamos bajando los precios.

CM es la ‘contribución marginal actual’, es decir, la diferencia entre el precio actual y el coste variable actual:

CM = 20 € - 12 € = 8 € (un 40% del precio de venta)

Como resultado de la fórmula, el nivel de ventas incremental para lograr el break-even es:


Es decir, para mantener la rentabilidad actual (los 12 mil Euros), la rebaja de 5% en el precio debería generar un aumento en el volumen de ventas del 14,3%. Es decir, la compañía debería vender al menos 572 unidades adicionales (=14,3% * 4.000).

Cualquier aumento de volumen por debajo de esa cifra haría que el descuento no fuera rentable, ya que la empresa ganaría menos que antes.

A menor contribución marginal (es decir, a mayores costes variables), la cantidad de volumen incremental será mayor, con lo cual en sectores con márgenes muy bajos el volumen incremental se torna imposible de lograr (por ej, como vimos antes, una empresa con un margen bruto o contribución marginal del 20% necesitaría incrementar el volumen de ventas un 100% para justificar una bajada de precios del 10%).

La fórmula se puede utilizar de la misma manera para calcular un incremento de precio, solo que en ese caso el CP resultaría positivo, y el % NVB sería negativo, mostrando la máxima caída de ventas que justificarían el aumento de precio para mantener el nivel de rentabilidad.

Ud. está ahora entre el 4% que conoce cómo hacer correctamente este análisis (según el estudio antes citado), recuerde también estar en el 10% que realmente lo utiliza y tendrá una ventaja competitiva.

¿Pero qué ocurre si a pesar de todo su competidor le declara la guerra?


En ese caso, como vimos en un post anterior, Ud. deberá analizar otros factores además de la rentabilidad. En base a esos factores podrá decidir si debe responder al ataque o aceptar el volumen menor de ventas.

Siempre recuerde que el objetivo de una empresa es ganar dinero (en términos formales, “maximizar la rentabilidad”) y a veces vender menos cantidad de productos puede significar ganar más dinero.

Claro que esto contradice muchas de las ideas reinantes en las empresas.

Según el estudio antes citado, cuando se le preguntó a los ejecutivos si en esta situación de recesión priorizaban mantener la cuota de mercado o el nivel de precios, el 69% respondió que la cuota de mercado. Es decir, más de dos tercios prefieren mantener el volumen de ventas, aunque sea reduciendo precios, y como vimos antes, sin analizar el impacto que tiene en la rentabilidad.

Este excesivo foco en la cuota de mercado causa un ciclo vicioso cuando una empresa, ante una caída en el volumen por la recesión, reduce sus precios intentando recuperar el volumen perdido, su competidor temeroso también de perder volumen reduce a su vez sus precios y así sucesivamente en una guerra de precios que destruye márgenes en sectores enteros.


Un estudio llevado a cabo por el Prof. J. Scott Armstrong en la escuela de negocios Wharton analizó 20 compañías comparando la rentabilidad lograda con el objetivo primordial que perseguían (rentabilidad o cuota de mercado). Para ello analizaron el ROI (retorno después de impuestos sobre la inversión) de esas compañías a lo largo de 5 períodos de 9 años cada uno entre 1938 y 1982.

“Las compañías con objetivos orientados a cuota de mercado están negativamente correlacionadas con el ROI” concluyó Armstrong. En otras palabras, cuanto más trata una compañía en ser la más grande en su mercado, más sacrifica su rentabilidad.

Por ejemplo, las compañías que lograron la mayor rentabilidad -DuPont, General Electric, Union Carbide y Alcoa- fueron aquellas cuyo único objetivo era (justamente) maximizar la rentabilidad, en contraste con las 6 firmas cuyo único objetivo era maximizar la cuota de mercado -National Steel, the Great Atlantic & Pacific Tea Company, Swift, American Can, Gulf and Goodyear- que tuvieron los peores niveles de rentabilidad. De hecho, algunas de ellas –National Steel y American Can- han desaparecido.

En un estudio posterior, se agregaron al ROI otras variables como ROE (retorno sobre fondos propios o “equity”) y el margen de beneficio neto sobre las ventas, extendiendo el período analizado desde 1938 a 1997. Todas estas nuevas correlaciones fueron negativas: cuanto más se enfoca una compañía en la cuota de mercado, menos rentable resulta ser, en cualquiera de sus medidas.


De hecho, contrario al mito de que una alta cuota de mercado produce una alta rentabilidad, cambios en rentabilidad por lo general preceden a cambios en cuota de mercado. Por ejemplo, la ventaja competitiva desarrollada por Wal-Mart le aseguró ser el supermercado más rentable en los EE.UU. mucho antes de convertirse en el más grande, de hecho en 1977 Forbes lo ubicó primero en su lista de distribuidores en términos de ROI y ROE, aunque no fue hasta 1990 que Wal-Mart se convirtió en el distribuidor más grande de EE.UU. ; mientras tanto, Sears vio cómo su rentabilidad se caía muchos años antes de perder el liderazgo en cuota de mercado.

Ese patrón de cambios en rentabilidad ocurriendo antes de los cambios en cuota de mercado se puede apreciar en diversas industrias como automóviles, acero y servicios financieros.

Por ejemplo, Toyota es una compañía muy rentable que está en camino a ser la más grande del mundo (líder en cuota de mercado), pero aparentemente capturar cuota de mercado no es uno de sus objetivos. Kazuo Okamoto, vicepresidente ejecutivo de Toyota analiza el éxito de su compañía “no estamos preocupados por el número de coches vendidos (…) pero estamos determinados a desarrollar coches que hagan a un montón de gente feliz”.


En el negocio de las copiadoras e impresoras ocurre algo similar. Durante el período en que Fujio Mitarai fue Consejero delegado de Canon EE.UU. –entre 1979 y 1989-, el valor de la acción de Canon se multiplicó por 9 mientras que el valor de su competidor Xerox se mantuvo sin cambios. “Cambié la forma de pensar de Canon haciendo que la gente se diera cuenta que la rentabilidad es lo primero” le dijo Mitarai en una entrevista a Busciness Week. Actualmente Mitarai es el Consejero Delegado de Canon en Japón.

Estas conclusiones fueron comprobadas por el estudio de precios en Europa con el cual comenzamos este artículo. En el cuestionario se le preguntó a las empresas cuál era su foco estratégico: gestionar los costes o gestionar los precios, y luego se comparó esa respuesta con los niveles de rentabilidad obtenidos en los últimos años. La conclusión (ver siguiente cuadro) es que solo el 17% de las empresas considera a los precios como una prioridad por encima de los costes y, como era de esperar, se encontró que existe una clara correlación entre priorizar los precios y obtener altos niveles de rentabilidad.


Todos estos ejemplos muestran que el éxito de una compañía está en generar la mayor cantidad de dinero posible, no en vender la mayor cantidad de productos. Por esa razón, repetimos, a veces es mejor vender menos productos y ganar más dinero.

En resumen:

- (casi) nadie sabe cómo calcular el impacto de una rebaja en la rentabilidad

- la mayoría de las empresas (especialmente en España) están inmersas en una guerra de precios

- (casi) todas las empresas piensan que la competencia tiene la culpa de las guerras de precios

- Ud. está ahora entre los pocos que saben cómo evitar estas situaciones: antes de cambiar un precio, siempre analice el impacto que tendrá en los niveles de rentabilidad

Finalmente, teniendo en cuenta que la gran mayoría de los ejecutivos desconoce el daño que pueden causar bajando los precios también le recomendamos asegurarse que su competidor lea este post, para que también sepa cómo analizar sus decisiones antes de comenzar una guerra de precios que terminará perjudicando a todos.


Fuente: SKP European Pricing Study 2009, (1) confidence interval: 95% ± 4,6%


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domingo, octubre 11, 2009

Las marcas más valiosas del mundo (en el 2025)





The Insight Point Juan Isaza

10/10/2009
Imagen 1
Tal vez una de las partes más interesantes del reciente informe de Interbrand sobre las marcas globales es lo que tiene que ver con la revisión de aquellas marcas que posiblemente estarán entre las más valiosas en el futuro. En su análisis, Interbrand se basa en lo que está pasando en Brasil, Rusia, India y China, partiendo de la premisa de que, si estas son las potencias que crecen con mayor velocidad, sus marcas seguramente serán cada vez más fuertes.

La realidad es que, como dice Interbrand, el 85% de la población mundial vive en países en desarrollo y si se mira con detenimiento el informe de las 100 marcas más valiosas, ninguna tiene su origen en un país en desarrollo. Esto tiene que cambiar, en parte, porque las marcas hoy no necesitan tanto como antes de un soporte histórico para su relevancia. En el mundo analógico de hace unos años, era necesario demostrar que por décadas o siglos, la marca había estado cumpliendo consistentemente su promesa. Hoy, como muchos han resaltado, Google existe tan sólo hace quince años, para no hablar de Facebook, que no existía hace cinco años. Para economías como las nuestras, que son nuevas en el mundo del marketing, esta es una gran oportunidad.

Según Interbrand, hay cerca de veinte marcas que están en la mira para ser algunas de la más valiosas. Yo quisiera destacar algunas de ellas. La primera que creo que de hecho ya es una marca valiosa y reconocida en todo el mundo es Lenovo, la marca china que compró la unidad de negocios de computadoras personales de IBM, y que ahora con su plan agresivo, su espíritu innovador y sus habilidades comerciales, podría convertirse en el líder mundial de PC. Desde el punto de vista de branding lo ha hecho muy bien. Su producto entrega lo que su marca promete. Hoy es una marca conocida y preferida en muchos mercados. Su historia (Grupo Legend de China) no tiene más de tres décadas.

Otra de las marcas que seguramente estará pronto entre las cien más valiosas del mundo es Haier, la marca china de electrodomésticos que, poco a poco, se gana un espacio en el mundo que hoy han colonizado con mucho éxito las marcas coreanas (refrigeradoras, lavadoras, etc). Dice Interbrand que su capacidad de identificar las necesidades de algunos nichos y responder con productos específicamente para ellos en mercados tan exigentes como Estados Unidos o Japón, se convierten en una demostración de su capacidad de cumplir con una promesa de marca que podría ser cada vez más valorada por consumidores en todo el planeta.

En el trío de las que seguramente entrarán más pronto al listado de las cien más valiosas (tal vez en una década o menos) estaría Tata, la famosa multi-marca india, cuya presencia en categorías que van desde autos hasta té y telecomunicaciones, la ha convertido en un fenómeno que desafía muchas de las leyes (inmutables) del marketing. Su fuerza y su poder son evidentes. Su penetración en muchos mercados en el mundo la convierten en una marca global, sin duda, capaz de desafiar a las más tradicionales automotrices o de desplazar a aquellas marcas de telecomunicaciones del primer mundo.

El recorrido de estas “predicciones” llega hasta Rusia, menciona marcas en Suráfrica e incluye a Brasil. Me parece interesante destacar, en el caso de Brasil a la marca Natura, la marca de cosméticos que está logrando penetrar en muchos mercados del mundo y cuya promesa de protección y cuidado del medio ambiente con un compromiso de responsabilidad social, le ha facilitado ese ingreso al mundo. Muchos podrán decir que su posicionamiento coincide con el iniciado por otras marcas como The Body Shop, por ejemplo. Lo cierto es que Natura lo ha sabido hacer con su fuerza de ventas de puerta a puerta (lo cual tampoco es una innovación).

Pero es justamente eso lo que me parece interesante en la lista de estas marcas potencialmente valiosas a escala global. Ninguna de ellas es una gran innovadora, tal vez ninguna se inventó la categoría en la que está, y más de una, seguramente, lo que hizo fue copiar innovaciones del primer mundo y las adaptó a sus mercados. Tal vez lo supo hacer mejor (la cosa no es copiar, sino saber copiar, dicen por ahí), o lo supo hacer más barato y de esa manera se ganó un espacio en el mundo. Es por esto que en la mayoría de estos casos es el producto el que precede a la marca. Tal vez eso es lo que ha hecho que ese surgimiento y esa posición global de las marcas del mundo en desarrollo se haya tardado tanto. La realidad es que los países emergentes no somos constructores de marcas sino fabricantes. Por eso resulta tan interesante que, por una razón u otra, hoy esas marcas se ganen un espacio en el competido mundo de la mercadotecnia global.
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viernes, septiembre 25, 2009

Para mejorar su imagen, Colombia empieza a plantar corazones en todo el mundo



Por Claudia Sandoval Gómez
Hasta hace poco, lo único que Kevin Byrne sabía de Colombia era que era un país grande con algunos problemas en sus zonas rurales. Pero ayer en la Estación Central de Nueva York se topó con unos corazones gigantes.
Uno de ellos estaba equipado con juegos de audífonos y minipantallas en las que vio videos de los festivales, fiestas y ferias insignias del país. "Me sorprendió saber que hay un estilo de música único de Colombia basado en el acordeón (el vallenato) y el festival de teatro se ve espectacular", dijo este arquitecto de 48 años, que pasaba por la estación con su hija Pearl, de seis años y medio.

[Colombia] Claudia Sandoval/The Wall Street Journal

Toshitaka Yasuhara, un ingeniero japonés de 23 años, escucha salsa colombiana en uno de los corazones expuestos en Nueva York.
Junto al corazón que visitó Byrne estaban expuestos otros seis que resaltaban aspectos diferentes del país, desde su gente talentosa como el novelista Gabriel García Márquez y el cantante Juanes, a su biodiversidad, considerada la mayor del mundo por kilómetro cuadrado.
Las esculturas interactivas de 2,65 metros, junto con otras 47 más pequeñas instaladas en diferentes partes de la Gran Manzana, son parte de la campaña "Conoce a Colombia a través de su corazón", una exposición itinerante que empezó en Washington y, después de Nueva York, visitará Shanghai, Berlín, Madrid y Londres.
Se trata del último esfuerzo del programa de restauración de imagen que el país ha puesto en marcha para contrarrestar la percepción negativa de Colombia alrededor del mundo. A pesar de registrar avances significativos en materia de seguridad y competitividad (un reciente estudio del Banco Mundial halló que Colombia es el país con mayor facilidad para hacer negocios en América Latina y el número 37 a nivel mundial), el narcotráfico y la guerrilla siguen superando en popularidad a cualquier producto de exportación.
Esto ha sido un lastre para las compañías colombianas que intentan hacer negocios en el exterior o captar inversión extranjera. Fueron precisamente los empresarios los que le pidieron al gobierno que ayudara a mejorar la imagen del país.
La respuesta fue la creación hace cuatro años de Colombia es pasión, una alianza público-privada que ha promocionado el turismo, la cultura y las oportunidades de inversión en el país. "Estamos intentando decirle al mundo que Colombia es mucho más de lo que se conoce", dice María Claudia Lacouture, gerente del programa.
Una campaña masiva en medios tradicionales en los mercados estratégicos para Colombia, particularmente Estados Unidos, Europa y Asia, hubiera sido la opción más obvia, pero limitaciones de presupuesto echaron por tierra esta opción. Un anuncio de 30 segundos en el horario estelar de la televisión estadounidense cuesta entre US$200.000 y US$400.000, según Advertising Age, una publicación del sector publicitario. Colombia es pasión contaba con menos de US$1 millón para su promoción mas reciente.
"Partimos de esta limitación y de la profunda necesidad de ofrecer una experiencia más que emitir un mensaje", dice Marcelo Arango, vicepresidente de planeación estratégica de Sancho, la agencia de publicidad del grupo BBDO que diseñó la campaña. "Necesitábamos que la gente tocara el país".
El costo total de fabricar los corazones, poner la información, producir el material que los acompaña y la logística de llevarlos a las dos ciudades iniciales ascendió a los US$800.000, según los datos de Colombia es asión.
No hay forma de medir el impacto concreto que una "marca país" tiene sobre la economía o el turismo. Sin embargo, durante el lanzamiento de la exhi­bición en Nueva York, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, destacó que mientras en el mundo la inversión extranjera directa había caído 42% entre el primero de enero y el 30 de agosto, en Colombia el descenso había sido de apenas 6,6%. Uribe también subrayó que el turismo en Colombia había crecido 9%, frente a una caída global de 12% en igual lapso.
Gustavo Koniszczer, director gerente para el cono sur de FutureBrand, una consultora que publica anualmente el Índice de Marca País, advierte que cualquier promesa exagerada puede terminar en una decepción cuando se entra en contacto con el país. "Hay que estar seguro de que lo que se promete se va a poder cumplir".
Para Koniszczer, el impacto de una marca país es difícil de determinar, pero agrega que "todo acto de comunicación genera algún tipo de reacción, aunque sea pequeño".
Byrne, el arquitecto de Nueva York, parece estar de acuerdo. "Entre más gente sepa la una de la otra, sin importar qué, siempre es mejor. Pienso que los estadounidenses desafortunadamente no sabemos casi nada del resto del mundo y cuán particular es".
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